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En el fallecimiento de José María Delgado, un luchador, un hombre bueno, un amigo

Fuentes: Carnet de paro

Conocí a José María en los tiempos en que un puñado de gente entusiasta, convencidos de que había que dar a la dictadura de los mercados una respuesta más contundente de la que ofrecían los partidos de la izquierda establecida, tratábamos de organizar en distintos puntos del territorio español secciones locales que suscribieran los principios […]

Conocí a José María en los tiempos en que un puñado de gente entusiasta, convencidos de que había que dar a la dictadura de los mercados una respuesta más contundente de la que ofrecían los partidos de la izquierda establecida, tratábamos de organizar en distintos puntos del territorio español secciones locales que suscribieran los principios de la plataforma ATTAC. Creada en Francia un par de años antes con exitoso resultado. Con su tenacidad militante, José María consiguió que se creara la sección de ATTAC Sevilla.

Este movimiento era, y sigue siendo, un valioso elemento desde el que elaborar alternativas que ayuden a abrir los ojos a la gente que todavía sigue pensando que el Sistema, es decir, el capitalismo, sólo sufre una avería temporal. Ese es un primer paso, pero no suficiente. La lucha de clases no sólo no ha terminado, sino que ahora mismo, como ladinamente ha reconocido uno de sus representantes, «la estamos ganando nosotros». Es decir, los detentadores del capital financiero, mucho más temible, si cabe, que el capital industrial.

Eso no hacía falta que se lo explicaran a Jose María, obrero del metal, un curtido luchador durante la dictadura franquista, que sabía perfectamente que la lucha no había acabado con el espejismo de la Transición. Me asombraba su portentosa capacidad de lectura con la que era capaz de meterse entre pecho y espalda voluminosos tomos de pensamiento político. En su gran cabeza cabía toda la historia del movimiento obrero, pero él no era un teórico, sino un activista, un militante, que dedicaba todas sus energías a impedir que la dinámica de lucha entrase en vía muerta. Hablo de lucha no de manera retórica, sino de lucha por los derechos sociales, que se articulan de forma concreta en salarios, condiciones laborales, pensiones, sanidad y educación públicas. Es decir, todo eso que la parte temporalmente vencedora está destruyendo, aquí y ahora, con tanta saña como cinismo.

Hablo de lucha por las libertades auténticas, que no tienen nada que ver con los hipócritas estereotipos que predica el discurso neoliberal. Libertad de despido es el corolario que mejor resume ese discurso. Para la gente que no posee otra cosa que su fuerza o capacidad de trabajo, como dijo un barbudo activista alemán al final del Libro III de su más famosa obra: «el Reino de la Libertad se encuentra más allá del Reino de la Necesidad».

La historia demuestra que sin lucha no se sale de la necesidad. Por eso José María era un luchador nato. No diré un espartaquista para no quedarme en el simplismo de las etiquetas. Ahora bien, toda regla tiene su excepción y él, un iconoclasta, declaraba tener como patrona a la Santa Rosa Luxemburgo.

Este hombre íntegro, bueno «en el buen sentido de la palabra bueno» me honró con su amistad. Cuantas veces fui a Sevilla, me abrió las puertas de su casa y medió para que se me abrieran las de la Real Fábrica de Tabacos, permitiendo que un libro de mi autoría fuera presentado en el salón de grados de la Facultad de Derecho.

En los últimos tiempos, hablaba con estoicismo del mal que corroía su recio corpachón. En otoño llegó a proponernos a Pepe Arrastia y a mí escribir un artículo sobre esos otros males que se ciernen sobre la sociedad española. Pero el tratamiento médico apremiaba y hubo de aplazar la la idea para mejor ocasión. Hace un par de semanas le envié un correo-e felicitándole el Año y deseándole, sobre todo, salud a chorros. Pero la realidad es que era la vida la que se le estaba escapando a chorros y ya no tuvo capacidad de atender la correspondencia.

Profundamente conmovido, tras recibir la triste noticia de su fallecimiento he entrado en su blog IRA y LUX donde veo que todavía, el miércoles, 2 de enero de 2013, hizo un postrer esfuerzo para escribir esta nota:

Lectores y seguidores, habran comprobado el estado de abandono de esta bitácora. La causa no es otra que la imposibilidad a la que una larga enfermedad me tiene obligado .
En estos largos meses de abandono se han sucedido acontecimientos que, con independencia de la razón fundamental por las cuales interrumpo indefinidamente la publicación, particularmente la audacia, diríase revolucionaria , del gobierno Rajoy en la aplicación del más salvaje programa de desmantelamiento del estado del bienestar, hubiera requerido una mayor atención por mi parte; por otro lado la deriva independentista de la derecha catalana me obligaría a poner coto a cualquier relacion con la izquierda centrífuga.

Un saludo y espero retomar esta publicacion a la mayor brevedad
«Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles». Bertold Brecht

José María Delgado luchó hasta el final de su vida, recordándonos siempre que era hora de salir a la calle. Predicando no con la teoría, sino con el ejemplo. El título de su blog está tomado de un verso del poema de Gabriel Celaya, España en marcha : Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

A muchos kilómetros de Sevilla, ya que la distancia me impide hacer acto de presencia física en el velatorio para darle el último adiós, esta noche estoy al menos en vela escribiendo este recuerdo emocionado al luchador, al hombre bueno, al amigo.

Fuente: http://carnetdeparo.blogspot.com.es/2013/01/ira-y-lux.html