Voces Cubanas continúa indagando sobre las bases que contribuyan a explicar la capacidad del Estado cubano de absorber y gestionar demandas, por el contenido injerencista de la política norteamericana hacia la Isla, por la dinámica socioeconómica actual que vive el país en relación con su composición clasista, por los fenómenos de desigualdad social, por el lugar de las demandas de género en el contexto actual cubano, por los desafíos de la nación y del sistema socialista, entre otras cuestiones.
Es un esfuerzo por entendernos mejor nosotros mismos, que llevamos a la par de esfuerzos que desde otros medios (estatales y no estatales) buscan también generar participación y debate. Desde su inicio, esta serie está concebida con la intención de incorporar a la conversación pública a académicos, trabajadores, científicos, activistas. Ojalá muchos otros se sumen en este empeño —ya lo están haciendo— y nos permitan seguir compartiendo ideas, propuestas, continuar auscultando nuestra sociedad en busca de mejores alternativas a los problemas del presente cubano.
En esta ocasión, Voces Cubanas conversa con Claudia Riestra López, licenciada en Psicología por la Universidad de la Habana, Master en Políticas Públicas y Género por FLACSO-México, y quien es investigadora social y docente de Psicología.
Desde hace algún tiempo la sociedad cubana se transforma social y económicamente, y se visualizan demandas de diversa índole por varios sectores. ¿Está el Estado cubano en capacidad para absorber y gestionar esas demandas?
Creo que para poder responder a esta interrogante sería necesario comenzar primero por definir qué estamos entendiendo por Estado cubano, cuáles son las principales instituciones que lo conforman y qué roles desempeñan en el contexto actual.
En el artículo 5 de la Constitución vigente, aprobada en el año 2019, se establece que el Partido Comunista es “la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado” con lo cual queda circunscrito el rol del Estado a la representación de la ciudadanía desde una determinada ideología política, específicamente el Socialismo ¿Qué sucede entonces con demandas de los sectores de la sociedad que no se identifican con el Socialismo como ideología política? ¿Cómo pueden ser representados dentro del Estado cubano?
Si tenemos en cuenta la razón de ser del Estado, como representante del bien común de la ciudadanía en su totalidad, tendríamos que analizar cómo es posible lograr este nivel de representatividad en el caso de Cuba.
En los últimos años, como parte de procesos de cambio expresados en los “Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución”, se han venido generando una serie de aperturas en el reconocimiento de otras formas de propiedad como la privada y la cooperativa no agropecuaria.
Con respecto a la propiedad privada, se ha aprobado su funcionamiento a nivel de pequeña y mediana empresa. Con esta apertura fue posible que otras formas de propiedad pudieran tener representación legal a través del Estado. En este sentido, se ha intentado dar respuesta (aun con algunas contradicciones y vacíos legales en cuanto a derechos laborales de los/as trabajadores/trabajadoras) a algunas de las demandas de diferentes sectores de la sociedad civil en lo relativo a la descentralización del Estado en el control de los medios de producción.
Sin embargo, en cuanto a las demandas que tienen que ver con la expresión política desde otros referentes ideológicos, el Estado cubano no tiene los mecanismos creados para absorber y gestionar estos derechos, con lo cual, no es posible lograr la representatividad de sectores de la ciudadanía cubana que no se identifican con el Socialismo o tienen visiones críticas sobre la forma en que este se gestiona en Cuba.
¿Cuál es su opinión sobre la intensificación de las sanciones a Cuba que tuvieron lugar durante la administración Trump en medio de esta crisis agravada por la pandemia y sus consecuencias sobre el país?
La intensificación de las sanciones a Cuba, por parte de la administración Trump, significaron una ruptura en el proceso de diálogo que se había logrado, tanto a nivel de gobierno como de la sociedad civil, entre Cuba y los Estados Unidos.
Recuerdo aquel 17 de diciembre, fecha de especial celebración religiosa en Cuba por ser el día de San Lázaro, cuando se anunciaba por los medios de prensa oficiales el inicio del proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Hay fechas que se quedan especialmente guardadas en la memoria, para mi esa es una de ellas. No solo fue un momento significativo para ambas naciones, sino que también tuvo una amplia repercusión mediática a nivel internacional.
Las sanciones impuestas por la administración Trump no solo se circunscribieron a las medidas económicas y políticas adoptadas, sino que implicaron, en un nivel más simbólico y subjetivo, un retroceso a momentos anteriores de la historia entre ambos países en las que predominó la polarización entre cubanos y cubanas que viven en Cuba y la diáspora cubana en Estados Unidos, entre los que apoyan al Gobierno de Cuba y los que no.
Estas sanciones han afectado profundamente los vínculos familiares de cubanos y cubanas, debido a las restricciones para el acceso a trámites de visa para viajar a los Estados Unidos, así como a retrocesos en los procesos de reunificación familiar. A esto se suma, el cierre de las principales vías de envío de remesas desde Estados Unidos hacia Cuba.
