Comprender el carácter que asume la crisis capitalista en la actualidad nos lleva a profundizar en la doble lógica del sistema capitalista contemporáneo: la explotación y la dominación a través del desarrollo de un nuevo proceso de acumulación y reproducción del sistema a escala mundial. En su libro: Crisis capitalista y desmedida del valor, un […]
Comprender el carácter que asume la crisis capitalista en la actualidad nos lleva a profundizar en la doble lógica del sistema capitalista contemporáneo: la explotación y la dominación a través del desarrollo de un nuevo proceso de acumulación y reproducción del sistema a escala mundial.
En su libro: Crisis capitalista y desmedida del valor, un enfoque desde los Grundrisse , Adrián Sotelo se plantea una serie de interrogantes acerca de las características, el desarrollo y las modalidades de la actual crisis capitalista que, como menciona, si bien aún no se ha definido el perfil o la esencia que está asumiendo la acumulación y reproducción del capital, es posible inferir algunas tendencias substanciales, tales como la creciente dificultad para valorizar el capital a nivel mundial, la incesante necesidad por parte del gran capital de acudir al recurso de la guerra con la finalidad de apropiarse tanto de recursos naturales como de territorios, así como la imposición de una nueva organización social del proceso de trabajo basada en la «acumulación flexible» encaminada a una mayor explotación de la clase trabajadora.
Para Adrián Sotelo, estas tendencias son a su vez producto de lo que Ruy Mauro Marini señaló como una fase de transición, que ha tenido como esencia la constitución de un nuevo orden económico internacional capitalista denominado Neoliberalismo o Economía de Mercado.
El nuevo orden económico surgido como un intento destinado a superar la crisis de mediados de los setenta, ha traído importantes -y a su vez desastrosas- implicaciones y consecuencias. En el plano económico significó el colapso del modelo de industrialización y sustitución de importaciones que duró alrededor de tres décadas en América Latina, con lo cual se impuso un nuevo proceso de acumulación y reproducción basado en las demandas y exigencias del mercado mundial, lideradas por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), así como por empresas transnacionales provenientes de países imperialistas que bajo la insignia neoliberal, han orillado a los países latinoamericanos a reconvertir sus aparatos productivos en función de la exportación de materias primas como parte esencial del engranaje de la división internacional del trabajo.
Asimismo, la lógica neoliberal ha traído consigo toda una oleada de privatizaciones del sistema económico y social mediante la imposición de políticas económicas de choque-ajuste-estabilización, así como el predominio del capital financiero-especulativo en detrimento del capital productivo, y el tránsito de un patrón de acumulación de capital fordista-taylorista, a un nuevo patrón de acumulación y reproducción toyotista a través del desarrollo de la ciencia y la tecnología, que a decir de Sotelo Valencia, se sustenta en «la captura de la subjetividad y en la intensificación del uso de la fuerza de trabajo por el capital»; esto es, un nuevo patrón de organización social que guarda en su seno la constitución de nuevas relaciones sociales de producción y organización del trabajo basadas en la intensificación del trabajo y la apropiación del conocimiento del obrero colectivo, a costa de deterioro de las condiciones económicas, sociales y laborales de la población trabajadora.
En el plano político-jurídico, el Estado ha transitado de un modelo «bienestarista» a otro modelo abiertamente neoliberal que ha tenido como base principal la reestructuración del papel del Estado en al menos tres grandes direcciones: limitarlo en su facultad de intervención en las actividades económicas especialmente en los gastos sociales, mantenerlo fuerte en su capacidad de quebrar el poder popular como el de los sindicatos y organizaciones obreras y campesinas, y establecer los mecanismos jurídicos para la injerencia «legal» de las empresas transnacionales en nuestros países. En síntesis, el Estado ha sido reconvertido en mero instrumento y agente eficaz en la reproducción del capitalismo neoliberal.
