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El terremoto y las metamorfosis de la sociedad civil

Fuentes: CEP

 El terremoto de Pedernales del 16 de abril sacudió la Costa norte del Ecuador como siempre lo hacen los visitantes inesperados: sin anuncio alguno y presionando para un cambio de planes. Acontecimientos aislados de semejante magnitud tienen la capacidad de desquiciar las coyunturas. Una «coyuntura» es un corto espacio de tiempo marcado por el entrelazamiento […]

 El terremoto de Pedernales del 16 de abril sacudió la Costa norte del Ecuador como siempre lo hacen los visitantes inesperados: sin anuncio alguno y presionando para un cambio de planes. Acontecimientos aislados de semejante magnitud tienen la capacidad de desquiciar las coyunturas. Una «coyuntura» es un corto espacio de tiempo marcado por el entrelazamiento de varios «acontecimientos» que ocurren y se mueven dentro de los márgenes de restricciones estructurales legadas por el pasado. Algunos acontecimientos llegan incluso a desbordar las coyunturas y modifican las «estructuras», esas regularidades de paso lento, que cambian más perezosamente. Sin embargo, lo más frecuente es que los acontecimientos se amolden a las estructuras preexistentes y que la naturaleza de sus efectos dependa fuertemente de ellas. Por eso, un mismo hecho, una guerra, o una brusca baja de los precios de las materias primas, produce efectos diversos en distintos países o regiones.1

Hacía mucho, desde los días de la Guerra del Cenepa, en enero de 1995, que el país no había presenciado una efusión semejante de movilización espontánea, voluntarista y emocionada desde todos los rincones de la sociedad. No había todavía cifras precisas de muertos, heridos, desaparecidos o de destrucción de infraestructura pero casi toda asociación o grupo de familiares, equipo de fútbol barrial o comité escolar, tomó la iniciativa de dirigirse por su cuenta y riesgo a entregar víveres, proporcionar socorro o competencia profesional en lo que se necesitara. Caótico pero emotivo.

Para fines de mayo, el balance humano estaba completo: 663 muertos, 9 desaparecidos, y casi 29 mil personas alojadas en los albergues oficiales.2 A inicios de mayo, SENPLADES hizo públicos los resultados de la investigación de la comisión de expertos de la CEPAL sobre el balance completo de los costos económicos de las pérdidas y de la reconstrucción: más de 28 mil viviendas afectadas, más de 80 mil desplazados, 3.344 millones de dólares en pérdidas, de los cuales el 67% sería asumido por el Estado, principalmente en vivienda, infraestructura social y productiva.3

Dos preocupaciones de coyuntura dominaban la escena política nacional cuando llegó el cataclismo: la agudización de la crisis económica y el ajetreo pre-electoral. Es difícil establecer los efectos de la interferencia del terremoto en esos vectores mayores de la coyuntura. Respecto a la crisis, el terremoto la acentuó peligrosamente pero al mismo tiempo facilitó la adopción de medidas fiscales impopulares. En lo inmediato, el gobierno pudo aprovechar el shock para imponer cinco medidas económicas de emergencia que esperan recaudar 1200 millones de dólares que se sumaron a una ley tramitada semanas antes en la Asamblea que imponía nuevos tributos para bebidas alcohólicas, azucaradas y cigarrillos. Varios observadores críticos señalaron que las medidas económicas fueron anunciadas y aprobadas cuando todavía no hay cuentas detalladas sobre el costo de la tragedia, sobre lo que podrá recuperarse por los seguros (se estima que entre 500 y 800 millones de dólares) y lo que se recibirá como líneas de crédito de emergencia de organismos multilaterales (otros 600 millones).4 La obvia sospecha es que el terremoto aceitó el camino para medidas que el gobierno quería tomar pero que temía por su costo electoral.

La más importante de estas medidas es el alza temporal, hasta por un año, del Impuesto al Valor Agregado (IVA), del 12% al 14%, por la que se espera recaudar 750 millones de dólares. El propio presidente Rafael Correa recordó en su informe anual a la Asamblea Nacional, el 24 de mayo, que había incumplido su promesa de la campaña del año 2006 de rebajar el IVA al 10%. La razón de esa oferta es que el impuesto a las ventas es recesivo y regresivo. Pero no añadió que el alza del impuesto a la renta para las empresas de 22% al 25%, era regresar a tasas previas a su gobierno. El impuesto a las utilidades de las sociedades, a diferencia del IVA, es un impuesto progresivo que nunca prometió rebajar y que sin embargo rebajó para «incentivar la producción» en el año 2010.

