«Decir que las vidas negras importan, sin embargo, es proclamar que en efecto todas las vidas importan.» Angela Davis La lucha antirracista es clave para pensar un horizonte decolonial y consecuentemente romper con los lazos que hacen del territorio latinoamericano un lugar constantemente saqueado y explotado. La reproducción de una lógica que nunca ha terminado. […]
«Decir que las vidas negras importan, sin embargo, es proclamar que en efecto todas las vidas importan.»
Angela Davis
La lucha antirracista es clave para pensar un horizonte decolonial y consecuentemente romper con los lazos que hacen del territorio latinoamericano un lugar constantemente saqueado y explotado. La reproducción de una lógica que nunca ha terminado. El colonialismo sigue fuerte y sus imposiciones culturales, económicas y políticas se hacen ver sin mucho esfuerzo.
El primer artículo de la convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial (1965) define al racismo como: toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública [1].
La existencia del racismo nos hace racistas. El racismo es un sistema de opresión, por lo tanto esta estructura hace con que las personas no-negras lo reproduzcan. El racismo tiene una historia, no es situacional. La población negra fue esclavizada por más de 300 años, le fue negado el derecho de existir como personas. Este conjunto de opresiones tienen consecuencias hasta los días de hoy. El poder institucional valida este sistema no permitiendo la inclusión de las personas negras en la sociedad. Sin embrago, también es necesario pensar en uno/a como reproductores/as de esta lógica racista para así poder combatirla.
La opresión militar y económica precede, posibilita y legitima el racismo. No se puede pensar que la violencia en contra de los cuerpos negros sea la misma que sufre los cuerpos no-negros. La naturalización del racismo a través del conjunto de formas de tratar estos cuerpos y estas existencias genera un punto ciego, es invisible a una persona no-negra. La estigmatización tiene una especificidad la cual es incomparable con otras formas de opresión. Por ello, la lucha que se pretende antirracista necesita comprender que hay distinción entre ser una persona pobre y ser una persona pobre y también negra, por ejemplo.
La destrucción de los valores culturales y de las modalidades de existencia de esta población es una constante y esto también se puede notar en el intento de justificar las sistemáticas violencias que sufren estos cuerpos que, en realidad, son golpeados, detenidos y asesinados por el simple hecho de existir.
Pensar el colonialismo y como éste se reproduce en el cotidiano también es muy importante para no seguir reproduciendo y justificando el racismo. La solidaridad colonizadora, esta que se auto proclama como sujeto de la lucha de las personas negras o que se coloca en un lugar de ofrecer ayuda o caridad también es una forma de dominación y de apropiación. A las personas negras las liberará su propia lucha, como sujetas y protagonistas. En este sentido, cabe a las personas no-negras y comprometidas con la pauta antirracista, combatir el racismo institucional, acompañar y apoyar a las luchas siempre que fueren interpeladas y, sobre todo, destruir las lógicas racistas entre las no-negras.
Construir una sociedad antirracista empieza por cuestionar los propios privilegios como personas no-negras, por dejar de usar vocabulario racista, dejar de decir que las personas negras no existen, comprender que nunca -siendo persona no-negra- existirá como una persona negra, por lo tanto, dejar de cuestionar cuando alguien -siendo negra- denuncia que sufrió un acto de racismo, dejar de decir que las personas negras también son racistas.
Abrazar a la lucha con empatía y responsabilidad, respetando las demandas y los dolores de quienes sufren las violencias físicas y simbólicas impuestas por el sistema es el camino para realmente afirmar: Somos antirracistas.
Fuentes:
FANON, Frantz. «Racismo y cultura» en: En defensa de la revolución africana.
RIBEIRO, Djamila. Homens brancos podem protagonizar a luta feminista e antirracista?
RIBEIRO, Djamila. Falar em racismo reverso é como acreditar em unicórnios.
Referencia:
[1] http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CERD.aspx
FUente: http://virginiabolten.com.ar/editorial/el-racismo-y-sus-reproducciones/