En el libro «Alianza Pais o la reinvención del poder» el economista e investigador Pablo Dávalos, desde una crítica de izquierda, desnuda el proyecto del movimiento oficialista. Lo sitúa como la expresión más sofisticada de un modelo disciplinario y autoritario que garantiza la acumulación de capital y la explotación extractivista de los recursos naturales. Los […]
En el libro «Alianza Pais o la reinvención del poder» el economista e investigador Pablo Dávalos, desde una crítica de izquierda, desnuda el proyecto del movimiento oficialista. Lo sitúa como la expresión más sofisticada de un modelo disciplinario y autoritario que garantiza la acumulación de capital y la explotación extractivista de los recursos naturales. Los grandes beneficiarios: los capitales transnacionales, los grupos económicos y una nueva casta de funcionarios dorados.
¿Por qué proponer un texto, una investigación sobre Alianza País?
Ecuador ha atravesado circunstancias muy particulares desde el 2007 hasta el 2014, que se caracterizan por una política radical, por una reforma institucional y por cambios en la estructura económica. Era entonces necesario comprender cuál es el origen, la estructura y hacia dónde apuntan los contenidos de estas reformas. Había, además, que estudiar el caso ecuatoriano, porque es una especie de laboratorio en donde hay un gobierno que utiliza una retórica progresista para encubrir prácticas de concentración de capital, de corrupción política, de construcción de hegemonía sustentada en el autismo político, de extractivismo, desposesiones territoriales, control de la sociedad… Entonces se presentaba el estudio de un fenómeno muy interesante para entender las formas políticas de la dominación y las formas económicas de acumulación de capital.
De acuerdo a los siete ensayos, Alianza Pais no surge como fruto de la necesidad histórica del pueblo ecuatoriano, sino que a partir de esa necesidad histórica es que este movimiento aparece como un pretexto para consolidar otro tipo de hegemonía capitalista.
Hay un momento clave para entender Alianza Pais y es la coyuntura de 1999 y 2000, cuando se produce una crisis financiera y monetaria, que provoca la destrucción de un importante ahorro nacional, una crisis tan fuerte que provocó la desaparición de la moneda nacional. Esa crisis golpeó básicamente a los sectores medios de la población, que habían crecido bajo el paraguas del neoliberalismo y habían logrado tener una posición económica, amparados en las estrategias de privatización, de vinculación a los mercados internacionales. Esos sectores medios vinculados a las ciudades perdieron sus ahorros y sobre todo perdieron la confianza en el sistema político. Por eso apostaron a todos los discursos antipolíticos que se suscitaron en la década del 2000, especialmente Lucio Gutiérrez. Apoyaron a Gutiérrez porque presentaba una propuesta radicalmente antipolítica y antisistema. Pero Gutiérrez traicionó a esos sectores medios. Por eso cuando en el año 2006 se conforma Alianza País con un discurso antipolítico y antisistema, las clases medias vuelven a confiar esta vez en esta agrupación política y esta se constituye se constituye como una especie de colcha de retazos. Por una parte recoge la exigencia de las clases medias de moralización y recomposición del sistema político y otra parte están las necesidades de los movimientos sociales en contra del Tratado de Libre Comercio, de otra parte el movimiento indígena y sus demandas de plurinacionalidad del Estado… Es decir en esta gran colcha de retazos ideológica van confluyendo una serie de sectores, colcha al cual solo el liderazgo de Rafael Correa le da consistencia y permite su confluencia, sectores que son disímiles: clases medias, indígenas, obreros, campesinos, todos los sectores que habían resentido de alguna u otra manera las políticas neoliberales de ajuste económico, que se impusieron en el país desde la década de los 80. Eso crea las condiciones y la posibilidad de Alianza País, pero lo que convence realmente al electorado es en el 2006, cuando este movimiento decide no presentar candidatos para el Congreso Nacional. Con esa propuesta se da un mensaje fuerte, indicando que el Congreso Nacional está constituido por una clase política corrupta, a la cual el movimiento estigmatizó bajo el sintagma de la partidocracia.
