Venezuela (1999), Brasil y Argentina (2003), Bolivia y Uruguay 82005), Ecuador (2007), Paraguay (2008)… Gobiernos de izquierda, progresistas y transformadores? «Ha entrado en crisis un proyecto que buscó administrar el capitalismo realmente existente (o sea extractivo) pero con buenos modales». Y al que se agregó el «ascenso de nuevas camadas de gestores que se incrustaron […]
Venezuela (1999), Brasil y Argentina (2003), Bolivia y Uruguay 82005), Ecuador (2007), Paraguay (2008)… Gobiernos de izquierda, progresistas y transformadores? «Ha entrado en crisis un proyecto que buscó administrar el capitalismo realmente existente (o sea extractivo) pero con buenos modales». Y al que se agregó el «ascenso de nuevas camadas de gestores que se incrustaron en los altos escalones del Estado». Más aún, sostienen los periodistas Decio Machado y Raúl Zibechi, la lucha contra la pobreza y las desigualdades encubrió la cooptación de los líderes populares y el aplanamiento de los movimientos sociales. A desarrollar esta hipótesis dedican los dos autores 120 páginas del libro «Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo», editado en 2016 por Zambra y Baladre. El libro empieza el 27 de febrero de 1989, cuando los pobres descendieron de los «ranchos» para tomar Caracas. Fue el llamado «caracazo» contra el alza de los precios de la gasolina y el transporte, cuya represión se saldó con una cifra de muertos que oscila entre los 276 y el millar. Gobernaba Venezuela el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, de acuerdo con las recetas del FMI para afrontar el déficit fiscal. En febrero de 1992 tiene lugar una rebelión cívico-militar frustrada en la que participa Hugo Chávez, quien no saldrá de la prisión hasta dos años después. «A partir de entonces Hugo Chávez Frías va ocupando el centro del escenario, nada será igual en las protestas».
Decio Machado es sociólogo y periodista de origen hispano-brasileño, director de la fundación Alternativas Latinoamericanas de Desarrollo Humano y Estudios Antropológicos (ALDHEA) y miembro del equipo fundador del periódico Diagonal. Es coautor de «Rescatar la esperanza. Más allá del neoliberalismo y del progresismo» (2016) y «La restauración conservadora del correísmo» (2014). En cuanto a Zibechi, es responsable de la sección Internacional del semanario uruguayo Brecha, columnista del periódico mexicano La Jornada e investigador vinculado a los movimientos populares. Zambra y Baladre han publicado una parte de su extensa obra, por ejemplo «Latiendo Resistencia. Mundos nuevos y guerras de despojo» o «Descolonizar el pensamiento crítico y las prácticas emancipatorias».
En perspectiva histórica, uno de los periodos de fuerte pujanza de las organizaciones sociales en América Latina es el comprendido entre 1989 y 2005. En apenas 15 años, y de manera directa o indirecta por las movilizaciones en la calle, se produce la caída de once gobiernos (tres en Ecuador, dos en Argentina y otros dos en Bolivia). Excepto en Perú, en todos los países donde se ha desarrollado un ciclo de luchas y protestas, las tendencias progresistas y de izquierda accedieron al poder por la vía electoral. Una vez instalados y aunque pudieran gobernar en solitario, afirman Decio Machado y Raúl Zibechi, «tomaron el camino del fortalecimiento del aparato estatal». Pese a la tipología diversa, los periodistas señalan trazos más o menos comunes: un modelo extractivo basado en los hidrocarburos, la minería a cielo abierto y el despliegue de monocultivos como la soja; éste sería el fundamento del «éxito económico». Además, los gobiernos progresistas y de izquierda basarían su legitimidad en políticas sociales «ancladas en las transferencias monetarias». El resumen de la idea central del libro tal vez se halle en las palabras del expresidente de Ecuador, Rafael Correa, en una entrevista publicada por El Telégrafo en 2012: «Básicamente estamos haciendo mejor las cosas con el mismo modelo de acumulación, antes que cambiarlo (…)».
