La Habana fue lugar de encuentro. Así escribía Ferrater Mora en un artículo escrito antes de su fallecimiento (30 de enero de 1991) y publicado en La Vanguardia al día siguiente de la muerte de María Zambrano (6 de febrero de 1991): “Conocí a María Zambrano hace muchos años, un poco más de medio siglo en La Habana. Nos hicimos amigos de inmediato y nuestra amistad continuó inamovible, a través del tiempo.” El editor, Miguel Osset Hernández, da cuento de ello en la magnífica introducción que ha escrito para esta correspondencia entre dos grandes filósofos españoles republicanos (incluye también una breve carta de Ferrater Mora enviada Alfonso Rodríguez Aldave, marido de Zambrano) cuya lectura, como puede imaginar el lector, es absolutamente recomendable, iluminadora de una de las múltiples caras de lo que ha sido la filosofía española, esa gran desconocida entre nosotros (incluidas muchas Facultades de Filosofía españolas).
Un apunte sobre el editor, también anotador, injustamente desconocido para este reseñador. Miquel Osset Hernández (1961) es doctor en Bioquímica y en Filología Hispánica. Directivo es varias empresas internacionales del sector químico, es autor también un numeroso conjunto de poemarios, libros infantiles y libros de divulgación sobre Derechos Humanos. Ex presidente de Amnisty International Catalunya (1995-1998) es fundador de Proteus libros, una editorial especializada en la divulgación de la ética (especialmente entre los niños). Reside en La Habana y en sus últimos años se ha dedicado al estudio del exilio republicano español en Cuba.
El epistolario se abre con una carta de María Zambrano al “amigo Ferrater” fechada en La Habana, el 18 de diciembre de 1944, y se cierra con otra de Zambrano dirigida a “Mi bueno y siempre estimado amigo Ferrater Mora” fechada en La Piece, el de febrero de 1967. La penúltima es una carta de Ferrater Mora a su “Querida María Zambrano”, enviada desde el Departamento de Filosofía del Bryn Mawr College, 9 de abril de 1966. En total, 38 cartas de una extensión media de tres páginas.
No crean que el exilio o la situación política española en el interior es temática omnipresente en estas páginas, temática única. Nada de eso. La filosofía en el puesto de mando, como no podía ser menos. Algunos ejemplos para abrir el apetito lector:
1. “Espero que prosiga su Unamuno, su diálogo con él y en torno a él, entrando en su poesía y en su novela, aunque desde luego ya ha entrado, pues no ha hecho usted análisis de la obra, sino descubrimiento de la tragedia que hay en el hombre que las ha escrito. Si usted estuviera aquí hablaríamos, creo, interminablemente del tema, aunque, según le digo, está soterrado en mí ahora pero Unamuno siempre levanta algo nuevo, siempre se le ve como por primera vez y esto también he de agradecer a su libro: hacerme ver y sentir nuevamente a Don Miguel”. (De MZ a FM, 18/IX/1944).
2. “No tengo que decirle cuándo me alegra lo que me dice usted de mi ensayo sobre la muerte ; su juicio me importaba mucho y de él dependía en una buena parte que uo pensara proseguirlo. Seguirá, así, pensando en él, pero me temo que -en parte por temor al mismo problema, en parte también porque los quehaceres que uno tiene no suelen coincidir con el verdadero quehacer de uno- tarde todavía un poco en seguir trabajándolo.” (De FM a MZ, 7/XI/1945).
3. “Porque estoy encantada en París, pero no es posible ganarse la vida y lo de España se aleja hasta el límite perceptible de nuestra previsión, más allá del cual llamamos a los mortales, infinito. Sí, Ferrater, desde aquí cerca de España y de las cancillerías europeas se ve que no hay soluciones para nosotros; la Historia tiene la mala costumbre de medir el tiempo en medida inadeucada a la modesta vida de los Hombres; parece producirse como el espectáculo de algún Dios -modesto- o titán que se divierta con nuestra desventura, pues si la Historia fuese humana su ritmo sería el de los hombres y ya se ve.” (de MZ a FM, 4/VIII/1947).
4. “Lo que me dice sobre su volumen de ensayos en Gallimard me ha alegrado mucho. Por dos motivos: primero, por ser un libro suyo, también, porque me causa alegría ver que de vez en cuando (¡ay!, muy de vez en cuando) algo nuestro puede llegar a manos no hispanas. Ya hemos hablado varias veces con usted sobre esto; en ocasiones uno llega a pensar si no habrá una extraña y absurda conspiración de silencio que hace que tantas cosas casi estúpidas alcancen difusión (inclusive en los mejores círuclos de cada país; no hablo de la popularización de lo popularizable), y que, en cambio, muchas cosas en español, que dicen lo que nadie dice, permanezcan confinadas en nuestra zona que, claro está, es amplia, pero en fin.” (De FM a MZ, 19/VIII/1951).
Para futuras reediciones, convendría un índice onomástico (de indudable ayuda para el lector interesado en determinados autores) y acaso una indicación en el índice del libro (aunque sea extenso) de las cartas incluidas. Tal como está, con la indicación de la Introducción y sus apartados y Epistolario, resulta extraño.
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