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La revista El Viejo Topo analizó así sus treinta años de existencia (II de III)

El Viejo Topo (1976-1982): Cuando la participación es la fuerza

Fuentes: El Viejo Topo

Revoluciones de papel A finales de noviembre de 1976 la revista Triunfo dedicaba un artículo a la aparición de nuevas revistas teóricas. El artículo se titulaba «Y ahora los mensuales». Se decía en él que a las revistas ya existentes ( Sistema y Zona Abierta ) se habían añadido Taula de canvi , Teoría y […]

Revoluciones de papel

A finales de noviembre de 1976 la revista Triunfo dedicaba un artículo a la aparición de nuevas revistas teóricas. El artículo se titulaba «Y ahora los mensuales». Se decía en él que a las revistas ya existentes ( Sistema y Zona Abierta ) se habían añadido Taula de canvi , Teoría y Práctica , El Cárabo , Negaciones y El Viejo Topo . El artículo apunta que se estaba entonces ante un fenómeno tan previsible como necesario porque desde hacía años un conjunto creciente de profesionales había ido acumulando información y teoría sin poder ofrecerla y contrastarla mediante un canal periódico adecuado. Los semanarios, Triunfo entre ellos, habían colaborado en la medida de sus posibilidades, pero el autor del artículo entendía que era necesario un espacio propio. 1976 es el momento de la eclosión de estas publicaciones. Anteriormente no habían podido ver la luz proyectos con unos propósitos político-culturales tan claros. En los años sesenta y principios de los setenta la única manera posible de formular planteamientos de ruptura con lo que era el franquismo en España (y también con lo que representaban las sociedades capitalistas occidentales) fue escribir desde el extranjero, en la clandestinidad o en el encubrimiento. Basta con pensar en revistas con una clara línea política, como lo habían sido Realidad , Nuestra Bandera o Cuadernos del Ruedo Ibérico , editadas en el exterior y distribuidas clandestinamente en el interior. Pero también en Primer acto o Nuestro Cine . En este caso, se trataba de revistas legales dedicadas al teatro y al cine, que aportaban reflexión crítica sobre lo que las obras ofrecían, sobre lo que se podía ver y lo que no, sobre la propia sociedad.

Manuel Vázquez Montalbán, a principios de octubre de 1976, presenta en Triunfo la aparición de Taula de canvi con un texto que lleva por título «Teorizad, teorizad malditos». Define la revista como la primera plataforma unitaria de la izquierda catalana de la posguerra. Esta consideración parece que no es compartida por toda esta izquierda y Vázquez Montalbán concluye su texto explicando un reproche: En el transcurso de la «copa de whisky escocés» o de «naranjada con burbujas hispanoamericana» que se ofreció al final del acto, la profesora de la Universidad Autónoma, Ángeles Pascual repartió gacetillas anunciadoras de otra revista de reflexión teórico-política, titulada El Cárabo . Para orientarme me dijo:»También es una revista unitaria, pero de la izquierda no revisionista», No me lo tomé como una indirecta.

El Cárabo , tenía como director-periodista a Joaquín Estefanía y reunió un conjunto de intelectuales vinculados principalmente a la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), partido que pretendía seguir el ala revolucionaria del Movimiento Comunista Chino y combatir el revisionismo del PCE. No obstante, fue un proyecto que quería vincular tres líneas de la izquierda, una marxista-leninista, otra trotskista y la consejista o autónoma. Como representante de esta última encontramos a Joaquín Jordá, quien participaba en el proyecto de Teoría y Práctica con otros miembros más o menos vinculados al movimiento de la autonomía obrera. Era una publicación de EDE (Equipo de Estudio Reunidos, S.A.), sociedad presidida por Ignacio Fernández de Castro, que llevaba por subtítulo «La lucha de clases analizada por sus protagonistas». Buscaban dar voz a diferentes colectivos en lucha y ofrecer materiales que presentaran la actividad que se estaba desarrollando, en muchas ocasiones, al margen de partidos y sindicatos. Salvador Aguilar, Antonio Aponte y José Mª Vidal Villa, profesores de la Universidad de Barcelona vinculados a la revista, pusieron en marcha la edición española de la Monthly Review , publicación de referencia para buena parte de la izquierda norteamericana. La titularon Revista Mensual/Monthly Review para indicar que presentaría traducciones de la edición madre y también aportaciones originales. Aparecería en mayo de 1977. Ese mismo año, alrededor de Manuel Sacristán, surgiría el proyecto de Materiales , más tarde mientras tanto (1979), por personas más o menos vinculadas con el PCE y el PSUC.