Los autores de «Cambiar el mundo desde arriba» rebaten la afirmación de que los gobiernos progresistas hayan reducido las desigualdades. Sí que se redujo la pobreza, por ejemplo en Ecuador en el periodo 2007-2014, donde según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la pobreza nacional medida por ingresos disminuyó en un 14,2%. En una reciente entrevista publicada por el brasileño Instituto Humanitas de Unisinos-Adital, Decio Machado apunta lo que considera efectos de no haber intervenido en los desequilibrios de renta: actualmente el 10% más rico de la población latinoamericana concentra el 71% de la riqueza regional. El sociólogo advierte además de la recesión que padece América Latina, «la primera de carácter bianual en más de tres décadas»; existe el riesgo, por tanto, de que sectores incorporados a las clases medias puedan retroceder en el escalafón social. Machado apunta otro dato que hace presagiar nubarrones. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2015 el número de pobres en América Latina aumentó en siete millones.
Los dos periodistas toman como punto de referencia el gigante brasileño para desmentir lo que consideran lugares comunes. «Los grandes bancos de Brasil están obteniendo las mayores ganancias de su historia», afirman. Si durante los ejecutivos neoliberales de Cardoso (1995-2003), los beneficios de la banca aumentaron entre el 10% y el 11%, durante el mandato de Lula da Silva (2003-2011) lo hicieron en un 14%. Uno de los factores que explica el fenómeno es el endeudamiento familiar destinado al consumo privado. En un artículo publicado el pasado 18 de febrero en La Jornada («La vieja izquierda no recuperará hegemonía), Zibechi recuerda que el Partido de los Trabajadores (PT) «estrechó alianzas con los grandes empresarios y con el sector financiero; fue el gran defensor del agronegocio (…); la corrupción que ahora se destapa, interesadamente por parte de las derechas, no es una anomalía, sino intrínseca al sistema». Se refiere a la operación «Lava Jato» (en referencia al lavado de dinero), que investiga la corrupción en la petrolera estatal Petrobras, de la que se beneficiaron los principales partidos y constructoras de Brasil. La operación se hizo pública en marzo de 2014, y hasta noviembre de 2015 había más de cien personas encarceladas y más de 75 condenadas. La columna de Zibechi parte de un comentario del filósofo italiano, Antonio Negri, sobre el recorrido de la izquierda brasileña: «terriblemente decepcionante».
El texto publicado por Zambra y Baladre se detiene en las burguesías emergentes que han promocionado con los gobiernos progresistas. Aunque los autores rechazan las generalizaciones, sí que apuntan en el cooperativismo minero boliviano la tendencia a una «élite bien posicionada, que atrapa una parte sustancial del plusvalor generado por los obreros». Pero Raúl Zibechi y Decio Machado consideran que hace falta perspectiva y distancia para comprobar si estos casos se consolidan. Además la represión se configura como la otra cara del «neodesarrollismo». «La historia represiva ha venido siendo una constante del régimen correísta», afirman. Por ejemplo, con motivo del «levantamiento» indígena ocurrido entre el 2 y el 26 de agosto de 2015. Se contabilizaron hasta 229 agresiones, detenciones (o intentos de detención) y allanamientos, sobre todo en las provincias de la Amazonía y la Sierra Sur. En Bolivia, Evo Morales trató de «neutralizar» a dos de las organizaciones sociales más críticas, Cidob y Conamaq, apuntan Zibechi y Machado, a lo que añaden otro ejemplo de represión; las medidas adoptadas en Uruguay por el gobierno de Tabaré Vázquez durante las huelgas y paros de la enseñanza, ocurridos en agosto de 2015.
¿Cuándo se produce el divorcio entre los movimientos sociales que elevaron al poder a los gobiernos progresistas y estos? Aunque no ha pasado tiempo suficiente como para realizar afirmaciones categóricas, tal vez en Argentina se produjera la separación en diciembre de 2010, durante la ocupación del Parque Indoamericano en Buenos Aires por miles de familias sin hogar; en Brasil, durante las manifestaciones masivas de junio de 2013 y en Ecuador, con motivo de las protestas populares e indígenas de agosto de 2015. «En Bolivia la población rechazó la propuesta oficialista sobre las autonomías y en Venezuela dos millones de personas le dieron la espalda al Gobierno de Nicolás Maduro el seis de diciembre de 2015», abundan los autores de «Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo». El libro cuenta asimismo con artículos de Alicia Alonso, Rosa Zafra y Paloma Monleón («¿Qué hay de la lucha contra el patriarcado?»); Luis González Reyes y Nacho García («Entre la toma de las instituciones y la creación»); Ruth López e Isa Álvaro («El escenario: 15 de mayo de 2011»); y Jordi Martí Font («Las peligrosas relaciones entre institución y movimientos en la ‘catalana terra'».
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