El pasado 15 de agosto, la misma fecha en que, en 1805, Simón Bolívar pronunciara su histórico juramento del Monte Sacro en Italia de luchar por la libertad de su patria, el presidente Hugo Chávez presentó en la Asamblea Nacional un proyecto de reforma a la constitución vigente, que data del año 1999. Dicho proyecto […]
El pasado 15 de agosto, la misma fecha en que, en 1805, Simón Bolívar pronunciara su histórico juramento del Monte Sacro en Italia de luchar por la libertad de su patria, el presidente Hugo Chávez presentó en la Asamblea Nacional un proyecto de reforma a la constitución vigente, que data del año 1999. Dicho proyecto contempla la modificación de 33 artículos y, según él mismo lo manifestó, con ello se busca «profundizar las reformas sociales en el camino de construir un sistema de igualdad, de justicia, que es el socialismo». La idea fue poner a consideración del pueblo venezolano esa propuesta para, luego de un amplio proceso de debate, llegar el próximo domingo 2 de diciembre a un referéndum aprobatorio donde la población se expida por el «sí» o por el «no» a la moción presentada.
A partir de esa presentación en el palacio legislativo se abrió en la sociedad venezolana un profundo proceso de discusión en torno al nuevo texto constitucional. Podría decirse que ese proceso puesto en marcha a partir del mismo día 16 de agosto admite dos interpretaciones: una, en el que la discusión se centró en la particularidad de cada artículo sometido a reforma, en los pro y contras del nuevo articulado de la carta magna, producto de lo cual fueron surgiendo modificaciones, aportes y enriquecimientos a la propuesta original. Y ello vino a mostrar que la elaboración de la constitución de un país no es patrimonio de especialistas, de abogados constitucionalistas que pueden bucear en profundidades inaccesibles para el común de la gente. La participación de numerosos sectores en esta discusión, de gente de barrio, de campesinos, de amas de casa, de jóvenes, lo mostró palmariamente. Pero hay otra vertiente del debate, alentada por los sectores más reaccionarios políticamente, que podría resumirse así: ¿debe o no debe haber reforma constitucional en su conjunto? ¿Para qué una reforma?
Las fuerzas de la derecha política (partidos políticos, medios de comunicación privados, algunas universidades) en general adversan la propuesta como un todo, más allá de las consideraciones específicas para cada artículo. ¿Por qué? Porque ven ahí un avance en la construcción de un nuevo Estado socialista.
En sí misma, la reforma propuesta presenta una serie de mejoras en las condiciones generales de vida de la población, contenidos de profundo avance en términos sociales y culturales. Por mencionar sólo algunos: 1) reducción de la jornada laboral de 8 a 6 horas diarias, 2) creación de un fondo social para beneficio de los trabajadores cuentapropistas, 3) incorporación a la nueva constitución de las misiones sociales y de las leyes especiales, 4) prohibición del latifundio y del monopolio, 5) garantía de la seguridad alimentaria de la población por medio de la intervención directa del Estado en los sectores agrícola-ganadero y pesquero, 6) reafirmación del poder popular como un poder de Estado, 7) creación de la Fuerza Armada Bolivariana como un cuerpo patriótico antiimperialista y en consonancia con el ideal bolivariano y no como ejército represor del pueblo, 8) instrumentación de un estado de derecho socialista.
De todos modos, lo que la derecha destaca casi exclusivamente en su trabajo político, pero fundamentalmente en su mensaje mediático, son dos aspectos, entrelazados uno con el otro por cierto: 1) la reelección indefinida del presidente (para el caso concreto: la reelección de «este» presidente, que no es cualquier presidente) y 2) el tema de la propiedad privada que, según su parecer, ahora se pone en entredicho. Dicho rápidamente: el mensaje que levantan las fuerzas conservadoras -poniendo el grito en el cielo, por supuesto- es que con este presidente («dictador autócrata» según su versión) nos encaminamos irremediablemente hacia el «comunismo» donde «te pondrán a vivir otra familia en tu casa y te quitarán los hijos para mandarlos a un campo de reeducación en Cuba». Podría haberse creído que los fantasmas de lo peor de la Guerra Fría de medio siglo atrás habían desaparecido y que la población de la «sociedad de la información» ya no era tan maquiavélicamente manipulable. Pero no es así.
Al grito de «¡se viene el comunismo!» la derecha vernácula sigue azuzando esos temores, manipulando básicamente a los sectores medios, horrorizados por la presunta posibilidad de perder el vehículo o el apartamento que les costó toda una vida de sacrificios. De todos modos ni en la constitución vigente ni en la reforma propuesta se va contra la propiedad privada, ni la de bienes personales ni -esto es lo fundamental- la de los medios de producción. Se habla de algunas formas sociales de propiedad de los medios productivos, lo cual es un avance, pero en ningún momento se termina con la propiedad privada. «Por ahora», como dijera Chávez en 1992, eso no está presente.
