Recomiendo:
3

El trabajo relacional-inconmensurable y el trabajo de cambio, una dictadura universal [I]

Fuentes: Rebelión

«La sociedad de masas convierte al hombre en una mercancía. Su valor en cuanto persona radica en su carácter vendible y no en sus cualidades humanas de amor y razón o sus capacidades artísticas… El trabajo alienante influye en la amistad, en el concepto de justicia y en el de la verdad… Temo que la gente se esté volviendo indiferente al prójimo; si todos son mercancías, no hay nada que los diferencie de las cosas». (Eric Fromm [2]).

Trabajo intangible, inconmensurable, relacional o comunal

El trabajo intangible, inconmensurable [3], relacional o comunal, es el único que merece la aceptable (y admirable) denominación de “trabajo”. Se realiza cuando se emprenden labores sin ningún precio monetario, y simple por libre y amorosa voluntad relacional. Entre otros, hay que destacar el trabajo de cuidados realizados casi exclusivamente por mujeres, madres, amas de casa, etc.  Que no reciben ninguna remuneración monetaria y que, por ello, precisamente, son trabajos que se consideran sin ningún valor, aunque sean los más nobles y vitales.

Pero al ser valores inconmensurables, no se ve(o no se quiere ver)la forma de darles el enorme valor que tienen. Y efectivamente, es un valor inconmensurable porque no tiene precio cuantificable, aunque si muchísimo valor; pero no sólo hay que considerar en el “valor” el sentido de valoración cuantitativa, sino también en el sentido de cualidad o calidad.

En cuanto a esto, Don Antonio Machado decía: “todo necio confunde valor y precio”.

Pues en el interior del capitalismo, todos nos comportamos como necios, pues solo valoramos el precio cuantificable, no vislumbramos ni remotamente el sentido de lo que es el “valor”.

En definitiva, son trabajos realizados en general casi sólo por las mujeres, tales como: cuidar personas, cuidar animales, cuidar plantas, atender las necesidades del entorno; en resumen, cuidar a los ecosistemas y a la biosfera, considerando a los humanos dentro de ella.

Pero también podríamos poner algún ejemplo de trabajo intangible e inconmensurable realizado por hombres; los trabajos de autoproducción (ejemplo los trabajos de los hombres agricultores autosuficientes, la de hombres que no tienen inconveniente en realizar las labores que en esta sociedad suelen estar destinadas sólo y exclusivamente a las mujeres. Otro caso podría ser, el de esos escritores o artistas que trabajan “por amor al arte” sin que para realizar ese trabajo intervenga para nada el dinero, siendo por ello trabajos intangibles o inconmensurables. En este caso podemos poner el ejemplo del artista callejero, que realiza su tarea en las paredes de las calles, es decir el llamado “arte urbano”[4]. Don Benito Pérez Galdós comentaba: “Dichoso el que gusta las dulzuras del trabajo sin ser su esclavo”.

El trabajo relacional o intangible, consiste, en fin, en un trabajo impulsado por el amor al otro, fundamentalmente; aunque también pueden ser trabajos por amor al entorno, a la naturaleza, la cultura o, por amor a la verdadera riqueza que es todo esto recientemente mencionado.

Y es que la verdadera riqueza, ¡ojo!, no es el dinero, el dinero solo genera riqueza dineraria, que en realidad no es una verdadera riqueza, sino un espejismo que empobrece a la mayoría y deteriora el espíritu de la persona, que aprende, más que nada, a acumular, a consumir seudo necesidades a odiar y desconfiar. Por ejemplo, en el país campeón en riqueza monetaria de occidente, los EE. UU., cada gringo duerme con un arma debajo de la almohada, no creo que eso sea un signo de felicidad, ni de valor, ni de riqueza vital del espíritu. Aprende desde niño a odiar y desconfiar, más que a amar, una gran desgracia empobrecedora.

Más aún, en el “democrático” Occidente, que siempre está hablando de los “valores occidentales”, en realidad sólo se refiere a los “valores monetarios”, estos tienden a confundirlos con el precio de la mercancía, con los beneficios y con los valores en bolsa, con los valores de futuro, etc. Son los que en el Occidente capitalista mandan. Mandan en el consumismo, en el modo de trabajo, e incluso en el modo de vida que tienen que llevar todas y cada una de las personas del planeta. Sí, así es el neoliberalismo global, una dictadura universal con careta democrática. Se confunde el valor y la riqueza con el precio y con la rentabilidad individualista.

