Josefina Tunki en 2019 se convirtió en la primera presidenta mujer del pueblo nación Shuar Arutam, una de las siete nacionalidades indígenas de la Amazonía del Ecuador; país con menor superficie de la región (256.370 km2), pero que alberga parte de la mayor diversidad del mundo entero. Tunki desde muy joven luchó contra las injusticias y pronto se encontró defendiendo la selva amazónica de las mineras.
“Como todo pueblo, hay que ser bastante estratégicos en estas épocas; porque nosotros nos cuidamos bastante”, me suelta Josefina Tunki y me pide una identificación durante nuestra primera conversación. Luego me reza unas palabras de protección: “Que tenga fuerza y que su sabiduría la proteja para caminar en diferentes lados”, percibí el mensaje como un decreto que me quitó el aire; nunca nos hemos visto de frente.
Josefina Tunki es una mujer de 58 años que defiende la selva amazónica del sur del Ecuador de las mineras que se asientan en esas tierras para extraer minerales como el cobre.
Me comparte fotos del territorio del pueblo Shuar Arutam, en la milenaria Cordillera del Cóndor, donde sus ancestros vivieron y crecieron, y donde yacen sus restos. Son lugares cósmicos: las lagunas, las cuevas, los bosques y su biodiversidad. “Todo el territorio nuestro es sagrado, ese patrimonio es nuestra vida”, dice al otro lado del teléfono, desde la oficina donde tiene conexión para conversar conmigo, porque en lo alto de la montaña donde vive no llega la señal.
Josefina Antonieta Tunki Tiris es la primera presidenta mujer del pueblo nación Shuar Arutam, una de las siete nacionalidades indígenas de la Amazonía del Ecuador. Es la mujer que representa a 12 mil habitantes que pertenecen al pueblo independiente.
En una de nuestras conversaciones me narra que cuando tenía 13 años se propuso estudiar, algo que en el pueblo Shuar Arutam no era algo que hicieran las mujeres, porque no tenían la libertad de hacerlo. Josefina conversó con su madre, María Tiris Wajarai Chapaik, pero por las costumbres, nunca lo aprobó ni la apoyó. “Nunca celebró conmigo cuando pasaba al siguiente año escolar, nunca le importó. Pero yo me sentía feliz”, dice.
Su asistencia a la escuela, lo recuerda como el reconocimiento de su primera lucha, esa epifanía que auguro su determinación en contra de todo. Porque en el pueblo Shuar Arutam no había espacios para los derechos de las mujeres.
Josefina nació el 15 de febrero de 1962 en la comunidad de «Chichis», que significa serpientes y pertenece a la asociación Santiago. Estudió hasta el nivel secundario. Habla lengua Shuar y castellano. Josefina carga una marca en el ceño, es una grieta en la piel, parece un tercer ojo. Tiene el semblante y la mirada aguda; parece un cóndor que está en lo alto vigilante.
Para garantizar su espacio de vida
“Un ser humano divino, un ser muy antiguo antes de la creación del territorio, del planeta tierra”, me explica el misticismo del pueblo sobre lo que significa Shuar Arutam: un pueblo invencible.
El pueblo Shuar Arutam es una de las siete nacionalidades indígenas de la tierra amazónica (Kichwa, Waorani, Shiwiar, Andoas y Sépara), naciones que dieron generaciones de lideresas como Josefina Tunki, mujeres que han tenido que luchar por las representaciones de sus Centros (comunidades) en las 200 mil hectáreas de extensión territorial en el área del sureste de la Cordillera del Cóndor, sitio reconocido y constituido en 2006 —tras seis años de asambleas— como el Consejo de Gobierno del Pueblo Shuar Arutam.
Shuar Arutam está conformado por seis asociaciones (Santiago, Mayaik, Nunkui, Sinip, Chuwia y Arutam) y 47 comunidades desde el 7 de septiembre 2006, con el objetivo de fortalecer su sistema organizativo, asegurar el recurso de la conservación y alcanzar un mejor equilibrio en el desarrollo sustentable de la vida, me detalla Josefina en un documento.
“En el último decenio, los Shuar analizaron figuras de Protección para su bosque. Como alternativa a las Áreas Protegidas por el Estado, los shuar crearon la figura de Territorio Shuar Protegido para la Conservación. Allí, tienen su propio Gobierno Shuar Territorial Autónomo, y realizan el manejo del 25% de su bosque, conservando el resto para garantizar su espacio de vida”.
Josefina define la defensa del territorio y del medio ambiente como parte de los derechos constituidos en la Constitución Política de Ecuador. “Es nuestra tierra que le pertenece a cada familia que enriquece los cursos de la vida de este territorio”, dice.
