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En la muerte del científico y resistente François Jacob

Fuentes: Rebelión

Biólogo, genetista, estudiante de cirugía imposibilitado por heridas de guerra (fue gravemente herido en Normandía en 1944 [1]), amante como buen y consistente humanista de las ciencias y de las letras, escritor, miembro de la Academia francesa, Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1965 (con apenas 45 años, junto a André Lwoff y Jacques […]

Biólogo, genetista, estudiante de cirugía imposibilitado por heridas de guerra (fue gravemente herido en Normandía en 1944 [1]), amante como buen y consistente humanista de las ciencias y de las letras, escritor, miembro de la Academia francesa, Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1965 (con apenas 45 años, junto a André Lwoff y Jacques Monod), miembro de la Resistencia francesa desde la primera hora nombrado tiempo después «Compañero de la Liberación», profesor titular en el Colegio de Francia entre 1965 y 1991, Gran Oficial de la Orden Nacional del Mérito, ateo («a pesar del doctor Frankenstein, las masacres de la historia han sido causadas por religiosos y militares»), materialista, François Jacob falleció el pasado 19 de abril de 2013 a los 92 años de edad. Había nacido en Nancy, el 17 de junio de 1920

Tomo pie en la necrológica de Ana Teruel publicada en el global-imperial antibolivariano [2].

FJ era hijo único en una familia burguesa judía. Estudió en un instituto parisiense y se inscribió en la Facultad de Medicina. Quería convertirse en cirujano. La guerra y la ocupación alemana «le cambiaron los planes». En julio de 1940 ingresó en la Fuerzas Francesas Libres (FFL) como miembro de la artillería. Pronto fue destinado al servicio médico. Durante cuatro años vivió la II Guerra «en el frente del norte de África». En Túnez sufrió su primera herida de guerra (mayo de 1943). Tras el desembarco en Francia de su división, en agosto de 1944, de nuevo fue «herido muy gravemente al ser atrapado por un intenso fuego artillero mientras prestaba auxilio a un compañero». No pudo a vivir directamente la liberación de París: estaba convaleciente en un hospital parisino. Habló de todo ello en su magnífica autobiografía La estatua interior (Tusquets, 1989).

Terminó sus estudios de medicina en 1947 con una tesis consagrada al antibiótico tirotricina [3]. Como comentamos, tuvo que renunciar a la cirugía: las heridas le limitaban el uso de uno de sus brazos. Se decidió por la biología. En 1950 «ingresa en el Instituto Pasteur de París en el laboratorio de André Lwoff, donde conoce también a Jacques Monod». Los tres obtuvieron el Nobel «por sus descubrimientos sobre los mecanismos responsables de los intercambios de genes entre las bacterias».

Se cuenta la siguiente anécdota (que tomo del artículo referenciado de Óscar Caballero): en 1958, cinco años después del descubrimiento por Watson y Crick de la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN), mientras se aburría viendo una película que no era de su interés, François Jabob susurró eureka. ¿Por qué? Tuvo una intuición. ¿Qué intuición? La siguiente. gracias a la bacteria escherichia coli era posible discernir cómo se producía, en el ADN, la regulación de genes que sintetizan la vida.

En paralelo a su carrera de científico, FJ desarrolló su gran pasión por «las letras». En 1970, publica uno de sus libros más influyentes, La lógica de lo viviente (también en Tusquets, en castellano), uno de los libros de los que más pudimos aprender muchos de sus lectores. Era, para nosotros, una mirada materialista sobre la historia de la biología y, digámoslo así, la alternativa de izquierdas a El azar y la necesidad de Jacques Monod (no estoy en condiciones de asegurar que leyéramos adecuadamente ambas aportaciones).

Destaca también entre sus publicaciones El juego de lo posible (Grijalbo, 1997).

«No me gusta la separación entre las dos culturas, la cultura literaria y la cultura científica», recuerda AT que Jacob explicaba en una entrevista televisiva. Lo mismo comentó en mil y una ocasiones uno de sus grandes lectores, Francisco Fernández Buey. Tampoco esta está añejada de la cosmovisión del autor de Humanismo y tercera cultura: «Nada más peligroso que la certidumbre de tener razón». Ni incluso esta: «Estamos hechos de una mezcla extraña de ácido nucleico y recuerdos, de sueños y de proteína, células y palabras» [4]

Gracias compañero Jacob. Por tu compromiso, por tus aportaciones científicas y por tu humanismo. ¡Qué en paz e indignado por lo que está sucediendo descanses!

Notas:

[1] FJ partió de Francia a Gran Bretaña para unirse a la lucha con apenas 19 años. Cuando sólo había completado su 2º curso de carrera, se unió a la compañía médica de la 2ª División Blindada en 1940.

[2] http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/04/22/actualidad/1366661174_796637.html

[3] En Wikipedia puede leerse esta síntesis de sus aportaciones científicas: «Después de su recuperación, Jacob volvió a la escuela de medicina y comenzó a investigar la tirotricina y el aprendizaje de los métodos de la bacteriología. Completó su tesis sobre la eficacia de los antibióticos contra las infecciones locales». Se graduó como doctor en medicina en 1947. Trabajó en el Centro de Cabanel, donde había hecho su investigación de tesis. Su nueva tarea «implicaba la fabricación de antibióticos, la tirotricina». Poco después, «el centro fue contratado para convertir las fábricas de pólvora para la producción de penicilina (resultó imposible)». En 1961, Jacob y Jacques Monod «exploraron la idea de que el control de los niveles de expresión de enzimas en las células es el resultado de la retroalimentación sobre la trascripción de secuencias de ADN». Impulsaron con ello «el campo emergente de la biología molecular del desarrollo y de la regulación trascripcional en particular.» Ambos hicieron descubrimientos experimentales y teóricos clave que «demostraron que en el caso del sistema de lactosa… (en la bacteria E. coli), hay proteínas específicas que se dedican a la represión de la trascripción del ADN a su producto (RNA, que a su vez se decodifica en la proteína)». Este represor -el lac- «se lleva a cabo en todas las células, vincula directamente al ADN con los genes que controla, y evita que el aparato transcriptor tengan acceso al ADN». Jacob y Monod extendieron el modelo represor a los genes de todos los organismos.

[4] Tomadas de Óscar Caballero, Los secretos del ADN. La Vanguardia, 25 de abril de 2013, p. 31.

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.