M.H.: Se han conocido los candidatos para las próximas elecciones en Brasil, donde lidera las intenciones de voto de acuerdo a las encuestas, Lula da Silva con un 37%, Bolsonaro tendría un 18% y en este análisis me llama la atención porque no aparece lo que podríamos llamar la derecha tradicional brasilera. Aparece el PT […]
M.H.: Se han conocido los candidatos para las próximas elecciones en Brasil, donde lidera las intenciones de voto de acuerdo a las encuestas, Lula da Silva con un 37%, Bolsonaro tendría un 18% y en este análisis me llama la atención porque no aparece lo que podríamos llamar la derecha tradicional brasilera. Aparece el PT por un lado y, por otro, este partido ultraderechista, esta fórmula conformada por dos ex militares, asesorados por Steve Bannon, el ex asesor de Trump.
R.A.: Todavía es un poco temprano y es un poco difícil hacer un análisis, porque el proceso electoral brasileño está apenas empezando. No hay propaganda electoral aún, no hay manifestaciones mediáticas más amplias. Empieza el primer contacto en las calles.
Bolsonaro es un candidato de extrema derecha, un riesgo terrible para Brasil porque es un Trump tropical. Con un pie en las Fuerzas Armadas del período de la dictadura, de la tortura, de la violencia que ustedes conocen tan bien como nosotros.
Pero hay un centro derecha que todavía no se desarrolló plenamente, que tiene un candidato que es fuerte, Geraldo Alckmin. Tiene una base fuerte en Sao Paulo porque fue gobernador de ese Estado. Tiene fuerza en esa región. Tiene un porcentual pequeño en las encuestas porque hay una polarización mediática muy fuerte entre lo que se llama la «extrema derecha» y la «extrema izquierda». Lula es considerado como «extrema izquierda». Pero hay un conjunto amplio de candidatos de centro derecha y centro izquierda que tienden a crecer.
En el centro izquierda están Ciro Gómez y Marina Silva. En el centro derecha Alckmin, Meirelles y otros pequeños sin relevancia. Por ahora, en las encuestas lo que llamamos de derecha tradicional, o derecha liberal no está muy presente pero es una ilusión, porque cuando empiecen las encuestas durante el período de la propaganda electoral va a cambiar.
Para que se den una idea, Alckmin tendrá más tiempo de publicidad que todos los otros juntos y esto significa que durante las semanas en que hay propaganda gratuita su nombre tiende a crecer, sobre todo porque hizo una alianza con la mayoría amplia de los partidos de la derecha brasileña. Prácticamente todos los partidos de la derecha brasileña tradicional están con la candidatura de Alckmin. Entonces esta es una situación muy provisoria.
También es una incógnita saber qué va a pasar con Lula, por ahora mantiene su candidatura pero si no tiene aprobada su inscripción definitiva, va a intentar transferir su contingente electoral que hoy es fuerte, cerca del 37%, a Haddad. Este es un problema porque Haddad es muy desconocido a pesar que fue el reciente alcalde de la ciudad de Sao Paulo, pero Lula no va a tener tiempo de ir a la televisión y decir que es su candidato.
La situación hoy es muy difícil de pronosticar. Podemos tener un segundo turno con Haddad y Alckmin, podemos tener un segundo turno con Ciro y Bolsonaro, o con Marina Silva y Alckmin o con Bolsonaro y Marina. Este es el cuadro brasileño en el momento presente.
M.H.: Realmente complejo. Ha habido una serie de luchas, particularmente en Sao Paulo entre los profesores de la red privada paulista, en las universidades públicas, de los trabajadores municipales. ¿Esto estaría indicando un reanimamiento de las luchas sindicales en Brasil?
R.A.: No. Todavía es muy incipiente. Estas son luchas importantes porque son parte del proletariado de servicios públicos, los profesores de primaria, secundaria, etc., que están viendo deteriorarse su situación laboral, pero todavía están muy al margen las otras capas del proletariado, como la metalúrgica, los bancarios, los químicos, que todavía están en una situación muy difícil.
La población económicamente activa brasileña es cerca de 100 millones de trabajadores, son casi 13 millones los desempleados, 7 millones desempleados por desaliento. Son 20 millones, más otros 9 millones con trabajos precarios. O sea, cerca de 30 millones de personas y casi el 30% de la población económicamente activa sin trabajo o en trabajos muy precarios.
En esta situación la huelga es más difícil, porque los que están trabajando tienen miedo de perder el empleo, los que están sin trabajo pueden hacer manifestaciones pero no huelgas y hay un desencanto con toda la situación, con la tragedia de lo que significó el PT en su gobierno. Pero ahora el PT se fortaleció porque el gobierno de Temer tuvo una política de devastación tal y tan amplia que la población hoy piensa que es mejor Lula que el gobierno actual.
También una parte de la población migra a Bolsonaro que es un hombre de ultra derecha, que dice que va a cambiar el país, que Dios, él y el mercado van a cambiar todo, que va a privatizar todo, que va a terminar con la corrupción, que va a militarizar las escuelas e imponer la enseñanza religiosa en todas partes. Es un fanático religioso.
La situación es muy complicada, pienso que hay cierta similitud con la situación argentina, pero acá es todo posible. Si Lula obtiene la legalidad es un fuerte candidato pero no tiene garantizada la victoria. Pero el 99% de las informaciones nos dicen que Lula no será candidato. O sea que de 30 a 35% de votantes que votarían a Lula se desparramarían en muchos otros; hacia dónde, no está claro. Haddad recibirá una parte pero cuánto es imposible saberlo hoy. Hay una encuesta que se publicó hoy en Brasil que dice que de cada diez que votan a Lula solo 4 migran a Haddad, no es poco, es una buena elección, pero esta es una encuesta, no la realidad.
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