Este es un breve esbozo del panorama de las publicaciones teórico-políticas con las que se vinculaba a El Viejo Topo . Pero en su interior había otras almas, también participaba de otro ámbito en auge: el representado por cabeceras como Star, Ajoblanco u Ozono. Pese a las significativas diferencias existentes entre ellas, todas se sitúan en lo que podríamos denominar la crítica de la cultura y de la vida cotidiana. Ozono , aparecida también en 1976, aportaba gran cantidad de contenidos centrados en las distintas manifestaciones artísticas (literatura, música, cine, teatro…) acompañados de posicionamientos políticos. Antes, en 1974, ya habían aparecido Star y Ajoblanco , proyectos que fueron creciendo con el paso de los números. Revistas reconocidas como culturales aunque, hablando con propiedad, lo suyo era la subversión de la cultura. La censura no tardó mucho tiempo en darse cuenta. Star inició su andadura como un espacio para poder publicar cómics y fue incorporando contenidos que la llevaron al underground y la contracultura. Star y Producciones Editoriales, su empresa editora, contribuyeron a emerger creaciones que tanto podían circular por las calles de Barcelona, como llegar de los Estados Unidos. Ajoblanco pasó por diferentes periodos (contracultural, libertario…). Por encima de todo, como explicó Ramón Barnils, fue el intento de gentes jóvenes que intentaron aprovechar el vacío que se produjo en vigilias de la muerte de Franco y que duró hasta la instauración de la democracia parlamentaria.

El proyecto zapador

El Viejo Topo había solicitado su inscripción como revista cultural ya en 1974, pero no fue aceptada. Se les había respondido entonces que una revista de esas características podía tratar temas relacionados con las artes plásticas, con la música y, siendo muy generosos, con la literatura, pero que la filosofía y la sociología eran otra cosa. Estaríamos hablando entonces de una revista política encubierta. Claro que sí: El Viejo Topo quería ser una revista política, en la acepción más amplia que pudiera tener el término. En ese momento casi todo era política. Por eso, cuando pudo aparecer, en sus páginas se habló de teatro, cine, literatura, comunicación, filosofía, sexualidad, psiquiatría…

El primer número de El Viejo Topo apareció el mes de octubre de 1976. Al incidir en estas dos direcciones que se han señalado, la de la reflexión política y la de la crítica de la cultura y la vida cotidiana, ofrecía propuestas rupturistas desde diferentes ámbitos, no estrictamente el de las formaciones políticas. El espectro era mucho más amplio; iba en consonancia con la trayectoria de los tres fundadores de la revista. Claudi Montañà había participado en proyectos como Fotogramas , Star , o Ajoblanco . Miguel Riera y Josep Sarret, compartían una editorial, la Madrágora, dedicada, principalmente a la filosofía. Riera, después, pondría en marcha Iniciativas editoriales para poder editar la revista Vibraciones , idea de Àngel Casas. Esta pequeña empresa editorial también es la que pondría en circulación algunos tebeos herederos de Rrollo, de Nazario, Mariscal y compañía, después El Viejo Topo . Luego vendría Butifarra! , revista de humor, cómic y crítica social, y en 1978 Transición, revista de análisis en el ámbito de las ciencias sociales. En Iniciativas editoriales también habría espacio para colecciones de libros como Ucronía o Los libros de El Viejo Topo. La actividad editorial fue alta, muchos proyectos y muy diferentes pasaron por sus manos, siempre ligados a la contestación y la propuesta. Por ejemplo, el volumen de homenaje a la revista El Papus después del atentado sufrido o el libro dedicado a la Assemblea de Treballadors de l’Espectacle de Barcelona y al Don Juan que hicieron en el Mercat del Born.

El Viejo Topo no fue una revista de grupo, no respondía a las directrices de una organización política, no hubo un consejo de redacción que actuara como tal, era un espacio de encuentro abierto. Era una revista de iniciativas para la nueva sociedad en construcción y en ella confluyeron personas que en esos momentos no estaban juntas en otros lugares. Este es un aspecto esencial del proyecto.

Hay un segundo aspecto que debemos tener presente y que también diferencia el proyecto: la difusión que logró la revista. La difusión nos señala la aceptación que podían tener los contenidos que transmitía. Podemos tomar como referencia los datos de la Oficina de la Justificación de la Difusión (OJD) que controlará la revista durante un año y medio, entre mayo de 1977 y octubre de 1978. En este tiempo los ejemplares de difusión han ido aumentando, con algún altibajo, para pasar de 20.386 a 25.768 mensuales. La media es de 23.900 ejemplares vendidos de cada número. Si nos fijamos en el número de subscriptores, veremos que la cifra no deja de aumentar, de 519 a 1.909. De las revistas referidas anteriormente sólo Ajoblanco podía moverse en estos números y superarlos, las demás disponían de cifras bastante más modestas. Si nos fijamos en los semanarios de información política, veremos que Triunfo , en 1977 tenía una media de 63.306, Cuadernos para el Diálogo en 1978, antes de cerrar, llegó a casi 60.000, y Destino en 1977 está en 33.344. Empezaba la época de los nuevos semanarios de información general, Cambio 16 en 1976 llegó a su máxima difusión con casi 350.000 ejemplares. En 1978 llegaría el máximo para Interviú más de 700.000 ejemplares. En 1979, el top lo marcaría Pronto con más de 900.000 ejemplares de muchos de sus números. Si nos fijamos en la prensa diaria podemos ver que El País tiene una difusión media entre 1976 y 1979 que está cerca de los 140.000 ejemplares, La Vanguardia , cerca de los 200.000, Mundo diario , alrededor de los 45.000.

