El 21 de Noviembre de 2006 Rodrigo Rato, Director Gerente del FMI, pronunció la conferencia y almuerzo-coloquio sobre «La economía global y el papel del FMI», organizada por el Foro de Cádiz. En ella hizo afirmaciones que no soportan el mínimo contraste con la realidad. Partiendo del hecho incuestionable del crecimiento de la economía mundial […]
El 21 de Noviembre de 2006 Rodrigo Rato, Director Gerente del FMI, pronunció la conferencia y almuerzo-coloquio sobre «La economía global y el papel del FMI», organizada por el Foro de Cádiz. En ella hizo afirmaciones que no soportan el mínimo contraste con la realidad.
Partiendo del hecho incuestionable del crecimiento de la economía mundial en las dos últimas décadas propone como medidas para prolongar este ciclo expansivo los «aciertos» del pasado que para Rato no son otros que el recetario neoliberal: control de la inflación, independencia de los Bancos Centrales a la hora de manejar los tipos de interés, reducción del déficit público y, específicamente para Europa, ahorro de las cuentas públicas para financiar el aumento de coste que supondrá para dentro de 15 ó 20 años el envejecimiento de la población.
Indudablemente la economía mundial crece en torno al 5%, pero nada tiene que ver con el control de la inflación, que es su consecuencia y no su causa, ni con la independencia de los Bancos Centrales, que salvo la Unión Europea y en mucho menor medida EE. UU., que no han sido precisamente las locomotoras de este crecimiento, no existe ni en China ni en la India, ni en Rusia, ni en los países del MERCOSUR, que lidera Brasil, y que si son los artífices de este crecimiento; ni, por descontado, con el control del déficit público, ya que si no hubiese sido por el descomunal déficit del 6,5% del PIB de EE. UU. así como el consumo desmedido que éste promovía, no se hubiese cerrado el ciclo de la actividad productiva. En cuanto al ahorro europeo para enfrentar el envejecimiento de la población no cabe más comentario que mostrar la vergüenza de oír este tema cuando el verdadero problema de este mundo es el hambre y la muerte por hambre y enfermedades curables que sufren ya, al día de hoy, casi la mitad de la humanidad.
La receta planteada responde a intereses concretos: control de la inflación para no hablar de empleo, equidad y justicia social; independencia de Banco Centrales para hurtar del control político y social un poder real sobre el factor productivo «capital», indispensable para construir una alternativa a este mundo; equilibrio presupuestario para desviar la actividad de las administraciones públicas a negocios privados (sanidad, educación, infraestructuras,…); ahorro para el envejecimiento para transferir el control y gestión de este, que suele ser salario diferido en el tiempo, a los gestores de las entidades financieras a través de los Fondos de Pensiones. ¿Y por qué no menciona el hambre en el mundo? Por que ahí no ven que haya negocio.
¿Cuál es la naturaleza del crecimiento económico que vivimos?
Existen tres clases de ciclos económicos distintos: el financiero, corto de una duración media de 40 meses (Kitchin), medio, del que suelen hablar en medios políticos y prensa económica, de 6 a 8 años (Juglar), y largo, vinculado con cambios tecnológicos importantes, de 50 a 60 años (Kondratieff). Estos tres ciclos se superponen: en una onda larga se producen 6 ó 7 medios, y en cada uno de estos se producen 2 ó 3 pequeños. En la fase descendente de la onda larga las recuperaciones de la onda media es lenta, débil y no absorbe el desempleo generado por la fase recesiva anterior, y, al revés, en las fases ascendentes de la onda larga, en la que nos encontramos desde 1993-94, la fase recesiva del ciclo medio es corta y suave. Estos cambios de ciclos de las ondas largas van acompañado por una ampliación de los mercados habiendo pasado de mercados locales a regionales, Estado-nación y, actualmente, a Estados-continentes. Esta transformación del ámbito territorial de los mercados lleva a que haya «ganadores» y «perdedores», sin instancias políticas y sociales que controlen y regulen los procesos. Es decir, las empresas han ido por delante aplicando la ley de la selva hasta que se logra constituir contrapoderes sociales que terminan por construir el Poder político. Actualmente los «ganadores» relativos son China y la India, y los «perdedores» asalariados/as de Europa y EE. UU. No olvidemos que mientras los salarios reales de Europa y USA se han congelado o disminuido en los últimos diez años, las retribuciones de los «gestores», miembros de Consejo de Administración y directivos (la tecnoestructura de Galbraith) se ha multiplicado por 600, e incluso más de mil en algunos casos como los directivos de empresas petroleras, en las diferentes modalidades de retribución que han ido inventándose; y que el crecimiento chino e indio se basa en las 45.000 multinacionales de los países desarrollados que se han instalado allí para abaratar costes.
