En Ecuador, según Enrique Crespo, Director Ejecutivo de la Corporación de Promoción Económica, Conquito, 8 de cada 10 emprendimientos son de subsistencia; es decir, personas “en situación de desempleo, en situación de movilidad humana, o en situación de vulnerabilidad” que deciden abrir un pequeño negocio o emprendimiento para solventar sus necesidades.
Ecuador es uno de los países de América Latina con el porcentaje más alto de personas que inician un emprendimiento, de acuerdo con el informe del Global Entrepreneurship Monitor Ecuador, 2019- 2020. La mayor parte de emprendimientos en el país surgen de la necesidad de las personas de encontrar medios de vida para su supervivencia ante la falta de un empleo adecuado.
De allí que, en campaña y en discursos presidenciales se escuche la palabra emprendimiento y varias promesas para emprendedores. El expresidente Lenín Moreno por ejemplo, dijo el 2 de agosto de 2019: “Somos un país de emprendedores, la necesidad obliga. Es por eso que ustedes ven que, en Guayaquil, un ‘monito’ -perdónenme el término, no lo digo en términos despectivos-, ya se ha comprado una cola, unos vasos plásticos y está vendiendo en una esquina gaseosa, o se puso una parrilla para asar plátanos o asar yucas, eso está en la esencia misma de los ecuatorianos”.
De igual manera, Guillermo Lasso entre sus promesas de campaña habló de reducir a menos de una semana los trámites para abrir un negocio y de bajar los impuestos para las pequeñas empresas. Ya en el gobierno, implementó una política de crédito a bajo interés para emprendimientos de mujeres, agricultura y la pequeña industria, que según aseguró, incluso podían servir a sectores pequeños de la economía como “a alguien que quiera vender en un charol caramelos y galletas”.
Pero ¿cómo se impulsa el emprendimiento en Ecuador? ¿Cómo el emprendimiento es parte de la política económica neoliberal?
¿Qué entendemos por emprendimiento?
“Uno es recursivo, se queda sin trabajo y busca qué hacer. Se enamora de su emprendimiento, trata de sacarlo y de crecer”. Esto lo cuenta Sonia, una quiteña que se dedica a la elaboración de galletas para humanos y para animales junto con su hijo. Ambos son chefs pasteleros, pero no tienen un trabajo estable; por ello hace 4 años, emprendieron su negocio.
Una situación similar vive Zoila Sánchez. Ella inició un emprendimiento de cerámica y figuras de porcelanicron tras dejar su empleo como costurera por problemas de salud. Zoila se considera una emprendedora “porque es todo hecho a mano. No es sacado a molde, todo lo trabajamos manualmente. Es un emprendimiento porque de esto yo saco también para los gastos de mi familia”, cuenta.
En Ecuador, según Enrique Crespo, Director Ejecutivo de la Corporación de Promoción Económica, Conquito, 8 de cada 10 emprendimientos son de subsistencia; es decir, personas “en situación de desempleo, en situación de movilidad humana, o en situación de vulnerabilidad” que deciden abrir un pequeño negocio o emprendimiento para solventar sus necesidades. Los microemprendimientos son negocios cuyas ventas al año no pasan los 100 mil dólares, pueden tener de 1 a 10 empleadas o empleados y estar constituidos legal o informalmente.
La mayoría de estos negocios, dice Crespo, están relacionados con la comida, o con actividades que la gente sabe hacer y se caracterizan, además, porque en ellos participan o trabajan personas de una misma familia; de allí que se denominan emprendimientos de subsistencia porque “no duran en el tiempo ni tienen capacidad de crecer por fuera de un núcleo familiar muy limitado”.