Junto al alza del IVA, el gobierno anunció el 29 de abril la extensión de las salvaguardias arancelarias a las importaciones hasta mayo de 2017. Esta sobretasa a las importaciones recaudó 788 millones de dólares en 2015 pero había un compromiso de desmontarla progresivamente en 2016. 5 Ambas medidas tienen efectos recesivos combinados y contraproducentes en un contexto de crisis económica. Así, durante la discusión de la ley en la Asamblea Nacional, funcionarios del Servicio de Rentas Internas explicaron que la proyectada alza del IVA no sería suficiente ni siquiera para compensar la drástica caída de las recaudaciones que se espera este año por el efecto asociado de la crisis y de las restricciones en el consumo que la propia alza promueve. 6

Otra de las medidas anunciadas es la venta de activos públicos en niveles que ningún gobierno neoliberal osó siquiera intentar.7 El gobierno ya venía haciendo gala de flexibilidad en su antigua crítica a las privatizaciones cuando en diciembre de 2015 y abril de 2016 anunció la espectacular concesión de los dos campos petroleros más grandes y antiguos del país a empresas privadas transnacionales. El terremoto ratifica la inflexión ideológica: entre las propiedades públicas más grandes para vender figuran el Banco del Pacífico y la recientemente  pre-inaugurada central hidroeléctrica Sopladora. No hay que ser economista para intuir que el peor momento para vender, pero el mejor para comprar, es durante una crisis económica. Hay buenas razones para dudar de la conveniencia de esta medida. 8 El Banco del Pacífico tuvo utilidades por 4 millones de dólares en 2009, por casi 16 en 2011 y por nada menos que 63 en 2014.9 El Banco había pasado a manos del Estado durante la crisis financiera de fines de los años 1990 plagado de pérdidas. La hidroeléctrica Sopladora costó 963 millones10 de dólares y se anunció una posible venta por 755, precio que sin duda es solo la aspiración del vendedor. Los 200 millones de pérdida en la venta palidecen al saber que el órgano de propaganda oficial había anunciado con desbordante alborozo, pocas semanas atrás, que Sopladora ahorraría 200 millones de dólares por año.11

El balance final desborda ambivalencia. Si el terremoto pudo usarse para justificar medidas económicas impopulares, al mismo tiempo, sus efectos recesivos a lo largo del año amenazan acentuar la crisis existente. Si la inversión en la reconstrucción de la infraestructura de las zonas afectadas en forma de bonos de hasta 9 mil dólares a la construcción de nuevas viviendas o reparación de las existentes, podría brindar oxígeno al alicaído sector de la construcción, el lugar de donde se toma el dinero, la compraventa de bienes y servicios no alimenticios, tiene efectos negativos más amplios sobre la actividad económica. Sobre todo, la emergencia humanitaria y la atención a las zonas afectadas ha implicado hasta ahora una presión fiscal adicional para cuentas del Estado.

La popularidad y aceptación del gobierno sufre otro apremio más. Sus contratiempos no provienen solo de la amenazadora profundización de la crisis económica sino de la eficiencia en la respuesta gubernamental a la tragedia. Aunque los primeros sondeos de opinión mostraron una leve recuperación en credibilidad y aceptación ciudadana del gobierno precisamente por su rápida reacción ante el terremoto, y el gobierno ha intensificado sus campañas publicitarias, lo cierto es que la atención a las familias damnificadas no es nada fácil.12 El presidente nombró al vicepresidente Jorge Glas, uno de los posibles candidatos a la sucesión, como encargado de la reconstrucción. El sentido y la orientación que puede brindarle a la reconstrucción queda claro cuando sabemos que Glas dirigió la empresa pública «Ecuador Estratégico», responsable del diseño de las «ciudades del milenio» en la Amazonía.13  El riesgo es alto: cada medida, cada ofrecimiento, cada obstáculo burocrático, cada torpeza administrativa, cada zona relegada en la ayuda, cada día que pasa en los albergues; todo constituye un desafío a la imagen de eficiencia, orden y capacidad que el gobierno ha buscado proyectar.