Al comienzo de cada onda larga se comprueba históricamente que existe un incremento considerable de la tasa de productividad. Después, cuando las ventajas de oportunidad han desaparecido por la extensión a todos los sectores productivos de la nueva energía y tecnología, la libre competencia fuerza a la reducción de costes de producción mediante un menor gasto en materias primas y en mano de obra, lo que provoca las crisis generales del final de la onda larga.
Los cuatro ciclos anteriores. 1º 1770-1780 Primeros pasos de la revolución industrial. Industria textil, empresas y mercados locales. Teórico Adam Smith
2º 1830-1840 Carbón como energía, máquina de vapor y ferrocarril. Grandes empresas con mercados nacionales. El sistema capitalista se hace hegemónico. Teórico crítico Carlos Marx
3º 1880-1890 Electricidad como energía, siderurgias y acero. Monopolios y concentración en la banca. Teóricos Taylor y Walras. Colonialismo y críticos Lenín.
4º 1930-1940 Petróleo como energía, transistor, consumo de masas; grandes multinacionales, Estado del bienestar en Europa y EE.UU. Teórico Keynes. Aparecen las agrupaciones transnacionales como la CEE.
Carlota Pérez, economista Venezolana, en su libro «Revoluciones tecnológicas y capital financiero: la dinámica de las grandes burbujas financieras y las épocas de bonanza» Siglo XXI Editores 2002 Méjico, plantea que la secuencia revolución tecnológica – burbuja financiera – colapso – época de bonanza – agitación política se reinicia aproximadamente cada 50 años. Los cinco ciclos de Carlota Pérez son:
1º 1771. La revolución industrial 2º 1829. La era del vapor y los ferrocarriles 3º 1875. Acero e industria pesada 4º 1908. Petróleo y automóviles 5º 1971. Informática y telecomunicaciones
La diferencia es que Carlota considera la fecha del descubrimiento tecnológico básico, mientras que yo considero el incremento de productividad incorporado por la nueva tecnología a la generalidad de los procesos productivos; a medida que los mercados son más amplios territorialmente y complejos los procesos productivos, el tiempo que transcurre entre el descubrimiento tecnológico y su aplicación generalizada se alarga. Así el descubrimiento del microprocesador en 1971 no ha surtido los efectos de productividad pronunciado hasta que no se han instalados las «autopistas» de la informática, hasta que no se creó Cisco System.
En todas las ondas largas ha habido un desarrollo de las fuerzas productivas, que se manifiestan en una nueva energía, una nueva tecnología y una nueva organización del trabajo adecuada a las mismas. Estos cambios han sido explicados y, posteriormente dirigidos por un cuerpo doctrinal expreso (un nuevo paradigma). A cada fase le ha correspondido un determinado sistema político y unos valores sociales dominantes.
En esta quinta onda larga de Kondratieff ya tenemos la nueva tecnología, el microchips, independientemente que haya avances tecnológicos como el paso del silicio al carbono. Nos ha revolucionado la forma de trabajar, vivir y divertirnos. Es la fuerza que ha obligado a cambiar las relaciones de producción y la organización del trabajo. Su aplicación masiva se encuentra, sin embargo, constreñida por la carencia aún de otros elementos necesarios, como la nueva fuente energética o la imposibilidad de la actual demanda, debilitada y limitada a una parte minoritaria de la humanidad, para absorber toda la capacidad de producción.