El Viejo Topo, en el último mes controlado por la OJD, octubre de 1978, está en 25.768 ejemplares. Será, seguramente, el momento álgido de la difusión de la publicación. La cifra irá bajando para situarse alrededor de los 17.000 en el momento de su desaparición. El número del que se hizo una mayor tirada fue el que coincidió con las jornadas celebradas en el Pueblo Español de Montjuïc, en Barcelona, los días 29, 30 de septiembre y 1 de octubre de 1978. Las jornadas del I encuentro El Viejo Topo , que tenía por lema «Para cambiar la vida».

Con la perspectiva del tiempo y una mirada más global, a los dos aspectos diferenciadores que hemos visto, diversidad y difusión, habría que añadir uno más: la correlación existente entre lo que estaba ocurriendo en la sociedad española y lo que aparece en sus páginas. El Viejo Topo no nos permite seguir el día a día de la España de 1976 a 1982. No es una revista de actualidad semanal. No nos enteraremos de la negociación de la Constitución, por ejemplo. Tampoco es una revista teórica especializada, de grupo, que nos permita reseguir detalladamente la introducción de determinados conceptos y planteamientos. Pero funciona a modo de termómetro para conocer el grado de la movilización de la ciudadanía, de su participación. Existe la tendencia a presentar las revistas y entender el papel de los intelectuales que colaboraron en ellas como productores, generadores de pensamiento, agentes autónomos capaces de incidir en la sociedad. Hay una fascinación por lo emergente, aquello que brilla, lo que se identifica con cierta exclusividad. Deberíamos, también, realizar un análisis en el sentido inverso: ver cómo los intelectuales, las revistas, son resultado del activismo de la ciudadanía. Las páginas de El Viejo Topo nos muestran la efervescencia que existió durante 1976 y 1977 y como fue descendiendo durante el 1978. A partir de 1980 se inicia otro periodo de crecimiento con las movilizaciones antinucleares y antimilitaristas. No existe desajuste entre lo que se expresa en la revista y lo que circula por la sociedad.

El Viejo Topo es relevante por el trabajo intelectual que elaboró, pero no debería ser analizada a partir de la historia de los intelectuales que se preocupa, esencialmente, de su vida, milagros y conflictos. Entiendo que la tarea realizada por estos trabajadores tiene sentido en la medida que es expresión de un substrato del que ellos participan, que los nutre. Ellos colaboran a hacerlo presente. Su trabajo no tiene sentido si no podemos saber de qué es expresión y qué repercusiones tiene. Su tarea adquiere toda su significación en el momento que puede ser leída, pensada y discutida.

Una antología interpretativa

La revista publicó en su primera época, entre octubre de 1976 y junio de 1982, 69 números mensuales y 17 extras. Al plantearse la elaboración de una antología las posibilidades eran múltiples. Una opción, tal vez la más rigurosa, si se pretendía recorrer toda la vida de la publicación en su primera época, hubiera sido, de acuerdo con criterios estadísticos, elegir una muestra representativa del universo que son los contenidos de la revista. No ha sido la opción que aquí se ha seguido: ésta es una antología interpretativa. La selección es en ella misma un análisis de lo que fue la revista en su primera época, sabiendo que también fue muchas otras cosas que no están aquí recogidas. Se ha considerado que lo más relevante era atender a cómo se concretó la propuesta inicial de los impulsores de la revista: » Un topo viejo, metáfora de subversión y experiencia. Paulatina excavación de galerías subterráneas, lenta y minuciosa destrucción de los cimientos de una sociedad absurda. Labor acaso estéril: ¿quién sabe si por las venas del ídolo corre ya tan sólo barro seco? » Se buscaba acabar con una sociedad y empezar a construir una de nueva. Nada de reformas, ruptura.

La antología está centrada en dos momentos de la historia de la primera época de la revista. El primero, entre 1976 y 1978. Son los meses de la efervescencia, del todo es posible . Encontraremos aportaciones vinculadas a la izquierda de la izquierda, al movimiento feminista y al homosexual, a los colectivos que denuncian los instrumentos de control social como pueden ser la cárcel o la psiquiatría, al cine o al teatro: propuestas para el aquí y el ahora, reflexiones sobre un pasado que sirve de referente o consideraciones a partir de la situación internacional. El todo es posible se respira por todas partes, se está haciendo política desde muchos lugares. En este sentido, considero especialmente relevantes los textos de la sección de teatro. Son muy ilustrativos de la movilización existente en la profesión. El segundo momento, a partir de 1978 hasta 1982. La ruptura ya no es posible, aparecen nuevas problemáticas, se reconsideran los idearios y, a partir de los años ochenta, empiezan a emerger nuevas contestaciones centradas en el ámbito ecologista y pacifista. En la revista, estas movilizaciones no tendrán la presencia que tuvieron los posicionamientos rupturistas durante el 76 y el 77. Su implantación en la sociedad no tiene el mismo alcance y la revista también ha cambiado. No obstante vuelven a emerger las actividades, en este caso nuevas iniciativas, del topo viejo en su lenta y minuciosa tarea.

