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Declaración de principios

En defensa del conocimiento y la cultura para todos

Fuentes: Rebelión

En el mundo de hoy, signado por la fiebre del consumo y el dinero, se encuentra seriamente amenazada la espiritualidad del ser humano, su creatividad , el conocimiento acumulado a lo largo de miles de años, el rico mosaico de culturas que como huella, ha conformado la especie. Algo de tanta importancia no debería escapar […]

En el mundo de hoy, signado por la fiebre del consumo y el dinero, se encuentra seriamente amenazada la espiritualidad del ser humano, su creatividad , el conocimiento acumulado a lo largo de miles de años, el rico mosaico de culturas que como huella, ha conformado la especie.
Algo de tanta importancia no debería escapar de la protección de las leyes. Pero los intereses económicos de las transnacionales lo han tergiversado todo. Lo que debió y dice servir de protección a la creación, ha devenido protección a la inversión, impidiendo incluso el ejercicio efectivo de los derechos más elementales del hombre, tales como el derecho a la vida, al conocimiento, a su identidad, su derecho a participar activamente de la vida espiritual de la sociedad.

En la actualidad el régimen de derecho de autor vigente no satisface las necesidades de la sociedad, ni está acorde con las posibilidades que el desarrollo tecnológico pone en sus manos. Este sistema se ha convertido en legitimador del sometimiento de la cultura a las leyes del mercado, favoreciendo con ello la dominación económica y cultural de los pueblos.

El derecho de autor como derecho humano debe llevar implícito el equilibrio entre el derecho del autor sobre su obra y el derecho de la sociedad a tener acceso a ella. Este equilibrio ha sido roto, no a favor de los autores ni de la sociedad, sino a favor de quienes ejercen los derechos a nombre de los autores, o sea, de los cada vez más grandes monopolios de la industria editorial y del entretenimiento. El ejercicio de los monopolios exclusivos que otorga la legislación de propiedad intelectual entra frecuentemente en contradicción con el ejercicio de otros derechos humanos tan importantes como el derecho a la salud, a la vida y a la educación, y son éstos los que salen perdiendo.

Tras una aparente defensa de los derechos de los autores, los intereses empresariales suman a creadores, gobiernos y a la sociedad en general al reforzamiento de las legislaciones de propiedad intelectual y a su homogeneización internacional, tomando como referente las propuestas de los países más desarrollados, con el apoyo de organismos internacionales que han respondido a estos intereses. De este modo, la cultura, el intercambio de conocimientos y el desarrollo se ven severamente dañados.

La inclusión de normas de propiedad intelectual en los acuerdos de la OMC y en los tratados de libre comercio, constituye la última vuelta de la soga, amenazando seriamente la soberanía y la diversidad cultural de los pueblos. Al obligar a los Estados a adoptar estándares de protección muy elevados y no contar estos con posibilidades de ejercer políticas culturales de protección efectivas, se garantiza un comercio de productos y servicios culturales desigual y se ahoga el desarrollo de las expresiones culturales nacionales.

Por otra parte, el estudio de los procesos creativos en todo el mundo demuestra la falta de universalidad de muchos de los conceptos e instituciones creadas por el derecho de autor para la protección de la creación, al no reconocer, entre otros aspectos, las formas colectivas de creación y apropiación de los pueblos originarios, o la necesidad de otras formas de regulación diferentes a los monopolios exclusivos de explotación sobre los resultados creativos. El sistema vigente, al ser aplicado a realidades y momentos tan diferentes. sólo ha hecho posible, e incluso motivado, los usos ilegítimos y el saqueo del patrimonio colectivo.

La creación no se protege impidiendo su difusión. Normas más rígidas no traerán como resultado mayor creatividad La tecnología pone al servicio del hombre cada vez mas medios para ello, y las normas legales se empeñan en prohibirlo. Deben cambiar los modelos utilizados, de manera que autor y sociedad sean mutuamente favorecidos y las industrias ocupen su papel de vehículo, permitiendo el diálogo, el conocimiento de unos y otros. Para proteger la creación hay que garantizar sus espacios, estimularla, incentivarla, tenga o no éxito comercial su resultado, sólo en virtud de su condición de expresión de la espiritualidad de los hombres y mujeres, de todos y cada uno de ellos en su infinita diversidad.
En los diferentes foros internacionales comienzan a hacerse evidente las contradicciones señaladas y se delinean posiciones contrarias. Ha surgido un considerable número de iniciativas que tienen como objetivo el uso de modelos legales más permisivos, que fomentan la solidaridad y la cooperación en lugar de prohibirla. Principios como el Copyleft, las iniciativas Creative Commons, han abierto un camino al que se unen asociaciones de profesionales, intelectuales, creadores que comienzan a transformar poco a poco el escenario internacional.