El
alto número de emprendimientos de subsistencia hace que Ecuador lidere
estas cifras a nivel de la región. En 2019, alrededor de 3.6 millones de
ecuatorianas y ecuatorianos estuvieron involucrados en la puesta en
marcha de un negocio, según menciona el informe del Global Entrepreneurship Monitor Ecuador,
GEM, 2019- 2020. Según este informe, en 2019, la tasa de Actividad
Emprendedora Temprana o TEA, por sus siglas en inglés, fue del 36.2%. La
TEA contabiliza “a todas las personas adultas que están en el proceso
de iniciar un negocio o han iniciado uno que no ha sobrepasado el umbral
de 42 meses”. El
informe GEM también destaca como características del emprendedor en
Ecuador que son los hombres quienes en mayor número inician un negocio y
tienen más oportunidades de mantenerlo, con relación a las mujeres. La
mayoría de emprendimientos están relacionados con el comercio y la
prestación de servicios, mientras que 3 de cada 4 emprendedores ofertan
productos y servicios que ya existen.
Pero, aunque la TEA muestre buenas cifras, no hay mucho de qué alegrarse ya que, así como una gran cantidad de negocios inician, otros también terminan. El informe GEM 2020 señala que, el país tuvo una tasa de salida de 9.3%, es decir, de personas que cerraron su negocio. En otras palabras, si bien hubo muchas personas motivadas para iniciar un emprendimiento y otras que lo hicieron, a la par, también hubo un alto número de personas que lo cerraron y otras que no lo concluyeron.
Enrique Crespo de Conquito reconoce que hay muchos tipos de emprendimientos de subsistencia en el país y que son “una parte importante de la economía”, sin embargo, asegura que el emprendimiento es más que los pequeños negocios de subsistencia. Para Crespo hay un mal uso y una romantización de los términos emprendimiento e innovación, lo que menciona, puede llevar a “promover un enfoque errado de desarrollo”. El emprendimiento, dice Crespo, son iniciativas con una gran inversión económica en sectores no desarrollados de la economía de un país o que produzcan un valor agregado sobre bienes o servicios que ya existen, recordando la definición de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico.
Además, menciona que este tipo de emprendimientos están pensados a largo plazo y son liderados por personas con alta formación académica y recursos estables. Los proyectos de emprendimiento que transforman la economía, “tienen que pasar por el ciclo de ciencia, tecnología e innovación y eso no lo puede hacer cualquiera”. Conquito por ejemplo, apoya financieramente a proyectos productivos en sectores convencionales “pero que hagan algo diferente”, y en proyectos de innovación o sostenibles.
El emprendimiento como estrategia al desempleo
La pandemia de la COVID 19, según el economista y docente de la Universidad Andina Simón Bolívar, Pedro Montalvo, trajo consigo “una afectación directa al tema del empleo, la producción y las condiciones económicas”, provocando una contracción muy fuerte, similar a la ocurrida en 1999, por el feriado bancario y la dolarización.
La contracción económica por la pandemia implicó una reducción o caída de la producción de bienes y servicios de 7.8 puntos porcentuales en el Producto Interno Bruto. En 1999, la contracción del PIB fue de 6.3 puntos. Esta caída del PIB implica que la producción baja, las empresas no pueden vender sus bienes o productos, crece el desempleo y con ello, los ingresos económicos en las familias que luego ya no pueden consumir.
La población económicamente activa en Ecuador llega a 8.557.854 personas, de las cuales 8.242.866 tienen empleo, según las cifras de la encuesta nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) 2022, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, INEC. Sin embargo, dentro de esta estadística encontramos diferentes tipos de empleo: el empleo pleno, el subempleo, el empleo no remunerado, y el empleo no clasificado.
Solo 2.843.061 de ecuatorianas y ecuatorianos tienen un empleo pleno. Para Pedro Montalvo, tener empleo pleno significa “que la persona que está trabajando tiene una remuneración que es acorde a la ley, es decir cumple con un salario mínimo establecido por la norma” y se le reconocen beneficios sociales y seguridad social.
Mientras que 5.399.805, personas restantes se encuentran en el subempleo, en el empleo no pleno y el empleo no clasificado. La tasa de desempleo nacional para mayo del 2022, fue de 3,7%. En otras palabras, 314.988 personas no tuvieron empleo.
