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El economista Pedro Montes inaugura el curso de la Academia de Pensamiento Crítico de Socialismo 21

«Esta Unión Europea y el euro no van a sobrevivir»

Fuentes: Rebelión

Cuando se habla de Europa, suele producirse una competencia en loas y panegíricos. Por eso, el economista Pedro Montes puede exhibir como gran mérito sus reproches desde primera hora a la unión monetaria y al modo en que se forjó la Unión Europea. Una voz crítica en medio del desierto, fundamentada en muchos años de […]

Cuando se habla de Europa, suele producirse una competencia en loas y panegíricos. Por eso, el economista Pedro Montes puede exhibir como gran mérito sus reproches desde primera hora a la unión monetaria y al modo en que se forjó la Unión Europea. Una voz crítica en medio del desierto, fundamentada en muchos años de análisis en el servicio de estudios del Banco de España. Montes ha insistido en sus planteamientos sobre el euro y la UE («no van a sobrevivir, las costuras terminarán reventando») en la inauguración del curso de la Academia de Pensamiento Crítico de Socialismo 21, que tuvo lugar el 17 de enero en la Facultat de Ciències Socials de Valencia.

La cuestión nacional en Cataluña. La reforma de la Constitución. Los recortes en la sanidad y la educación públicas. La plaga de la corrupción. El día a día, la vorágine mediática, esconde taras estructurales en las que Montes no se cansa de insistir: «Con la Unión Europea y el euro se ha creado un auténtico monstruo; y ya no existe solución». Explica el economista que los estados controlan, aun en el marco de un «capitalismo salvaje», la mitad de la economía nacional. «Esto les permite ciertas funciones de redistribución y equilibrio; en cambio, nada de esto existe en la UE». Los estados han cedido buena parte de la soberanía a Europa y se han quedado sin herramientas para amortiguar la circulación libérrima de capitales (moneda propia, banco central, banca pública, tipos de cambio, entre otras).

Estas ideas resultan ya bien conocidas. La consecuencia es el «monstruo» citado por Pedro Montes: la Europa de «dos velocidades» y la consiguiente crisis de las deudas. «Es imposible que España pueda afrontar su deuda, pues son montos que no pueden asumirse; hay siempre un momento, cuando las sumas son enormes, que acaban por devorar a los deudores; y esto es lo que ocurre hoy», explica tajante el economista y miembro de Socialismo 21. Ante el desastre, Montes propone vincular la recuperación de una política monetaria propia al abono de la deuda. También pide que se plantee una moratoria «de al menos 20 años» en los pagos, además de una quita. Ahora bien, «que cada palo aguante su vela», matiza Pedro Montes. «¿Qué le vamos a hacer los ciudadanos si la banca española no puede hacer frente a sus pagos con los bancos alemanes?», se pregunta.

Otra cuestión son las auditorías, que cada vez reivindican más organizaciones sociales. Montes pide hilar fino. En una primera fase, años 2007 y 2008, en los albores de la crisis, el estado español se endeuda por motivos como el incremento de la inversión pública y los pagos de prestaciones, explica Pedro Montes. «Es muy difícil que esto se le haga pasar por ilegítimo a los acreedores», subraya. Pero «otra cosa es lo que ocurre en 2012. El estado se ha endeudado para resolver los problemas de las entidades financieras. Esto sí que resulta ilegítimo «, concluye.

Cuidado con el lenguaje. Con términos como «rescate», presentes a diario en los medios y en los discursos oficiales. «El enemigo es muy perverso y muy listo; nos engaña todo lo que puede». «A uno se le rescata cuando está ahogándose, pero la ayuda para el pago de deudas inmediatas, vinculada a condiciones que maniatan a un país, es otra cosa», explica el miembro de Socialismo 21. Recuerda, asimismo, el dinero público que, a través de instituciones como el Banco Central Europeo (BCE), se ha entregado a la banca privada (a tipos de interés mínimos) para que resuelva sus compromisos con acreedores también privados. «A eso lo llaman rescate «, concluye. Mediante este mecanismo, las entidades financieras alemanas, en tanto que grandes acreedores, han mejorado su salud.