No caben dudas que las reformas en ciernes son un camino al socialismo, que abren las puertas para la profundización real del poder popular, para la construcción de una nueva sociedad, aunque de momento no se hable de expropiaciones. De todos modos las luces rojas de alerta ya están prendidas para la aristocracia venezolana y para la Casa Blanca, que ve en lo que se está gestando en el país una clara afrenta a su poder hegemónico en el continente y la posible pérdida de fabulosas reservas petroleras. El caballito de batalla fundamental con el que ese discurso conservador se presenta es la crítica a la reelección indefinida del presidente. Ese es el núcleo duro del ataque.
La intención perseguida por las fuerzas opositoras a la Revolución Bolivariana es desacreditar la propuesta de reforma, boicotearla, evitar que sea aprobada en el referéndum de diciembre. De todos modos, más allá de la ponzoñosa campaña orquestada, ello será muy difícil. De alguna manera la lógica presente en este nuevo referéndum por el que pasará la población venezolana repite la pregunta por el apoyo al proceso político en marcha, y fundamentalmente a la figura de su conductor Hugo Chávez, o su reprobación. En todas las lides electorales en que él o sus fuerzas políticas participaron (elecciones presidenciales, estadales, municipales, legislativas, referéndum revocatorio, etc.) siempre ganaron con amplio margen. Y -cosa notoria- desde su primer triunfo electoral en 1998 a la fecha, después de 10 procesos comiciales, su popularidad no baja. Por el contrario se mantiene en su media histórica (dos tercios del electorado) o tiende a aumentar. «¡El comunismo que se viene!»… ¿o será que la gente le ha perdido el miedo a ese fantasma innombrable?
Para conocer exactamente el estado de situación de los debates en torno a la propuesta de reforma y la tendencia en cuanto a su posible aprobación o rechazo aún a unos meses del referéndum de diciembre, la empresa «Alemica Estadísticos Consultores, C.A.» desarrolló un pormenorizado estudio al respecto, el cual fue luego difundido en forma pública en el país. Igualmente fue compartido por el ciudadano Ministro del Poder Popular para la Comunicación y la Información, periodista William Lara, con los corresponsales de prensa extranjera acreditados en Venezuela, buscando la más amplia difusión posible de los resultados por fuera de Venezuela. El informe se llama «Investigación Mensual Opinión Venezuela Septiembre 2007. Reforma Constitucional».
La investigación se realizó entre el 6 y el 9 de septiembre con una cobertura nacional en 70 municipios de 22 Estados (excluidos Amazonas y Delta Amacuro). Se tomaron 1.250 muestras significativas respetando la distribución por edad y sexo para cada región. Se estima un nivel de confianza de 95% para toda la investigación con un error estadístico máximo admisible entre 1,6% y 2,7%. Los objetivos de la encuesta fueron medir los siguientes aspectos:
– Opinión sobre el proceso de debate de la Reforma Constitucional
– Nivel de aceptación de la Reforma Constitucional
– Reelección presidencial
– Expectativas de la población con relación al referéndum aprobatorio
– Evaluación de la gestión de gobierno.
Como primera lectura rápida puede decirse que una vez más el «chavismo» se impone, y respetando siempre sus valores históricos. Si el referéndum fuera hoy mismo un 65,2% de los encuestados votaría por el «sí» mientras que el 28,2% lo haría por el «no», en tanto que un 6,62% no sabe o no responde. Conclusión: Chávez gana de nuevo.
En cuanto a la opinión sobre el proceso de debate abierto en torno a la reforma, un 60,8% se siente algo o bastante informado sobre en qué consisten los cambios propuestos, contra un 37,4% que se considera poco o nada informado. 60,2% de los entrevistados considera democrática la forma como se está consultando a la población respecto a la reforma, en tanto que 33,5% considera antidemocráticos los mecanismos de consulta popular implementados. En ese sentido 52,64% de la muestra dijo que hay suficientes formas de participación ciudadana para tomar parte en el debate, mientras que 41,28% considera que esas instancias no son suficientes. Como consecuencia del debate en curso, 56,64% de la población investigada dijo estar de acuerdo con la realización del referéndum en diciembre, contra un 37,76% que estimó estar en desacuerdo con esa fecha, por considerar poco el tiempo dedicado a la discusión del nuevo texto constitucional.
