El albañil es una de las mas nítidas imágenes que vienen a la mente cuando se piensa en un obrero; y cuando se habla de un albañil se sabe que se esta refiriendo a un obrero. Este, al igual que todos, en los demás oficios, obran. Pero el albañil tiene una característica particular que lo […]
El albañil es una de las mas nítidas imágenes que vienen a la mente cuando se piensa en un obrero; y cuando se habla de un albañil se sabe que se esta refiriendo a un obrero. Este, al igual que todos, en los demás oficios, obran. Pero el albañil tiene una característica particular que lo diferencia, porque es inseparable de la idea de la casa. Y la casa es para cobijar, dar calor, amor, multiplicar, crecer, descansar.
El origen de la palabra es árabe y significa: constructor, y su raíz es edificar.
¿Hay acaso una mas bella idea, un mejor deseo para este año nuevo que el de construir y edificar vida?
¿No es lo mínimo que todo ser humano anhela tener y disfrutar para sí y para los demás?
¿No es su opuesto el que aflige y angustia?
Si existe la muerte es por naturaleza o por los demoledores de la vida, que son muchos y que con sus causas-consecuencias diversas a cuestas enlodazan la existencia en armonía.
¿Que hacemos frente al comienzo de una nueva etapa calendario en la historia?
Deseamos: felicidad y vida.
Hagámosla.
Es mucho mas hermoso que desearla solamente.
Hagámosla como los albañiles que van levantando las paredes de un lugar que albergara los latidos de sus moradores.
Pero antes de «pedrear» los sostenes de un techo hay que hacer las bases. Para hacer las bases hay que cavar, rellenar, apisonar y presionar firmemente para que resistan el paso y el peso de los años y de sus habitantes.
Muchas veces, también el albañil debe tomar en su manos la maza para derribar las viejas construcciones que no pueden soportar las nuevas partes que nacerán. ¡Y sí!, hay que derribar y construir todo nuevo cuando ya las estructuras no sirven. ¿Sirve el sólo echo de picar, arreglar y revocar, ya sea fino, ya sea grueso, para cambiar la cáscara y cubrirla con una mano de pintura nueva?. Esa tarea superficial de cambiarle la cara a las estructuras, solo sirve por un lapso , porque luego estrepitosamente se desploman cuando los tiempos nuevos traen cuerpos nuevos con fuerza que brota y busca espacios para expandir humanidad.
Se divisa un horizonte que alberga esperanza.
¿Y como no recordar a los albañiles de este año que concluye?
A los anónimos, a esos que en el silencio cotidiano levantan una bandera de dignidad, de paz, de amor, de latires incesantes, lentos y agitados.
A los albañiles padres y familiares de Cromañón, donde ciento noventa y cuatro chicos argentinos sintieron caer sobre su halito de vida las viejas construcciones de la desidia, de la importancia cero por las personas y el interés ciento por ciento por las ganancias que dan la búsqueda de un momento de diversión. A esos padres, familiares y sobrevivientes que quieren construir, en la memoria de los suyos, que también son nuestros; una sociedad justa con culpables en prisión y para que no se repita.
A los albañiles iraquíes que tienen que echar, como pueden, a los destructores extranjeros que se han empecinado en convertir sus ciudades en llanuras de arena, sin dejar nada vivo en pie. Porque les importa lo de abajo…de la arena.
Esos iraquíes, que ya son muchos albañiles, para vivir en paz deberán seguir demoliendo a los demoledores de la vida y constructores de la muerte que los invadieron.
A los albañiles de Nueva Orleáns que el agua y los vientos de la administración de EEUU, que no administra para negros y pobres, se los llevo en un abrir y cerrar de ojos. Y a los que quedaron para reconstruir algo de vida.
A los albañiles, extranjeros para Europa, que se cansaron de construir para otros como esclavos, de vivir como parias sin pan, y que debieron «encender» una luz (varias) para que los vieran.
A los albañiles venezolanos que mezclando educación, salud, alimento e ideas han comenzado a construir otro tipo de vivienda en una sociedad que se debate día a día ante los vientos que soplan del Norte.
A los albañiles cubanos que continúan, gracias a los cimientos de más de cuarenta y cinco años, levantando nuevas obras de humanidad y ofreciéndose para colaborar en toda tarea en el rincón del mundo que los necesite.
A los albañiles bolivianos que levantaron sus cabezas pero luego de mirarse dentro, hacia sus orígenes, y así, de pie, juntos y erguidos han comenzado a planificar una nueva edificación para todos y no para algunos pocos como hasta hoy.
Albañiles argentinos, peruanos, chilenos, uruguayos, brasileños, paraguayos, colombianos, mexicanos y de otros lares del mundo, palestinos, africanos etc.; en busca del armazón de la conciencia de comprender que es ineludible la tarea de construir una nueva sociedad, porque sobran pruebas de los derrumbes que todo lo sepulta en ésta, que hoy tenemos.
Por eso, porque sabemos que es posible juntos ,
ladrillo a ladrillo,
en este 2006 seamos :
albañiles de la vida,
la humanidad lo necesita, nosotros somos la humanidad.
Nuestra América Editorial