Si a usted le mienten todos los días, así sean laborables o festivos. Si a usted le mienten en el noticiero de las 3, en el avance informativo de las 5 y en el telediario de las 9. Si a usted le mienten en vivo y diferido, por error y por rutina, en color y […]
Si a usted le mienten todos los días, así sean laborables o festivos. Si a usted le mienten en el noticiero de las 3, en el avance informativo de las 5 y en el telediario de las 9.
Si a usted le mienten en vivo y diferido, por error y por rutina, en color y en blanco y negro, en discordia, en armonía.
Si a usted le mienten con cita y de improviso, discretamente y con alevosía, sin aval, con garantía, de memoria y de corrido.
Si a usted le mienten en todas las frecuencias y en todas las medidas, en «do», en «fa», y en «do-re-mi», también en «mi-sol-la».
Si a usted le mienten en todos los modelos y tamaños, en «small», en «médium» en «large», también en «extralarge».
Si a usted le mienten a grande y a pequeña, con filtro y sin filtro, en prosa y en verso, de luto y de bautizo, de frente y de espaldas, de blanco y de amarillo.
Si a usted le mienten cuando se acuesta y cuando se levanta, arriba y abajo, sin aliñar o en su salsa, a jornada y a destajo, a las buenas y a las malas.
Si a usted le mienten por su bien y por si acaso, tal vez a lo civil, tal vez a lo divino. Si a usted le mienten por su cuenta y por encargo, al contado y a crédito, al cubo y al cuadrado.
Si a usted le dan la razón cuando lo engañan, sea con prisa o sea con calma, para que el mundo que a diario le mienten no vaya a perturbar cadenas, memorias ni criterios; si a usted le mienten todos los grandes medios de comunicación y, a pesar de ello, usted sigue leyéndolos y, peor todavía, aceptando sus mentiras y haciendo suyo el engaño, usted no es un iluso.
Usted es un cómplice.
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