También disponemos de la nueva organización del trabajo. La complejidad técnica y la necesidad de programar y planificar de las grandes corporaciones, públicas y privadas, generaron los equipos directivos y gestores, que desplazaron del proceso de toma de decisiones a los propietarios y accionistas. A su vez estos necesitaron ampliar y abrirse a grupo de especialistas cada vez más amplios. Por fin, la revolución tecnológica actual necesita de la creatividad e iniciativa de los asalariados/as, dando lugar a la denominada por Peter Drucker, tercera revolución industrial o revolución de la creatividad. Hablamos del trabajo en equipo, calidad total, toyotismo, excelencia en la gestión, etc.
La co-gestión, la participación y corresponsabilidad en la gestión de las empresas públicas y privadas del mundo salarial a través de sus sindicatos, es la organización del trabajo acorde con la complejidad técnica, la necesidad de programar y las exigencias de trabajo creativo y en equipo que marcan nuestro tiempo. La única capaz de liberar todo el potencial de productividad que encierran las nuevas fuerzas productivas.
Su implantación, sin embargo, está planteando cuestiones decisivas para el futuro. En primer lugar, pone en cuestión el principio de autoridad clásico en el seno de las empresas. En segundo lugar, lleva a sus últimos límites la contradicción entre la socialización de los medios de producción y la apropiación privada del resultado económico por unos propietarios-accionistas convertidos en rentistas. Y, en tercer lugar, pone en cuestión el concepto mismo de productividad, exigiendo que traspase sus estrechos límites economicistas y de la empresa, hablándose ya de la necesaria «responsabilidad social de las empresas». Ya no sólo basta con producir más, sino que hay que ver qué se produce. El concepto de productividad significativo será productividad social. Será el bienestar y el empleo global y neto de la sociedad, incorporando los costes medioambientales y de estabilidad social los determinantes de la actividad económica: el desarrollo humano sostenible.
El nuevo sistema político avanza imparablemente. La Unión Europea; USA junto con Canadá y Méjico; China y los países de la ASEAN se consolidan rápidamente; MERCOSUR avanza paulatinamente; los países árabes dan sus primeros pasos; Rusia y Australia son en si mismas continentes, y, tan sólo África subsahariana queda de nuevo descolgada.
A la vez a la ONU y sus organismos de gobierno multilateral se les exige cada vez más protagonismo, a la vez que su reforma interna y democratización para que puedan ser órganos de integración y no de instrumentalización interesada por un poder unilateral como son actualmente.
Desde la conferencia de medioambiente de Río de Janeiro en Junio de 1992 se habla insistentemente de un solo planeta, una sola humanidad, un solo gobierno mundial. El reciente documental de Al Gore sobre las consecuencias del cambio climático y el informe para el gobierno de Gran Bretaña de Stern no han hecho sino darle oficialidad y mayor publicidad. Queda mucho por hacer. Partiendo del reconocimiento de la interdependencia mutua marcar las líneas de un desarrollo internacional equilibrado basado en valores ajenos al consumismo; redefinir competencias entre las regiones y comunidades nacionales, estados-naciones actuales, los nuevos estados-continentes y los organismos internacionales multilaterales, para lo que el ejemplo del proceso de construcción europea y el principio de subsidiariedad pueden ayudar.
Los nuevos valores sociales se imponen y exigen desde la juventud, la generación que está llamada a ser la protagonista de este cambio. El voluntariado y la colaboración con ONGs se multiplican día a día.
La definición del concepto de desarrollo humano sostenible y los de rentabilidad y productividad social, que se van consolidando con el desarrollo de los demás elementos de la transformación, enraizaran socialmente los nuevos valores basados en la solidaridad, creatividad, respeto y dignidad, sustituyendo a los que aún dominan: egoísmo, imitación y vanidad.
La participación de los asalariados/as en el seno de las empresas terminará por cambiar sus objetivos y motivaciones, que se trasladaran a la ciudadanía, integrándola y vertebrando la participación ciudadana en lo público con experiencias de democracia participativa. La participación masiva del mundo del trabajo en la toma de decisiones cerrará el ciclo que partiendo del hombre-productor llegará al hombre-consumidor, que colectivamente es el mismo, humanizando la economía, y liberando, por fin, a la humanidad de la alienación que en la actual sociedad de consumo padece por el capitalismo orgánico.
El nuevo cuerpo doctrinal o nuevo paradigma es una de las grandes carencias que aún tenemos, aunque avanzamos más rápidamente de lo que nos creemos. La misma existencia de la red de economía crítica, que se extiende por las facultades de economía del mundo, es una manifestación de este avance, del clamor y la demanda que hay de él.