De las distintas iniciativas contenidas en la reforma, 12 fueron abordadas en la investigación de Alemica Estadísticos Consultores. En forma individual las 12 son aprobadas holgadamente por la población, aunque con distintos grados de aceptación. Las tres más aprobadas son el Fondo de Estabilidad Social para trabajadores por cuenta propia (78%), la reducción de la jornada laboral (69,5%) y la reelección presidencial (69,3%), mientras que el Estado garantizando la seguridad alimentaria (55,2%), el estado de derecho socialista (53,9%) y el período presidencial de 7 años (52,6%) obtuvieron el menor apoyo en la encuesta, aunque siempre en mayoría absoluta contra quienes no apoyan esos cambios.
Las sintetizamos así (llamaremos «chavismo» a quienes aprueban la reforma y «oposición» a quienes la adversan):
PROPUESTA |
CHAVISMO |
OPOSICION |
No sabe/No responde |
|
% |
||
|
|
|
|
Reducción de la jornada laboral |
69,5 |
28 |
3,52 |
El Estado promoverá la propiedad social, privada y mixta |
58,5 |
31,4 |
10,08 |
Beneficios sociales a los trabajadores por cuenta propia |
78 |
16,8 |
5,20 |
Constitucionalización de las misiones y leyes especiales |
62,6 |
30,7 |
6,72 |
Período presidencial de 7 años |
52,6 |
43,7 |
3,68 |
Estado garantiza seguridad alimentaria |
55,2 |
38,6 |
6,16 |
Prohibición latifundio y monopolio |
61,9 |
28,6 |
9,52 |
Estado se reserva explotación hidrocarburos |
63,4 |
28,2 |
8,32 |
Reelección presidencial |
69,3 |
27,6 |
3,04 |
Creación Fuerza Armada Bolivariana |
56,5 |
36,2 |
7,28 |
Poder Popular constitucional |
66,2 |
27,9 |
5,92 |
Estado de derecho socialista |
53,9 |
38,3 |
7,76 |
Según el estudio, la percepción de la población encuestada da también clara superioridad a una visión bolivariana de los problemas nacionales en concordancia con las reformas que se alientan. Así es que un 57,12% de los ciudadanos las ve como apegadas a la legalidad en tanto que un 31,68% las considera inconstitucionales. Ahora la democracia participativa se reforzará, pues un 58,16% entiende que los cambios buscan darle mayor poder al pueblo y un 57,68% estima que a partir de los cambios las comunidades podrán recibir recursos en forma más directa. Todo ello habla de una percepción de mejora y crecimiento desde la óptica del campo popular.
La reelección del presidente (y para el caso, de «este» presidente: Hugo Chávez) no está en discusión; de hecho un 69,3% de la muestra aprueba esa reforma, contra un 27,6% que la reprueba. Pero cuando se trata de la reelección indefinida el porcentaje varía, pues sólo está de acuerdo con esa medida un 55,1% -que no deja de ser mayoría, contra un 42,6% que no apoya y un 2,32% que no sabe o no respondió- pero que ya no es ese casi 70% que apoya un nuevo período de Chávez. De hecho un 47,04% de los encuestados (entre los que, sin dudas, debe haber chavistas) manifestó la percepción de que el actual presidente desea perpetuarse en el poder, mientras un 44,88% no lo ve así.
En cuanto a la participación en el futuro referéndum de diciembre, mayoritariamente la población entrevistada mostró su ánimo de acudir, independientemente de cómo vote. Eso dijo un 73% de la muestra, contra un 25,1% que expresó que probable o definitivamente no votará. De todos modos, más allá de ese 65,2% contra 28,2% que manifestó votar por el «sí», la percepción actual de la población entrevistada da un 58,40% por el «sí» contra un 27,20% por el «no» -y sabemos que, sin que sea regla fija pero, en general, marcando tendencia, esa percepción previa es la que se mantiene en el momento de la votación-.
Por último, y repitiendo una vez más el mapa político que ya hace años se viene dibujando en Venezuela, un 65% de los encuestados (dos tercios) ve positiva la gestión de gobierno de Hugo Chávez contra un 34,4% (un tercio) que la considera mala.
Conclusión: sabiendo que todos los estudios estadísticos hay que considerarlos con cierto cuidado y que siempre pueden prestarse a la manipulación, los datos que ahora circula esta empresa consultora no dejan mayor lugar a dudas: la población se ha embarcado en un genuino proceso de discusión de las propuestas de reforma y mayoritariamente ve que allí hay beneficios tangibles para las grandes mayorías, para el pobrerío, para los que siempre estuvieron ajenos a los beneficios de la renta petrolera del país. Si alguien adversa las modificaciones es el discurso más conservador, el mismo que desde el inicio de este proceso político que vive ahora Venezuela ha estado en oposición a las transformaciones y que ahora sigue alarmado porque ve crecer, lenta pero ininterrumpidamente, el poder popular, la participación de los excluidos de siempre, que son, por cierto, la inmensa mayoría, esos dos tercios de la población que ven en la figura del presidente Hugo Chávez un camino para su mejoramiento.