El domingo pasado (4 de julio) leí el artículo de Luis García Montero titulado Socialfascistas y extremistas. Lo leí porque el título me atrajo, aunque con la sospecha de que el contenido no lo iba a hacer tanto, y así fue. No porque el contenido me disgustase, sino porque me pareció muy vacío de contenido […]
El domingo pasado (4 de julio) leí el artículo de Luis García Montero titulado Socialfascistas y extremistas. Lo leí porque el título me atrajo, aunque con la sospecha de que el contenido no lo iba a hacer tanto, y así fue. No porque el contenido me disgustase, sino porque me pareció muy vacío de contenido en un tema precisamente del que se puede sacar mucho jugo. Pero mi principal objeción está en cómo se puede uno meter a analizar este tipo de cosas sin hacerlo desde un análisis de clase, porque es literalmente imposible, y consecuentemente a partir de ahí es difícil que estemos de acuerdo con el diagnóstico y las conclusiones.
El principal error del artículo para la cuestión que nos ocupa está en partir del análisis desde las bases sociales. Para mí esto en una sociedad capitalista es una cuestión de máxima importancia, pero cuando a su vez estamos intentando analizar a partidos pro capitalistas y que son los ejes de la reproducción de éste en un país no es lo más importante. Por el contrario la importancia se centra en qué políticas desarrollan, y desde un punto de vista de clase es fundamental entender en qué sector de la oligarquía están integrados dentro de lo que es funcionamiento político de los modelos capitalistas. Luego ya podemos analizar la composición de sus votantes, afiliados, etc.
Hay una frase importante en el texto, que es la siguiente: «Yo tengo amigos en el PSOE y en el PP, y no son iguales». Yo también tengo amigos en el PP y el PSOE, amigos, simpatizantes y votantes de estos partidos, etcétera, y algunos tienen mi máximo aprecio y amistad. Pero la frase, en contra de lo que intenta trasladar el autor, no indica mucho en lo que al gobierno de un Estado se refiere, porque de hecho la característica fundamental del capitalismo occidental en los últimos treinta años es el ser capaz de canalizar la ofensiva neoliberal catalizadora de una nueva acumulación de capital utilizando como norma general dos grandes partidos políticos en cada país -con composiciones sociales diferentes a grandes rasgos- que se han alternado en el Gobierno y que sin embargo, a un ritmo mayor o ligeramente inferior, han realizado todas las reformas económicas y políticas lanzadas desde los centros de poder económico que nos han traído hasta la situación actual. Otro ejemplo en otro orden es el de EEUU: El Partido Demócrata y el Partido Republicano no sólo tienen bases sociales diferentes, sino que incluso pueden llegar a representar -de hecho ha sucedido en estas décadas- distintas apuestas para la gestión del Imperio por parte de los sectores de la oligarquía imperial.
Para mí a nivel de bases sociales lo fundamental está en que al PP le votan mayoritariamente los empresarios, el sector más religioso de la sociedad, la mayoría de los jubilados, capas de la clase trabajadora donde ha habido menos tradición de lucha obrera, y por supuestos amplias capas de trabajadores que sencillamente lo toman como su partido de referencia, entre otras cosas porque en el sistema del turno las diferencias en materia económica con consecuencias para los trabajadores son escasas. Y al PSOE le votan por ejemplo sectores menos ligados a los prejuicios religiosos, capas de trabajadores que como mínimo no son hostiles al mundo sindical y por el contrario lo pueden ver como un instrumento importante, con una sensibilidad mayor a los temas sociales y de defensa de los servicios sociales públicos, así como capas sociales que sencillamente lo toman como su partido de referencia en el actual marco, etc.
Luego ya está el cómo canaliza todo esto el sistema e integra a estas bases sociales más o menos diferenciadas en la reproducción del Estado, el Gobierno y el modelo de producción capitalista. Podemos decir que en los últimos treinta años, con altibajos, el éxito es total. Basta con decir que el principal elemento de fuerza a nivel político del grupo económico ligado al BSCH ha sido el PSOE, y lo sigue siendo, hoy más que nunca en caso de haber diferencias debido a la crisis capitalista manifestada en última instancia por la crisis financiera. Esto no quiere decir que no haya diferencias entre unos gobiernos y otros, pero podemos decir cada vez más que fundamentalmente se reducen a derechos civiles -siempre y cuando no estemos hablando de migrantes- (Aborto, matrimonios homosexuales, etc.) y cuestiones por el estilo, en cualquier caso no a cuestiones económicas de calado. Pero una buena forma de visualizar la situación es que en quince años de crecimiento económico la pobreza relativa se mantuvo en el 20%, la masa salarial se amplio de forma notable y sin embargo la proporción de las rentas de los salarios descendió proporcionalmente frente a las rentas empresariales y por supuesto la privatización de los servicios públicos ha avanzado a buen paso en toda España.
