En el transcurso de una insurrección Charles Fourier observó con qué dedicación y ardor la gente amotinada desempedraba una calle y levantaba una barricada en pocas horas. Calculó que esa acción de escasas horas equivalía a tres días del trabajo de terraplenado que se habían necesitado para la misma obra bajo las órdenes de un […]
En el transcurso de una insurrección Charles Fourier observó con qué dedicación y ardor la gente amotinada desempedraba una calle y levantaba una barricada en pocas horas. Calculó que esa acción de escasas horas equivalía a tres días del trabajo de terraplenado que se habían necesitado para la misma obra bajo las órdenes de un patrón. La diferencia estribaba en que las personas asalariadas solo estaban motivadas por su paga, mientras que en el primer caso la lucha por la libertad y la pasión organizada les había llevado a una actividad más enérgica y eficaz.
Varias décadas después de la muerte de Fourier y como si fuera un eco de su advertencia, la Internacional Situacionista informaba de un singular acto, coincidiendo con una huelga general, el 10 de marzo de 1969: la estatua de Charles Fourier fue repuesta sobre su pedestal, que permanecía vacío desde que los nazis arrebatasen su primera versión de la plaza de Clichy. El trabajo de instalación fue rápido, en un momento en que la plaza estaba concurrida. La estatua era una réplica en yeso finamente bronceado, con un peso de unos cien kilos. Pasados dos días la policía la retiró. Para quitarla no se necesitaron menos de treinta guardias y una grúa, mientras que para colocarla únicamente fueron precisos ocho jóvenes de unos veinte años ayudados por unas tablas.
Datos curiosos en estos tiempos de cultura precaria. Con barricadas o sin ellas, con estatuas o sin ellas, a veces esperamos que las insignias, las banderas y los himnos nos indiquen dónde está la revolución y con frecuencia nos olvidamos de que tenemos en nuestras manos esa revolución llamada vida.
Publicado en: https://www.diagonalperiodico.net/culturas/22502-esa-revolucion-llamada-vida.html