Nos buscamos, se nos cruzan las llamadas para conocernos más, porque dice que hacerlo es importante. Entonces, me platica que inició su lucha desde las bases con un curso de capacitación en defensa del territorio y medio ambiente. En 1978, cuando Josefina tenía 16 años, ya estaba dentro de la Federación Interprovincial de Centros Shuar (FICSH). Después, para 1996, se convirtió en secretaria, también fue vicesíndica y sindica. Relata que nunca se sintió sola porque estar ahí representaba vivir en lo colectivo, en sociedad.
Sin embargo, los líderes de la FICSH estaban recibiendo dinero del gobierno para permitir que empresas mineras transnacionales (Exa, Solaris Resources, Lowell, EcuaSolidos y SolGold) tomarán su tierra. Estas empresas, sostiene Josefina, han obligado al desplazamiento forzado y han saqueado los minerales; territorio que hoy está todo concesionado, dice.
Ese fue el momento en el que Josefina decidió dejar la federación, salió para formar parte del Consejo del Pueblo Shuar Arutam; ahí, en 2010, llegó a ser presidenta de la Unidad Ejecutiva Assokanus que vigilaba el uso correcto de los recursos materiales y legales de las maderas y su procesamiento para evitar crímenes contra los árboles de la Cordillera del Cóndor.
La primera presidenta del pueblo Shuar Arutam
En 2019, la nación del pueblo Shuar Arutam estaba en asambleas para renovar su formación organizacional, momento en que no tenían registro de perfiles de mujeres indígenas para los cargos. Las compañeras mujeres propusieron a Josefina, porque todas las veces gobernaban hombres. Esa mañana del 1 de junio, por votación directa y unánime Tunki asumió la presidencia. Por cuatro años deberá dirigir a un Consejo de Gobierno conformado por 12 varones. Ha sido la primera vez que sucede en una organización Shuar
Josefina tiene un gran compromiso, porque, dice, “estar al frente de ciudadanas, niñas y niños, se tiene que hacer un esfuerzo más grande para gestionar y hacerlo desde cero para hacer frente al gobierno”.
Este primer año que lleva como presidenta, Josefina ha vivido en amenaza constante por parte de las mineras EcuaSolidos y Solaris Resources, y del gobierno de Lenin Moreno. Incluso estas mineras y el gobierno la han llamado “punto rojo” para señalarla; es una amenaza, dice.
La organización Amnistía Internacional publicó en 2019 el informe “No nos van a detener. Ecuador: Justicia y Protección para las Mujeres Amazónicas Defensoras de la Tierra, el Territorio y Medio Ambiente”, que contiene los resultados de las investigaciones que realizó en 2018 por las agresiones contra las mujeres amazónicas ecuatorianas. En el informe se hace mención a las amenazas de muerte, ataques y hostigamiento en sus domicilios perpetrados contra mujeres indígenas, lideresas, defensoras integrantes del colectivo “Mujeres Amazónicas Defensoras de la Selva de las Bases Frente al Extractivismo (Mujeres Amazónicas)”.
Precisamente, en el informe se menciona que en el Día Internacional de los Pueblos Indígenas (el 9 de agosto de 2018), Amnistía Internacional, junto a otras organizaciones ecuatorianas como Amazon Watch, lanzó la campaña “Guardianas de la Naturaleza” y una carta dirigida al presidente ecuatoriano, Lenín Moreno. La misiva de cuatro puntos solicitaba medidas de protección para las mujeres defensoras de la tierra que no han sido implementadas: Que se investiguen efectivamente las amenazas y ataques contra personas defensoras de los derechos humanos y se tenga transparencia de los resultados para ejercer justicia; que se diseñe una política de protección para personas defensoras de derechos humanos de acuerdo con la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); que incluya las voces de las personas indígenas y de organizaciones.
Se pide también a la Fiscalía General del Estado ecuatoriano un protocolo de investigación para los delitos contra personas defensoras de derechos humanos con un enfoque de género e identidad indígena y campesina, que incluya a las persona que defienden derechos vinculados a la tierra, el territorio y medio ambiente, esto por la histórica criminalización de la protesta de las mujeres amazónicas.
También denuncia que lejos de existir un compromiso de respeto por la organización social de las nacionalidades indígenas, el gobierno inició un agresivo proceso de desconocimiento de las verdaderas organizaciones, líderes, y empezó a legalizar a organizaciones y personas afines al propósito extractivista en la Amazonía, estimulando así las acciones de violencia sobre todo en contra de las mujeres lideresas. En la implementación de los proyectos extractivos, petroleros y con el inicio de las operaciones mineras y concesiones a las empresas EcuaCorriente S.A (ECSA), Lowell, EcuaSolidos, Belarusian Oil Company, Andes Petroleum y CELEC EP, no se respetaron estos derechos, detalla el documento.
