El presidente Biden, un año después de asumir su cargo, hizo un balance del panorama sanitario y económico de EE.UU. y de la situación internacional.
Al hablar de las relaciones con Rusia, dijo haber mantenido discusiones muy francas con el Presidente Putin y que durante sus encuentros, ya sea en persona o por teléfono, no tuvo problemas para entenderse. Cree que Putin “no quiere una guerra en toda regla”, sin embargo, advirtió que Rusia nunca ha visto sanciones como las que aplicará EEUU si invade a Ucrania y que Rusia enfrentaría consecuencias desastrosas si aumenta la tensión con Ucrania. “Tendrá que rendir cuentas si invade y depende de lo que haga; una cosa es si se trata de una incursión menor y luego terminamos teniendo que pelear sobre qué hacer y qué no hacer, pero si realmente hacen lo que son capaces de hacer con la fuerza acumulada en la frontera, será para Rusia un desastre invadir Ucrania”. Enfatizó que las sanciones tendrían consecuencias terribles para el sistema bancario ruso, ya que sus bancos no podrán operar en dólares; asimismo reconoció que hay diferencias dentro de los países que integran la Alianza Atlántica sobre una posible respuesta común a las acciones hipotéticas de Rusia contra Ucrania.
Y cualquiera puede darse cuenta de que no todo está claro en el discurso de Biden y que sus palabras tienen también otros destinatarios. Esto se concluye si se parte de que Rusia no va a invadir a Ucrania, porque el despliegue de cien mil miembros de sus fuerzas armadas, a cientos de kilómetros del territorio ucraniano, se debe al avance de la OTAN en la cercanía de Rusia y estas tropas son insuficiente para invadir a ese país. Tampoco ganaría nada con hacerlo, puesto que eso equivaldría a cargar con un muerto, que ya es molestia incluso para EEUU; además, en este problema el tiempo corre a favor de Moscú, pues el pueblo ucraniano está hasta la coronilla de gobiernos pronazis, oligárquicos y mafiosos, que los explotan sin piedad.
Todo eso lo saben los servicios secretos estadounidenses, que así le habrán informado al Presidente Biden. Incluso, en un inicio el mismo gobierno de Ucrania negó que Rusia estuviera preparando invasión alguna; por lo tanto suena rara la amenaza de Biden de tomar medidas severas como desconectar al Sistema Financiero Ruso del SWIFT, que traería consecuencias desastrosas para la economía rusa. Sin embargo, anuncia que va a aplicar una medida que no piensa aplicar, puesto que Rusia no va a invadir a Ucrania; además, si Biden aplicara la mencionada medida, la economía del mundo estaría peor que en Babia y sería inevitable el colapso mundial, pues las consecuencias de su aplicación serían desastrosas no sólo para Rusia sino también para EEUU, cuya devaluación del dólar se haría inevitable, y para los países de Occidente, que también pagarían las consecuencias. Tampoco se conoce qué medidas podría tomar Rusia, que junto China no se van a cruzar de brazos.
¿A qué juega entonces el Presidente Biden? Aunque parezca mentira, juega a las futuras elecciones de EEUU y su política externa se relaciona íntimamente con la interna. En resumen, Rusia no va a invadir a Ucrania, y eso lo sabe Biden, entonces ¿contra quién va la amenaza? Contra Trump. Resulta que su lucha se reduce a oponerse a todo lo que huela al expresidente, cuya popularidad crece como la espuma y es posible que gane la próxima elección presidencial; además, están las próximas elecciones legislativas, que también podrían ser ganadas por los republicanos.
Se debe recordar que la prensa de EEUU, generalmente partidaria de los demócratas, creó, sin que dé la mínima prueba, el bodrio de la invasión rusa, hipótesis que no ha sido confirmada por los servicios de inteligencia estadounidenses, y silencia el hecho de que las tropas de Rusia, situadas en su territorio y para las que no planifica introducir cambios por presión externa, son insuficientes para invadir Ucrania. ¿Cuál es el meollo del batiburrillo? Que las mentiras difundidas por la gran prensa de EEUU son aceptadas por la inmensa mayoría de sus lectores, que creen a píe juntillas todo lo que les quieren hacer creer, en este caso, que Rusia es su enemiga y que son buenos políticos quienes la combaten. Así, cuando el Presidente Biden despotrica que Rusia enfrentaría consecuencias desastrosas si aumenta la tensión con Ucrania, en realidad está diciendo, yo soy mejor, o sea peor, que Trump, quien permitió a Putin hacer lo que le dé la gana, por ser agente del Kremlin.
