En la edición de Expansión del pasado 15 de junio, la portada, el Editorial y 3 o 4 páginas más estaban dedicados a la renta básica de ciudadanía (RB), con motivo de la presentación, por parte de ERC e IC, de una proposición de ley en la que se pide su instauración para todos los […]
En la edición de Expansión del pasado 15 de junio, la portada, el Editorial y 3 o 4 páginas más estaban dedicados a la renta básica de ciudadanía (RB), con motivo de la presentación, por parte de ERC e IC, de una proposición de ley en la que se pide su instauración para todos los habitantes del Reino de España. La mayor parte de artículos trataban de mostrar los males que como plagas bíblicas nos caerían encima, si la RB llegara a implantarse. El señor Calzada, que tiene al menos la valentía de descubrirse como un extremista político empeñado en destruir lo que queda del Estado bienestar europeo, parece tan asustado ante el posible progreso democrático parlamentario de la RB, que ni siquiera utiliza el condicional, sino el futuro: «dará» -no `daría´-«rienda suelta al odio y a la envidia», etc. En futuro o en condicional, lo cierto es que los autores no se privan de lindas descalificaciones in angustiis contra la RB: «irracionalidad», «alimento de la indolencia», «shock en las estructuras básicas del país», quiebra de «la cultura del esfuerzo y la superación personal», «perversión de cualquier idea de justicia», «errores capitales», «nueva fe» religiosa, «propuesta liberticida». Ocioso es decir que los autores se cuidan mucho de mencionar que entre los «fieles de la iglesia de la RB» hay que contar a más de un premio Nobel de economía.
Algunos de los articulistas ya habían escrito con anterioridad contra la RB. El señor Linde, por ejemplo, auguraba displicentemente no hace mucho, con la lucidez y la ecuanimidad que, en este asunto al menos, le caracterizan: «Ningún partido político… ha planteado la puesta en marcha de tal subsidio, ni siquiera como objetivo a largo plazo» (Revista de libros, núm. 50). Pues bien, ha llegado el momento en que no uno, sino los tres partidos políticos que conforman la actual mayoría parlamentaria en las Cortes y en el Parlament de Cataluña, han empezado a plantearse en serio el estudio previo a la implantación por vía legislativa de la RB. ¡Indes irae, señor Linde!
El recurso al insulto -no siempre castizo-, la apelación a los miedos, a las medias verdades, a las suposiciones que se convierten en «evidencias»; la atribución, en fin, al oponente de intenciones ocultas, todo eso son viejos y no muy inteligentes ardides que pueden dar sus frutos si lo que se pretende es ocultar las razones del que discrepa de las propias. Pero no sirven para mostrar las deficiencias argumentales del oponente. Quizás sí -pero sólo- para convencer a los convencidos que ya han tomado partido, antes de entender nada, contra la RB.
Todas las objeciones que en las páginas de la edición de este periódico del 15 de junio se esgrimieron contra la RB ya fueron dichas hace más de dos décadas, cuando se empezó a debatir académicamente la propuesta. Una visita a la web de la Basic Income Earth Network (http://www.etes.ucl.ac.be/BIEN/Index.html) o de la Red Renta Básica (www.redrentabasica.org) aportará centenares de documentos de los más diversos autores (algunos, no necesariamente entusiastas de la RB), que seguramente serán de utilidad para quienes de verdad estén interesados en una discusión académicamente seria, sin parti pris gacetillero. Podrá comprobarse que, por ejemplo -mero ejemplo- las vulgares objeciones de que la RB «mantendría -¡o mantendrá!- a vagos», de que «nadie trabajará», o de que «se destruye la reciprocidad», han sido abordadas y -al menos, versiones más refinadas de la misma- minuciosamente discutidas a lo largo de estos 20 años.
La objeción de que «la gente no trabajaría con una RB» parece tener una cualidad especial: se lanza y parece evidente por sí misma. Es un error, y no por obvio, menos grave. En nuestras sociedades, sabemos que se realizan muchas horas extraordinarias que, por definición, son añadidas a la jornada laboral; sabemos también que algunos de los grandes bancos y compañías ofrecen, digámoslo así, prejubilaciones anticipadas a personas con poco más de 50 años y en perfecto estado físico y psíquico. Y sabemos también que muchas de estas personas, con algunas limitaciones que impone la ley, realizan otros trabajos al cabo de poco tiempo de prejubilarse. Es decir, hay horas extraordinarias realizadas por personas que ya tienen un salario, y hay personas que realizan algún trabajo inmediatamente después de prejubilarse (en todos los casos, con unas cantidades muy superiores a las distintas propuestas que se han realizado de RB). Y resulta que con una RB «nadie trabajaría». Curiosa forma de entender las cosas. ¿No suena más a prejuicio que a razonamiento? Además, algunos estudios presentados en el último congreso de la BIEN sobre seguimientos a lo largo de más de un año que se han realizado en algunos países de la UE de personas que habían recibido un premio-salario de por vida (de una cantidad mucho más generosa que una RB de las que se proponen en los estudios que cito más abajo) han mostrado que pocas cambiaban de trabajo y que las que lo habían hecho era para encontrar otro de mayor adecuación a sus gustos o capacidades. ¿Con una RB la gente dejaría de trabajar? Suena a prejuicio.
Financiar una RB es posible sin que la Tierra se salga de su órbita. Hace pocas semanas se presentaron dos estudios de financiación de la RB realizados por miembros de la Red Renta Básica. Son estudios distintos porque algo que dentro de la BIEN se tiene por especialmente valioso es la pluralidad de perspectivas y de lo que se trata es de estudiar, debatir y, cuando sea preciso, rectificar. Uno es de R. Pinilla (La Renta Básica de ciudadanía. Icaria, 2004). El otro estudio es de distintos autores (J. Arcarons, À. Boso, J. A. Noguera y yo mismo: Una proposta viable per a Catalunya. Mediterrànea, 2005) donde a partir de una reforma del IRPF, y solamente de este impuesto, se podría financiar una RB de 5.400 euros anuales para los adultos y de 2.700 para los menores (en Cataluña porque la muestra de 210.000 declaraciones pertenecía a este territorio, pero el estudio es generalizable cambiando la base de datos al conjunto del Reino de España). Pueden leerse algunas presentaciones de ambos estudios en www.redrentabasica.org. ¿Pretenden ser unos estudios definitivos? No, por supuesto, pero sirven para mostrar que contra el prejuicio lo mejor es un baño de minuciosidad, empírica y analítica. Como ha dejado escrito el filósofo Daniel Dennett «la ciencia no es sólo una cuestión de cometer errores, sino de cometerlos en público». La RB tiene dos partes conceptualmente distintas: una científica y otra política. Esta segunda es una opción social y yo tengo la mía, como otras personas tienen las suyas. Pero la primera parte, la científica, exige que una propuesta como la RB no se liquide con cuatro argumentos de tercera división, ni menos que se editorialice con ellos. La RB tiene defensores excelentes, mediocres y malos, como entre sus críticos también podemos encontrar grupos similares. Al menos técnicamente, sería deseable atender solamente a los buenos argumentos. Después, en política, cada cual opta por su grupo de preferencia, que finalmente siempre son dos: ricos o pobres.
Adminsitración de la Red Renta Básica