Para muchas personas en la Isla, las remesas significan su principal fuente de ingreso económico, con lo cual, en este contexto de pandemia mundial, estas sanciones implican una asfixia aún mayor.
La actual dinámica socioeconómica genera cambios en la composición clasista o de sectores de la sociedad cubana y sus dinámicas de desigualdad. ¿Cómo ve este problema y sus posibles soluciones?
El tema de la estructura socioclasista en Cuba y las desigualdades sociales ha sido estudiado desde las ciencias sociales cubanas desde hace varias décadas, con el objetivo de contribuir a la generación de políticas públicas que den respuesta a estas desigualdades.
Las investigaciones realizadas han evidenciado que el tema de las desigualdades sociales es de larga data, aun cuando su mayor agudización se produjo a partir de la década de los años 90 con la mayor crisis socioeconómica vivida en el país.
Hablar de desigualdades en cualquier contexto, no solo en Cuba, supone realizar un análisis integral que tenga en cuenta el género, el color de la piel, la orientación sexual, el territorio, los ingresos económicos, entre otros ejes de transversalidad.
Si analizamos la composición de estudiantes universitarios, teniendo en cuenta el origen social y la situación socioeconómica, se pueden observar desigualdades en el acceso a la educación superior ¿Cómo puede explicarse esta desigualdad social en un país donde la educación a todos los niveles es pública?
La experiencia de países de América Latina donde la educación también es pública en sus diferentes niveles (como es el caso de Uruguay) nos permite comprender que el acceso a la educación, y en especial a la Universidad, no solo es posible por el hecho de que sea pública, sino que influyen otros factores como el nivel cultural y socioeconómico de las familias que posibilita que los estudiantes puedan insertarse en un contexto que implica altos niveles de exigencia académica y de tiempo de estudio.
En el caso de Cuba ocurre de manera similar. Hay sectores de la población que no pueden acceder a cursar estudios superiores porque su situación económica no les permite tener profesores privados para preparase para los exámenes de concurso para el ingreso a la Universidad y que no pueden dedicar horas del día a estudiar porque necesitan trabajar para sostener los ingresos familiares.
La medida más reciente de apertura de tiendas en moneda libremente convertible (MLC) para la compra de productos de primera necesidad como alimentos y aseo ha profundizado las desigualdades ya existentes, con el añadido de que en este caso se trata de necesidades básicas que para aquellos sectores de la población que no tienen acceso a esta moneda quedan insatisfechas.
La atención a estas y otras desigualdades sociales implica, en primera instancia, el reconocimiento a nivel de políticas públicas de su existencia y la habilitación a la sociedad civil cubana para que pueda participar en el proceso de elaboración de estas políticas que contribuyan a la eliminación de dichas desigualdades.
A su vez, considero que es necesaria la elaboración de políticas focalizadas para garantizar un mayor acceso a oportunidades educativas, laborales, entre otras, para los sectores que se encuentran actualmente en mayor situación de vulnerabilidad socioeconómica.
Ese campo de desigualdades, ¿cómo afecta, específicamente, a las mujeres cubanas?
Para poder hablar de desigualdades que afectan específicamente a las mujeres cubanas creo que es necesario primeramente entender que se trata de desigualdades de género y qué significan estas. Las desigualdades de género se estructuran debido al sistema patriarcal que ha imperado y conformado la base de las sociedades en todas partes del mundo. El patriarcado es un sistema de dominio institucionalizado que coloca a las mujeres y todo lo considerado como femenino en un rol de subordinación con respecto a los hombres o lo masculino.
En el caso de Cuba, más allá de los logros con respecto a la eliminación de desigualdades de género, aun sigue imperando el sistema patriarcal, como en el resto de los países del mundo. Sin embargo, mientras en otras naciones el 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer) se ha convertido en una fecha en la que se realizan marchas para visibilizar estas desigualdades, en Cuba no se realizan. Lo tomo solo como ejemplo, pero se relaciona a su vez con la imposibilidad de legitimar movimientos feministas, debido a la falta del derecho a la agrupación en organizaciones de la sociedad civil.
Mientras décadas atrás Cuba había sido un referente para América Latina en el avance en la eliminación de desigualdades de género, como es el caso de los logros en lo relativo a los derechos sexuales y reproductivos, entre ellos el acceso al aborto legal, seguro y gratuito; en los últimos años se observa un estancamiento con respecto a la región en cuanto a la aprobación de políticas públicas encaminadas a la eliminación de dichas desigualdades.
Un ejemplo de ello es la falta de una política integral para el abordaje de la violencia de género. Hablar de integralidad implica tener en cuenta los diferentes tipos de expresión de la violencia hacia las mujeres: acoso callejero, acoso laboral, abuso sexual, violencia doméstica, política, obstétrica, entre otras.
En la actualidad, el Código Penal cubano no reconoce la violencia de género como un delito específico y tampoco los femicidios (muerte violenta de mujeres por cuestiones relativas al género que constituye la forma más extrema de la violencia hacia estas), por tanto, no se publican de manera sistemática las cifras de femicidios ni existen suficientes mecanismos institucionales que garanticen la protección de las mujeres que sufren violencia de género en sus diferentes formas de expresión en la vida cotidiana.