Cuando hablan de “valores de occidente”, como puedan ser los de: los derechos humanos, el respeto y apoyo mutuo, derechos a una vida digna etc., (algo de lo que les gusta hablar y presumir mucho), siempre, simple y llanamente están mintiendo; es una simple careta para autoconvencerse y aparentar lo que no son, pero presumen de ello y el poder mediático hace que la gente se crea, religiosamente, esta mentira occidental. Pero no, la verdadera riqueza, el verdadero valor no está en la estandarización de todos los productos y mercancías, en la estandarización del consumismo-productivismo e incluso en la estandarización de los propios consumidores, a través de la moda del marketing, de “lo que se lleva”, etc. Son unos estandarizados que el neoliberalismo de occidente los convierte en consumistas-productivistas, que consumen seudo necesidades estandarizadas.

Y en definitiva todo está regido por los consumismos-productivismos que incluso son suicidas de la persona, de la biosfera, de la verdadera riqueza que está en la biodiversidad, de la diversidad cultural independiente y soberana.

En efecto, el dinero sólo genera riqueza (falsa riqueza, como hemos visto) para una reducidísima oligarquía, pero lo consigue a fuerza de generar constantemente un empobrecimiento de la mayoría, porque el dinero se acumula a partir del trabajo asalariado-enajenado, dentro de un mundo de la pobreza de la mayoría de las personas.

El trabajo de cambio

El trabajo de cambio se llama trabajo, pero no lo es. Es sólo una putada. Se trata del trabajo asalariado-enajenado, que consiste en una venta de tu cuerpo y de tu alma en un ámbito que se denomina “mercado de trabajo”. En este mercado todo el mundo se vende como puede hacerlo una prostituta, todo el mundo ve muy mal que una prostituta se venda, pero no ven nada mal que un obrero, un técnico o un militar mercenario se vendan. Tampoco se escandalizan demasiado cuando un diputado se hace trásfuga porque se vende a otro partido. Es la lógica difundida universalmente en el “mercado libre” del neoliberalismo global.

Como decía, en el trabajo de cambio entregas la fuerza de tu cuerpo, y el tiempo que necesitas para pensar (tu alma) y se lo vendes al diablo empresario. Le entregas tu libertad en el mayor número de horas del día. El trabajo de cambio, el trabajo asalariado enajenado, es sólo una transacción, una venta, el paso hacia una puta esclavitud.

El trabajo de cambio es una entrega de tu cuerpo y de tu alama a cambio de dinero, que dedicarás en buena parte al sano y necesario consumo. Pero el mundo del mercado que vivimos, la sociedad de “mercado libre”, te impulsa irremisiblemente al asesino y suicida consumismo, que es un asesino del alma individual, pero sobre todo asesino de lo comunitario, al producir cada vez más brecha social, más infelicidad y más hambruna. Con el consumismo además se causa un acelerado deterioro de la biosfera. Dicho de otra forma, un deterioro que llega al asesinato de la biosfera, de la natura, ya que genera el agotamiento de recursos planetarios, la elevación de la temperatura global (calentamiento global) que asfixiará mortalmente de calor a todos los animales y plantas; además producirá una contaminación atmosférica; una desertificación; ingentes trasvases del agua dulce al agua salada por derretimiento de casquetes polares y de glaciares, etc.

Barrio gentrificado

Un caso del paso desde el trabajo relacional al trabajo de cambio puede ser el producido en un barrio gentrificado.

En un barrio, barrio, muchos de los vecinos se conocen, se saludan y tienen una relación algo similar al trato que había en las comunas aldeanas, que de forma tan descriptiva nos muestra Kropotkin, es decir en donde el principio básico era el “apoyo mutuo” y la “vida comunal” que era una convivencia cercana y humana.

Para ver esta evolución de barrio-barrio a barrio gentrificado pondré como ejemplo mi propio barrio de Russafa, convertido en el moderno Russafa, que evolucionó a base del fenómeno social conocido como gentrificación.

¿Quién provocó esta gentrificación? ¿En qué consistió?

Fue promovida por el neoliberalismo global, es decir por la globalización, que en lugar de tener por objetivo la mejora de la calidad de vida de toda la población, relegó y despreció este objetivo e impuso una única meta:

El de crecimiento económico oligárquico, es decir los grandes beneficios para una élite a partir de una reducción de la calidad de vida de la inmensa mayoría de la población.

¿Cómo se llevó a cabo la gentrificación?

Pues, como un barrio con gente pobre (incluso emigrante)resulta poco rentable a las multinacionales, estas (que son las que hoy mandan) consideraron que había que hacer un trasvase de la población. Expulsar a los residentes históricos del barrio y sustituirlos por vecinos con más posibilidades de efectuar consumismo, que es una de las principales fuentes para el crecimiento oligárquico de las multinacionales del neoliberalismo global.

