Los intereses vinculados a los combustibles fósiles lograron hasta ahora trabar las principales acciones para contener el calentamiento de la Tierra, según el brasileño José Goldemberg, protagonista de los momentos cruciales de este nuevo desafío de la humanidad. Impulsor de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo que se celebró en […]
Los intereses vinculados a los combustibles fósiles lograron hasta ahora trabar las principales acciones para contener el calentamiento de la Tierra, según el brasileño José Goldemberg, protagonista de los momentos cruciales de este nuevo desafío de la humanidad.
Impulsor de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo que se celebró en Río de Janeiro en 1992, cuando era secretario nacional de Ambiente, Goldemberg no ve en la actitud brasileña de hoy el liderazgo ejercido en aquella cumbre y en las negociaciones que siguieron para forjar el Protocolo de Kyoto en 1997, por la timidez de las propuestas actuales.
Respetado experto en energía, ganador en 2008 del Premio Planeta Azul, una especie de Nobel ambiental que entrega la fundación japonesa Asahi Glass, el físico sigue activo a los 81 años, como docente del Instituto de Electrotécnica y Energía de la Universidad de São Paulo.
En entrevista con TerraViva/IPS, Goldemberg dijo esperar una «modesta cooperación» como resultado de la XV Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-15), que comenzó el lunes en Copenhague.
IPS: Hay una diferencia brutal entre la percepción del cambio climático en 1992 y la de hoy. Y las emisiones de dióxido de carbono crecieron mucho, tanto en países ricos como emergentes, pese a la Convención y al Protocolo de Kyoto. ¿Teníamos una visión romántica del tema? ¿La ciencia demoró en revelar la gravedad del problema?
JOSÉ GOLDEMBERG: La «visión» de 1992 era bastante romántica. Por otro lado, no se esperaba tanta resistencia de los productores de energías fósiles para cambiar sus tecnologías y adoptar otras, nuevas y menos contaminantes.
Eso explica por qué los recortes de emisiones previstos por el Protocolo de Kyoto en los países industrializados no se cumplieron. Y los países en desarrollo, que quedaron exentos de obligaciones y eran responsables de solo 30 por ciento de las emisiones en 1990, hoy ya emiten más de 50 por ciento, pero se resisten a asumir compromisos.
Eso se debe en parte al hecho de que las consecuencias del calentamiento global demoran en sentirse, de manera que la sensación de que se debe actuar con urgencia no es muy fuerte.
IPS: No se puede esperar el agotamiento del petróleo, menos aun del carbón, para cambiar la matriz energética mundial. ¿Qué hacer para romper la inercia que dificulta la transición hacia una economía baja en carbono?
JG: La divulgación de los datos de Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y la evidencia de que las «huellas» del calentamiento global se están haciendo más fuertes ayudan y mueven a los países. No hay dudas, por ejemplo, de que la frecuencia de eventos climáticos extremos aumentó en los últimos años.
IPS: ¿La energía nuclear puede ser una de las soluciones?
JG: Sí, siempre que se resuelvan los demás problemas asociados a ella. Se trata de la disposición segura de los residuos radioactivos y la proliferación nuclear. Son distintos de los problemas generados por los combustibles fósiles y están lejos de solucionarse, como muestran los casos de Irán y Corea del Norte.
IPS: ¿Qué impidió la aprobación de su propuesta de una meta de 10 por ciento de energías renovables en la matriz mundial, presentada en la conferencia Río+10, que se celebró en Johannesburgo en 2002?
JG: La resistencia de los países productores de petróleo y carbón, entre ellos Estados Unidos. La Unión Europea apoyó con entusiasmo mi propuesta e incluso sigue apoyándola y se propone ahora alcanzar 20 por ciento de su energía generada a partir de fuentes renovables en 2020.
IPS: ¿Por qué no despega el etanol, como desea el gobierno brasileño? ¿Hay nuevas perspectivas ante el casi pánico generado por el cambio climático?
JG: El etanol no despega porque Estados Unidos y la Unión Europea le imponen barreras arancelarias para proteger sus industrias locales, que producen alcohol carburante de maíz y trigo a un costo dos o tres veces más alto que el de Brasil, que usa caña de azúcar.
IPS: ¿Qué espera de la COP-15? ¿El mundo tiende a una nueva «guerra fría», como afirma Graciela Chichilnisky (científica estadounidense que hizo grandes aportes al Protocolo de Kyoto) o a la cooperación, ya que nadie gana con el calentamiento global?
JG: Creo que nos encaminamos a una modesta cooperación, pues incluso China e India se proponen hacer algo para reducir sus emisiones, aunque menos de lo que sería necesario.
IPS: ¿Brasil volvió a asumir un liderazgo en el área ambiental, como el que ejerció en 1992, en Río, y en 1997, en Kyoto?
JG: No, porque la propuesta brasileña de reducción de la contaminación demoró mucho en ser formulada y no es vinculante, sino voluntaria, de manera que es recibida con cierta desconfianza. Es fácil prometer que se va a reducir la deforestación de la Amazonia en 80 por ciento hasta 2020, más difícil es cumplir esa promesa.
Además, la propuesta brasileña es condicionada, de forma poco clara, al apoyo financiero de países industrializados. En contraste, la meta adoptada por el sureño estado de São Paulo, que consiste en abatir en 20 por ciento las emisiones de gases invernadero en comparación con 2005, es clara y objetiva y fue bien acogida.
Fuente original: http://www.ipslatam.net/nota.asp?idnews=94158