En 1976 se piensa que la ruptura puede estar cercana. Los motivos y los indicios sobran, tanto en España como fuera. A finales de 1976 se celebra el XXVII congreso del PSOE donde se habla mucho de la transición. De la transición al socialismo, obviamente, concretamente al socialismo autogestionario. Distinguen tres etapas: 1) Transición del Estado fascista a un Estado de libertades públicas de democracia formal. 2) Transición del Estado de democracia formal a un Estado en el que la hegemonía corresponda a la clase trabajadora, manteniendo y profundizando las libertades. 3) Transición de un Estado de los trabajadores a una sociedad sin clases, del socialismo pleno, en la que la totalidad de los aparatos de poder sea sustituida por la autogestión a todos los niveles. Sin ir tan lejos, Convergència Democràtica de Catalunya, reclama como imprescindible una planificación que defina los objetivos fundamentales de la economía del país en función del desarrollo económico y del progreso social. Defiende la democracia económica a partir de la socialización de los medios de producción. Tiene como objetivo prioritario una más equitativa distribución de la renta. La Unión de Centro Democrático, todavía en 1978, habla de la necesaria intervención pública en una economía de mercado para lograr la distribución más igualitaria de la renta, la riqueza y el poder social.

La percepción de que la ruptura será posible se mantiene en 1977 y empieza a cambiar durante 1978, cambian los ojos con los que se ve el hoy y el mañana. La ruptura ya no es posible. Lo podemos ver claramente en la evolución de los contenidos en la revista. A partir de 1978-79 lo que veremos es la descomposición de esta izquierda que no ha obtenido representación parlamentaria, que ha visto decrecer su presencia pública. Los espacios de la lucha se van cerrando. Entre diciembre de 1976 y diciembre de 1978, España pasa de una dictadura a una monarquía parlamentaria. El 15 de diciembre de 1976 se aprueba la Ley por la Reforma Política y el 6 de diciembre de 1978 la nueva Constitución. Este proceso, con Pactos de la Moncloa incluidos, esta dominado por la palabra «consenso», más concretamente por los que la usan, por los «consensuadores». Se extiende la aceptación de lo sucedido. El Viejo Topo , pese a desencantos y descontentos, con cambios, continuará siendo un lugar de encuentro para las iniciativas que buscan transformar la sociedad.

Son años de cambios importantes, no únicamente en España. En mayo de 1975 la Comisión Trilateral (fundada en 1973 por David Rockefeller y constituida por representantes de los estados de tres partes del mundo: Estados Unidos y Canadá, Europa y Japón) celebrará una reunión, participada por Jimmy Carter entre otros, en la que muestra su preocupación por el posible acceso al gobierno de Francia e Italia de coaliciones de izquierda con partidos comunistas. Concluyeron con medidas para limitar lo que esto podía suponer para la Alianza Atlántica y hicieron propio el informe realizado por Samuel Huntington relativo a la crisis de la democracia. Entre sus propuestas para evitarla: Convertir los Parlamentos en órganos más técnicos y menos políticos. Personalizar el poder para estimular la identificación de los ciudadanos y reducir sus exigencias de participación. Hacer de los partidos órganos de gestión más que de discurso político; suprimir las leyes que prohíben su financiación por las grandes empresas, y sumar la financiación desde fondos públicos. Medidas, que por un camino o por otro, se han acabado imponiendo en democracias como la española.

A mediados de los setenta hay temor por las movilizaciones que se están desarrollando en diferentes lugares del planeta con un claro componente revolucionario. Pero a finales, la cosa ha cambiado. Eso afecta a la transición española, a las diferentes izquierdas existentes en el panorama internacional y lo podremos ver en la revista. Afectará también a El Viejo Topo . Es un momento en el que se juntan dos procesos de múltiples repercusiones. Primero, el llamado mundo occidental está girando a la derecha, Margaret Thatcher y Ronald Reagan son la personificación de este proceso y dos de sus grandes difusores. Se inicia una nueva época que entre sus fundamentos tendrá la desaparición del Estado de todo aquello que pueda hacer una empresa privada que obtenga beneficios y la desaparición de la sociedad, lo que existen son individuos que tienen el deber de ocuparse de sí mismos. Hubo una época en la que las reivindicaciones de mayor libertad, igualdad o capacidad de decidir, que podían surgir de las sociedades, parecían ir con los tiempos, a favor del viento. Ahora ya no. Este giro no afecta únicamente por arriba, afecta transversalmente las sociedades occidentales.

Segundo proceso: se harán presentes diferentes problemáticas que desde hacía unos años se venían planteando, especialmente las relacionadas con la supervivencia del planeta ante las crisis ecológicas y militares, también en este caso, no sólo en España. De la unión de estas dos realidades surge una doble necesidad para aquellos que no han girado con el mundo y se encuentran en los márgenes o sus alrededores: Replanteamiento de los propios idearios incorporando las nuevas problemáticas, luchas que son continuación e innovación, y búsqueda de otras maneras de hacer política. La constatación de que el parlamentarismo no es capaz de ofrecer una respuesta satisfactoria lleva a otras maneras de hacer política. La emergencia de movimientos sociales como el ecologismo o el pacifismo, vienen a mostrar los caminos que siguen aquellos movimientos de contestación que no son atendidos y buscan que exista el debate político, el espacio público. Entre 1978 y 1982 la revista nos mostrará la presencia que empieza a tener en la sociedad las posturas ecologistas, antimilitaristas y pacifistas. Es el momento del inicio de las movilizaciones antinucleares y contra la OTAN.