La forma más sencilla de expulsar a los residentes históricos y emigrantes era comenzar a subir los precios de los alquileres, que ya llevaban cierto tiempo tan caros como pagar una hipoteca. Simultáneamente, también se subieron el precio de las ventas de viviendas. Pese a ser necesarias estas medidas, aún no eran suficientes, tenían que complementarse con la llegada masiva de grandes supermercados con los que a las tiendecitas (de trato personal y humano) les resultaba imposible de competir. En consecuencia, los pequeños establecimientos como droguerías, fruterías, ultramarinos, restaurantes económicos tradicionales, etc., desaparecen por completo.

Además, también fueron sustituidos los restaurantes tradicionales y económicos de comida casera autóctona, por restaurantes gentrificados de tipo gastronómico universal, sin un carácter soberano local y con precios impagables para los antiguos residentes.

Y estos mega comercios de la alimentación del barrio, iban destinados principalmente a la clase media, la cual, con grandes esfuerzos, aún podían comprar en ellos los pocos que nos quedamos en el barrio.

Tal vez la acción más genuina de la gentrificación fue la evolución de restaurantes hacía otros exóticos, cuyo elemento principal eran las terrazas, que pasaban una minuta elevadísima.

Al final de toda la evolución ha resultado que ahora tenemos un barrio estándar sin carácter local, anodino e idéntico a cualquier barrio, restaurante o fachada de cualquier ciudad del mundo. Puede ser lo mismo Valencia; Madrid, Londres, Washington o Camberra, por poner algún ejemplo. Esta es una de las características que nos ha traído la globalización.

En resumen, que la gentrificación consistió en realizar un traslado de una convivencia que tenía algo de relacional, vecinal y humana hacia una convivencia de cambio, de valor de cambio, todo medido exclusivamente por el precio del mercado, por esta sociedad global, sin soberanía, sin diversidad, sin el menor carácter comunitario y con una actitud individualista jerárquica, situada sólo en el estrato pudiente; es decir, los que pueden sentarse en las terrazas, cosa que ya no pueden hacer los desplazados, los verdaderos e históricos residentes de un barrio pueblo.

Conclusiones y corolario

En este artículo se llega a tres conclusiones básicas.

Primera y principal conclusión, es fundamentalmente feminista, y dice: es indispensable iniciar una sociedad donde se valore y se recompense, por encima de todo, los trabajos inconmensurables (cómo el de los cuidados, los del mantenimiento de la vida, los comunales, etc.) hoy realizados, aún, casi sólo por las mujeres; y que resultan, paradójicamente, sin ninguna valoración monetaria o, en el mejor de los casos, con el más bajo de estos valores.

Segunda conclusión, hay que terminar con la compra y venta de los mal llamados “recursos humanos”; es decir, las fuerzas de trabajo de las personas que son consideradas como si se trataran de cosas sin derechos humanos.

Tercera conclusión, hay que iniciar una sociedad en la que se deje de tratar alos seres humanos como si fueran un valor de cambio, una cosa o un ganado (una mercancía), como si fueran algo que solo sirve para producir crecimiento económico oligárquico. 

Y como corolario final, vemos que es necesario y urgente salirse del capitalismo sí que remos:

Por una parte, terminar con este mundo basado en la injusticia sobre todos los pueblos del planeta.

Y, por otra parte, terminar con este crecimiento oligárquico que nos está conduciendo vertiginosamente hacia un calentamiento global apocalíptico.

Notas:

[1] Con una cierta influencia de las ideas de Yanis Varoufakis.

[2] Huyo de las doctrinas y del adoctrinamiento. Fromm, más que marxista es un seguidor da algunas ideas de Mars. Una cosa es algunos buenos pensamientos de Marx (sobre todo de su última etapa madura), y nada que ver la doctrina “marxista” del Socialismo Real.

[3] El DRAE define la palabra Inconmensurable así: – “Enorme, que por su gran magnitud no puede medirse”. Por lo visto los académicos son capaces de considerar el carácter cuantitativo (enorme) y no el cualitativos (con admirables cualidades) de las palabras.

[4]El término arte urbano o arte callejero, hace referencia a todo el arte de la calle. El arte urbano engloba tanto al grafiti diversas formas de expresión artística callejera desde mediados de los años 1990.

Julio García Camarero es doctor en Geografía por la Universidad de Valencia, ingeniero técnico forestal por la Universidad Politécnica de Madrid, exfuncionario del Departamento de Ecología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias y miembro fundador de la primera asociación ecologista de Valencia, AVIAT 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.