Evidentemente, las capacidades y tradiciones burocráticas ecuatorianas son mayores que las haitianas, pero son menores que las chilenas. Como herencia estructural, el Estado ecuatoriano no se caracteriza por la eficiencia, pulcritud y calidez de sus servicios. Puesto bajo el fuego de la urgencia, hay buenas razones para dudar de la propaganda oficial. Sobre todo, las necesidades en las zonas afectadas son desbordantes y con el tiempo se acumulan las tensiones y las oportunidades de pasos en falso. Hasta ahora los testimonios recogidos por distintos reportajes muestran situaciones variadas: zonas relegadas, lugares en los que ha predominado el autoritarismo burocrático, y regiones donde la gente agradece la ayuda recibida y la seguridad proporcionada. La impresión inicial es que en las zonas afectadas de Esmeraldas hay más quejas por el abandono oficial mientras que en Manabí se han concentrado los esfuerzos de atención gubernamental.14 Es difícil saber qué factores prevalecerán en la imagen final de la respuesta gubernamental. En última instancia esto solo se dilucidará en los resultados de las elecciones en las zonas afectadas en febrero de 2017.

Pero la coyuntura no es la única variable interferida. ¿Cómo se entrelaza este inesperado y monumental acontecimiento con las estructuras más profundas y subyacentes? ¿En qué medida y de qué manera el acontecimiento las modifica o se modifica él mismo por el peso vivo de aquellas? Las «estructuras» son muchas: sabemos que casi siempre las familias más pobres sufren las peores consecuencias en los desastres. Sabemos que sociedades de actividades económicas más diversificadas tienen mayor capacidad de recuperación. Recojo apenas uno de los hilos entre los muchos factores estructurales presentes en la situación para usarlo como ilustración del problema: el papel de la «sociedad civil» en la reacción ante el desastre.

Es conocido que una sociedad densamente organizada a nivel vecinal y comunitario es mucho más resiliente, es decir, capaz de responder rápida y adecuadamente ante los desastres naturales. 15 En una comunidad cerca de Jama, en plena área del desastre, los voluntarios quiteños que llegaron a entregar vituallas recogidas en barrios del sur de la capital se sorprendieron de la actitud de espera frente lo que pudiera llegar de las autoridades. Lo que quedaba de organización pudo ser movilizado para organizar el reparto de los víveres de manera equitativa, pero la comunidad no se organizaba para reparar los servicios comunes o ayudar a los ancianos o discapacitados. No había un sistema de turnos o mingas ordenadas por la propia comunidad de familias para apoyar a los más afectados o para proteger a los más vulnerables. No organizaron el trabajo de reconstrucción de casas o levantamiento de albergues provisionales para los más afectados. Esperaban. No se organizaron por su cuenta para responder a las urgencias debido a una historia de desconfianzas acumuladas, de malas experiencias con antiguos dirigentes y de dispersión asociativa.16

Las asociaciones que logran despertar la confianza vecinal son capaces de organizar las colectas de materiales o víveres, pero también las que, en el lugar del desastre, organizan la distribución de lo recogido y aplican el esfuerzo de manera ordenada. Esta es la razón de que viejas asociaciones u organizaciones de las zonas afectadas, incluso allí donde estaban debilitadas, hayan encontrado una nueva oportunidad para canalizar la militancia, el trabajo mancomunado y recobrar apoyo si se había perdido. Esa capacidad a todo nivel y a cualquier escala es lo que se llama «vitalidad de la sociedad civil» o densidad del «tejido social» o intensidad del «capital social». Además, normalmente estas asociaciones voluntarias son las que, en las labores de reconstrucción, llegan a idear soluciones alternativas a problemas locales, optimizar el uso de materiales y recursos disponibles en el lugar y, eventualmente, cuando se suman otros factores, ofrecer una oportunidad para la reorganización territorial.

Esa era la oportunidad abierta por la iniciativa social que emergió desigualmente con el terremoto. Ecuador no tiene una tradición asociativa potente y vibrante, salvo en zonas rurales andinas. Lo que existe en las ciudades es muy incipiente y en las regiones agrarias de la Costa, el predominio del agro-negocio de exportación y del capital comercial pueblerino, ha favorecido una mayor atomización y anomia social. El terremoto movilizó lo que había, las dinamizó y le ofreció una oportunidad de reinventarse, relanzarse y reorganizarse. Era una oportunidad para revertir una condición estructural en la propia sociedad civil. La política pública podía haber acompañado y alentado estas iniciativas.