En entrevista para Distintas Latitudes el coordinador de Amazon Watch en Ecuador, Carlos Mazabanda, explicó que uno de los puntos que han hecho que la lucha de las mujeres no sea tan visible en el Ecuador es la misma estructura organizativa que ha surgido en los movimientos en las organizaciones indígenas y campesinas. “Vivimos en una sociedad patriarcal y el rompimiento con estas estructuras ha sido un proceso por el reconocimiento de los derechos colectivos, indígenas, ambientales”, explica vía telefónica.
Sin embargo, en los territorios el rol de las mujeres es protagónico. A principios de los años dosmiles, un ejemplo es el caso de las mujeres de la comunidad Kichwa de Sarayaku, quienes lideraron la defensa del territorio contra la empresa petrolera Estatal de Petróleos del Ecuador y el consorcio conformado por la Compañía General de Combustibles S. A. y la Petrolera Argentina San Jorge S.A., a quienes se les otorgó por contrato el espacio territorial de una superficie de 200 mil hectáreas en el que vive el pueblo Kichwa.
En este proceso en que las mujeres indígenas asumen la defensa de sus pueblos ya se han elegido mujeres en cargos determinantes en representación de la organización de la nacionalidad como en el caso de Josefina Tunki.
Mazabanda reconoce que si bien las amenazas relacionadas a proyectos extractivos en territorios indígenas es fuerte, en Ecuador —es el primer exportador de petróleo y minería— no se tiene la situación de Colombia o Brasil, donde los defensores y defensoras han sido sacrificadas por sus causas.
Y aunque Josefina es la presidenta, aún existe la discriminación contra las mujeres en el tertitorio Shuar Arutam por parte de los compañeros del consejo para que las mujeres puedan tener un cargo organizacional, reafirma Josefina.
Las naturaleza como resistencia contra la covid-19
Josefina Tunki se disculpa porque no ha respondido las llamadas, me dice en un mensaje que le ha tocado respaldar a compañeros que en la organización presentaron familiares que fueron afectados por el SARS-CoV2. Está preocupada.
“Es una pesadilla, hemos luchado frente al covid con la entrega de medicamentos y raciones alimenticias a las compañeras de la organización, estamos haciendo esfuerzos”.
Me comparte fotos, vídeos, donde se mira como la organización provee tratamientos naturales que da la tierra amazónica, porque no han recibido atenciones del Ministerio de Salud Pública. “Nosotros dispusimos el regreso de compañeros a sus Centros (comunidades) e incluso utilizamos la radio ‘La voz de la cascada’ para informar sobre el covid y difundir cómo prevenir los contagios y formas naturales de salir de él”, relata.
“Combatimos la pandemia con medicinas tradicionales, pidiendo a Dios Arutam por las personas enfermas», me cuenta Josefina.
Sube la voz y denuncia que en marzo la empresa Solaris Resources, que se estableció en la comunidad de Warints, no llevó a cabo el decreto del gobierno ecuatoriano de toque de queda o “quédate en casa” y sólo suspendió sus actividades 15 días. “Los habitantes ya están acostumbrados porque para ellos es su modo de subsistencia, es muy difícil para ellos”.
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“Lo que me tranquiliza es cuando logro un objetivo, también cuando me contacto con los aliados estratégicos de nuestra organización y mi mejor distracción es estar en contacto con mis amigos y amigas, familiares cuando me apoyan moralmente”, dice la defensora.
En la nacionalidad Shuar el liderazgo de una mujer es muy difícil. “Porque es quien se encarga de todo, de la casa, de los hijos e hijas, incluso si es profesional o en donde conduzca su labor, no pueden ausentarse”, reconoce.
Y aunque Josefina no tiene hijos, aún se vuelve una tarea difícil defender su rol.
“Yo vine a caer en el mundo y sola regresaré de donde vine”, dice. Yo la veo como el cóndor que todo lo vigila.
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Mujeres de palma y maíz. Una serie de historias de mujeres indígenas que defienden el agua, la tierra, los bosques, los ríos y los derechos de las mujeres campesinas. Historias de las voces silenciadas de quienes están en la primera línea en la lucha por la preservación de los ecosistemas y la protección de los derechos humanos en América Latina.
Ilustración: Alma Ríos.
Fuente: https://distintaslatitudes.net/historias/serie/defensoras/josefina-tunki-amazonia-ecuador?fbclid=IwAR1EbNp3NkmwyS39EXDaOD6A27KEtoefsqkO4GySeq9_DRUCDXDoBMCuVMc&fbclid=IwAR1PcDjwze4n1oIn3noG0V6U86_dXb_M6lQalgnVO_FxMUld5RumQNgjwlU