Tanto el desempleo como el subempleo se han reducido con respecto a los primeros meses del año. Si comparamos las cifras de subempleo en abril y mayo, tenemos que en 2.041.359 de personas estaban subempleadas en abril y para mayo, la cifra se redujo en 1.888.344. Sin embargo, ha crecido la cifra de empleo no remunerado (1.011.882 de personas), de otro empleo no pleno (2.472.772) y empleo no clasificado (26.807); es decir, aumentaron los empleos con salarios menores al sueldo mínimo y con menos horas de la jornada legal, alcanzando a 3.511.461 personas.
Según el economista Montalvo, la falta de un empleo adecuado impulsa las actividades de emprendimiento; de manera que, el 80% de las personas que no encuentran un empleo adecuado o no ingresan al mercado laboral formal, se convierten en emprendedoras.
Las cifras de empleo pleno han mejorado en comparación con el mes de mayo de 2021 (30.2%), aunque todavía no alcanzan los niveles registrados antes de la pandemia de la COVID19 (38.8% dic. 2019).
Los hombres son quienes tienen un mayor porcentaje de empleo adecuado 36,2%, con respecto a las mujeres que llegaron al 27,8%, en mayo de 2022. Así también perciben un ingreso laboral promedio mejor (UDS 453,6) al que reciben las mujeres (UDS 412,3). El subempleo fue de 23,0% para los hombres y 20,8% para las mujeres. Mientras que el desempleo en las mujeres llegó al 4.5%, y en los hombres se ubicó en 3,1%.
El desempleo tras la pandemia impactó en mayor medida a las mujeres que a los hombres, pasando de diciembre de 2019 de 4,6% a septiembre de 2020, a 7,5%.
En las cifras publicadas por el INEC, en marzo de 2022, destacan el número de personas empleadas en el sector informal de la economía; es decir, en empresas que no tienen Registro Único de Contribuyentes (RUC) o, en otras palabras, que no pagan impuestos. Así, las personas empleadas en el sector informal llegaron para el primer semestre del año al 51.1%, un punto porcentual más en comparación con el mismo trimestre en 2021.
Las mujeres: las más afectadas por la pandemia y la violencia
El desempleo y la falta de un empleo adecuado afectan principalmente a las mujeres en Ecuador, a esto se suma la violencia de género, que también se expresa en lo laboral. Para el economista Pedro Montalvo, las brechas de desigualdad entre hombre y mujeres se muestran en el hecho de que las mujeres, a pesar de tener la misma experiencia, formación y capacidades que los hombres reciban un menor salario. Así, cuando vemos las cifras de emprendimiento tenemos que el 46,5% de las personas en el país, que iniciaron un negocio o están en proceso de hacerlo son mujeres, pero sólo el 38% de ellas lograron mantenerlo, según el informe GEM 2020.
Las mujeres en su mayoría, tienen emprendimientos relacionados con la preparación de comida y la venta directa de cosméticos o productos de nutrición. Según la Asociación Ecuatoriana de Venta Directa, AEVD, de las 800 mil personas que se dedican a la venta directa en el país, el 90% son mujeres y el 10%, hombres. “Los emprendimientos de subsistencia tienen presencia de mujeres, madres, cabeza de hogar porque estamos hablando de economía de sobrevivencia” ratifica Enrique Crespo, de Conquito.
A más de las brechas culturales, educativas, económicas y salariales, las mujeres también enfrentan la violencia física y psicológica. A lo largo de la vida, 20 de cada 100 mujeres experimentaron algún tipo de violencia en lo laboral, según la Encuesta de Violencia contra la Mujer del INEC de 2019. Las mujeres emprendedoras o dueñas de un negocio son quienes más violencia sufren, según lo señala el estudio Los costos de la violencia contra las mujeres de microemprendimientos de GIZ.