¿En ese momento histórico era una de las reivindicaciones políticas más fuertes, especialmente de la clase media quiteña?
Así, es. La moralización del sistema político. Había que moralizar porque cuando la clase media pierde los ahorros en la coyuntura 1999-2000, reclama al sistema político para que este actúe con la institucionalidad y permita recuperar los ahorros, el sistema político lo que hace es defender a los banqueros. La clase media se da cuenta, entonces, que el sistema político y la democracia en el neoliberalismo nunca estuvo en función de intereses nacionales sino de intereses concretos. Ahí la clase media vio esa vinculación entre grandes bancos, medios de comunicación y partidos políticos. A esa relación se la llamó partidocracia.
¿Alianza País surge como respuesta a esto, pero no para romper ese sistema sino para establecer otra estrategia de dominación con otro nombre y otro esquema?
Efectivamente, Alianza País nace sin historia. El liderazgo de Rafael Correa no tiene historia política. Hay elementos de la izquierda en su origen, así es, pero el único espacio en el espectro electoral, donde podía caber una propuesta antisistema y antipartidos, era la izquierda. Porque el centro y la centro izquierda estaban ya copadas con la figura de León Roldós. La derecha también estaba copada. A la izquierda no había figuras fuertes. Alianza País se inscribe en la izquierda porque no había más espacio en el sistema de representación. Su discurso al inicio es radical y tiene la virtud de convocar a la clase media. El momento que la convoca logra un efecto de expansión sobre el conjunto de la sociedad y desaloja al candidato de la clase media, que era León Roldós. Ese momento se posiciona para entrar a la final, y la pierde con Álvaro Noboa, pero en la segunda vuelta logra convocar a todos los sectores sociales, porque no presenta candidatos a un Congreso desprestigiado, y ofrece la Asamblea Constituyente para refundar el país.
Por eso cuando gana, su primera tarea es buscar estrategias de sobrevivencia política.
Así es. Cuando gana AP no tiene nada en el Congreso y este se halla copado por sus rivales políticos. Tiene que evacuar ese Congreso y provocar el vacío político. Por eso, cuando llama a la consulta para convocar a la Asamblea, logra algo que más del 80% del electorado apoye la convocatoria. O sea, ocho de cada 10 ecuatorianos suscribieron la tesis de AP. Eso le dio una energía política tan contundente que con esa energía pudo desarticular el anterior sistema político y crear uno nuevo pero bajo su propia hegemonía. AP utilizó ese cansancio sobre la clase política ecuatoriana, esa búsqueda de salidas al modelo económico, como trampolín que le permita consolidar toda su hegemonía sobre el sistema político. Y es lo que hizo. Por eso es que cuando presenta sus candidatos a la Asamblea Constituyente gana la mayoría absoluta junto a sus aliados. Entonces hace una división estratégica interesante: divide la parte dogmática de la Constitución de su parte orgánica. Se dedica a construir un sistema político que consolide su hegemonía como partido político. Pero al tiempo deja el espacio dogmático, el de los derechos y garantías, para construir los consensos y administrar los disensos. Es decir, por sentido común no te puedes oponer a una carta constitucional que es lo más avanzado en derechos, pero AP sabe que la tradición republicana del Ecuador, la ley se acata pero no se cumple. Entonces, el centro de la reforma constitucional es el sistema político, y este tenía que estar construido de tal manera que todo, absolutamente todo, gire en torno al Poder Ejecutivo. Por eso muchas personas denunciaron ese híper presidencialismo, pero era demasiado tarde. Cuando se validó la Constitución, este partido político utilizó la retórica de los derechos para encubrir el núcleo real del poder que era el presidencialismo, y desde esta categoría manejar todas las reformas institucionales y económicas en beneficio de Alianza País.
En tu libro, hay una visión de economía política y dice que Alianza País es el demiurgo que consolida un nuevo esquema de acumulación de capital a favor del capital transnacional y los grupos económicos tradicionales y nuevos. ¿No es contradictorio esto desde una retórica de izquierda?