Montes considera que el mundo es hoy una «bomba de relojería». Explica que si España se ve forzada a abandonar el euro, después puede caer Italia, y Francia tendría, hipotéticamente, que enfrentarse en solitario con Alemania. A este «efecto dominó» se agrega la «burbuja de dólares» instalada en el mundo, en parte por las inyecciones de capital implementadas por Obama para revertir la crisis de 2008. «La crisis del dólar, igual que la de la zona euro, tendría gravísimas repercusiones en todo el mundo», sentencia Montes. El economista advierte sobre el potencial explosivo de la coyuntura: «La crisis de la deuda externa en América Latina, en la década de los 80, presentaba cifras muy inferiores a los de la crisis actual».

En el caso español, un mero repaso de las cifras permite desmontar muchos de los tópicos. El pasivo (compromisos de pago, deuda y capítulos similares) de España en su conjunto (estado, bancos, empresas y particulares) con el exterior es de 2,3 billones de euros. De esta cifra, sólo unos 300.000 millones de euros corresponde a las diferentes administraciones públicas. El grueso de la deuda, por tanto, es de carácter privado, aunque la receta de ricino se fundamente en el recorte del gasto público en servicios escenciales. Montes apunta las dos salidas que en España se han ensayado.

Primero, el «ajuste interno» de precios y salarios, teóricamente para que la economía gane en competitividad. Pero esta vía, «que comenzó el PSOE y el PP ha acentuado de modo aberrante, no puede dar resultado», según Pedro Montes. Porque «siempre hará países con salarios más bajos y otros con mayor competitividad en razón de la superioridad tecnológica». Además, un empresario al que le funcione su negocio, ¿Por qué razón debería bajar el precio de sus productos?, se pregunta el autor de «El desorden neoliberal». La segunda vía es la austeridad a piñón fijo y las políticas de reducción del déficit público. También esta senda, a juicio de Montes, deviene errónea. No sólo «porque deprime la demanda y al final se produce una merma de los ingresos fiscales». Sino porque, además, aunque pudiera menguarse el déficit público, «hay una deuda pública acumulada -de cerca de un billón de euros- que ha de pagarse», explica el coautor de «Qué hacemos con el euro».

Montes ha insistido hasta el hartazgo en que los déficit exteriores acumulados por los países de la periferia europea derivan, en gran medida, de la entrada en vigor de la moneda única en 1999. Los estados perdieron entonces la moneda propia, la capacidad de imponer los tipos de interés y de cambio y, en definitiva, la posibilidad de un banco central con plenas competencias. Ya no se podía devaluar o revaluar una moneda para aumentar las exportaciones o abaratar las importaciones, según las necesidades de la coyuntura. Pero, sobre todo, «la periferia europea podía financiarse muy fácilmente en euros; todo era maravilloso, pero se trataba de una gran mentira», explica el economista de Socialismo 21.

La falacia estriba en que pese a los flujos de dinero fácil y el «boom» del ladrillo, el déficit y la deuda de los países periféricos no paraba de crecer. Antes del euro, recuerda Pedro Montes, el déficit exterior de la economía española nunca superó el 3,4% del PIB. Tras la entrada en vigor de la moneda única, en los países de la periferia se han alcanzado tasas del 14 y el 15%. En números absolutos, hasta la entrada en el euro la economía española (sector público y privado) debía 540.000 millones de euros a los acreedores extranjeros. Algo más de una década después, el pasivo ronda los 2,3 billones de euros.

En el capítulo de las alternativas, Montes reitera los planteamientos que en público y por escrito defiende desde hace años. «Hay que retirarse de esta Europa», sentencia. «Esto será amargo -reconoce-, pero la otra opción es más austeridad, reducción de salarios e incremento del paro». «Hay que luchar y resistir, recuperar la política», subraya el economista. «Pero también ofrecer alternativas a la gente, de lo contrario no hacemos sino pelear contra un muro». «El día que la izquierda entre en el gobierno tendrá que aclarar qué quiere hacer con Europa». Es esta una de las grandes claves, «porque desde los orígenes de la UE, la izquierda anda muy despistada en torno a esta cuestión».

Por lo demás, «hemos de remover conciencias; insistir en que la crisis actual no responde a una plaga divina, sino que se halla en las mismas entrañas del capitalismo». Y el economista ha citado, para rematar, dos movimientos que, con sus similitudes y diferencias, inyectan viento fresco y se ofrecen como catalizadores de la rebeldía: el 15-M y el Frente Cívico.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.