El franquismo presentado como una cadena de anécdotas, de asuntos menores, de cosas que pasaban en otro tiempo y sin vínculos con el presente ha acabado produciendo parálisis social por ignorancia, por asimilación, por indiferencia hacia lo que ocurre a nuestro alrededor. No hay más que ver cómo desde el gobierno y los poderes empresariales […]
El franquismo presentado como una cadena de anécdotas, de asuntos menores, de cosas que pasaban en otro tiempo y sin vínculos con el presente ha acabado produciendo parálisis social por ignorancia, por asimilación, por indiferencia hacia lo que ocurre a nuestro alrededor. No hay más que ver cómo desde el gobierno y los poderes empresariales educan en cada casa a todo aquel que pone la televisión. Eso que no se muestra en todos y cada uno de los basureros que dominan la comunicación general, es lo que no han querido nunca plantear democrática y pedagógicamente. Franquistas reconocidos, encubiertos y asimilados, han adiestrado y adiestran en la miseria moral a todo el que sin defensas les escucha o les lee; un día tras otro afirman rotundamente, aleccionan en el remozado fascismo envuelto de legalidad, y ponen como lección el sistema basado en la injusticia más flagrante, el incumplimiento continuo durante más de 70 años de los tratados internacionales de derechos humanos, como EEUU, o como Israel.
En ocasiones nos salva un buen libro, un libro útil, una lectura que se convierte por sí misma en una experiencia, y aquí viene una novela que nos muestra la historia de los últimos años del franquismo, una lectura que nos hace crecer en humanidad y sentido crítico, que nos va a mostrar una parte de lo que Garzón ha querido saber y, como crímenes de lesa humanidad, juzgar. Su título: El vano ayer. Su autor: Isaac Rosa.
En El vano ayer se emprende una investigación para escribir una novela que permita conocer el pasado franquista del último periodo. El punto de partida se sitúa en la manera de evitar los tópicos, lo esquemático y ese franquismo comercializado que huye de la razón y la justicia. Para lo cual el narrador se propone buscar personajes representativos y particulares que se muevan en una situación política convulsa con una raíz y unas terminaciones profundamente trágicas.
La composición se ha dado en llamar «novela en movimiento» por esa marcha continua de creación literaria que se hace superándose una tras otra y además en un torrente imparable de acontecimientos llevados por las contradicciones sociales y la lucha política: las condiciones objetivas y las fuerzas emergentes en los últimos años del franquismo.
Todo lo que usted necesita saber lo leerá en ésta novela revolucionaria en todos sus parámetros: multitud de formas literarias, búsquedas de lenguaje, acompañamiento del lector para descubrir en el camino, lucha clandestina, asambleas multitudinarias, enfrentamientos, contradicciones familiares, encubrimientos, ilegalidad o lucha revolucionaria, infiltrados, policías, recuerdo de los nombres de los asesinados, torturas declaradas por los torturadores, documentación reservada, prácticas diarias de terror, y tramas vertiginosas del argumento y desfiladeros profundísimos del franquismo, triunfos, fracasos, roturas y encuentros definitivos y circunstanciales, y aguantar el tirón, aprender a leer literatura de la mejor y que nos habla , que dialoga con nosotros, que nos hace más responsables, y, la mirada después de unos años, viniendo del exilio, el lector destapa la respuesta, el resultado: cómo quedó la batalla librada contra el franquismo.
¿Por qué es necesario leer El vano ayer?: porque nos permite ver el mapa de lo que es nuestro tiempo y en concreto del momento por el que pasamos. Pocas veces una novela ha resultado tan entera literariamente y tan entera socialmente. Permítaseme la inmodestia, en mi libro Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios, -el Posfacios quería que adquiriese un doble sentido- en el comentario a El vano ayer -verso de don Antonio Machado cuyo poema nos pone en la clave de lo que vamos a leer- anteponía un párrafo de Luces de Bohemia, del maestro Valle Inclán, porque es la imagen dialogada que desprende la novela de Isaac Rosa.
Burla, ironía, sarcasmo, dureza, intriga, conciencia, se mezclan en la historia con un lenguaje que se pone desde el mismo comienzo en la mente, en el pensamiento, en la lengua misma del lector. Los personajes emplean seudónimos y nombres que han pertenecido a escritores ejemplares como Julio Cortázar, a otros creados por Max Aub, a brigadistas internacionales,… hay diálogos paralelos, hay interpretaciones que descubren apartados sorprendentes de los individuos, diccionarios de vocales y consonantes para mostrar el lenguaje como herramientas de construcción y destrucción, hay, hay, hay, hay tanto, se abre de tal manera… lea la novela y sabrá usted mucho más de lo que ahora sabe.
Isaac Rosa se hace dueño de corrientes y formas literarias y las reinventa generando continuas lecturas. De la misma forma que asombra por su capacidad creativa asombra por su concreción y reconocimiento interno de la tiranía franquista, y haciéndonos leer una obra fresca, viva, verdadera y emocionante no suelta ni por un momento el motivo, lo que no se conoce y deberíamos conocer, lo que debería formar parte del patrimonio cultural de la conciencia de todas las buenas gentes que miran al estado español; el motivo es eso que los gobernantes y los fascistas declarados no quieren que se investigue, eso que no quieren que salga a la luz, eso sobre lo que no quieren que haya posibilidades de hacer justicia a tantos demócratas, republicanos, asesinados.
Novela que debe leerse y leerse, y ahora, en estos momentos que corren, debe ser difundida como novela que es pensamiento, obra de conocimiento y de emoción literaria.
Desde que Isaac Rosa la sacó, la doy en mis cursos: literatura en la conciencia: sin ella lo escrito resulta ser estética vacía y un juego lleno de trampas para conducirnos a la alienación comercial, para ensalzar el sistema posfranquista que nos aparta de nuestra realidad, que nos hace seres infantiles e irresponsables como ciudadanos, cuando tenemos un derecho, uno más, incuestionable, el derecho a la inteligencia, cosa que, como decíamos al principio, al fascismo y sus continuadores o consentidores que quieren juzgar a Garzón por mirar e invitar a todos a mirar allí donde ellos aparecen como son, no les interesa que adquiramos.
Título: El vano ayer.
Autor: Isaac Rosa.
Editorial: Seix Barral.
Ramón Pedregal Casanova es autor de Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Editado por Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria. (foroporlamemoria.es) ([email protected])