Pero el terremoto fue una oportunidad más bien para reforzar una concepción vertical y estatista del país. A pocos días de ocurrido el desastre, recién llegado al país, Rafael Correa minimizó la importancia de la movilización social:

Esto no se va a resolver con la donación de atún, bienvenida la donación de atún para el corto plazo, no se va a resolver con donaciones espontáneas; se va a resolver con acción colectiva institucionalizada, y eso significa acción del Estado y que todos contribuyamos de manera obligatoria con el poder regulatorio que tiene el Estado, que es la representación de la sociedad.17

Colocada fuera de su contexto, esta afirmación aislada es perfectamente aceptable. Sin la intervención estatal, sin la concentración de recursos y voluntad que el Estado es capaz de lograr, una tragedia de las proporciones del terremoto tardaría mucho más en superarse prolongando inútilmente el sufrimiento humano. Pero el contexto exacto de estas palabras era el de una inmensa movilización social espontánea de solidaridad, iniciativa local y construcción de redes de ayuda mutua. ¿No era una extraordinaria oportunidad para reivindicar su potencial? ¿Para alentarla, motivarla, darle alas, empujarla y sostenerla todo lo que fuera posible? Mientras más se las alentara, mejor y más rápidamente podía responder la sociedad a futuros problemas semejantes. Incluso la propia actuación del Estado se facilita allí donde las asociaciones locales funcionan.

La razón profunda de semejante baño de agua fría al entusiasmo de la sociedad ecuatoriana radica en una sorprendente identificación de la «acción colectiva» con la acción del Estado. En una charla en el Vaticano, el día anterior a la impensable tragedia, Rafael Correa había establecido la equivalencia perfecta entre acción colectiva y Estado cuando criticó por igual el estatismo socialista del siglo XX y el liberalismo de mercado:

El Estado es la representación institucionalizada de la sociedad, por medio de la cual realiza la acción colectiva, y la política, la forma racional de tomar las decisiones para esta acción (…). ¿Hasta dónde ir? Este es el problema institucional que ha definido las ideologías de base en los últimos doscientos años, y cada país deberá definir sus instituciones, hasta dónde llevar la acción colectiva, hasta dónde llevar el individualismo, de acuerdo a su realidad.18

El conflicto ideológico del siglo XX fue hasta dónde debe ir la mano del mercado y hasta dónde la mano del Estado, es decir, de la acción colectiva opuesta al individualismo mercantil. La ecuación Estado = acción colectiva, se extendió con entusiasmada naturalidad hasta el concepto de «sociedad civil». En su aclaración sobre sus declaraciones en el Vaticano sobre las ONG y la sociedad civil (algo no incluido en la versión final de su discurso en el Vaticano), el presidente Correa planteó que él mismo, como gobernante, como dirigente político que llega al Estado, representa a la sociedad civil, que es, de hecho, él mismo sociedad civil:

Aquí se ha hablado de la sociedad civil debe tener una importante participación, yo les digo: hay que tener mucho cuidado con aquello; depende cómo se define el Estado. Algunas veces cuando me hablan ciertos opositores de que ´nosotros somos representantes de la sociedad civil’, yo me pregunto ¿representante de quién soy, de los marcianos, entonces, por haber ganado una elección?19

En abierto desafío a dos siglos de ciencias políticas desde W. Hegel a A. Gramsci, el presidente ecuatoriano criticó abiertamente la «nueva definición» [sic] de sociedad civil que excluye al Estado. 20 Prefirió la definición de un cardenal hondureño, monseñor Oscar Rodríguez, proclamada en el Vaticano, que afirmó que la sociedad civil es la sociedad organizada en búsqueda del bien común. Así, los boy scouts son sociedad civil pero una ONG que hace política no lo es. Cuando el Estado está gobernado por quienes buscan el bien común, es sociedad civil, como él mismo, que «no es marciano», mientras que cuando el Estado está capturado por grupos de poder que no aspiran al bien común, podríamos inferir, se transfigura el algo distinto a la sociedad civil.

La noción de «acción colectiva», nacida para estudiar y explicar los movimientos sociales desde los clásicos estudios de Mancur Olson hasta los de Charles Tilly, y la noción de sociedad civil, nacida para oponerla a la sociedad política y al Estado, como espacio autónomo y regido por lógicas propias, sufren una metamorfosis insólita que las transforma en sinónimo del Estado. No importa tanto resaltar la abrumadora ignorancia de viejos conceptos sino las implicaciones políticas del significado que se le atribuye.