Lo que me llama muchísimo la atención cuando empiezo a analizar el fenómeno de Alianza País, el hecho de que no tiene proyecto económico, no hay modelo económico. Esa fue una sorpresa para mí. El modelo de este partido era lo que los economistas llamamos el ciclo de los comodities. Es decir, conforme aumentaba el precio del petróleo Alianza País tenía más liquidez y con esta creaba efectos monumento y con estos construía su política económica. Y eso se expresa en un dato: AP realiza una enorme inversión pública, que se expresa en los indicadores. Crece al doble y al triple que en la época neoliberal, es decir que nunca antes hubo una inversión pública tan fuerte. Pero cuando se regresan a ver los indicadores de empleo este no se ha movido desde el año 2000. Es decir, la capacidad que tiene la economía ecuatoriana de emplear a la población económicamente activa, PEA, oscila entre el 45% y el 50% de esta. Surge una pregunta: ¿cómo es posible que un gobierno realice una inversión tan fuerte y no se refleje en el crecimiento del empleo? O cuando se ve que la manufactura, que es la posibilidad de crear valor agregado tiene una tendencia declinante desde el año 2000. Nunca hubo cambio de matriz productiva, ni antes ni ahora, los datos nos indican eso. Si existiese un cambio creciese el mercado interno, no existiesen tantas importaciones de bienes de consumo. ¿Qué está pasando? Hay una desvinculación entre la inversión y la ocupación. la industria siguió representando el 11.9% del PIB en el 2007 y el 11.9% en el 2012. ¿Cómo es posible que hayas invertido 43 000 millones de dólares entre el 2011 y el 2012 y la industria no se mueva? ¿A dónde fue esta inversión? Fue a la estructura pública, que estuvo absolutamente desconectada de la industria nacional y del empleo. Se fue a lo que llamamos el extractivismo. Es decir, se construyeron carreteras, hidroeléctricas, pero estas no tenían que ver con las necesidades de la población sino con la geopolítica de los recursos naturales. Se construyeron carreteras para permitir que la minería exporte a los puertos de transferencia. Y esa geopolítica ni siquiera tiene que ver con el gobierno sino que está diseñada de antemano en una estrategia que se llama IIRSA: Iniciativa de Integración Regional Sudamericana. Cuando se hace un análisis de la infraestructura, se ve que las carreteras, los aeropuertos pertenece a la geopolítica. En el libro hay un resumen de todas las obras de infraestructura estratégica del gobierno, y todas pertenecen a la geopolítica IIRSA.
¿Y de qué se trata esa geopolítica IIRSA?
Es la forma por la cual nosotros, el Ecuador, ponemos a disposición del gran capital transnacional nuestros recursos naturales. Y creamos la infraestructura para la explotación de y transporte de esos recursos. Si tenemos un río en la Amazonía y ponemos lo encajonamos para que sea una ruta de agua entre los dos polos de la economía: Brasil y China. Y les entregamos agua, madera, minerales, petróleo, soja… Vienen los grandes barcos a los puertos, toman el material y lo trasladan. Nosotros no producimos nada ahí, somos una especia de peaje de grandes monstruos de la economía.
Usted habla de Alianza País, pero da lo mismo hablar del Estado y el gobierno. ¿En la práctica son lo mismo?
Qué hago yo. Primero, no hablo de correísmo. Hablo de Alianza País, pero una cosa es el sustantivo y otra el acrónico. El acrónimo es Patria Altiva i Soberana, con i latina. De modo que al leerlo y escribirlo coincide con el sustantivo. Esto es significativo porque el país son ellos. El gobierno representa al país, el partido representa al gobierno y el líder representa al partido. Como un juego de muñecas rusas. Si atacas al gobierno atacas al país, pero al sustantivo; es decir, cualquier crítica que haces al partido se convierte en crítica al Estado. Hay la mimetización entre líder, partido, gobierno y Estado y usan recursos que son públicos en beneficio del partido político. Eso es corrupción, es peculado, es colusión de intereses. Pero como el nombre del parido coincide con el país y ha posicionado su reforma política en función de los intereses nacionales, no distingues que una cosa es PAIS como acrónimo y otra como sustantivo. Entonces tenemos una construcción muy sui géneris desde el retorno a la democracia, en la cual el Estado es coptado por un partido político que contamina su ADN al Estado, hace una metástasis en el Estado, donde el burócrata que entra al Estado no lo hace en función de los méritos sino de su adhesión al partido, y tiene que convertirse en militante. Y aquellos que critican, obstaculizan o no coinciden con las tesis simplemente salen o se les persigue. Esto es un proceso muy característico de los totalitarismos, de los fascismos. Pero Alianza País va más allá.
