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Elecciones en Ecuador y los escenarios posibles

Fuentes: Rebelión

El pasado 19 de febrero se celebraron las elecciones presidenciales y parlamentarias en Ecuador. Una vez escrutado el 99,2% de los votos Lenin Moreno gana con una amplia mayoría de 39,35%, a algo más de 11 puntos sobre el segundo contendiente, Guillermo Lasso, que obtiene 28,13% y muy alejado de la tercera, Cynthia Viteri con 16,28%. […]


El pasado 19 de febrero se celebraron las elecciones presidenciales y parlamentarias en Ecuador. Una vez escrutado el 99,2% de los votos Lenin Moreno gana con una amplia mayoría de 39,35%, a algo más de 11 puntos sobre el segundo contendiente, Guillermo Lasso, que obtiene 28,13% y muy alejado de la tercera, Cynthia Viteri con 16,28%. Moreno representa la continuación de la Revolución Ciudadana desarrollada durante la última década, mientras que los dos principales candidatos de derecha aspiran conducir a Ecuador a la senda de las políticas neoliberales. En el país habrá una segunda vuelta, pues – por tan solo 0,65% – Moreno no alcanzó el 40% de los votos necesarios para triunfar en primera vuelta, aunque sí un margen superior a 10 puntos frente al segundo conteniente. En abril tendrá que medirse Moreno con el banquero Guillermo Lasso en una contienda que empieza ahora y que enfrentará dos modelos de país contrapuestos.

Pero estas elecciones también han definido el Poder Legislativo y los 137 diputados que conforman la unicameral Asamblea Nacional, en la que Alianza País habría obtenido una mayoría en torno a los 74 diputados. El poder legislativo por tanto está ya en manos del partido de gobierno, que con la mayoría obtenida podría dictar leyes ordinarias y solo se vería forzado a negociar con otros partidos las leyes orgánicas que necesitan una mayoría cualificada de tres cuartos de la Asamblea. Una victoria en segunda vuelta de Lasso le dejaría en una importante soledad en el poder ejecutivo, con una alianza en el legislativo que apenas alcanzará alrededor de los 35 diputados. Dada la historia previa a la década de la revolución ciudadana, es probable que esta situación signifique el retorno del Ecuador a la inestabilidad política que caracterizó el sistema democrático del país andino hasta la llegada de Correa a Carondelet.

El día de las elecciones también se llevó a cabo la consulta popular en la que se prohíbe que servidores públicos puedan tener dinero en paraísos fiscales, que fue aprobada con más del 55% de los sufragios. Esta consulta afecta directamente a Lasso que tendría que deshacerse del dinero que tiene en paraísos fiscales después de que la Asamblea Nacional elabore una ley al respecto, que como hemos dicho se encuentra en manos de Alianza País.

El gobierno que finalmente resulte elegido en las urnas definirá el perfil no solo de Ecuador, sino que tendrá importantes repercusiones en toda Latinoamérica. La vuelta de la derecha después de una década de Rafael Correa en el poder afianzaría la matriz de opinión de que el ciclo de gobiernos de izquierda ha llegado a su fin. La posible derrota de las fuerzas progresistas en Ecuador significaría la primera caída de uno de los gobiernos que llevó a cabo el proceso Constituyente denominado Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano (compuesto por Venezuela, Ecuador y Bolivia) y la primera baja en el núcleo duro de los países ALBA. Junto a la vuelta de la derecha en Brasil y Argentina se podría hablar de un afianzamiento de la restauración conservadora. Sin embargo, la continuación de la Revolución Ciudadana en el binomio de Lenín Moreno y Jorge Glas dejaría sin argumentos a los agoreros del fin de ciclo y demostraría que los procesos de cambio en América Latina gozan de buena salud y son capaces de trascender las dificultades económicas y a sus líderes carismáticos. No obstante, el resultado se prevé muy cerrado y ninguno de los contendientes obtendrá una victoria holgada sobre el otro.

La victoria de Lenín Moreno significaría la continuidad y consolidación de un modelo de gestión pública centrado en beneficiar a las grandes mayorías históricamente marginadas y reducir las desigualdades sociales. Muchos son los logros alcanzados en la última década que apuntan en esta dirección, entre los que podemos mencionar los siguientes, en materia de reducción de la pobreza y la desigualdad:

Entre 2006 y 2016 aproximadamente 1,5 millones de personas dejaron de ser pobres y la pobreza extrema se redujo a la mitad (aproximadamente 900 mil personas dejaron de serlo). La pobreza multidimensional entre 2009 y 2016 se redujo de 27,2 a 16,9. Esta reducción se ha conseguido mediante políticas públicas que garantizan el derecho al trabajo, educación, seguridad social, acceso a agua, vivienda digna, etc.

Entre 2006 y 2016, la diferencia entre el ingreso del 10% de la población más rico y del 10% más pobre descendió de 36,4 veces a 24,3. En los dos últimos años de crisis económica el decil más rico ha sido el único que ha disminuido su porcentaje de ingresos. Entre 2007 y 2014, Ecuador redujo la desigualdad, atendiendo al índice de Gini en 8 puntos, mientras que en el conjunto de América Latina únicamente se redujo 3 puntos.

No hay duda que Moreno seguirá el camino marcado por la Revolución Ciudadana, aunque la impronta que dé a su presidencia de ser electo es probable que sea distinta del gobierno de Correa. Con un discurso menos confrontacional y menos definido en lo político, y dado el contexto de dificultades económicas, es posible que los avances sean más tímidos que hasta ahora y el pragmatismo pudiera permear su gestión con mayores concesiones al gran capital. Sin embargo, sus políticas públicas estarán centradas en los de abajo y en seguir combatiendo la desigualdad.