Nuestros países del Sur presentan una problemática más compleja que la que pueda motivar el nuevo entorno tecnológico. Éste sólo la hace más evidente. No hay estímulo a la creatividad sin alfabetización, sin desarrollo educacional, sin salud, sin la satisfacción de las necesidades más perentorias. Por otra parte, nada de esto es posible bajo el neoliberalismo, que ata de brazos a los Estados cada vez más debilitados, sin políticas públicas, especialmente en el campo de la cultura.

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual no ha ocupado el lugar que le corresponde, pues debería establecer como prioridades –más que el fortalecimiento del sistema vigente, propugnado por los países desarrollados y las grandes empresas, y la capacitación de los órganos administrativos y judiciales de los Estados para que garanticen la observancia de éstos–, la solución de los problemas del desarrollo, al tiempo que debería destinar recursos al financiamiento de proyectos que favorezcan la creación de una riqueza intelectual común, pensada en función de las necesidades mas perentorias de la humanidad.

Teniendo en cuenta estos principios, el Capítulo Cubano de la Red de Redes en Defensa de la Humanidad y el Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual de la República Bolivariana de Venezuela, hemos decidido proponer la construcción de la Red En Defensa de la Cultura y el Conocimiento para Todos, la cual tendrá los siguientes:

Objetivos estratégicos:
1. Conformar, en lo teórico, un pensamiento antihegemónico integrador en materia de derechos culturales e intelectuales.

2. Articular la resistencia a través de la conexión de personas, instituciones, medios de difusión, organizaciones y redes, sensibles a estas problemáticas y que permitan desarrollar la capacidad movilizativa necesaria para dar respuesta inmediata, por todas las vías posibles, a las maniobras del poder hegemónico, tanto en lo nacional como en lo internacional.

3. Articular la vigilancia sistemática en los diferentes foros internacionales (OMPI, UNESCO, OMC, Cumbre de la Sociedad de la Información y otros) en que se discutan los temas relacionados con los derechos culturales e intelectuales, a fin de promover posiciones y acciones comunes en defensa de los intereses de nuestros pueblos. A tales efectos, constituirnos en Observatorio Mundial.

4. Apoyar las alternativas en marcha en el ámbito de la cultura libre.

5. Aportar a la Alternativa Bolivariana para las Américas, o a otras experiencias integradoras similares que pudieran surgir entre nuestros países del Sur, propuestas o proyectos viables que tengan como objetivo principal el fomento de relaciones culturales y flujos de conocimientos entre nuestros países, que estimulen la creatividad de la sociedad como vía para el enriquecimiento del patrimonio cultural, educativo y espiritual de los pueblos, a la vez que favorezcan el acceso de todos a los resultados que se alcancen.

Para lograr estos objetivos estratégicos nos proponemos los siguientes:

Objetivos específicos:

1. Recopilar y difundir materiales de denuncia de las consecuencias que para la sociedad, y en particular para la educación, la ciencia y la cultura, ha traído el régimen de propiedad intelectual vigente,

2. Recopilar y difundir artículos y estudios críticos que pongan en evidencia cómo se ha ido conformando el sistema actual y los mecanismos, algunos muy sutiles, utilizados por las transnacionales y los países desarrollados para imponer en los distintos foros la protección que necesitan sus intereses inversionistas, y que ayuden a esclarecer a creadores y otros actores involucrados.

3. Recopilar y difundir las alternativas surgidas, tales como los principios del Copyleft, el conocimiento libre, software libre, arte libre, bibliotecas de contenidos libres, entre otras.

4. Recopilar y difundir el contenido de las discusiones y las posiciones adoptadas por las transnacionales y países del Norte, y por los defensores de los intereses sociales en los diferentes foros, entiéndase la Cumbre de la Sociedad de la Información, las discusiones en la UNESCO, los reclamos realizados a la OMPI acerca del programa para el desarrollo, las exigencias relativas a la protección de los conocimientos y expresiones culturales tradicionales, así como el desarrollo de encuentros alternativos en materia de propiedad intelectual, creación de redes, observatorios, etc.

5. Promover la elaboración de artículos, ensayos, u otro tipo de investigaciones u obras que coadyuven a la conformación del pensamiento antihegemónico en materia de derechos culturales e intelectuales, así como la celebración de encuentros, talleres, foros de debate, publicaciones y acciones docentes que los divulguen.

6. Trabajar en la conformación de propuestas viables y efectivas que permitan la aplicación paulatina de experiencias alternativas de difusión cultural y del conocimiento para los nuevos modelos de integración.

Teniendo en cuenta las diferentes áreas en las que las normas vigentes de propiedad intelectual han generado contradicciones para la creación, la difusión y para la vida cultural en general, y a fin de aportar a la conformación de un pensamiento integrador en defensa de la cultura y el conocimiento, la red se propone interconectar a personas, instituciones, organizaciones y otras redes, que, desde puntos de vista y áreas temáticas diferentes, aportan elementos a este debate, entre los que se encuentran:

• Los defensores de la diversidad cultural: Los que abogan por la salvaguarda de las expresiones culturales de los pueblos originarios, los defensores de culturas y formas expresivas en peligro real de ser absorbidas por la cultura hegemónica, los defensores del llamado patrimonio cultural inmaterial, de formas de creación y apropiación culturales colectivas como los conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas y la problemática de los afrodescendientes, entre otros.

