En política cuenta más lo que no se dice, suelen advertir los consultores políticos. Y parecería que las decisiones para escoger a los candidatos vicepresidenciales de la derecha pasan por esa realidad. Mucho más cuando los movimientos, acuerdos, pactos y decisiones no ocurren solo en nuestro territorio y en cierta embajada (que literal y legalmente […]
En política cuenta más lo que no se dice, suelen advertir los consultores políticos. Y parecería que las decisiones para escoger a los candidatos vicepresidenciales de la derecha pasan por esa realidad. Mucho más cuando los movimientos, acuerdos, pactos y decisiones no ocurren solo en nuestro territorio y en cierta embajada (que literal y legalmente también es otro territorio).
Pero hay algo más: esas decisiones también pasan por unos acuerdos que van más allá de la popularidad, el género y el origen regional de los ‘vicepresidenciales’. Por más que se esfuercen los candidatos en hablar de equilibrios por todo lo ocurrido esta semana, lo que vendrá en la siguiente y después del feriado, hay otro elemento que hace ruido: el retorno directo y electoral de la banca privada a la escena política para imponer nombres, planes, compromisos y cuotas de aporte económico.
Vulgarizando el tema o colocándolo en el terreno del género policíaco, también podría ser la venganza de los banqueros, como para hacer una película que bien la podrían ‘guionar’ los que ahora escriben libros por encargo y luego firman unos supuestos ‘líderes de opinión’ y candidatos presidenciales. Claro, porque también los consultores políticos dicen que en política no hay casualidades y ocurre que esta misma semana un banquero que vive en Europa ha prometido, vía Twitter, volver cuando se vaya Rafael Correa; uno de los exmayores accionistas de un banco que ahora pertenece a un grupo centroamericano sale al terreno mediático a ofrecer su apoyo a una candidata (como si con su solo nombre ya arrastrara a la multitud que supuestamente dice representar o convocar); uno de los asesores bancarios dice en privado que será el vicepresidente de la misma candidata; y finalmente, quien luce como el mayor delegado político de unos banqueros en el exilio se anticipa al mismísimo candidato presidencial y banquero para decirle a la prensa ‘amiga’ que él será el elegido.
Tampoco sería bueno dejar de lado la exhibición de la carta del expresidente Lucio Gutiérrez al entonces dueño del Banco del Pichincha, días antes de su caída en abril de 2005, en la que le recuerda cuánta plata puso el Estado para inyectar liquidez a ese banco y cómo se manejaban los medios del banquero en la disputa política. ¿Casualidad que ahora se divulgue y salte como una liebre para no olvidarnos del rol de los banqueros en la política y en la prensa?
Si se descompone esa carta en sus elementos más significativos, podríamos reafirmar que en 2005 (nada más y nada menos que con Gutiérrez), cuando supuestamente había pasado la crisis financiera, hubo un manejo perverso de la política, y cuando el mandatario de entonces se ‘rebelaba’, se le caía con todo (para eso tuvo para posesionar a su sucesor a quien ahora es candidata a la Presidencia). En los últimos diez años eso no ocurrió y por lo mismo se comprende por qué los banqueros, en general, preparan su retorno o su venganza.
Se entiende que los movimientos y partidos de la derecha, que ya tienen sus presidenciales, tengan muchas dificultades para nombrar a sus vicepresidenciables. No hacen asambleas, no procesan con sus bases, no hay eventos democráticos de legitimación y mucho menos de participación. Tal es así que uno de los ahora elegidos presionó con sus amigos de los medios y los portales web para que la noticia se imponga al mismísimo candidato presidencial que había jurado que su compañero(a) de papeleta sería quiteño o quiteña. Y escogió a uno de ‘Viena’ (‘vienalnorte’, en el lenguaje coloquial ecuatoriano), quizá por la presión a la que dicen estaba sometido desde aquellos banqueros que, desde el exterior, todavía monitorizan y mueven los hilos de la derecha, así como de los medios y blogs ‘libres’.
Y no solo ocurre esto en el bloque más representativo y radical de la derecha. También pasa en esa otra candidatura que cuenta con el apoyo de la izquierda plurinacional: el nombre que se quiso imponer fue el de otro banquero, según dicen, porque tiene ideas progresistas y ya tuvo presencia política en el gobierno ‘progresista’ de Gutiérrez. Todavía queda tiempo para verificar si se van por ese nombre o el candidato de ese sector de la derecha menos radical opta por uno cercano, con buenos ‘conectes’ con la banca y los empresarios guayaquileños.
El tiempo lo dirá, por ahora queda claro que en el bloque de las derechas hay un fuerte peso de la banca. Definitivamente los banqueros anhelan ese pasado en el que los presidentes y ministros, candidatos y legisladores debían ir a sus casas a consultar las decisiones. En las élites quiteñas y guayaquileñas se sabe de eso, y mucho más. Nada se hacía sin antes recibir la venia de esos poderosos señores que medían cada ley o decreto en función de los ingresos, gastos o egresos de sus cuentas personales y de sus instituciones financieras.
¿Qué dirán los expertos económicos que integran la izquierda plurinacional y fueron acérrimos críticos (en el papel) del rol de la banca privada ahora que en sus propias narices les impondrían un candidato a la Vicepresidencia y se hacen los locos con los otros de la derecha? Dirán: primero venzamos al correísmo y después veremos. ¿Y los medios libres e independientes no están jugando en todo esto con sus silencios y también con las reuniones de sus delegados o gerentes en restaurantes de Miami para estar ‘al tanto’ de las decisiones de los banqueros? ¿Los blogueros dirán algo más de lo que les transmiten desde cierta embajada o los emisarios de ese bloque de banqueros que buscan su apoyo o el pago de los favores por el financiamiento dado todos estos años para que no se ‘coman la camisa’?
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