En las zonas afectadas por el terremoto, entonces, la capacidad de respuesta local estuvo condicionada por la vitalidad de la sociedad civil local. Aunque fue variada, predominó la dispersión y la anomia. Pero la efusión de entusiasmo, movilización social y solidaridad, abrió una ventana de oportunidad para que las experiencias de acción colectiva y organización previa, por más débiles que hubieran sido, se consolidaran y extendieran. En ese marco, la política de la revolución ciudadana concede poca importancia a las capacidades autónomas de la sociedad local, o a sus potencialidades para la acción comunitaria. Lo que le importa es ante todo la capacidad estatal como expresión transparente de la auténtica «acción colectiva» de la sociedad. Lo demás es espontaneísmo sin futuro. Con políticas públicas nacidas de semejante imaginario, es más probable que el terremoto refuerce la anomia existente y desaproveche el potencial de oportunidades de acción local, iniciativa social y movilización desde abajo que también ayudó a desplegar bajo sus trágicas alas. El esfuerzo de vitalizar la sociedad civil nada contra la corriente: se opone a las estructuras heredadas, al refuerzo que les dan los acontecimientos y a las opciones dominantes del Estado.

NOTAS

1 Fernand Braudel 1979. La larga duración, en la historia y las ciencias sociales. 4º ed. Madrid: Alianza Editorial.

2 Secretaría de Gestión de Riesgos. Informe de Situación No. 71. Terremoto 7.8 grados, Pedernales. 19 de mayo de 2016.

3 «Senplades: USD 3 344 millones se requieren para reconstruir las zonas afectadas por el terremoto», El Comercio, 1 de junio de 2016, disponible en http://www.elcomercio.com/actualidad/senplades- ecuador-balance-terremoto-reconstruccion.html En el resumen hecho público no queda claro si se han considerado las pérdidas de «flujo», aparte de las de «stock». Estimaciones preliminares elevaban los costos por esta adición a los 7 mil 500 millones de dólares, un 7,5% del PIB. Cfr. John Cajas Guijarro y Alberto Acosta 2016. «Pérdidas, respuestas y dudas de una tragedia. Reflexiones después del terremoto de abril 16 del 2016». Quito, inédito, p. 3-4

4. Entre 16% y 20% de pérdidas están aseguradas», El Universo, 29 de abril de 2016, disponible en: http://www.eluniverso.com/noticias/2016/04/29/nota/5550462/16- 20-perdidas- estan-aseguradas

5. «788 millones dejaron las salvaguardias en 2015», El Comercio, 8 de marzo de 2016, disponible en http://www.elcomercio.com/actualidad/salvaguardias- millones-economia-negocios -aduanas.html . Este impuesto a las importaciones ha sido observado por los negociadores europeos del tratado de libre comercio con Ecuador, que debería entrar en vigor en 2017.

6. SRI confirma caída de recaudación del IVA hasta del 30% con medida», El Universo, 28 de abril de 2016, disponible en: http://www.eluniverso.com/noticias/2016/04/28/nota/5549130/sri-confirma- caida-recaudacion-iva-hasta- 30-medida

7. Los precios de los activos en venta se estiman en más de 8 mil millones de dólares, aunque se incluyen algunos, como la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) cuyo paquete accionario no sería vendido íntegramente, cfr. Alberto Araujo, «Activos para la venta suman 8.215 millones de dólares», El Comercio, 2 de junio de 2016; cfr. también «El Estado prepara la venta, fusión y liquidación de al menos 16 entidades», El Telégrafo, 26 de mayo de 2016.

8. Ver al respecto el análisis de Katiuska King, «Existen alternativas», en Katiuska King. Opinión, análisis, información sobre economía, política y actualidad nacional e internacional, 6 de junio de 2016, blog accesible en http://www.katiuskaking.com/2016/06/06/existen-alternativas/

9. Revista Gestión, Economía y Sociedad, «Ranking de Gestión», No. 192, junio de 2010, p. 24; Revista Gestión, Economía y Sociedad, «Ranking 2012», No. 216, junio de 2012, p. 28; Revista Ekos, «Ranking empresarial 2015», No. 256, agosto de 2015, p. 100.

10. Cfr. Enlace Ciudadano No. 416, 21 de marzo de 2015, citado en Arturo Villavicencio 2016. «Un cambio de matriz energética bajo toda sospecha», Quito, p. 4, disponible en Plan V, http://www.planv.com.ec/investigacion/investigacion/el-cambio-matriz-energetica- bajo-sospecha

11. «Sopladora ahorrará $200 millones anuales», El Telégrafo, 25 de febrero de 2016.