Al otro lado, los dos candidatos principales de la oposición, ambos de derecha, plantean un viraje radical del modelo seguido en la última década, y de acuerdo a sus planteamientos de campaña, parece que vinieran con hambre atrasada dadas sus ansias por destruir lo conseguido.

El principal candidato de la oposición es Guillermo Lasso, banquero de profesión, uno de los responsables de la debacle económica conocida como «feriado bancario», así como de la dolarización de finales de los años 90 en Ecuador, cuando fue superministro de Economía y Energía. Entre la coalición que le apoya se encuentra el alcalde de Quito, Mauricio Rodas. En tercer lugar, se posiciona Cynthia Viteri, delfina de Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil y el mayor contendiente de Rafael Correa en la última década. Ambos contendientes trataron de crear una gran coalición para enfrentarse a Lenín Moreno, pero las disputas internas al no llegar a un acuerdo sobre quién sería el candidato a la presidencia hizo imposible el acuerdo y fragmentó a la oposición en varios partidos.

Aunque durante la campaña los dos principales candidatos de oposición se han presentado como dos opciones diferenciadas y han buscado distintos ángulos mentales competitivos de los electores para obtener el segundo lugar y llegar a una segunda vuelta, ambos coinciden en lo estructural y el planteamiento de sus políticas neoliberales. La campaña se ha caracterizado no por plantear medidas propositivas, sino destructivas, empezando por acabar con la Constitución de 2008, una de las más avanzadas del mundo, para volver al status quo anterior a la misma. En lo económico tanto Lasso como Viteri propugnan un modelo que reduzca la carga tributaria, beneficiando a las élites, y una disminución de la intervención del Estado y del gasto social. Al mismo tiempo aseguran el mantenimiento de las políticas sociales de la última década, lo que claramente es insostenible si la capacidad de recaudación va a ser drásticamente disminuida y los precios de las commodities siguen siendo bajos.

En el plano internacional propugnan volver la espalda a los procesos de integración desarrollados en la región en los últimos años e incluso abandonar la UNASUR, organismo cuya sede está en Ecuador y al que pertenecen todos los Estados de Sudamérica, incluyendo Argentina y Brasil, que, pese al giro a la derecha de sus gobiernos, no se atrevieron a tomar tan drástica decisión. Para Lasso y Viteri sus alianzas internacionales se orientan hacia los países de la cuenca del Pacífico que exhiben un perfil más liberal. Los tratados de libre comercio también marcan las agendas políticas de estos candidatos de la derecha y en sus programas políticos aspiran a firmar este tipo de acuerdos con EEUU, aunque el tren de la desregulación comercial se detuvo cuando asumió la presidencia Donald Trump, lo que no pudieron avizorar a tiempo y se les cayó un eje de su política comercial.

Pese a los avances de Ecuador en estos años, Lenin Moreno no ha podido ganar en primera vuelta, y, en comparación con las elecciones presidenciales de 2013 en las que Rafael Correa obtuvo 57% de los votos en primera vuelta, el candidato de la Revolución Ciudadana ha perdido 18 puntos. Por si fuera poco, Lasso ha ganado en algunas provincias del país, en 5 de las 6 del Oriente, las amazónicas y en 4 de las 9 provincias de la Sierra, dividiendo geográficamente en dos, mientras que Moreno ganó en 13 provincias, todas las de la costa (menos las islas Galápagos). La victoria de Lasso se concentra en las provincias menos pobladas y más deprimidas del país y con un importante componente poblacional indígena. Habría que plantearse cuáles han sido los errores en el desarrollo de políticas públicas y los niveles de confrontación entre las organizaciones indígenas tanto en la Amazonía, donde ha habido conflictos con las empresas extractivas mineras, como en la Sierra, donde el partido indigenista Pachakutik tiene peso y ha expresado su rechazo al gobierno. En el otro extremo se encuentra el apoyo a Moreno en las provincias más pobladas de la Sierra y la Costa, especialmente en las provincias golpeadas por el terremoto de abril de 2016, como Manabí, donde el respaldo superó el 53%.

A pesar de esta importante victoria, las posturas contrarias a la Revolución Ciudadana capitalizaron algo más del 60% de los votos válidos. El gobierno ha perdido popularidad en los últimos años en medio de dificultades económicas marcadas por un descenso del precio de las commodities y la apreciación del dólar respecto a las monedas de los países vecinos. El gobierno de Rafael Correa también acusó un cierto desgaste en confrontaciones con ciertos grupos que ejercieron su influencia a modo de corporación sobre el Estado para la preservación de privilegios y que han entrado en una clara pugna con el gobierno en el último periodo como la policía y militares en torno al estatus especial de sus beneficios en materia seguridad social. Por último se puede mencionar una mala política comunicacional que provocó que no se comprendieran reivindicaciones históricas, como la ley de herencia y de plusvalía, orientadas a imponer una mayor carga impositiva a las mayores fortunas de Ecuador y que provocaron protestas incluso entre capas sociales humildes, viéndose el gobierno a retirar y matizar los proyectos legales.

Mucho está en juego en Ecuador y América Latina en estas elecciones. La continuidad de un modelo cuyos logros a nivel social han sido espectaculares está riesgo, entre muchas razones porque no ha logrado cambiar el sujeto político y, en consecuencia, la ciudadanía todavía se plantea con fuerza volver a los modelos de la década perdida. En el caso de que la Revolución Ciudadana logre aguantar tras esta nueva lid electoral son muchos los retos que se le presentan si quiere perdurar.

Fernando Casado, docente investigador en el Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.