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El segundo entierro de Hugo Chávez

Fuentes: CLAE

En las redes sociales venezolanas se disparó el alerta de militantes de izquierda por la decisión del presidente Nicolás Maduro y el pleno del partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) de terminar con cualquier disidencia dentro de las filas oficialistas, lo que significaría en el entierro definitivo del camino trazado por el expresidente Hugo Chávez.

El anuncio de Maduro, vía Twitter, de  «consolidar una gran alianza nacional y denunciar con nombres y apellidos  a los divisionistas estén donde estén», pareciera dictar el exterminio político de toda opinión que desde la izquierda del chavismo, cuestionar el «Viraje Estratégico» de su proyecto político, y se sumerge en una aventura que antagoniza el legado ideológico y político de Chávez.

Este paso parece seguir al de la recuperación de la Asamblea Nacional, que estaba en manos de la oposición radical y del autoproclamado presidente Juan Guaidó (hoy totalmente devaluado), quien seguía los dictados del gobierno de Estados Unidos para terminar –de cualquier forma- con el gobierno constitucional venezolano.

“Se ha pretendido crear un Estado paralelo y se pretende mantener esa línea, inexistente, írrita y nula en Venezuela”, dijo Maduro. Por el contrario, agregó, el Estado nacional se fortaleció y se desbarataron las aspiraciones de un minúsculo grupo político”. Luego comenzó a mirar dentro de la casa propia.

Ahora, mientras se hacen negociaciones para un diálogo con la oposición política, incluso la sediciosa financiada por Estados Unidos, se pretende acallar las voces potencialmente disientes dentro del llamado partido del pueblo. Quizá si se hubieran escuchado antes, no se habría llegado a esta situación.

Algunos hablan del “segundo entierro de Chávez”, de la entrega a los planes e intereses de la burguesía interna, para impulsar un contra-plan neoliberal, antinacional y antipopular, lo que significaría la derrota estratégica de la Revolución Bolivariana, antimperialista, anticapitalista.

Ya no habrá lugar para opinar distinto, de exponer las ideas que siempre nutrieron a la Revolución Bolivariana, dentro del PSUV o dentro de las organizaciones del Polo Patriótico, una vez que se logró la mayoría parlamentaria (93%) en la recién electa Asamblea Nacional.

Pero antes de las elecciones parlamentarias, el gobierno de Maduro dispuso intervenir -mediante sentencias del Tribunal Supremo de Justicia- las direcciones de los chavistas Partidos Patria Para Todos, Movimiento Revolucionario Tupamaros, Unión Popular Venezolana. Y le cerraron los medios públicos a ésta, y de manera especial a los candidatos del Partido Comunista de Venezuela, integrante de esa coalición política.

Hace muy poco, el hoy presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, había afirmado que el PSUV es el partido más grande y democrático de América Latina, pero pareciera que ahora no acepta otras opiniones que la de los maduristas.

Esta decisión no solo niega tajantemente los reciente llamados a la unidad nacional frente a la estrategia  subversiva  de la derecha golpista y sus mentores de Washington,  sino que profundiza una campaña de exclusiones, persecuciones, retaliaciones y represiones a los sectores internos y externos de la disidencia chavista.

Esta persecución, llamado a la intolerancia y al odio, estuvo inicialmente limitada a las injurias y montajes contra cuadros y organizaciones revolucionarios  y uso de expresiones peyorativas como divisionistas, traidores, desleales, izquierda trasnochadas, tontos útiles de la derecha, epítetos que han ayudado a crear un clima de intolerancia y agresividad política y personal en contra de los sectores del chavismo rebelde y  contestatario.

El llamado que se hace por las redes sociales es al restablecimiento de la convivencia y tolerancia dentro del partido de gobierno y del Estado y la sociedad venezolana, profundizando  la Democracia Participativa y Protagónica que propusiera Chávez como base del desarrollo pacífico del proceso revolucionario venezolano.

La realidad

No se necesita acallar voces para saber que el PIB venezolano cayó cerca del 70% desde el 2013 hasta la fecha, y la economía está en estanflación. Además, con el proceso hiperinflacionario, el país ha tenido variaciones de precios mayores al 50% mensual, donde solamente en 2018, que fue el año pico, se llegó a 130.060% de inflación, según cifras oficiales.

Desde que asumió Nicolás Maduro la presidencia venezolana tras la muerte de Hugo Chávez, el desarrollo de la guerra económica tuvo varios momentos y elementos determinantes, desde un desabastecimiento programado y selectivo de bienes, en 2013, 2014, 2015 hasta el 2016, que no fue producido por una caída de la producción, sino por una alteración de los mecanismos de distribución.