12. La encuesta realizada luego del terremoto reveló que el 63% de los entrevistados rechazaba el alza del IVA. Sin embargo, el título del artículo no reflejó su contenido: «Perfiles de Opinión: encuesta post terremoto revela que un alto porcentaje acepta medidas económicas del Gobierno», Ecuador Inmediato, 31 de mayo de 2016, disponible en http://www.ecuadorinmediato.com/index.php?module=Noticias&func=news_user_view&id=2818802679 &umt=perfiles_opinion_encuesta_post_terremoto_revela_que_un_alto_porcentaje_acepta_medidas_econom icas_del_gobierno_audio

13. La bibliografía sobre ese compendio de urbanismo en medio de la selva que desprecia los saberes locales, el uso de materiales adaptados al medio y la autonomía y decisión de sus habitantes ha crecido: Japhy Wilson y Manuel Bayón 2016. «Millennium Cities: Staging the origins of twenty-first century socialism», CENEDET Working Paper #7, Quito; Alejandra Espinosa A. 2016. «Space and architecture of extractivism in the Ecuadorian Amazon Region», University of Amsterdam, en prensa; Lisset Coba, Cristina Cielo and Ivette Vallejo 2014. «Women, Nature and Development in sites of Ecuador’s Petroleum Circuit», Quito, FLACSO – Ecuador, inédito.

14. Ante las protestas de esmeraldeños que reclamaban atención a sus casas afectadas, el presidente les exigió pensar en el país, con sentido nacional, con orden de prioridades. Ejemplos de reportajes en las zonas afectadas en Diego Cifuentes, «Terremoto en Ecuador: nunca nos miraron», Plan V, 2 de mayo de 2016, disponible en http://www.planv.com.ec/historias/sociedad/terremoto-ecuador-nunca-nos -miraron ; Ana Belén Veintimilla, «Moradores se movilizaron por la inseguridad en Pedernales, antes de la llegada del presidente Rafael Correa», El Comercio, 20 de mayo de 2016, disponible en http://www.elcomercio.com/actualidad/moradores-movilizaron-inseguridad-pedernales-visita.html Verónica Naranjo, «Los niños de Pedernales no han perdido su sonrisa», El Telégrafo, 29 de mayo de 2016, disponible en http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/septimo-dia/1/los-ninos-de-pedernales-no-han-perdido-su-sonrisa

15. Allan Lavell Thomas 1993. Ciencias sociales y desastres naturales en América Latina: un encuentro inconcluso. En EURE, Revista Latinoamericana de Estudios Urbano Regionales, vol XIX No. 58, octubre.

16. El caso fue analizado por voluntarios, militantes de la Comisión de Vivencia, Fe y Política, en Quito, el sábado 14 de mayo de 2016.

17. Rafael Correa, citado en «Presidente de Ecuador pide solidaridad y acción colectiva institucionalizada para enfrentar efectos del terremoto», En Agencia de Noticias Andes, 23 de abril de 2016, disponible en http://www.andes.info.ec/es/noticias/presidente- ecuador-pide- solidaridad-accion-colectiva-institucionalizada-enfrentar-efectos ; la misma idea se repitió en el informe ante la Asamblea Nacional un mes después: «Rafael Correa: El país debe descansar de mí, y yo también del país», en El Universo, 25 de mayo, 2016, disponible en http://www.eluniverso.com/noticias/2016/05/25/nota/5598681/correa-pais -debe-descansar-mi-yo-tambien- pais

18. Rafael Correa, «Cambios en la situación política mundial desde 1991», discurso pronunciado en El Vaticano, 15 de abril de 2016, pp. 23 – 24, Disponible en http://www.presidencia.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2016/04/Intervencion-en-el-Vaticano.pdf

19. Citado en Rafael Correa: «No hay nada más peligroso para la democracia que actores políticos sin responsabilidad política», En Agencia de Noticias Andes, 15 de abril de 2016, disponible en http://www.andes.info.ec/es/noticias/rafael-correa-no-hay-nada-mas-peligroso-democracia-actores-politicos-sin-responsabilidad

20. «Correa dice que medios ni políticos perdedores son sociedad civil», En La República, 30 de abril de 2016, disponible en http://www.larepublica.ec/blog/politica/2016/04/30/correa-dice-que-medios-ni-politicos -perdedores-son -sociedad-civil/ ; el detalle puede consultarse en la sabatina del 30 de abril de 2016, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=On2k82umpu4

Fuente: http://www.cepecuador.org/images/PDFs/coyuntura_ecuador_junio_2016.pdf