En este artículo el autor reflexiona sobre el triunfo de Lula desde la perspectiva del cumplimiento de la ‘Carta para el Brasil del mañana’.
Triunfó Luiz Inácio Lula da Silva en la segunda vuelta de la elección presidencial en Brasil, confirmando su victoria de la primera jornada del pasado 2 de octubre, ahora, una parte mayoritaria de la ciudadanía brasileña festeja lo que se espera sea el final del oscuro periodo de cuatro años marcados por el neofascismo militarista de Jair Bolsonaro, quien sumió al gigante sudamericano en una serie de conflictos regionales por su descarado servilismo a los intereses del imperialismo estadounidense y por sus alianzas con el sionismo israelí.
El triunfo está enmarcado en una serie de denuncias realizadas por el vencedor Partido del Trabajo, donde señaló desde temprana hora que la Policía Federal de Carreteras (vinculada a Bolsonaro) cortó el tránsito en diversas carreteras impidiendo el paso de votantes partidarios de Lula, mismas que el presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes, desestimó indicando que estos actos no resultaron un impedimento para el sufragio de la ciudadanía. Estas acciones son parte de lo que fuera señalado por Bolsonaro y sus huestes neofascistas sobre violentar el proceso electoral si el resultado no les era favorable, por ello, las próximas horas serán de suma importancia ante cualquier intento desestabilizador por parte del aún actual mandatario.
El resultado es contundente, pero el margen de diferencia –un aproximado de dos millones de votos y poco más de un punto y medio porcentual- no debe omitirse a la hora de hacer premoniciones sobre el panorama político inmediato en un país súper poblado, además, en esta jornada el pueblo brasileño votó también por gobernadores de 12 estados que permanecieron pendientes, entre ellos, São Paulo -el municipio con mayor población y cuya importancia económica es fundamental-, el cual, según el conteo de votos quedó en manos del derechista Tarcísio de Freitas. Los demás resultados se irán revelando con el paso de las horas, permitiendo una lectura inicial del contexto futuro respecto a la correlación de fuerzas partidistas en Brasil. Pero algo que los partidarios de Lula deberán recordar, es que en el periodo de Gobierno anterior fue un grave error desmovilizar a las masas proletarias y populares para acompañar las reformas planteadas, olvidando que fue el impulso de la unión lo que llevó entonces al poder al PT, en esta ocasión, será indispensable el poder del pueblo para revertir el daño ocasionado por el bolsonarismo y sus formas antidemocráticas y antipopulares.
La coalición Brasil da Esperança encabezada por Lula, postuló como sus compromisos fundamentales la defensa de la democracia ante el autoritarismo, el combate al hambre y la inclusión social de la población marginada en el desarrollo. En este mismo sentido, el pasado 27 de octubre, tres días antes de la elección, Lula firmó una “Carta para o Brasil do Amanhã” (Carta para el Brasil del mañana) donde se estipulan 13 puntos que se esperan sean parte de su proyecto de Gobierno: 1) Desarrollo económico con inversiones; 2) Desarrollo social con trabajo e ingreso; 3) Desarrollo sostenible y transición ecológica; 4) Educación; 5) Salud; 6) Vivienda e infraestructura; 7) Seguridad; 8) Cultura y deporte; 9) Derechos humanos y ciudadanía; 10) Reindustrialización de Brasil, 11) Agricultura sostenible; 12) Política exterior; y 13) Democracia y libertad.
La esperanza se ha renovado para millones de brasileños y para quienes vemos en el latinoamericanismo la unión de los pueblos hermanos, toca ahora celebrar sin quedarse dormidos.
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