A las consecuencias psicológicas y a la salud, se une una afectación económica, pues las mujeres emprendedoras que sufren situaciones de violencia destinan un alto porcentaje de sus ingresos a cuidados médicos y servicios legales, lo que pone en riesgo su estabilidad económica. Según este estudio el costo solo de las mujeres que han podido buscar asistencia, protección y atención, ha representado un gasto de bolsillo anual de aproximadamente 29 millones de dólares, equivalente al 0,026% del PIB.
Sé un emprendedor: el discurso neoliberal
¡Sé tu propio jefe! ¡Conviértete en empresaria! ¡Trabaja en tus horarios y días libres! Así se presenta la publicidad de varias empresas, en su mayoría transnacionales, que realizan ventas directas o de las plataformas de servicios digitales.
La venta directa implica la venta de un bien o servicio fuera de un establecimiento comercial por medio de un empresario independiente con un negocio independiente de distribución. En otras palabras, hay empresas que producen un bien o servicio y luego buscan a personas que los vendan. Estas personas son catalogadas como independientes porque no tienen ninguna relación laboral; es decir, contrato, sueldo fijo o beneficios de ley. La AEVD señala que, en Ecuador, la venta de cosméticos y suplementos nutricionales encabeza la lista de productos de venta directa con un 46% y un 29% respectivamente.
Así tenemos empresas que cuentan con empresarios independientes sin relación laboral. Un ejemplo es Omnilife. Esta empresa, radicada en México y con presencia en 21 países, se dedica a fabricar y crear productos nutricionales y cosméticos. En Ecuador, esta empresa se encuentra en el puesto 694 del Ranking Empresarial publicado por la Superintendencia de Compañías, registrando en 2020, ingresos por más de 52 millones de dólares. Cuenta con una planta de vendedores, a quienes denomina empresarios independientes, que llegan a 140 mil, según cifras de la propia empresa.
Para Enrique Crespo de Conquito, la venta directa “versa en comprar algo para re venderlo. Allí no hay capacidad productiva, no hay producción, hay netamente comercio”. Por ello, asegura que si bien esta actividad “es una manera de ganarse la vida, es un negocio per sé” pero ¿genera productividad? ¿genera competitividad? se pregunta.
Por otro lado, están los trabajos en plataformas digitales que se extendieron y fortalecieron con la pandemia de la Covid- 19. En 2020, se contabilizaban alrededor de 7000 repartidorxs a nivel nacional en plataformas como Globo, Uber y Rappi. Este tipo de empleo, que se presenta como el empleo del futuro, tiende a crecer ampliamente en América Latina debido a un entorno laboral precario e inestable, asegura el estudio Precarización Laboral en plataformas digitales.
Este tipo de trabajo, asegura este estudio, se corresponde con un sistema económico que apoya la flexibilización laboral; es decir, los bajos salarios, las contrataciones temporales y la disminución de beneficios laborales como la seguridad social. En otras palabras, con un sistema neoliberal.
De manera que se expande la idea del trabajador que emprende por sí mismo, que puede cambiar de empleo permanentemente, trabaja cuando puede, al tiempo que realiza otras actividades o tiene un trabajo no remunerado. Este tipo de trabajador o trabajadora no tiene horario ni jefe o estabilidad laboral, tampoco salario fijo, contrato o vacaciones.
En el caso de las mujeres, señala la economista Gabriela Montalvo, en su estudio Del Gobierno del yo al predominio del cuidado, ellas tienen la necesidad de conciliar una actividad laboral con trabajos del cuidado, lo que ha sido “rápidamente aprovechado por el discurso del management emprendedor”. Por razón, las mujeres emprendedoras tienden a adoptar valores identificados con lo masculino como “lo competitivo, arriesgado, seguro de sí mismo, creativo, resiliente, capaz de enfrentar adversidades y adaptarse rápida y gustosamente a entornos cambiantes” acompañado de un discurso de superación personal; valores que, sin embargo, no toman en cuenta las brechas de género, desigualdad y violencia.