Urge la necesidad de tomar cartas en el asunto porque estamos hablando del derecho de las mujeres a la vida ante todo y a una existencia libre de violencia de género.
Aun cuando las mujeres han alcanzado un rol cada vez mayor en el desarrollo científico cubano, así como en el acceso a la educación superior, en el caso de la participación política sigue siendo baja la cantidad de mujeres que ocupan cargos en los diferentes niveles del estado y gobierno.
El tema de la sobrecarga de las responsabilidades de cuidado en las mujeres sigue siendo otro de los temas pendientes en cuanto al diseño de políticas integrales para la erradicación de desigualdades de género.
En un contexto político, económico y social tan complejo, ¿Cuál es el espacio que tiene hoy la crítica social, cuál el rol de las ciencias sociales y las humanidades y cuál el papel de los intelectuales?
Creo que en cualquier contexto el papel de la crítica social es esencial, no es posible generar procesos de transformación sin la retroalimentación sistemática de la ciudadanía.
En los últimos meses se ha evidenciado un rol cada vez más activo de diferentes sectores de la sociedad civil en Cuba en el planteamiento de demandas al poder político. Las protestas que tuvieron lugar el pasado 11 de julio fueron la mayor expresión de estas demandas. Mucho se ha debatido, tanto dentro como fuera de Cuba, acerca de su legitimidad y de los diversos intereses que hay detrás de ellas.
El centrarnos en el análisis de la diversidad de razones y necesidades por las cuales se produjeron las manifestaciones nos puede llevar a desvirtuar lo que considero es esencial en lo que sucedió y es el ejercicio del derecho a la manifestación por parte de la ciudadanía en Cuba.
Acá entraríamos en un debate más profundo que tiene que ver con el rol del Gobierno en cualquier país del mundo, más allá de su ideología política, que es el ser un funcionario público al servicio de la ciudadanía. Por tanto, la crítica a su gestión, no solo es un derecho para la ciudadanía, sino que es necesaria para el sostenimiento de la gobernabilidad de un país.
Con respecto al papel de las ciencias sociales y humanidades considero que tendría que estar encaminado hacia el análisis crítico y sistemático de la realidad cubana desde sus múltiples aristas y en toda su diversidad. En este proceso siempre están implicados posicionamientos ideológicos, pero esto no puede significar la negación de determinadas realidades porque no se ajusta con nuestros posicionamientos políticos.
Con respecto a los intelectuales, su participación en la crítica social creo que ha sido más visible, al menos a nivel de la sociedad. A través de las diferentes formas de expresión artística en Cuba se ha desarrollado un movimiento cada vez mayor de expresión política que ha permitido visibilizar algunas de las problemáticas sociales en Cuba a ritmos más acelerados que lo que hemos podido hacer desde las ciencias sociales.
¿Cuáles cree que son los desafíos más complejos para el socialismo y la nación cubanas en este momento?
Para poder responder a esta pregunta habría que comenzar por repensar lo que significa el socialismo en el siglo 21, con el vertiginoso y cada vez mayor desarrollo tecnológico y en tiempos en los que una persona desde su casa puede generar contenidos y compartirlos para el mundo entero a través de las redes sociales. Hablar de socialismo hoy supone analizar qué entendemos por propiedad social en un mundo cada vez más globalizado.
Creo que uno de los ejes fundamentales para el debate sobre el socialismo en Cuba es la definición y establecimiento de la propiedad social y sobre qué medios de producción, sobre los fundamentales o sobre la mayoría de estos Si en Cuba los mecanismos de participación ciudadana en los diferentes procesos de elaboración de las políticas públicas son aún deficientes, ¿podemos hablar de propiedad social?
¿El socialismo implica el control del Estado sobre la mayoría de los medios de producción o sobre aquellos que son esenciales para el país o que permiten garantizar el acceso a los derechos universales?
Otro de los ejes esenciales tiene que ver con la discusión acerca del ejercicio de los derechos políticos, como la libertad de expresión, el derecho a organizarse en agrupaciones de la sociedad civil o a manifestarse ¿Por qué la construcción del socialismo tendría que significar la renuncia a estos derechos? ¿Cómo pueden ser representados por el Estado las personas con otras ideologías políticas diferentes?
La construcción del socialismo en la actualidad implica asumir la transversalidad en la defensa de los derechos humanos, es decir, asumir como propias la lucha por los derechos de las mujeres, de las personas afrodescendientes, los derechos a la diversidad sexual, en la protección del medio ambiente y de los recursos naturales, entre otros.
Como parte de habitar esta nueva globalidad y este nuevo siglo, estamos ante una nación cubana cada vez más diversa, compleja y con múltiples necesidades y demandas económicas, políticas, sociales y culturales. Por tanto, urge cada vez más la necesidad de que los espacios de poder y toma de decisión en Cuba se diversifiquen, amplíen y democraticen para que la sociedad pueda estar representada en toda su complejidad.