Sotelo explica que si bien esta nueva forma de acumulación o modelo neoliberal permitió una relativa recuperación de la tasa de ganancia durante los años noventa, no sucedió lo mismo con la tasa de acumulación, la que al verse perjudicada por una importante disminución, afectó tanto la inversión como la creación de empleos debido a la errática política económica en favor del capital ficticio, provocando mayores y profundas contradicciones históricas que han desembocado en una importante desaceleración económica y profunda crisis que a diferencia de sus predecesoras, se expresa tanto en los países dependientes como dentro del gran imperialismo norteamericano, en donde dicha crisis estalló a partir del 2008 como una «crisis inmobiliaria» o «crisis financiera» que como efecto dominó, ha causado la quiebra de bancos, grandes consorcios financieros e industrias automovilísticas tanto en Estados Unidos como en Europa y Japón. Sin embargo, el autor afirma que es un error reducir la crisis mundial a su carácter meramente «financiero», proponiendo a contrapelo una explicación que apoyada en conceptos marxistas, nos ofrece una visión estructural del desarrollo y de la lógica del sistema.
Contrario a las visiones oficiales y reduccionistas alimentadas por los medios de comunicación, el autor se orienta a la realización de un exhaustivo análisis de la crisis estructural actual, -y he aquí una de las hipótesis principales de su libro- en donde pone de manifiesto que dicha crisis aparte de ser una crisis de sobreproducción, deriva de la insuficiencia del sistema capitalista para producir valor en el proceso de trabajo, así como valorizar el capital invertido (expresado en materias primas, medios de producción y en fuerza de trabajo o capital variable) y generar plusvalía para restablecer el aumento de la tasa de ganancia necesaria para la reproducción del sistema: » la actual crisis mundial, que amenaza al modo capitalista de producción y a la misma vida social, es en esencia una profunda y larga crisis de los mecanismos de creación de valor y de plusvalor, o bien, de la posibilidad que tiene el régimen del capital de seguir determinando el valor de las mercancías por el mero tiempo de trabajo, porque éste también ha llegado a un límite insostenible que, contradictoriamente, la revolución informática, telemática y comunicacional no hace más que agrandar y profundizar peligrosamente, con lo que se han inflado al máximo las actividades especulativas del capital ficticio.»
Para el autor, una vertiente esencial desde la cual es posible enfocar el problema es a partir de la contradicción entre el tiempo de trabajo y la desmedida de valor, que en palabras del autor, » en cada ciclo de aumento real de la productividad social del trabajo, debida entre otros factores, al incesante incremento e incorporación de tecnología de punta en el proceso de trabajo, la categoría «tiempo de trabajo» deja de ser un factor suficiente para aumentar el plusvalor y, por ende, en el largo plazo, de la tasa de ganancia, la cual, por el contrario, tiende a declinar, estimulado por todo el sistema el ciclo especulativo, la concentración y centralización del capital y, como su producto, las crisis financieras, monetaria e inmobiliarias como las que están en curso en Estados Unidos.» Y sostiene la siguiente hipótesis: «por más que siga aumentando la productividad, desarrollándose la revolución tecnológica y «ahorrando fuerza de trabajo» (desempleo, ejército industrial de reserva, etcétera), la reducción del tiempo socialmente necesario para la producción de mercancías y de fuerza de trabajo se va volviendo cada vez más marginal; es decir, cada vez más insignificante para producir valor y plusvalor, aunque progresivamente esté aumentando en la sociedad el volumen general de la riqueza física (valores de uso), pero, sin embargo, con un valor contenido cada vez menor. Entonces el sistema entra en crisis orgánica, estructural y civilizacional, como está ocurriendo en la actualidad.»
Este problema fue planteado y resuelto por Marx en los Grundrisse, en donde pone de manifiesto que lo que determina el valor de las mercancías, -incluyendo la fuerza de trabajo- es el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas; en ese sentido, el tiempo de trabajo necesario es la parte que se remunera a la fuerza de trabajo a cambio de que ésta pueda producir un tiempo de trabajo excedente o una plusvalía de la cual se apropia el capital. Por lo tanto, éste siempre está interesado en que el tiempo de trabajo se reduzca al máximo a fin de que pueda aumentar el excedente; sin embargo, llega un momento en que el tiempo de trabajo ya no se puede reducir más porque pondría en peligro al sistema, ya que amenazaría la propia existencia de la fuerza de trabajo y, como menciona Marx, si esa fuerza es la única productora de valor y de plusvalía, termina reduciendo entonces el excedente y la plusvalía, aunado a que el desarrollo tecnológico que sustituye constantemente trabajadores de la esfera de la producción, provoca que la reducción del tiempo necesario sea cada vez menor y, por tanto, que la plusvalía siga aumentando pero de manera marginal.
