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Informe sobre la riqueza en el mundo

Estamos mal pero vamos peor

Fuentes: APM

Hay 8.700.000 personas en el mundo que tienen un patrimonio de más de un millón de dólares. La cantidad de millonarios crece a una tasa del 6 por ciento anual. Cuánto más pobre es un país, más rápido crecen las fortunas. La compañía de asesoría y gestión financiera Merril Lynch en conjunto con la compañía […]

Hay 8.700.000 personas en el mundo que tienen un patrimonio de más de un millón de dólares. La cantidad de millonarios crece a una tasa del 6 por ciento anual. Cuánto más pobre es un país, más rápido crecen las fortunas.

La compañía de asesoría y gestión financiera Merril Lynch en conjunto con la compañía del mismo sector Capgemini presentaron la Décima edición del Informe sobre la Riqueza en el Mundo 2005… el cual confirma que estamos mal pero vamos peor. Los datos son escalofriantes: en el mundo existen 85.400 personas con una fortuna personal superior a los 30 millones de dólares, y 8.700.000 con un patrimonio superior al millón de la misma moneda. Además, la cantidad de nuevos ricos crece a una tasa superior a la de la economía mundial: 6 por ciento en los últimos cuatro años contra un promedio del 4 por ciento de la producción en todo el orbe. Y por si fuera poco, la cantidad de multimillonarios creció un 10,2 por ciento con respecto al año anterior.

A aquellos con una fortuna superior a los 30 millones de dólares se los denomina ultra o multimillonarios, mientras a aquellos que «apenas» tienen un millón de dólares son «millonarios» a secas. Para los primeros, se considera el patrimonio neto, es decir, descontadas las deudas; para los segundos, dentro de su patrimonio se excluyen la primera vivienda y los activos tangibles, como ser joyas u obras de arte.

El ranking está encabezado por Estados Unidos, con 2.670.000 millonarios, seguido de Japón, con 1.410.000, Alemania (767.000), Gran Bretaña (500.000), Francia ( 367.000), China (320.000), Canadá (232.000), Italia (198.000) y Suiza (191.000).

Las conclusiones que infiere el repaso del informe nos permite arribar a conclusiones predecibles, pero no por ello llamativas. Los ricos son cada año más ricos: en 2005 acapararon un patrimonio neto por 33.300 millones de dólares, un 8,5 por ciento más que en 2004, y se espera que en 2010 se apoderen de 44.600 millones de la misma moneda.

El informe refleja que donde más crece el número de nuevos ricos es en las regiones más pobres del mundo. Por ejemplo, donde más se incrementó la cantidad de personas ricas fue en Africa con una suba del 11,7 por ciento. Y por países, India saca ventajas: tiene un 19,3 por ciento más de ricos que en 2004, y Rusia, con 17,4 más ricos.

La cantidad de millonarios se ha duplicado desde 1996, cuando sumaban 4.500.000. Además, la gran mayoría de las ganancias que este selecto grupo obtuvo se debe a dos grandes operaciones con poco efecto sobre las actividades productivas. El informe menciona que las principales causas del enriquecimiento se debieron a inversiones en las distintas bolsas de valores y en el mercado inmobiliario.

Al aumentar más la cantidad de ricos que la economía total, ergo, este sector se queda con una participación mayor de la torta global. Por lo tanto, cuando se solicita que se realice una redistribución progresiva del ingreso ubicarnos en este contexto: hoy se lleva adelante evidentemente una distribución regresiva de la riqueza total producida.

En América Latina, la cantidad de ricos aumentó un 9,7 por ciento. El informe señala a la suba de los precios del petróleo como la principal causa de este fenómeno. En total, unos 350.000 latinoamericanos controlaban un patrimonio de 4.200 millones de dólares. Brasil encabeza este triste ranking regional. En la mayor economía sudamericana, se elevó la «tasa» de nuevos ricos en un 11,3 por ciento con respecto a 2004. El alza del oro negro también benefició a residentes de México y Venezuela.

En nuestro ámbito la situación es similar. Un informe presentado por el Instituto de Estudios y Formación, de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) explica que a pesar de que la economía crece, la torta se distribuye mal. «La dinámica del mercado laboral argentino, si bien logra crear empleo, no resuelve ni la pobreza ni la desigualdad en la distribución de los ingresos. La mayor actividad económica tiene un bajo efecto sobre los ingresos de la población más postergada. Bajo las condiciones actuales y pese a la baja en el desempleo, tiende a arribarse a una nueva meseta en materia de pobreza e indigencia sustancialmente más alta que la vigente durante los noventa» señala el mencionado escrito.

El informe de la CTA fue dado a conocer las semana anterior, y en él se destaca que en octubre de 2001 los sectores populares percibían el 25,5 por ciento del producto, mientras que al finalizar el 2005 su participación era del 22,3 por ciento, con una expansión de la economía del 30 por ciento en igual período.

El retroceso mayor se produjo en 2002, cuando el ingreso de los sectores medios y bajos se derrumbó al 23 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI). En 2003 se inició una recuperación, al subir al 26,2, pero desde entonces, la participación de los trabajadores permanece casi inalterada. «Eso deja en evidencia que la reversión del patrón de desigualdad consolidado durante la experiencia neoclásica de los `90 continúa siendo una asignatura pendiente», agrega el informe.

En el rubro consumo, el informe del Instituto dirigido por el diputado Claudio Lozano destaca que entre 2001 y 2005, la participación de los sectores populares en el consumo privado cayó del 45,8 por ciento al 43,8, mientras que los sectores concentrados -que conforman sólo el 3,2 por ciento de la población en actividad- elevaron su apropiación del 54,2 al 56,2 por ciento. Como conclusiones, el informe estima que más que un tope a las alzas de los salarios, para combatir la inflación sería más conveniente una reforma tributaria de raigambre progresiva.

En Argentina y en el mundo, la tendencia es a que los recursos sean cada vez manejados por menos manos. Y como el tema es complejo, se exigen respuestas complejas. Por eso no creemos que este terrible drama se solucione con la simple firma de tratados bilaterales de libre comercio. Consentir esta afirmación nos convertiría en necios.

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