De otro lado, “La promoción del emprendedurismo va indisolublemente ligada a la promoción de créditos” principalmente en la política pública. Por ello, según la economista, el discurso de los gobiernos ecuatorianos para otorgar créditos a emprendedores menciona que estos necesitan fortalecer sus capacidades competitivas.
En los últimos años, esa política pública se ha dirigido a mujeres y jóvenes, justamente quienes más desplazados están de los empleos formales.
Políticas públicas para emprendedores
El emprendimiento ha estado en los planes de los recientes gobiernos de Lenín Moreno y de Guillermo Lasso, quienes plantearon líneas de crédito dirigidas a emprendedores, como parte de sus programas. Anteriormente, en el gobierno de Rafael Correa se crearon varias instituciones públicas dirigidas a fortalecer el conocimiento y los emprendimientos con base tecnológica, bajo la premisa de cambiar la matriz productiva. Sin embargo, pese al apoyo, los programas desarrollados entre 2012 y 2016 por el Ministerio Coordinador de la Producción tuvieron presupuestos variables.
Pese a ello, según Enrique Crespo de Conquito, el mayor inversionista para emprendimientos de tipo tecnológico era el gobierno central. La empresa privada lo hace en montos muy bajos”. Antes del 2016, existían varios organismos del estado encargados de proyectos de emprendimientos, haciendo que el sector público fuera el mayor inversionista, a pesar de que el presupuesto de dichos organismos era inestable. De manera que para Crespo “Si la empresa privada no cree en la innovación, no busca atarse a procesos de investigación, desarrollo, a través de su nexo con la academia con procesos de investigación, no hay capacidad de innovación”.
En el caso del gobierno de Lenín Moreno, se creó el programa “Crédito, inversión y empleo para la prosperidad” como parte del Plan de Prosperidad 2018 – 2021, donde se propuso entregar USD 1.300 millones en créditos a inversionistas y emprendedores, a través de los bancos públicos, como la Corporación Financiera Nacional (CFN), BanEcuador, el Banco de Desarrollo del Ecuador, la Corporación Nacional de Finanzas Populares (Conafips), el Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (Biess) y el Banco del Pacífico.
El Plan de Prosperidad, a decir del exviceministro de Finanzas, Fabián Carrillo, consolidaba los objetivos económicos propuestos por el gobierno de Moreno en su Plan Nacional de Desarrollo. Fue aprobado por el Fondo Monetario Internacional, previo a la entrega de 4.200 millones por parte de este organismo en 2019; aquí también se contemplaba la eliminación de los subsidios de combustibles y la reducción de instituciones públicas.
La propuesta de crédito de Moreno se centró en agricultores, estudiantes y en pequeñas y medianas empresas. Uno de sus programas emblemáticos fue Impulso Joven, implementado en febrero de 2019, y a cargo del Ministerio de Inclusión Económica y Social y de la Secretaría Técnica de Juventudes (anteriormente Dirección Nacional de la Juventud), entidad que posteriormente fue eliminada en marzo de 2020, como parte de este plan de reducir el tamaño del Estado.
De allí además que en sus encuentros con jóvenes para presentar su proyecto, Moreno hacía énfasis en que el emprendimiento era una alternativa ante la falta de trabajo en el sector público: “El Ecuador a lo mejor ya no da para empleo fijo, ya no tenemos dónde meter gente, si es que alguno tiene expectativa de trabajar en el sector público, me temo mucho que lo voy a desanimar, en cambio sí tenemos recursos y dinero para darles a ustedes mediante el Banco del Estado para que ustedes emprendan”, mencionó el ex mandatario en agosto del 2018.
Durante el gobierno de Lenín Moreno además, se aprobó la Ley de Emprendimiento e Innovación que, entre otras cosas, propone la creación del Consejo Nacional de Competitividad, Emprendimiento e Innovación, ente encargado de crear la Estrategia Nacional de Emprendimiento, Innovación y Competitividad, misma que deberá estar acorde con el Plan Nacional de Desarrollo. Este organismo se reunió por primera vez en julio de 2021.