Siguiendo esa lógica, Sotelo recurre y sustenta su hipótesis en la teoría del valor-trabajo de Marx, quien sostiene en el Libro I de El Capital que lo único que puede crear nuevo valor y por ende plusvalor, es el valor de uso de la fuerza de trabajo, que comprado por el capital, es el único capaz de producir plusvalía y garantizar el aumento de la tasa de ganancia: » Marx comprendió a la perfección este fenómeno contradictorio al explicitar que, siendo el «valor de uso» de la fuerza de trabajo una parte constitutiva del capital -que provee el plusvalor y lo valoriza-, al prescindirse del obrero, de su fuerza útil de trabajo, lo que se hace es reducir el plusvalor y, en el largo plazo, castigar irremediablemente la tasa de ganancia.»
Ante dicho fenómeno, el autor recupera y pone de relieve la «centralidad del trabajo» como un fenómeno esencial en el capitalismo actual, ya que si el sistema se aproxima a una sociedad «sin trabajadores» como afirman los teóricos del «fin del trabajo», experimentará cada vez más profundas crisis que difícilmente podrá sortear, ya que el trabajo es en primera y última instancia, el factor dinamizador necesario para la producción y reproducción del sistema.
Para complementar el análisis sobre la crisis actual, en el libro Crisis capitalista y desmedida del valor, un enfoque desde los Grundrisse , se destacan algunos rasgos particulares y esenciales que permiten comprender ciertos fenómenos del capitalismo actual, entre ellos podemos distinguir el carácter salvaje y expansivo de la crisis hacia el resto de la economía internacional y la capacidad del sistema para autoregenerarse debido a su carácter cíclico y en espiral, esto es, si bien el capitalismo atraviesa por momentos tanto de prosperidad y expansión como momentos de recesión y crisis, esto se debe a su carácter en espiral, lo que significa para el autor que estamos frente a un proceso histórico-estructural del desarrollo capitalista en el que en cada ciclo histórico (por ejemplo diez años), las posibilidades de crecimiento económico y los periodos de expansión son cada vez más reducidos en contraposición al aumento de los periodos de recesión y de crisis como la que estamos viviendo en la actualidad. De esta forma, es que para el autor el sistema tiene ciertos márgenes y salidas que le permiten autoregenerarse en pos de un relativo corregimiento de la tasa de ganancia, salidas que a su vez se ven reflejadas en la extensión de una guerra imperial y la generalización de la superexplotación; las cuales desembocarán en la universalización e intensificación de políticas de «flexibilidad laboral» como una regla general del mundo laboral como medidas de contención de la crisis estructural.
Por último cabe destacar que si bien estas son las características y modalidades de un capitalismo que se nos impone a diestra y siniestra como único destino posible y que vislumbra en la crisis sus características más salvajes a lo largo y ancho del planeta, no podemos olvidar que la crisis es también un escenario que permite abrir nuevos horizontes de emancipación, ya que todo sistema excluyente genera en su seno una importante contradicción: la lucha de los sectores más oprimidos y la constante tarea de la conformación de un sujeto histórico capaz de superar dichas desigualdades.
En ese sentido, las categorías marxistas de valor, plusvalor, ganancia, trabajo, clase social, modo de producción, proletariado y revolución son hoy en día tan actuales e imprescindibles para el análisis, la comprensión y la futura superación de las contradicciones del sistema, de la misma manera en que este libro: Crisis capitalista y desmedida del valor, un enfoque desde los Grundrisse , constituye ya un importante paso hacia dicha labor.
* Reseña del libro: Adrián Sotelo, Crisis capitalista y desmedida del valor, un enfoque desde los Grundrisse , coedición Editorial Itaca-FCPyS-UNAM, México, 2009.
** Estudiante de la Maestría del Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la UNAM.
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