Es cierto también que el ataque de Estados Unidos a la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) desencadenó varias consecuencias, ya que al caer la producción, con un mínimo de 400.000 barriles en el 2020, cayeron las exportaciones, los ingresos en divisas, y en consecuencia el país tuvo menos recursos para importar bienes de consumo final, insumos, materia prima y repuestos para la producción no solo petrolera.

El impacto, señala la economista oficialista Pasqualina Curcio, afectó además la posibilidad de honrar los compromisos de deuda externa porque disminuyeron las divisas que estaban entrando, y afectó las reservas internacionales, nuestros ahorros, y, por lo tanto, al disminuir entonces hubo que disponer de la reserva». Las reservas internacionales pasaron de alrededor de 20.000 millones de dólares en 2013, a cerca de 6.000 millones en la actualidad.

Si bien los primeros ataques a la moneda venezolana empezaron en el año 2006, cuando comenzaron a posicionar un supuesto precio del bolívar que no era el verdadero, el ataque central comenzó a partir del 2013, hasta agudizarse en el 2017, lo que generó una depreciación de la moneda de alrededor de un millón de millones por ciento.

No hay equivocación en la cifra: En el 2012, un dólar era equivalente a ocho bolívares, y actualmente equivale a 1.500.000 bolívares soberanos, es decir 150.000 millones en el bolívar antes de la reconversión del 2018.

Cabe recordar que en diciembre del 2019 el senador estadounidense Richard Black dejó en claro que había una política imperial en contra de la moneda venezolana: «Hemos desmonetizado su moneda, y, a través del sistema bancario internacional, hicimos que la moneda venezolana careciera de valor, y luego vamos y decimos ‘miren lo malo que es este Gobierno, su moneda no vale nada’, bueno no fueron ellos, fuimos nosotros quienes hicimos inútil su moneda».

Manotones de ahogado

El gobierno de Maduro desarrolló varias respuesta. En 2016, ante el desabastecimiento, fueron creados los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, que permitieron distriubuir alimentos subsidiados por el Estado. Asimismo, en 2018 s creó el Petro, que si bien nació como criptodivisa para sortear el bloqueo del sistema financiero… pero en seguida fue sancionada por orden ejecutiva de Donald Trump.

No faltaron planes de títulos grandilocuentes como el sancionado en agosto de 2018 cuando se anunció el Plan de Recuperación y Prosperidad Económica, que incluía un ajuste de los salarios de casi 3.700%, que un mes ya estaba deteriorado con el ataque sistemático al bolívar, que perdió 100% de su valor ante el dólar, mientras se flexibilizaba el control de cambio.

«Se lo hizo con la esperanza de que podrían venir inversiones extranjeras privadas, porque una de las excusas era que no tenían dónde transar las divisas de manera libre», explica Curcio. Sin embargo, «las inversiones no necesariamente han llegado, porque están observando la situación estanflacionaria que genera inestabilidad en el momento de realizar inversiones».

En octubre último, el gobierno de Maduro, poco antes de las elecciones parlamentarias, aprobó la Ley Antibloqueo, con el fin último de atraer capitales privados –procso de inversiones no público-, cuya efectividad ha sido muy escasa. Muchos economistas dudan de su efectividad y temen que las divisas se las lleve el escenario del cambio libre.

Deschavitizar

Si bien los analistas comunicacionales advierten una línea oficial de ir suprimiendo  de los medios las referencias al líder de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez, que habían servido como gran paraguas bajo el que se cobijaba el PSUV y el Polo Patriótico, el imaginario colectivo parece no olvidarlo y en las redes sociales se viralizó un breve recorte de 48 segundos de un video del expresidente, que se entiende como una contundente respuesta a Maduro.

En él, Chávez señala: “Dejémonos de sectarismos. (…) Vistámonos de humildad. Se lo digo a  todos los militantes de nuestro partido y especialmente a los que tenemos cargos de representación o de dirección, allá en el estado tal o en la región tal. Nadie tiene por qué estar erigiéndose como un caudillo, porque aquí mando yo, porque aquí se hace lo que yo mando, que aquí se hace lo que yo diga…”.

“¡No!. Vistámonos de humildad. Y el partido tampoco puede tomar esa actitud del mandamás. Vamos a abrirnos…”.

Amén.

*Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE,www.estrategia.la)