En este artículo el autor analiza la importancia del voto a favor de Lula en primera vuelta, ya que marcaría un hito fundamental en la redemocratización del país.
Uno de los mensajes a favor del voto útil lo expresa muy bien: si votas por Lula, gana en primera vuelta. Si votas por otro candidato, Jair Bolsonaro pasa a la segunda vuelta. La claridad política radica en entender que la línea divisoria hoy, en la recta final de la campaña, no está entre quienes estuvieron a favor y en contra del golpe de Estado contra Dilma Rousseff. No se da entre entre el Partido de los Trabajadores (PT) y el antipetismo.
La polarización fundamental ahora se da entre bolsonarismo y antibolsonarismo. El objetivo fundamental es sacar a Bolsonaro del gobierno, evitar que siga usando al gobierno para atentar contra la democracia y contra todos aquellos que no estén de acuerdo con su discurso de odio o con su política económica de favorecer el capital especulativo.
Lula da Silva representa no solo al PT, a la izquierda, a la democracia. Representa el antibolsonarismo. Incorpora a todos los que se oponen a Bolsonaro, al bolsonarismo, incorpora a todos los que se identifican con ese objetivo.
Cada vez más crece el apoyo a Lula de personas que explican sus diferencias con el PT, que no son de izquierda, que estaban indecisas, que pensaban que votarían por otros candidatos. Este es el momento de ganar los votos que pueden llevar a Lula a ganar en primera vuelta y evitar definitivamente cualquier aventura golpista.
La derecha se da cuenta de que no puede ganar con un candidato como Bolsonaro, nefasto en sus discursos y en sus actitudes. Intenta evitar que Lula gane en la primera vuelta, que Lula gane muy fuerte.
Cuenta con la adhesión directa de los medios, que retoman las acusaciones contra Lula, el PT y la izquierda, tratando de explotar el antipetismo como contrapunto al antibolsonarismo. La derecha no tiene nada que proponer al país, retoma el discurso del supuesto riesgo que significaría el regreso del PT al gobierno y un nuevo mandato de Lula.
Brasil ha tenido elecciones que definieron el futuro del país durante mucho tiempo. Como cuando Fernando Collor de Mello, ayudado por TV Globo en su edición falsificada del debate que tuvo con Lula, ganó en 1989. Aquellas elecciones, las primeras directas después de la dictadura -las anteriores habían sido en 1960, casi 30 años antes- definió que el país tuviera un ciclo neoliberal, que fue desde 1990 hasta el 2002.
Las elecciones presidenciales de 2002 llevaron por primera vez al PT a la presidencia de la República, con la victoria de Lula. Se abrió el ciclo más virtuoso de la historia brasileña hasta ahora, con el fortalecimiento de la democracia, el desarrollo económico, la distribución del ingreso a través de la creación de más de 20 millones de empleos formales y un aumento de los salarios mínimos un 70% por encima de la inflación.
Al punto que los gobiernos del PT fueron elegidos y reelectos democráticamente en cuatro elecciones sucesivas. Tenían que ser víctimas de un golpe de Estado -un juicio político sin base legal alguna contra Dilma y la detención y condena de Lula, igualmente sin fundamento – para terminar el ciclo.
El fracaso de los gobiernos de restauración neoliberal, de Michel Temer y Bolsonaro, más los desastres vividos especialmente durante este gobierno, llevan a las elecciones de octubre a definir un nuevo ciclo en la historia brasileña.
Son las elecciones más importantes porque o bien prolongan el catastrófico ciclo actual -lo que ninguna encuesta indica- o reabren un ciclo virtuoso en la historia del país. Hay dos contrapuntos antagónicos. Hay dos mundos, dos ‘brasiles’, que están en oposición. De ahí la importancia de las elecciones de este año.
Derrotar al bolsonarismo -y hacerlo en primera vuelta- tiene un significado profundo. Significa rechazar el modelo neoliberal y la utilización del Estado para promover las desigualdades, la violencia, la protección de las milicias y la familia corrupta que se ha apoderado del Estado. Significa derrotar a un gobierno profundamente neoliberal, autoritario, represivo que alimenta la violencia, el armamento generalizado, el desprestigio internacional de Brasil, entre otros desastres.
Significa reafirmar el valor de la democracia, para que nunca más la dejemos destruir. Significa hacer del Estado un instrumento para el crecimiento económico y la inclusión social, garantizando condiciones mínimamente dignas para toda la población. Significa recuperar la imagen degradada de Brasil en el mundo.
Por eso no se puede perder ningún voto. Se trata de impedir lo que quiere la derecha, que es llevar la disputa a la segunda vuelta. Esta es la hora decisiva del voto decisivo. Hora de elegir a Lula en primera vuelta y brindarle el mejor Congreso posible, rescatar el país y comenzar a un nuevo ciclo virtuoso en la historia de Brasil.
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