¿En qué sentido?
No solo que ese partido se mimetiza en el Estado sino que esa mimetización le permite entregar los territorios a los intereses de la geopolítica. Ahí están el control de la sociedad, las medidas que garantizan el extractivismo, la violencia política y sus modelos. En mi libro hablo de los modelos heurísticos de dominación política. De la forma por la cual Alianza País hablo de su capacidad de resilencia, de su aprendizaje rápido. Si la oposición arma una marcha, rápidamente arma una contramarcha, si hay una iniciativa política arma contrainicativas. Teien una capacidad heurística impresionante, y siempre poniendo por delante la lógica amigo-enemigo. En esta lógica, todos los que están en contra son enemigos, pero no son enemigos literarios, son reales, a los cuales hay que tratarles como tales: perseguirlos, encarcelarlos, asesinarlos. Eso es nuevo para la sociedad ecuatoriana. Por eso para entender la dinámica política de Alianza País hay que entender a un teórico alemán llamado Carl Schmitt, quien es el teórico del nazismo. Es él quien concibe la lógica amigo-enemigo, nivel en el que estamos. Estamos tratando de comprender una reforma política desde la lógica del nazismo alemán. Es curioso pero los conceptos que creó este jurista del nazismo coinciden con la reforma política e institucional de la revolución ciudadana.
¿Personajes como Alberto Acosta, Gustavo Larrea y otros que empujaron AP y a Rafael Correa entendieron esto?
La historia demuestra que no entendieron. Fueron rebasados por su propio invento. Cuando se dieron cuenta del monstruo que estaban creando ya fue demasiado tarde. Desde diferentes sectores sociales, incluido el movimiento indígena, se les advirtió. Pero había tanta arrogancia, tanta prepotencia, sobre todo entre el 2007 y el 2009, que no escucharon las críticas, no crearon contrapesos, pensaron que su proceso se legitimaba por las luchas históricas del pueblo ecuatoriano y que tenían una patente de corso para la reforma política. Cuando se dieron cuenta y empezaron a cuestionar simplemente salieron y ya era tarde.
¿Este proceso es irreversible?
Ningún proceso es irreversible. En el libro de habla de la dialéctica entre el poder y la resistencia al poder. Esa dialéctica explica la política. En el caso ecuatoriano vemos cómo la resistencia ha ido acortando los espacios de Alianza País. El mejor ejemplo son las elecciones del 23 de febrero del 2014. En estas, el partido pierde por primera vez. Se confió tanto de su control del sistema político que pensó que el 23F iba a convalidar su estrategia anterior, pero cuando se convalidaron los resultados se dieron cuenta que la estrategia había fracasado. Pienso que se trata de una derrota irreversible. Alianza País se enajenó ya de las clases medias, es la expresión política de los sectores votaban antes por el PRE y el PRIAN, representa a los sectores populistas de la Costa ecuatoriana y a los sectores vinculados a la acumulación de capital. Ahora es un partido populista de centroderecha, que tiene la retórica de la izquierda pero el electorado que vota por ellos ya no es el del 2007.
Pablo Dávalos, 1963: Economista ecuatoriano, con estudios de posgrado en Lovaina (Bélgica) y Grenoble (Francia). Profesor titular de Economía Política en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Catedrático de la U. Central. Asesor de movimientos sociales. Autor deLa democracia disciplinaria: el proyecto posneoliberal para América Latina.
Publicado en: http://www.planv.com.ec/