A través de las páginas de El Viejo Topo llegó mucho de lo hecho, dicho, discutido en el mundo. Hay que destacar la traducción de artículos publicados en revistas extranjeras y las entrevistas con filósofos, políticos o escritores del panorama internacional. Pero en la selección prima la voluntad de presentar qué se estaba haciendo y debatiendo en España.

La izquierda de la izquierda

Bajo la denominación «la izquierda de la izquierda», utilizada por la revista, se sitúan los individuos y colectivos que se encontraban a la izquierda de la línea seguida por el PCE-PSUC y PSOE. Pese a las diferencias existentes y a los encontronazos que podían tener en otros lugares, sus intervenciones parecen estar orientadas por la búsqueda de puntos de acuerdo. Hay la voluntad de construir una sociedad que permita a los ciudadanos que hasta ahora han sufrido la opresión de una dictadura y del sistema económico capitalista gestionar su propia vida. Las maneras de poner esto en práctica podrán ser diferentes pero hay unos principios compartidos. Parece que no hay modelos claros a seguir. No están de acuerdo con las democracias capitalistas de su alrededor. La Republica Federal Alemana, que se presentaba como la máxima representación del occidentalismo, se descubre como un estado represivo. Se discuten las posiciones eurocomunistas que se imponen en Francia, Italia y España. El eurocomunismo no era la respuesta, tampoco la URSS. En abril de 1977 se publica un dossier para analizar el estalinismo. Hay acuerdo entre gentes de diferentes tendencias para criticarlo por la represión ejercida, por su expansionismo y por su economicismo. Algunos hablan directamente de capitalismo de Estado.

El eurocomunismo no es la solución, tampoco la URSS y su bloque, ¿entonces? Aquí, como en Francia o Italia, habrá quien mirará hacia China. El primer número de El Viejo Topo coincide con la muerte de Mao. No se llega a preparar un número especial y se decide postergarlo para un poco más adelante. Eso sí, toda la página 2, la contraportada, está dedicada a su efigie. Sería en el número 5, del mes de febrero de 1977, cuando se incluirá una topoteca (dossier) dedicada a Mao y a la China del momento. Aquí, como en Europa, hay un debate entre aquellos que entendían que en China se estaba produciendo un intento grandioso de llevar a las masas a asumir un papel autónomo en la organización de la sociedad y los que veían una lucha entre cúpulas de poder que instrumentalizaban a las masas. Entre los críticos, se apunta algo que visto desde hoy parece muy evidente, la escasa información disponible.

No hay modelos claros a seguir, pero parece que hay acuerdo en la necesidad de ir más allá de la democracia formal pon la consideración de que las elecciones no son la democracia. En junio de 1977, ante las elecciones generales, la topoteca lleva por título «Parlamentarismo y/o revolución». Se buscan alternativas a la democracia representativa que se está imponiendo. José Maria Vidal Villa explica que su primera reacción es no participar. No se han cumplido las principales reivindicaciones para poder realizarlas: legalización de todos los partidos, amnistía total, auténtica libertad de reunión, asociación, manifestación, expresión y huelga. Además, no se ha podido poner en cuestión la forma concreta de estado. Constituye delito cuestionar la monarquía. Y en delito incurrió la revista al ilustrar la portada del mes de abril de 1977 con una bandera republicana. La policía procedió al secuestro de la revista. No sería el único problema con la censura. No se puede admitir la represión que envuelve a las elecciones pero se quiere aprovechar el proceso, en línea de lo hecho por otras fuerzas políticas europeas como la Ligue Communiste Revolutionaire o Democrazia Proletaria. No se trata de buscar la potenciación del propio partido por una vía electoralista. El objetivo sería organizar una campaña orientada a dar a conocer las luchas en curso, a hacer difusión de las reivindicaciones populares. Desde posiciones anarquistas se es más contundente, José Elizalde, plantea que votar es dimitir de la libertad individual y comunitaria.

El anarquismo había sido el protagonista de la segunda topoteca, noviembre de 1976. Santi Soler, Luis Racionero o Eduardo Subirats, con sus diferencias, planteaban luchar contra todo poder, incluso el de los que se llaman a sí mismos revolucionarios y crean estructuras rígidas que oprimen la ciudadanía. La revista es un lugar de encuentro entre personas que desde diferentes posiciones pueden compartir posicionamientos de base y el diálogo entre marxistas y anarquistas es fructífero: Antonio Gramsci, Karl Korsch, Rosa Luxemburg, Anton Pannekoek y los consejos pueden ser territorio común. Hay una crítica rotunda a la democracia formal que se está configurando y a aquellos que la hacen posible, partidos y sindicatos, traicionando las propuestas revolucionarias de las que en su momento participaron. En esta línea la autonomía obrera es la última propuesta rupturista que se desarrollará en las páginas de la revista. En el número 24, septiembre de 1978, se le dedicará un dossier. A partir de aquí crisis del marxismo y crisis de la militancia. La Ruptura ha desaparecido.