Rodrigo Rato y los neoliberales niegan por sistema que el actual cuerpo doctrinal sea insuficiente y obsoleto. Es lógico, pues lo contrario sería reconocer que sus recomendaciones carecen de la mínima fiabilidad.
El primer gran paso se dio en 1995 cuando a instancias de la ONU Amartya Sen elaboró el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que desde entonces se hace público anualmente. Autores como Stiglitz, Krugman, Amartya, Vicenc Navarro, Juan Torres, y un innumerable listado del mundo de la economía que se complementa con otro innumerable de otras especialidades: sociólogos, psicólogos, urbanistas, médicos, ecólogos,… trabajan ya en el nuevo cuerpo doctrinal que será, sin duda alguna, fruto de un trabajo multidisciplinar que vea a la humanidad en su integridad y totalidad.
Nuestro tiempo se presenta en un momento histórico de convergencia, de síntesis entre los contrarios, de unión. Es la integración entre el desarrollo del capitalismo y su antítesis el socialismo real de la fase que acaba, en un proceso de convergencia y superación de ambos, por la puesta en marcha de una alternativa de desarrollo social y económico a nivel internacional, que resuelva, a su vez, la brecha abierta entre el norte y el sur. El este, oeste, norte y sur fundidos en un solo mundo y en una sola humanidad.
Podemos esbozar algunos aspectos de ese nuevo cuerpo doctrinal.
En primer lugar, la separación entre microeconomía y macroeconomía desaparecerá. Keynes las separó, reservando las leyes del mercado para la microeconomía; la economía de los Estados-nación y las grandes magnitudes eran objeto de la planificación y la programación. Ante la crisis del Keynesianismo en la década de los setenta los neoliberales han vuelto al pasado privatizando lo público y creando un «mercado» de Estados-naciones en la esfera de las finanzas internacionales. El nuevo cuerpo doctrinal deberá unir de nuevo la economía de los particulares con las grandes magnitudes económicas, reconociendo la realidad actual que, exceptuando a las pequeñas empresas residuos de fases históricas anteriores, todo en la empresa y el consumo responde a una programación y planificación.
En segundo lugar, el nuevo modelo de desarrollo económico no estará basado en el crecimiento sin límite. Rodrigo Rato enfatizó que «El crecimiento no solventa todos los problemas, pero sin crecimiento no puede haber soluciones». Y es verdad en el modelo insostenible en el que vivimos. Habrá que definir los conceptos de desarrollo sin crecimiento, desarrollo humano sostenible y productividad social, así como los indicadores de su medición.
En tercer lugar, tendrá que reconocer el trabajo en equipo como relación básica de la producción.
En cuarto lugar, se basará en la solidaridad, creatividad e innovación, y en el respeto y dignidad de las personas, poniendo en valor el único factor de producción generador de riqueza, el trabajo humano, y, por consiguiente, sin su mercantilización.
El principal medio de asignación de recursos financieros e inversión se obtendrá por la regulación adecuada de los Fondos de Pensiones internacionales, en un primer momento al menos, convirtiéndolos en instrumento de equilibrio y estabilidad, en lugar de lo que representan hoy, desestabilización especulativa.
La nueva energía es la principal de las carencias actuales, convirtiéndose en la contradicción principal a resolver en nuestro tiempo, dentro de la contradicción fundamental que enfrenta capital con trabajo asalariado.
La nueva energía tiene que ser barata, abundante y no contaminante. La próxima fase debe resolver los problemas no resueltos en la actual, y el principal es la brecha entre el norte y el sur. Las fuentes energéticas actuales no pueden satisfacer las demandas de toda la humanidad porque, al margen de su posible agotamiento, supondrían la destrucción del ecosistema mundial.