Si vamos a Europa el escándalo ya es total. El PP y el PSOE coincidieron en el 70 % de las votaciones, y coincidieron en todas las más importantes: Tratado de Lisboa, Pacto de Estabilidad, Directiva Bolkestein, privatización de los servicios postales y ferroviarios, Directiva de retorno, Proceso de Bolonia, elección de Durao Barroso (Presente en la «foto» de las Azores), y todo esto al margen de las bases neoliberales de la construcción europea, empezando por la independencia del Banco Central Europeo y la desregularización del mercado laboral.
Además, al artículo le faltan en muchas afirmaciones precisamente lo que reclama el autor, matices. Como por ejemplo cuando afirma que «El Gobierno socialista ha aprobado medidas dictadas por el neoliberalismo europeo». Habría que matizar que esto no es una novedad, el rescate a la banca es un acto de plena sumisión al poder económico, medida compartida en toda Europa por la derecha política -de unas siglas y otras-. Por no hablar de las reformas fiscal y laboral regresivas de la anterior legislatura, las contrareformas educativas a través de la LOE y la LOU, o la ley de financiación Autonómica que condena de nuevo a los Ayuntamientos al estrangulamiento económico para que sigan privatizando servicios. El PP y el PSOE de cada país europeo están haciendo prácticamente lo mismo, lo que es una de las causas de la desideologización de la ciudadanía europea, todo ello acompañado adecuadamente de una eficaz labor de los medios de comunicación de masas de los emporios económicos. Además con un rasgo común añadido, el echar las culpas al anterior gobierno para justificar los planes de ajuste (Sucede en el Este europeo, o tanto en Grecia como en Gran Bretaña).
Otro matiz importante en relación con el concepto del socialfascismo es el histórico, porque no olvidemos que está muy ligado a la realidad alemana desde el prisma de la III Internacional, la cual agrupaba a las organizaciones comunistas y que debió en gran medida su nacimiento a que la Socialdemocracia alemana aproyó los créditos para que Alemania se metiese en la I Guerra Mundial rompiendo así definitivamente la II Internacional, y que en ese país el futuro partido comunista alemán tuvo que sufrir a manos del SPD en colaboración con el paramilitarismo el asesinato de los líderes comunistas Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht durante el levantamiento espartaquista. En cualquier caso la estrategia del socialfascismo fue errónea y tuvo graves consecuencias, pero no pensemos que todo era tan fácil en un momento en el que burguesías europeas como la alemana apuestan por el ascenso del fascismo al gobierno del Estado para frenar el crecimiento de la influencia de las organizaciones comunistas. Otro matiz importante es el del «abrazo de Hitler y Stalin» de 1939, acuerdo al que se llegó después de que durante mucho tiempo la URSS intentase llegar a acuerdos con las democracias occidentales contra el nazismo, y por el contrario éstas pactaron en 1938 con el propio Hitler un reparto de Europa que lanzaba a Alemania al Este, deseosas todas de que atacase la URSS, con este paso previo de aislamiento. Esto no era algo nuevo, recordemos que al de poco de triunfar la revolución de octubre 21 ejércitos extranjeros invadieron Rusia para derrotar el nuevo Estado revolucionario, incluyendo tropas de EE.UU, Inglaterra, Japón, etc.
En definitiva, el insulto del que habla el autor en el artículo lo comete principalmente el PSOE, no sus bases sociales (que tendrán que reflexionar) ni los demás. El resto lo que intentamos es potenciar la convergencia de fuerzas sociales que nos permitan luchar por el socialismo, y más en la actual situación. Es más, luchamos por un requisito anterior, el que la soberanía popular esté justamente representada con una ley electoral justa, cosa que el PSOE, el PP, el PNV y CiU impiden para seguir hurtando soberanía popular y mantener la segunda restauración canovista. No se trata de que el PP y el PSOE sean lo mismo, sino de analizarlos desde una perspectiva que permita a las organizaciones anticapitalistas y a los trabajadores clarificar el funcionamiento del sistema en sus distintas aristas y clarificar la estrategia.
Todo esto con todos mis respetos, señor Luis García Montero y con la esperanza de que coincidamos en más de un matiz.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.