La voz de las mujeres

Hoy, al reconstruir la historia del movimiento feminista, se conmemoran, con toda justicia, las luchas por la anticoncepción, por el derecho al aborto o en contra de la penalización del adulterio. Otras luchas no están tan presentes pero eso no quiere decir que no hayan tenido lugar. Hubo mujeres que, desde organizaciones políticas de izquierda, desde asociaciones de mujeres, desde donde fue posible, intentaron luchar para construir una sociedad diferente. El feminismo se unía con otros movimientos en lucha y el socialismo fue durante bastante tiempo una condición necesaria. Alexandra Kolontai abre la presencia de las mujeres en la revista. En el número 1 su figura inaugura una sección denominada «Estampa», dedicada a presentar personajes históricos relevantes. Laura Tremosa, quien firma la semblanza, destaca de ella que fue una mujer revolucionaria y feminista capaz de no imitar los modelos e ideales de una sociedad patriarcal y competitiva. La compara en este aspecto con otra mujer fundamental para buena parte de la izquierda de la izquierda, Rosa Luxemburg. Las dos no estuvieron al servicio de la revolución, sino de las mujeres y los hombres que lucharon por una nueva sociedad.

En el número 4, enero de 1977, los grupos feministas se hacen presentes en la revista. Bajo el título de «Política y sexo. El feminismo en España» se reproduce una mesa redonda organizada por la revista en la que habían participado seis organizaciones del estado. En su conjunto, estas organizaciones se muestran preocupadas por los problemas de la mujer sin abandonar los del conjunto de la sociedad. Piensan que el socialismo no comportará la inmediata liberación para la mujer, pero es una condición necesaria. Se declaran fundamentalmente interclasistas porque se dirigen a todas las mujeres, pero la Asociación Democrática de la Mujer y el Frente de Liberación de la Mujer priorizan a la mujer proletaria. Coinciden en la necesidad de abolir la institución familiar o reformarla para conseguir unas relaciones libres e igualitarias. Entienden que los anticonceptivos deben ser legalizados y pagados por la Seguridad Social. En lo referente a la prostitución, domina la disyuntiva entre el deseo de la desaparición de esta práctica y la necesidad de escuchar las reivindicaciones de las mujeres que se dedican a ella e incluirlas en la Seguridad Social. Los grupos presentes en esta mesa comparten posición en una de las discusiones relevantes en el interior del movimiento, están a favor de la doble militancia, en asociaciones feministas y en partidos políticos. No obstante, destacan el papel que debe tener la mujer en su lucha y tienen presente la poca sensibilidad de los partidos de izquierda por sus problemas.

Lidia Falcón, representa la opción defensora de la militancia única. En el número 9, junio de 1977, aparecía una entrevista realizada por Ana María Moix. Se presenta su trayectoria en el ámbito político y el perfil bibliográfico. Desde la Organización Feminista Revolucionaria trabaja para la constitución del Partido Feminista. Entiende la mujer como una clase, una clase enfrentada al hombre. Las mujeres, a su parecer, han olvidado sus intereses de clase y han luchado por los de sus compañeros ya fueran proletarios, campesinos o burgueses. Este debate se agudiza pensando en las primeras elecciones generales de 1977. En el número 10, julio de 1977, se publica un dossier elaborado por Laura Palmés, Assumpta Soria y Amparo Tuñón que recoge las posiciones de diferentes asociaciones. Mujeres Autónomas considera que las elecciones han sido un montaje. Nunca ningún partido ha asumido una de sus reivindicaciones y poco antes de los comicios se han acercado para conseguir su voto. Defienden una lucha fuera de los partidos, fuera del sistema patriarcal y machista. Mujeres Autónomas se presenta como organización de vanguardia hecha por las mujeres al margen de los partidos, abierta a alianzas con el proletariado revolucionario. Colectivo Feminista también entiende que la lucha de las mujeres tiene que producirse fuera de los partidos y proponen la organización de colectivos de base en los puestos de trabajo y les preocupa llegar a contactar con las amas de casa que no tienen lugares de encuentro. La Organización Feminista Revolucionaria, de acuerdo con otros grupos, defiende directamente el boicot electoral al considerar que se trataba de unas elecciones antidemocráticas: no se cuestionaba qué tipo de gobierno se quería y no había amnistía para los delitos de la mujer. Vocalías de Mujeres, reconocía el oportunismo de los partidos que habían asumido reivindicaciones feministas, pero defendía votar un partido obrero pensando en un programa global. Ya sean partidarias de la doble militancia o no, sus posiciones son claras. Hay que ir más allá de lo que han hecho los partidos políticos, pero esto no implica que la lucha se centre en una cuestión de derechos, se quiere construir una nueva sociedad.

A finales de 1978 encontramos el cambio en los contenidos relacionados con el movimiento feminista. La ruptura también ha desaparecido de su horizonte, desparece de sus intervenciones. Se producen variaciones en los planteamientos del movimiento y en sus agentes. El protagonismo de los colectivos decae, las asociaciones, las vocalías ya no tienen la presencia de 1976, 77 o 78. Ahora en la revista el peso de los feminismos lo sustentan autoras, Victoria Sau, Sacramento Martí, Carmen Elejabeitia… Los debates giran alrededor de la sexualidad, la maternidad o el patriarcado. La lucha contra el patriarcado casi no deja lugar a la lucha contra el capitalismo. Sacramento Martí cuestionará que el feminismo haya identificado bien los motivos de su marginación y opresión en el artículo «Las mujeres en busca de su enemigo», en agosto de 1981.

