Por un breve en El País el 7 de octubre sabemos que las escuelas de la provincia italiana de Barletta-Andria-Trani se financiarán con publicidad de las empresa. El sistema consiste en que si la empresa paga 70 euros por una silla o una mesa podrá incluir en este mueble una placa publicitaria. El diario La […]
Por un breve en El País el 7 de octubre sabemos que las escuelas de la provincia italiana de Barletta-Andria-Trani se financiarán con publicidad de las empresa. El sistema consiste en que si la empresa paga 70 euros por una silla o una mesa podrá incluir en este mueble una placa publicitaria. El diario La Repubblica lo presenta benévolamente como «publicidad en la escuela para disminuir el gasto financiero del colegio».
Si alguien no ve este hecho relevante debería saber lo que Michael Moore contaba sobre los colegios estadounidenses en su libro «Estúpidos hombres blancos«, hace nueve años. Relata cómo han entrado las grandes multinacionales en las escuelas de los niños estadounidenses. Así, «se distribuyen libros escolares con anuncios de Calvin Klein y Nike». Y «Pizza Hut estableció un programa para alentar a los niños a leer. Cuando los estudiantes alcanzan el objetivo de lectura mensual, se les recompensa con artículos de la marca». Del mismo modo, «General Mills y Campbell´s Soup (…) tienen programas que gratifican a las escuelas por incitar a los padres a comprar sus productos. Generalmente Mills da a las escuelas diez centavos por cada tapa de sus productos que envíen». Existe un programa tremendo denominado «Material escolar gratuito para los niños de América». Según él, «las escuelas pueden conseguir un ordenador Apple iMac gratis por sólo 94.950 etiquetas de sopa». Y sigue: «Un total de 240 distritos escolares en 31 estados han vendido derechos de exclusividad a una de las grandes corporaciones del ramo (Coca-Cola, Pepsi, Dr. Pepper) para introducir sus productos en la escuela». Y vaya si lo cumplen, cuando un niño de un instituto de Georgia se presentó con una camiseta de Pepsi en el día de la Coca-Cola del instituto, lo expulsaron por un día.
El plan ya ha llegado a Italia, preparémonos porque cualquier día aterriza en España. Después de décadas luchando para que se quiten de los colegios públicos los crucifijos, ahora, con el sistema italiano, por la módica cantidad de 70 euros en lugar de crucifijos tendremos anuncios de Coca-Cola. O quizás si el patrocinador es la propia Iglesia, tendremos no un crucifijo, sino tantos como setenta euros pague el obispado. Parece que el mercado y el dinero todo lo pueden.
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