• Los que cuestionan el sistema vigente a partir del desarrollo tecnológico actual, personas o grupos que consideran que el sistema se pone en crisis a partir de que la tecnología ha hecho variar las reglas del juego, ya que brinda posibilidades tanto para la creación como para la difusión, que no pueden ni deben ser reguladas de la forma tradicional. De ahí surge el principio del copyleft y el software libre, luego el arte libre, música libre, las licencias Creative Commons y otras variantes.

• Los artistas que presencian o sustentan un cambio en las formas de crear, influido por las nuevas tecnologías pero no sólo relacionado con ellas. El nacimiento de la llamada estética de la postproducción, la presencia cada vez mayor de la apropiación, la crisis del concepto de originalidad, la literatura hipermedial, la interactividad de las artes visuales en general, los retos del arte digital donde herramientas y obras preexistentes se mezclan en las nuevas creaciones, y para quienes la rigidez de las normas actuales se está convirtiendo en un freno a su creatividad.

• La posición de promotores culturales, profesores, bibliotecarios y otros actores que claman por un mayor acceso a la información y al conocimiento en defensa de los intereses sociales, y que ven cómo las inmensas potencialidades del desarrollo tecnológico no pueden ser aprovechadas para favorecer la educación y la difusión de la cultura a escala social.

• Los reclamos de activistas sociales e investigadores que desde la ética abordan el tema de la apropiación del conocimiento científico y el resultado de las investigaciones, criticando aspectos tales como el secretismo, la competitividad, y cuestionan que las demandas del mercado se impongan a las verdaderas necesidades de la sociedad.

• Las posiciones de intelectuales y artistas que se oponen a la globalización cultural, a la imposición de una pseudocultura enlatada como resultado de someter la cultura a las normas del mercado, al tiempo que es utilizada como medio de dominación.

• Los estudiosos del derecho que claman por un Derecho de la cultura balanceado, y en el que el derecho de autor sea reconocido dentro de los derechos culturales en sus dos vertientes: como derecho otorgado al creador y como derecho de acceso de la sociedad a los resultados creativos, tal y como aparece establecido en los instrumentos jurídicos internacionales.

• Los economistas, líderes sociales y otros actores que analizan las implicaciones de los tratados de libre comercio para los países subdesarrollados, específicamente los apartados de propiedad intelectual dirigidos impúdicamente a proteger las inversiones de las transnacionales del entretenimiento, así como las consecuencias para las culturas de nuestros pueblos del intercambio desigual de productos y servicios culturales que se genera como consecuencia de estos tratados.

• Los artistas, creadores y productores independientes que, desde modelos alternativos, cuestionan las cadenas tradicionales de producción y distribución de las transnacionales, y buscan nuevas formas de intercambio y difusión que cuenten con alternativas jurídicas.

• Cualquier otra organización, institución o persona que se oponga al pensamiento hegemónico y que sea sensible a las limitaciones que las transnacionales y el poder del dinero imponen a la creatividad, la cultura, el conocimiento y a los derechos culturales de los pueblos.

Si construir una red precisa de un trabajo paciente, estructurar un pensamiento nuevo acerca de las urgencias que nos convocan nos involucra a todos, más aún cuando se trata de avanzar por un sendero en el que sólo vislumbramos unas pocas luces. No obstante nos impulsa el convencimiento de que el otro camino sólo conduce a perpetuar la exclusión y la desigualdad que segrega y esquilma a los pueblos.

Recordemos entonces a Simón Rodríguez en esta frase, tantas veces citada por el Presidente Hugo Chávez: «Inventamos o erramos.» Ya por el camino del error hemos retrocedido bastante los pueblos del Sur, al asumir como válido lo que hay de excluyente y reaccionario en el pensamiento de Norte, o al intentar, e incluso justificar un supuesto pensamiento propio a partir de sus mismas estructuras. Se trata de crear un pensamiento nuevo, cuestionador, rebelde, que no esté atado a instituciones que esencialmente no se corresponden con la ética humanista; un pensamiento que tenga sus raíces en la sociedad de hoy y que se valide en la práctica de nuestras realidades cotidianas.

Al presentarles este documento, sus promotores hacemos un llamamiento a la incorporación a esta Red de todas las personas, instituciones, organizaciones y movimientos que compartan la Declaración de principios y los Objetivos en él expresados. De estar de acuerdo, los invitamos a difundir este proyecto por todas las vías posibles. Las adhesiones pueden remitirse a: [email protected].

Caracas, 18 de noviembre de 2005.