Cecilia Zamudio es una pintora y escritora nacida en Colombia que ha vivido en una decena de países del mundo. Su obra, muy versátil e integral, se define dentro del Colorismo Humanista y en ella resalta su preocupación y estudio por los procesos sociales e históricos. Uno de sus más recientes trabajos está dedicado a […]
Cecilia Zamudio es una pintora y escritora nacida en Colombia que ha vivido en una decena de países del mundo. Su obra, muy versátil e integral, se define dentro del Colorismo Humanista y en ella resalta su preocupación y estudio por los procesos sociales e históricos. Uno de sus más recientes trabajos está dedicado a demostrar que el capitalismo es salvaje por naturaleza, que no existe un capitalismo menos salvaje puesto que es un ordenamiento social que se basa en la explotación.
Constantemente se incrementa la pobreza a nivel mundial, a la par que las grandes fortunas crecen de manera exponencial: los capitalistas degradan cada vez más el planeta y esclavizan y cosifican a más seres vivos. Excluyen a millones de personas de la posibilidad de vida sana y dignamente, al tiempo que exterminan especies y ecosistemas», expone la intelectual colombiana.
Millones de seres humanos, empobrecidos por el saqueo que perpetran las multinacionales que capitalizan a base de la destrucción de montañas y ríos, terminan apiñándose en los cinturones de miseria de las grandes ciudades enriquecidas.
Se intensifica el éxodo de personas desde los países más brutalmente saqueados, hacia la metrópoli del capitalismo. Pero los países enriquecidos a costa de empobrecer a los demás aprecian cínicamente las riquezas pero no a las personas. Crecen los muros y las alambradas a la par que disminuye el análisis y la empatía. La arena de las playas se blanquea con la osamenta de miles de naufragados en su intento por huir de la caldera capitalista en que los hombres han convertido a sus países, a punta de saqueo y guerras imperialistas. La patronal de los países en la metrópoli capitalista, que también intensifica la explotación contra los trabajadores propios y precariza sus condiciones de vida, necesita un chivo expiatorio al que culpar de acciones contra las que ella no quiere cargar; usa sus medios de comunicación para alienar a las mayorías aduciendo que la precarización de sus condiciones de vida se debe a «los inmigrantes». Se intensifica en los medios de alienación masiva, la promoción del racismo y del fascismo, para incrementar así la división de la clase trabajadora, y multiplicar los niveles del fanatismo racista.
La violencia contra las mujeres es también intensamente promovida por los medios de alienación masiva. Dado que el machismo es parte fundamental de la superestructura capitalista, crecen las ganancias de unos pocos sobre la aberración del feminicidio.
La cosificación del ser humano se promueve hasta la saciedad. Los valores de la solidaridad son reemplazados por seudo virtudes consumistas. La noción de «justicia social» busca ser borrada, y suplantada por la perversa, egocéntrica y triste «caridad».
«Mientras los medios de alienación capitalista adocenan a la gente con su promovido «no cambies el mundo, cámbiate a ti mismo» (como si no se pudiera intentar hacer las dos cosas a la vez); los capitalistas continúan depredando. Implementan con mayor intensidad la obsolescencia programado (envejecimiento prematuro y programado de las cosas), convirtiendo el planeta en un basural. Envenenan la tierra y los alimentos de manera cancerígena, asesinan por hambreamiento a un niño cada cinco segundos, en un mundo en el que la agricultura actual alcanzaría para alimentar a 12 mil millones de personas».
Los capitalistas aprovechan la precarización de las condiciones de vida que ellos mismos promueven para ampliar su cantera de los esclavizables: crecen la esclavitud moderna, la prostitución, el tráfico de niños».
Es urgente salir de este sistema en el que un puñado capitaliza sobre la sangre, el sudor y las lágrimas de las mayorías. Ante la inevitable constatación del incremento de la explotación de la miseria y del saqueo de la naturaleza, los grandes capitalistas arremeten con sus tanques de pensamiento: tratan de colonizar nuestras mentes y manejar la percepción de la realidad.
Estos tanques de pensamiento intentan plantear el problema bajo luces deformantes, y para ganar tiempo inventaron esta falsa dicotomía entre «capitalismo salvaje» versus un supuesto «capitalismo con rostro humano».
El capitalismo es salvaje por naturaleza, puesto que se basa en la explotación de una parte de los humanos contra otra: no hay un «capitalismo menos salvaje» dado que la violencia del mismo es intrínseca a la aceleración de la acumulación capitalista que cada día aumenta más.
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