El 9 de Diciembre de 1993 el Comité Confederal de UGT se reunía en Madrid para convocar la huelga general del 27 de Enero de 1994. Para definir los motivos que nos impulsaban a oponernos a la política económica del gobierno, pero plantear además alternativas razonadas y de futuro, elaboré el documento «Para salir de la crisis», del que estoy extractando su contenido. En él decía sobre la nueva energía: «Se puede intuir que esa energía será la fusión en frío. Energía cuyos efectos son percibidos a nuestro alrededor, sin conocer sus leyes de funcionamiento, del mismo modo que las manzanas se caían de los árboles antes que Newton definiera la ley de la gravedad. Se puede intuir que está relacionada con la energía solar, y que, cuando conozcamos sus leyes de funcionamiento, comprenderemos aspectos desconocidos hasta la fecha de la fotosíntesis de las plantas, de los microorganismos del mar (krill y plancton), así como del mismo origen de la vida en el planeta.»
J. Craig Venter, médico e investigador genético norteamericano que descodificó el genoma humano en el año 2000, ha dirigido un equipo interdisciplinario a lo largo de 2004 y 2005, dónde los biólogos marinos han sido un componente básico, con un presupuesto de 155 millones de dólares para los dos años, financiado por el Ministerio de Energía de EE. UU., con el objeto de descodificar los genes de los microorganismos de los océanos y comprender la química de su estrategia de supervivencia. Es decir, encontrar productores de energías alternativas biológicas y ponerlas en funcionamiento. La palabra clave es biofotolisis. Los primeros resultados fueron asombrosos. Solo en el viaje de prueba en 2002 en el mar de los Sargazos, en las seis primeras muestras se encontraron 1,2 millones de genes nuevos, de los que 782 son genes fotorreceptores que permiten a los microorganismos abastecerse de energía solar y 50.000 genes nuevos para el procesamiento del hidrógeno resultante de la biofotolisis producida en el interior del microorganismo.
Según Carlo Montemagno, director del equipo de bioingeniería de la Universidad de Los Ángeles de California (UCLA), la tecnología para que las proteínas capturen la luz solar y la transformen en electrones (electricidad) está plenamente desarrollada.
El desarrollo y el progreso de la humanidad pasa por que se renuncie al petróleo y demás combustibles fósiles, pero las multinacionales más poderosas están vinculadas con la extracción, refino y distribución de este, que se convierten, en la medida en que quieren preservar sus privilegios y hegemonía económica, en verdaderos instrumentos de autodestrucción de la humanidad y en obstáculos para su progreso.
El macroproyecto del ITER firmado recientemente por un consorcio formado por China, India, Japón, Canadá, Unión Europea y EE. UU. para instalar en el sur de Francia que genere energía de fusión a altísimas temperaturas y con resultados esperados para 2050 es un esfuerzo gigantesco, centralizado y planificado desde arriba que controlará la producción y la distribución de la energía. La solución no pasa por ahí, sino por una multitud de iniciativas y de productores de energías con un programa de gestión descentralizada que permita la incorporación de forma controlada a la red eléctrica. Este modelo que requiere mucha menos inversión y que tecnológicamente ya es posible, permitiría la formación de «islas» energéticas independientes para el desarrollo de zonas aisladas que carecen actualmente de conexiones, solucionando el problema energético no sólo en países desarrollados sino también en zonas atrasadas. De hecho el laboratorio espacial internacional funciona así.
El mundo «crece», Sr. Rato, pero no está resolviendo las necesidades de la humanidad, genera mucho malestar y pone en peligro la misma supervivencia de la humanidad.
Si de verdad queremos avanzar solucionando las necesidades de la humanidad debemos acometer la globalización política, que pasa por globalizar la dignidad y los derechos humanos; construir los contrapoderes sociales como se ha empezado este 1 de Noviembre de 2006 constituyendo la Confederación Sindical Internacional, que debería ser la voz cualificada en la gestión de los Fondos de Pensiones internacionales del mundo del trabajo; control de los más de 500 paraísos fiscales que tan sólo aportan opacidad y corrupción al mundo financiero; democratizar los organismos internacionales comenzando por el Banco Mundial y el propio FMI; controlando políticamente a los Bancos Centrales y estableciendo la tasa Tobin a los flujos internacionales de capitales especulativos para financiar un Plan Marsall contra el hambre, la sed y enfermedades curables y por la educación y difusión de las nuevas tecnologías; y. por último, facilitar la implicación y corresponsabilidad de la ciudadanía en la toma de decisiones, gestión y evaluación de lo público promoviendo decididamente la democracia participativa.