El Viejo Topo reflejó buena parte de la riqueza del movimiento feminista existente. Se empieza con los primeros grupos de lucha en un momento de eclosión, durante los años 1975 y 76, en el marco del año Internacional de la Mujer, de las Jornadas de la Liberación de la Mujer y de Les Jornades Catalanes de la Dona. Y se acabó con los diferentes posicionamientos teóricos que convivirán a principios de los ochenta. En septiembre de 1980 se publica el Extra número 10 donde se pueden encontrar nuevos debates que están surgiendo alrededor de los conceptos femenino y masculino, y del llamado feminismo de la diferencia. Un debate emerge con fuerza después de las II Jornadas Estatales de la Mujer en Granada, diciembre de 1979.

Ecologismo y pacifismo

Pep Subirós, quien será director de la revista entre 1980 y 1982, publica en el número 31, de abril de 1979, «Del socialismo científico al realismo utópico». Reclama la vigencia y la necesidad urgente de la utopía. Entiende que los posibilismos que se ha aceptado defender no aportan nada. En un mundo, ya en 1979, donde hay suficientes alimentos y bienes de subsistencia para toda la población, incluso se han de destruir regularmente contingentes para mantener los precios, la utopía debería ser posible. Hay quien está trabajando para ello. Se fija en sectores del movimiento obrero, incluso al margen del sindicalismo establecido, y en lo que considera los dos movimientos más fecundos, con futuro y anticapitalistas, el feminismo y el ecologismo. En esta línea profundizará en el texto que escribirá como presentación del Extra número 11, dedicado a Vieja y nueva política . Subirós planteará que es en los movimientos sociales, todavía no institucionalizados, donde la situación es más rica. Entiende que podemos estar ante el lento surgimiento de una nueva izquierda, poliforme y policéntrica, en la que la formulación de los contenidos va por delante de lo organizativo. Una izquierda en la que se están uniendo los que resisten con los que llegan.

La posición representada por Subirós no será compartida por todos aquellos que están circulado en ese momento por las páginas de la revista. Jorge Mª Reverte y Ludolfo Paramio en su texto «Por otra izquierda (ni nueva ni vieja)», en el mismo extra, harán un retrato de lo ocurrido después de las elecciones que se han sucedido y una propuesta. Consideran que los resultados han sido suficientemente evidentes, todas las organizaciones políticas (OIC, MC, PTE, ORT, LCR…), que han intentado ir más allá del PSOE y el PCE, no han recibido el apoyo de los electores; posteriormente han ido perdiendo la poca presencia que podían tener. Para Reverte y Paramio, la situación es clara. Es un momento de descenso de la militancia, desencanto, y repliegue hacia la vida cotidiana, en el que las cosas tampoco son fáciles para el PSOE y el PCE. La apuesta debe ser por el reformismo positivo. Se ha de iniciar un proceso que implique a la gran mayoría de la población, es necesaria la unión del PSOE y el PCE. No se puede esperar nada de los movimientos que están surgiendo con reivindicaciones parciales: Las mujeres hablan de feminismo como alternativa aislada y constituyen movimientos que no tienen nada que envidiar a la IV Internacional por su capacidad de fraccionamiento, nacen múltiples grupos ecologistas que desaparecen como guadianas y vuelven a reaparecer de tanto en tanto armados algunos de pistolas y explosivos y algunos otros (para completar el panorama multicolor) con las doctrinas del ecologismo autoritario de Harich; los homosexuales luchan por su cuenta, decididos a no olvidar que los rojos no les querían antes ni en pintura, y los conciertos de los Ramones muestran un público que reúne mitad y mitad al más escogido lumpen y a los más escogidos leninistas o ex-leninistas. Si se avanza poco en la construcción de una alternativa socialista hay que reconocer que el país se pone divertido para los que no sufren al tiempo los dos principales fenómenos de la actualidad (la separación de las parejas y el desempleo) .

Ante una misma realidad diferentes maneras de superarla. Las posiciones de Subirós, por un lado, y Reverte-Paramio, por el otro, evidencian las diferentes sensibilidades que en un momento determinado se encontraron en la revista. Lo que representaban Paramio y Reverte no estuvo en los inicios del proyecto ni lo estaría al final. Veremos como será desde posiciones ecologistas y pacifistas, desde donde se recuperará el empuje inicial para continuar la tarea del topo, socavar todo aquello de despreciable que tiene esta sociedad.

En el ejemplar de enero del 1979 encontramos un artículo de Francisco Fernández Buey titulado «Apuntes para un debate sobre el ideario comunista». Su punto de partida es una observación repetida por diferentes científicos: hemos entrado en una nueva fase de la historia de la humanidad donde peligra la continuidad de la existencia del ser humano. Commoner, Goldsmith, Meadows, Dumont, Manshoilt o Heilbroner son algunos de los investigadores que han alertado sobre los peligros de la crisis ecológica para la supervivencia. Desde la perspectiva comunista, Fernández Buey, considera que nuestra civilización incluso antes de pudrirse por el lado social puede finalizar en una catástrofe natural, o por la combinación de los dos factores. El asumir los avisos provenientes de una parte de la comunidad científica, tiene enormes repercusiones para todos, también para el ideario comunistas y otros idearios emancipatorios. Entra en crisis la idea de progreso fundamentado en un crecimiento ilimitado de las fuerzas productivas y en la existencia de recursos materiales ilimitados. El ecologismo, que había tenido una mínima presencia desde los orígenes de la revista, empezaba a disponer de aportaciones serán más significativas.

