Nadie va a discutir ahora la personalidad del famoso teólogo suizo Hans Küng, 15 veces investido doctor por diversas universidades de todo el Mundo. Colega de otros famosos teólogos como Karl Rahner, Yves Congar, Edward Schillebeeckx, Henri de Lubac, Hans Urs von Balthasar y Joseph Ratzinger y autor de numerosísimos libros que han tenido una […]
Nadie va a discutir ahora la personalidad del famoso teólogo suizo Hans Küng, 15 veces investido doctor por diversas universidades de todo el Mundo.
Colega de otros famosos teólogos como Karl Rahner, Yves Congar, Edward Schillebeeckx, Henri de Lubac, Hans Urs von Balthasar y Joseph Ratzinger y autor de numerosísimos libros que han tenido una enorme difusión en todas las partes del mundo. El último, «Yo creo».
No es mi intención exponer su extensa biografía que se puede ver aquí.
Sólo quiero subrayar su gran aportación en defensa de una ética mundial en la que debieran coincidir todas las religiones. Sobre ética fue la exposición que hizo en la UNED donde fue investido doctor honoris causa aquí en España el pasado día 27 de Enero.
Le escuché en directo la entrevista que le hicieron en la Cadena Ser en «Hora 25». También tuvo una rueda de prensa antes de la conferencia que dio en la UNED.
Como siempre, Hans Küng incidió en una crítica a la organización actual de la Iglesia. Una iglesia muy centrada en sus problemas internos, incapaz de llevar a cabo las profundas transformaciones que necesita en diversos ámbitos.
Es incomprensible el mantenimiento de la actual ley del celibato obligatorio de los sacerdotes. Es incomprensible la marginación de la mujer en la Iglesia a la que se el impide gozar de los mismos derechos que los hombres vetándole el acceso al sacerdocio y al episcopado.
Es incomprensible el mantenimiento de unas estructuras de absolutismo papal y de falta de democracia interna. No se entiende una Iglesia que sólo sabe atacar y reñir a la gente, preocupada en extremo de los asuntos de su propio poder ante los gobiernos y de los temas que hacen relación al sexo y al dinero.
Todo esto está provocando la salida en masa de los católicos de la Iglesia. Aportó el dato de que sólo en Alemania 250.000 católicos dejaron de serlo durante el pasado año 2.010. Y sabemos de los éxodos masivos de católicos que pasan a grupos evangélicos en América Latina.
Hans Küng es considerado un teólogo «no católico» por el Vaticano por sus críticas profundas a la institución eclesiástica, aunque no ha sido excomulgado.
Recientemente culpó a Benedicto XVI de la ocultación de la pederastia en la Iglesia y ha dicho repetidamente que este papa está conduciendo a la Iglesia a la Edad Media. También le ha hecho responsable de la propagación del sida en África por el empecinamiento de su postura contra el preservativo.
Criticó como una catástrofe la decisión de la admisión de nuevo de los lefevbrianos en la Iglesia y denunció que Benedicto XVI trata de convertir a la Iglesia en una secta y llegó a pedir en varias ocasiones la dimisión del papa.
En Abril del año pasado, con motivo del 5º aniversario de Benedicto XVI escribió una carta abierta a todos los obispos católicos del Mundo invitándoles a actuar de forma colegiada para acometer las reformas necesarias y no someterse a una obediencia al papa ilimitada que sólo se debe a Dios.
Qué duda cabe que teólogos valientes y audaces como Hans Küng ( según algunos analistas, una de las 100 primeras personalidades mas importantes del Mundo), son muy necesarios para nuestro mundo y nuestra Iglesia.
Hay que decir finalmente que Kung y Ratzinger fueron colegas en la teología. Ratzinger, como Kung, mantuvo unas posturas abiertas, hasta que decidió ir subiendo en el escalafón eclesiástico y renunciando a sus propias convicciones. Juan Pablo II le nombró prefecto de la Congregación de la fe (Ex Santo oficio) y de ahí, el salto al papado.
Küng se mantuvo fiel a sus principios y renunció a subir en el escalafón eclesiástico (que le hubiera sido muy fácil) por fidelidad a su propia libertad y a su conciencia.
* El autor es miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares
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