Sin embargo, existe el riesgo de que el apoyo que Occidente da a Ucrania, mediante los suministros de armas, la elaboración e implementación de planes, la construcción de bases militares, la capacitación de tropas y los ejercicios militares multinacionales a gran escala cerca de las fronteras rusas, podría ser tomado por los gobernantes ucranianos como patente de corso para atacar el Donbass, zona habitada por rusos que se declaró independiente de Ucrania a partir del sangriento golpe de Estado conocido como Euromaidán.
En este caso, ¿podría Rusia permanecer en calma mientras los fascistas de Ucrania masacran a millones de rusos del Donbass? ¡No! Como ya lo ha advertido, tendría que defender la vida de esos habitantes, lo que podría ser tomado por el gobierno de Biden como la invasión rusa a Ucrania. ¿Qué pasaría entonces? No se sabe. ¿Lo tratará como una incursión menor para luego tener una pelea sobre qué hacer y qué no hacer? Ni él mismo lo sabe. Tampoco se sabe lo que pasaría si Rusia reconoce la independencia de Lugansk y Donetsk, cuyos territorios se llaman el Donbass, y les presta apoyo militar y económico sin que le importe el costo político de dar ese paso. ¿Entenderá eso el Presidente Biden y su equipo? Está por verse.
Con respecto a las demandas exigidas a la OTAN por el Presidente Putin, Biden dijo trabajar en la oferta de limitar las armas estratégicas desplegadas en Ucrania. “Las dos cosas que me dijo que él quiere son: una es que Ucrania nunca sea parte de la OTAN y dos, que no haya armas estratégicas estacionadas en Ucrania. Podemos resolver algo sobre la segunda”. Así, de esta manera, oculta lo esencial del asunto.
Lo esencial lo dijo Serguéi Ryabkov, Viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, cuando expuso las propuestas de estabilidad estratégica, que garantizan la seguridad a todo el mundo. Dice que las propuestas deben ser comprendidas por Occidente y que dedicará todas sus fuerzas para hacerlo entender. Así lo hace cuando exige que Ucrania y Georgia no ingresen a la OTAN, cuando sostiene que se debe descartar una futura expansión de este organismo y cuando dice que se debe evitar todo tipo de eventos provocativos. Informó que Rusia todavía no ha recibido de EEUU respuesta por escrito y no está dispuesta a esperarla indefinidamente. “Necesitamos una contestación directa y clara, por escrito, en forma de análisis de cada artículo de los proyectos que hemos puesto sobre la mesa”. EEUU, por el contrario, en su trato con Rusia aplica sanciones contraproducentes, que no generan los resultados que buscan con sus aliados, porque Rusia y sus demás víctimas han sabido superarlas.
En este aspecto, Rusia cuenta con el apoyo de China. Según el Presidente Xi Jinping, la confrontación entre las grandes potencias podría tener consecuencias catastróficas para el mundo e instó a sus líderes a abandonar la mentalidad de la Guerra Fría y aspirar a la coexistencia pacífica, de mutuo beneficio. Dijo que “el mundo actual está lejos de ser tranquilo; abundan las retóricas que alimentan el odio y los prejuicios, los actos de contención, supresión o confrontación, adoptados por ciertos países, perjudican en gran medida a la paz y la seguridad mundial. La historia ha demostrado una y otra vez que la confrontación no resuelve los problemas, solo invita a consecuencias catastróficas. El proteccionismo y el unilateralismo no pueden proteger a nadie; en última instancia, dañan los intereses de los demás, así como los propios. Peor aún son las prácticas de hegemonía e intimidación”. Para el presidente chino, “los países y civilizaciones pueden prosperar juntos sobre la base del respeto mutuo, buscando objetivos comunes y beneficios mutuos, dejando de lado las diferencias, se debe elegir el diálogo sobre la confrontación”.
Por su parte, Ebrahim Raisi, Presidente de Irán, opina: “No queremos ser dominados por otros países y no estamos dispuestos a serlo. Este es el principio: no oprimir a los demás y no estar bajo la opresión de otros países. Cuarenta años por la gracia de la Revolución Islámica, nos resistimos a la dominación estadounidense”.
En este sentido, Rusia considera realista su propuesta de estabilidad estratégica y advierte que un deterioro de la situación actual traería consecuencias imprevisibles y nefastas para la seguridad mundial. Para lo cual tiene un conjunto de medidas técnico-militares, que aplicaría si es amenazada su seguridad nacional, por lo que hay poco tiempo para el diálogo y es hora de llegar a acuerdos de mutuo beneficio, que eviten al reloj del destino marcar la hora final.
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