Durante la realización de la última versión de la Feria Internacional del Libro de Santiago, se presentó el libro del historiador Gabriel Salazar «En el nombre del poder Constituyente (Chile Siglo XXI) de Editorial LOM. En el libro, el académico trata un tema de inmensa actualidad en Chile: la crisis de representatividad política que actualmente […]
Durante la realización de la última versión de la Feria Internacional del Libro de Santiago, se presentó el libro del historiador Gabriel Salazar «En el nombre del poder Constituyente (Chile Siglo XXI) de Editorial LOM.
En el libro, el académico trata un tema de inmensa actualidad en Chile: la crisis de representatividad política que actualmente sufre nuestro país.
En relación a este tema, se ha escrito muchas líneas desde que se inició el conflicto educacional, rompiendo esa aparente calma que reinaba en Chile, tratando de explicar otros fenómenos sociales que se han ido produciendo en estos últimos seis años.
En Chile, de un tiempo acá, se ha reanudado la discusión sobre su ordenamiento político institucional y también el desafío para encontrar formulas democráticas que sean más representativas y unificadoras de los distintos actores de la sociedad ya que con una democracia cada vez más madura, los retos son otros. Estos, ya no se refieren a dar estabilidad o los mecanismos para regular la alternancia en el poder, sino que lo que importa es la representatividad del sistema.
Benigno Rodríguez, Representante Residente a.i. del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo – Chile, en el prologo del libro Frente a las mayorías, Leyes supramayoritarias y Tribunal Constitucional en Chile explica que «consolidada la democracia electoral, los debates actuales giran en torno a la necesidad de modernizar o reformar la institucionalidad política, para dar cuenta de las profundas transformaciones culturales y sociopolíticas experimentadas en las últimas décadas y, en particular, dar respuesta a las crecientes expectativas de la ciudadanía por una mayor participación, inclusión y transparencia».
Es por ello que, a pesar de los cambios en el desarrollo de la población, en nuestro país hay un desencantamiento creciente de los ciudadanos con las instituciones políticas; hay una baja en la inscripción electoral; una exclusión de las mujeres y de los pueblos originarios en cargos elegibles todas situaciones que hacen que la insatisfacción crezca.
Además, problemas que se mantenían en la esfera privada de las familias, como el sobre-endeudamiento de las familias, convirtió la frustración individual en algo publico.
icolás Ocaranza (Ciudad de las Ideas) en su artículo «Más allá del conflicto educacional: Malestar social y crisis de representatividad política en Chile» apunta a una respuesta a esta interrogante.
Más allá de que los chilenos se hayan convertido en individuos más exigentes y en fiscalizadores más activos de las labores gubernamentales, Ocaranza estima que «frente a esa intuición, hay otra lectura que permite analizar el problema desde la anormalidad del sistema político chileno y su relación con algunos factores socio-económicos que inciden directamente en la perpetuación de las desigualdades sociales.
El determinante central de este nuevo ciclo de movilizaciones es la llegada de la derecha al poder y las oportunidades políticas que ofrece un gobierno poco receptivo a la voluntad popular y al diálogo con las fuerzas opositoras. El cambio de alineaciones políticas, la división de las elites, la difusión de las causas en las redes sociales, la acción colectiva y los nuevos marcos culturales que resuenan en la población chilena serían los factores que inciden en el clima de indignación y de permanente movilización.
En segundo lugar opera la crisis de legitimidad política. La encuesta CEP es decidora al mostrar a los dos bloques políticos en un declive sistemático. La oposición no capitaliza el descrédito del gobierno porque al igual que él ha perdido su credibilidad».
Todo este malestar que no se gesto en un año, venía creciendo de manera solapada desde hace mucho, alimentada por un constreñimiento de la opinión pública.
Sin embargo, los auditores de la democracia en Chile se masificaron y salieron a las calles a exigir un cambio en el alma de nuestra sociedad y ya nada, volverá a ser como antes.