La situación se ha invertido y de manera gradual, Rusia, la primera superpotencia gasera del planeta, trueca su energía por un incipiente poderío geofinanciero Uno de los sitios donde se refleja tanto la incipiente multipolaridad como la nueva correlación geopolítica global es en el ámbito de las geofinanzas. Nick Paton Walsh , reportero del periódico […]
La situación se ha invertido y de manera gradual, Rusia, la primera superpotencia gasera del planeta, trueca su energía por un incipiente poderío geofinanciero
Uno de los sitios donde se refleja tanto la incipiente multipolaridad como la nueva correlación geopolítica global es en el ámbito de las geofinanzas.
Nick Paton Walsh , reportero del periódico británico The Guardian (30/6/06), anunció que el primero de julio el rublo, «que ha volado alto en atributo de Rusia como superpotencia energética», se convirtió en una «divisa totalmente convertible» que competirá con el «gigantesco petrodólar» conforme crezca la influencia económica rusa. Este movimiento geofinanciero ya lo habíamos advertido en Bajo la Lupa («¿Ascenso del petro rublo y del petrodólar?», 31/5/06).
Paton Walsh rememora que el rublo fue la «divisa intercambiable de las quiebras, declinaciones y marrulleras tratativas rodantes». ¿Se referirá a las transacciones de la «mafia rusa» en los circuitos bancarios de Nueva York y en los paraísos fiscales del mar Mediterráneo?
El rublo ya entró a competir con las poderosas divisas del planeta dominado por la anglósfera (dólar estadunidense, libra esterlina y los dólares canadiense y australiano), el flamante euro y el yen nipón (artificialmente propulsado por el eje anglosajón).
Pareciera que el rublo ruso, protegido por su omnipotente paraguas nuclear y su poderío energético, le estuviese abriendo el paso a la futura convertibilidad del yuan chino y la rupia india que cimbrarán al mundo geofinanciero, lo cual en su conjunto tendrá como resultado regresar al dólar estadunidense a su justa dimensión.
En términos geoeconómicos , EU representa alrededor de 25 por ciento del PIB global, mientras en términos geofinancieros su dólar constituye en forma abultada alrededor de 60 por ciento de las transacciones de divisas globales. Esta situación anómala prevaleció gracias a su estatuto de superpotencia (primero, bipolar, luego, unipolar), que quedó entrampada en el Medio Oriente.
La otrora superpotencia unipolar se aventuró a capturar el petróleo y el gas ajenos para apuntalar su divisa y su derrota estratégica se tradujo, a partir de la primavera del 2004 (un año después de su invasión ilegal a Irak), en el inicio irremisible del derrumbe de su dólar y en el alza inversamente proporcional de los dos binomios geoestratégicos: el petróleo-gas y el oro-plata.
Alexei Moisseev, encargado de las investigaciones de inversiones fijas del banco Renaissance Capital, aduce que la «consecuencia práctica será un incremento significativo de las inversiones foráneas en instrumentos financieros rusos»; admite que todavía la infraestructura es deficiente para que los rusos cambien sus rublos por euros en el extranjero, pero que la plena convertibilidad «disminuirá la capacidad del gobierno para influir sobre la tasa de cambio de la divisa añeja de 800 años». Se trata por ahora de un evento de relaciones públicas para la economía rusa que comienza a enviar señales sobre su resurrección de entre los muertos, como hubiera escrito el genial Dostoievsky.
Los rusos han convertido al rublo en un símbolo patrio a grado tal que la Duma ha prohibido con severas multas que se expresen aritmética y lingüísticamente las transacciones en divisas foráneas. El rublo se ha justipreciado frente al dólar debido al maná petrolero; se ha sobrevaluado de 32 a 26.5 rublos por un dólar en los recientes cinco años, y se espera que se cotice en 25 a fin de año.
Un día antes de la convertibilidad del rublo, Rusia adelantó 15 años el pago total de los adeudos de la etapa soviética, por alrededor de 22 mil 300 millones de dólares al Club de deudores de París, que tenía contemplado finiquitar hasta el año 2020.
Rusia, segundo exportador mundial de petróleo detrás de Arabia Saudita, ha incrementado sustancialmente sus ingresos y ha creado un «fondo de estabilización» por 70 mil millones de dólares, diseñado tanto para financiar proyectos sociales (¡súper sic!) como amortiguador para futuras crisis económicas.
John Stepek, de Moneyweek («¿Podrá el rublo sustituir al dólar?», 4/7/06), comenta: «No se rían. La divisa rusa, que quedó casi destruida cuando al país no pudo pagar 40 mil millones de dólares de deuda doméstica en 1998, ha emprendido un regreso serio». Agrega que a «70 dólares el barril de crudo, Rusia posee abundante dinero en el banco: 250 mil millones de dólares en reservas y otros 70 mil millones de dóalres en un fondo de estabilización. El presidente Putin espera que los compradores foráneos de petróleo y gas paguen con rublos en lugar de dólares». Refiere que la necesidad de comprar materias primas en dólares es lo que ha detenido la caída de la divisa de EU pese a sus elevados adeudos, y cita a Putin: «necesitamos una bolsa de valores donde el petróleo y el gas puedan ser vendidos en rublos. Nuestros bienes se venden en los mercados globales, entonces, ¿por qué no en Rusia?»
También cita una declaración a la BBC del economista moscovita Yaroslav Lissovolik: «tiene mayor sentido para los bancos centrales del mundo empezar a pensar sobre la reasignación al rublo de una parte de sus reservas como el dólar». Stepek advierte que la «apertura de un sistema monetario a los rigores del mercado es de una espada de doble filo» y enfatiza que «tampoco es fácil olvidar que el sector energético ruso está controlado por el Estado». Tampoco hay que soslayar que quienes colaboran en Moneyweek son fanáticos monetaristas neoliberales.
Suena interesante que Rusia implemente la convertibilidad del rublo, que le confiere respetabilidad financiera, a 15 días de la cumbre del G-8 en San Petersburgo, donde la prioridad de la agenda lo constituirá la crisis energética global. Nick Paton Walsh cita a Dmitri Medvedev, viceprimer ministro y mandamás de Gazprom (la segunda trasnacional global, by the time being), pero, más que nada, probable sucesor del zar ruso Putin, quien comentó que las «fluctuaciones en las tasas de cambio, particularmente del dólar, estaban (sic) dañando la estabilidad económica y que nuevas (sic) divisas más estables podrían aumentar su prominencia (sic) en el mundo financiero». Agregó que «le corresponderá a las futuras (sic) generaciones decidir sobre la creación de una nueva divisa internacional. Con la creciente demanda de rublos, nuestra divisa podría ser una de las divisas de reserva en el mundo».
¿Queda alguna duda sobre el lanzamiento del rublo como competidor del dólar y el euro? No es gratuito que el mandamás de Gazprom se pronuncie sobre asuntos financieros cuando en EU, que vive plenamente su decadencia financiera, sean los gobernadores de los bancos centrales, como el jubilado Greenspan y el recién ungido Bernanke quienes peroren sobre asuntos energéticos, en una muestra sin igual de la materia y su contrastante anti-materia.
Queda claro también que el control anglosajón del petróleo ajeno en el mundo durante todo el siglo XX le brindó parte de su dominio geofinanciero. La situación se ha invertido y en forma gradual, Rusia, la primera superpotencia gasera del planeta, trueca su energía por un incipiente poderío geofinanciero.