La presencia del ecologismo estuvo estrechamente relacionada con las actuaciones en contra de la nuclearización del planeta. Se unían el ecologismo y el pacifismo. No únicamente en España. En noviembre de 1980 se publicó el texto, quizás, más representativo de la CND (Campaign for Nuclear Disarmament), «Protestar para sobrevivir». Su autor el historiador y destacado activista a favor del pacifismo y la desnuclearización E. P. Thompson. Le preocupan las repercusiones, para las sociedades, de la amenaza nuclear. Los sectores más fuertes y vigorosos se corresponden con aquellos vinculados a la producción bélica, se utilizan las tecnologías más avanzadas, desviándolas de un uso pacífico y productivo que pudiera reducir las desigualdades de este mundo. Se promueven programas expansionistas de la insegura energía nuclear mientras que la investigación en las energías seguras provenientes del sol, el viento o las olas se desprecian. En el ámbito político, la amenaza de este estado de violencia latente permanente y las crisis periódicas, llevan a la ampliación de las funciones de seguridad del estado, a la intimidación de la disidencia interna y a la imposición del secreto y del control de la información. En 1980, tres décadas de miedo mutuo y hostilidad permanente se han introducido en nuestra cultura y nuestra ideología.

Otros textos de Thompson y del movimiento que él representaba llegaron a las páginas de El Viejo Topo . Por ejemplo una entrevista con Ken Coates, director de la Fundación Russell. Sus palabras nos ayudan a ver las dificultades de la aceptación de las posiciones ecologistas. Se le pregunta por qué el movimiento a favor del desarme parece ignorar el problema de las centrales nucleares. En su respuesta reconoce que miles de personas participan en ambos movimientos, como también hace la Fundación. Pero, en la búsqueda del máximo consenso no se ha querido importunar a aquellos que aceptan las centrales atómicas. Unos cuantos meses antes, Joaquín Jordá llevaba a las páginas de la revista una entrevista con G. Montesano, de Autonomía Operaia, en Italia. Defendía que la lucha contra las centrales debía salir de lo que llamaba la trampa de la ecología. Estábamos en los orígenes de la consolidación del movimiento y en determinados sectores cuesta hablar de ecologismo, del mismo modo que cuesta hablar de pacifismo.

En España la posible entrada en la OTAN dinamiza la actividad de los grupos antinucleares. La lucha contra el ingreso de España en la OTAN, el militarismo y la energía nuclear concentran buena parte de los últimos esfuerzos de El Viejo Topo . La evidencia más clara de ello es el extra número 15. Se pretende ofrecer materiales para ayudar a entender la actual escalada armamentística en el mundo. Desde la Coordinadora Anti-OTAN de Catalunya se dedica una especial atención a la situación española con el deseo de generar una dinámica de contestación similar a la existente en Gran Bretaña, Alemania, Holanda o Italia.

1982 fue el último año de vida de la revista, la mayoría de las publicaciones que compartieron propuestas y kiosco ya habían desaparecido. Diferentes motivos llevaron a esta extinción que contribuyo a la transformación del eco-sistema: descontentos y desencantos, crisis internas, endeudamientos, desarrollo de la prensa diaria y los suplementos… El Viejo Topo puso fin a su primera época, pero volvería once años después en la misma línea, atendiendo a las propuestas emancipatorias que surgen de la sociedad.

Miradas desde el hoy

Cuando hoy se echa la vista atrás para hacer historia de lo que fue la lucha contra la dictadura y por una nueva sociedad, ya se empieza a ir más allá de las figuras de la alta política. Poco a poco, y el trabajo que queda por hacer es mucho, en esa historia empiezan a tener presencia obreros, estudiantes, sectores de la iglesia, asociaciones de vecinos, feministas, intelectuales… No obstante, a las reticencias existentes para incorporar a estos protagonistas de la historia en el relato de los hechos, hay que añadir otra práctica que debemos salvar. Cuando aparecen en el relato, si se les deja hablar, hay la costumbre de doblarlos. Es como aquel actor o actriz que tiene muy buena imagen pero mala voz. En este caso, lo que ocurre es que no acaba de interesar lo que decían. Únicamente interesa su contribución al final feliz, a la democracia realmente existente en España desde 1978. No se atiende a la diversidad de sus propuestas, de sus objetivos, que en muchas ocasiones, poco tenían que ver con la democracia representativa, la monarquía parlamentaria, y el capitalismo. La historia de la revista El Viejo Topo es, entre otras cosas, una parte de la historia de aquellas ideas, de aquel activismo, de las personas y los colectivos que las encarnaron.


Este texto procede de:

EL VIEJO TOPO. TREINTA AÑOS DESPUÉS, Antología facsímil a cargo de Jordi Mir de textos publicados entre 1976 y 1982.
Prólogo de Francisco Fernández Buey. Epílogo de Miguel Riera, 320 páginas, 35 € (2007).