En el caso de Lasso, se presentó el Plan Creación de Oportunidades 2021-2025, que establece las prioridades en la agenda de gobierno. Dentro del Eje Económico, se identifica como uno de los problemas para el emprendimiento, el cierre temprano de las actividades emprendedoras y la brecha en el acceso a productos y servicios financieros entre hombres y mujeres. De allí que como política se propone la eliminación de trámites para la apertura de negocios, la capacitación y el financiamiento. Aunque no se señalan metas específicas sobre el emprendimiento para alcanzar hasta 2025, si se habla de reducir el desempleo juvenil y de incrementar el número de personas empleadas en actividades culturales y artísticas.
En este sentido, el gobierno de Lasso presentó el Crédito de las Oportunidades a inicios de este año, que contempla el 1% de interés con plazos de hasta 30 años, en montos desde 500 hasta 5 mil dólares. Este crédito lo ejecuta BanEcuador y está dirigido al sector agropecuario y a las mujeres emprendedoras. Para los emprendimientos tecnológicos, el gobierno de Lasso aperturó una oficina de innovación en Israel, como parte de su última visita de estado a ese país.
Este tipo de créditos busca acercar a la gente a la banca pública. En 2020, el Banco Central del Ecuador señalaba que 75 de cada 100 ecuatorianos adultos tienen acceso a productos y servicios financieros. Mientras que la encuesta Global Findex del Banco Mundial de 2017, ubicaba que el 51% de personas mantiene una cuenta de ahorros, la mayoría de los cuales son hombres. Así también esta encuesta, solo el 12% de los encuestados pidió un préstamo en una institución financiera.
El economista Pedro Montalvo también anota que el acceso al crédito si bien es una traba para las personas que recién emprenden: “Lo que estamos evidenciado ahí es la problemática que tiene este sector en acceder a fuentes de financiamiento, es decir, yo puedo tener una buena idea, pero soy una persona joven, sin historial crediticio, por lo tanto, si le apestan a mi proyecto y eres de alto riesgo te tienen que aumentar la tasa de interés. Es una dura realidad de nuestro país, tenemos la posibilidad de emprender, pero con créditos caros. De decidir emprender con créditos caros ¿qué me queda de utilidad?”, agrega.
Gran parte de los créditos para emprendedores proviene de las cooperativas e instituciones de la economía social y solidaria. Según la Superintendencia de la Economía Popular y Solidaria, en 2016, las mutualistas y cooperativas de ahorro y crédito otorgaban el 66% de los microcréditos. Mientras que, la banca privada lo hacía un 34%.
Sin embargo, pese a la importancia del sector de la economía social y solidaria en el emprendimiento, sobre todo en lo rural, algunas políticas recientemente implementadas buscarían limitar su participación y extender la presencia de la banca privada y pública. Según el Informe alternativo sobre el cumplimiento del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales presentado por el Instituto de Pensamiento Político y Económico “Eloy Alfaro” y el Centro de Derechos Económicos y Sociales, CDES, en 2019, parte de los compromisos asumidos por Ecuador ante el Fondo Monetario Internacional buscarían “una supervisión financiera más estricta” de las cooperativas.
Además del acceso al crédito, para el economista Pedro Montalvo es importante revisar “la probabilidad de supervivencia de las empresas”, por lo cual asegura, se necesitan crear estructuras que puedan acompañar y guiar los emprendimientos que se forman en el país, “la idea aquí es cómo estructuramos el acompañamiento para que estos emprendimientos no tengan esta tan alta tasa de mortalidad que diría yo, estamos evidenciando”. Leyes tenemos asegura, pero hay que ver también cómo se operativizan.
Enrique Crespo agrega que hace falta pensar en el modelo de desarrollo del país, y en inversiones que apuesten por la innovación sino “estamos condenados a seguir manteniendo el mismo esquema de los pasados 100 años, con una matriz económica de bienes primarios con poco valor agregado”.
Fuente: https://wambra.ec/ecuador-del-emprendimiento-entre-politicas-neoliberales-y-desempleo/