Nació el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (1926-2016), un 13 de agosto, en la finca Birán, perteneciente a la antigua provincia de Oriente, hoy en Holguín. El nuevo aniversario de tan feliz acontecimiento encuentra a Cuba en un trascendente momento de ruptura y negación dialéctica. Ya el Comandante no está con nosotros para brindarnos […]
Nació el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (1926-2016), un 13 de agosto, en la finca Birán, perteneciente a la antigua provincia de Oriente, hoy en Holguín. El nuevo aniversario de tan feliz acontecimiento encuentra a Cuba en un trascendente momento de ruptura y negación dialéctica. Ya el Comandante no está con nosotros para brindarnos sus soluciones frente a los nuevos retos, esa ahora es una tarea de todos y todas. Avanza un nuevo modelo de socialismo -en el que sabemos trabajó Fidel-, que acertadamente subraya y realiza en la práctica la continuidad de principios y obra.
Fidel no quiso que lo recordáramos en tarjas y monumentos, ni que nombráramos en su honor instituciones, calles y plazas (1), una Ley de la República refrenda su voluntad (2). Fidel nos dejó explícita la tarea de pensarlo y actuarlo. En tal aprendizaje y praxis colectiva, debemos hallarnos en misión y medios, en precisión de lo que cada revolucionario cubano debe y puede hacer. En tal dirección me interesa compartir los criterios de tarea que me convocan en el orden personal y gremial.
La Revolución Cubana, insistió en señalar con sobrada razón el Comandante en Jefe, es obra de millones de patriotas, de la voluntad, audacia e inteligencia de un pueblo con una historia de más de ciento cincuenta años de lucha. A esta inobjetable verdad apelaba una y otra vez, el líder de la Revolución Cubana cuando de evaluar su papel en la historia se trataba. Y hasta muy recientemente, los historiadores y cientistas sociales cubanos, hemos estado subyugados tanto por el argumento de modestia de Fidel, tan objetivamente real, como la propia realidad subjetiva de sentir al Comandante de todos los cubanos patriotas, como algo tan nuestro y a la vez tan íntimo, que todo intento de «estudio» nos paralizaba, con el temor-como diría Julio Antonio Mella (1903-1929) en sus Glosas al Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1995)- de no hacer lo que su extraordinaria obra y la necesidad de la lucha imponen.
Hoy estamos más preparados para entendemos que la verdad del sujeto colectivo, coexiste con otra no por singular menos objetiva: El protagonismo personal de Fidel realmente es la más significativa peculiaridad de la Revolución Cubana. De fuerza telúrica le han catalogado con las certezas de la realidad y la poesía.
Estudiar a Fidel en su pensamiento y obra, develar y asumir lo grueso y lo fino del legado fidelista, resulta un desafío que abre para los cientistas contemporáneos y las generaciones revolucionarias presentes y futuras un apasionante campo de trabajo. Ahora quienes nos adentremos en el estudio de su figura y pensamiento, tenemos la responsabilidad de ser fieles a su voluntad de modestia, y cuidarnos más que nunca, de la equivocación de convertirlo en icono, en culto y teleología.
El campo para los estudios sobre Fidel
El campo para los estudios es inmenso: Con el pensamiento Martí por guía y estandarte, Fidel interpretó la necesidad histórica y el sentir profundo de las masas populares cubanas, luego de la derrota de un primer intento de revolución republicana en los años treinta del pasado siglo. En vísperas del centenario del nacimiento del Apóstol, emprendió su propio proyecto de lucha popular y antimperialista, frente a la conducción antinacional y corrupción de la política burguesa. La propia praxis revolucionaria en el vórtice de los acontecimientos, le permitirían a Fidel madurar como pensador revolucionario, diseñar y poner en ejecución un novedoso proyecto educativo cultural revolucionario, que forjó en su seno las fuerzas de clase que pusieron fin al capitalismo en Cuba.
En medio de la crisis del sistema demoliberal neocolonial que precipita el Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 y la dictadura de Fulgencio Batista Zaldívar (1901-1973), Fidel inició la insurrección revolucionaria el 26 de julio de 1953. A cinco años, cinco meses y cinco días de aquella primera acción armada, alcanzó la rotunda victoria del 1 de enero de 1959. Fidel se convirtió por sus hechos y la voluntad popular en el líder de la Revolución Cubana.
Desarrolló Fidel las características del héroe popular. La valentía personal y la intrepidez lo caracterizaron y le convierten en una figura de leyenda. Contra Fidel, los gánsteres que de joven enfrentó en la Universidad de La Habana, los servicios criminales de la dictadura, y definitivamente la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y su Entente de terrorismo anticubano, radicada en el territorio estadounidense, planificaron no menos de 650 planes de asesinato, y un centenar de estos fracasaron durante su organización y ejecución (3).
Fidel definitivamente fue un gigante de la Historia: Líder de la insurrección, estratega de las victorias militares y políticas que derrotan a la dictadura y preservan la victoria ante los planes golpistas alentados por el Gobierno de los Estado Unidos, forjador de la unidad ideológica y política, de la ética humanista del socialismo cubano, fundador del Estado Socialista y del nuevo Partido de todos los revolucionarios, educador por excelencia de la vanguardia y del pueblo, artífice de la Revolución Cultural y Educacional Cubana, impulsor de los medulares logros en la ciencia y la tecnología, la salud pública, el deporte y la seguridad social. Desde la segunda mitad del Siglo XX a la fecha, ha marcado la historia política de Cuba, América Latina, África y el mundo.
El Comandante libró con el pueblo patriota, una lucha constante de ribetes épicos, contra el imperio estadounidense. Derrotó a los imperialistas en su política de agresión, bloqueo y terrorismo de Estado. Con la impronta fidelista la Revolución sobrevivió, supo dar felicidad y oportunidades a sus hijos e hijas, porque Fidel no dejó espacio a la complacencia, y halló fórmulas y caminos para reproducir, crecer y auto perfeccionar su propia obra. Ningún país en la época contemporánea ha sido sometido a un bloqueo genocida y a la agresión terrorista, de la magnitud del que vencemos día a día los cubanos, y Fidel es el genio y el símbolo de esa proeza.
Primero que los dirigentes de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Fidel percibe el agotamiento de los mecanismos económicos y políticos del modelo soviético, y desarrolla en la Cuba de 1985-86, la revolución conceptual, profunda y abarcadora del proceso de rectificación de errores y tendencias negativas. Cuando la labor enemiga externa y la traición a la URSS de sus máximos líderes, aceleran la implosión del sistema soviético, su derrota y desaparición, Fidel se convierte, en el más alto paladín de la resistencia y el optimismo histórico. Una vez más se situó a la vanguardia y condujo la nueva epopeya de la resistencia en el período especial, con sus batallas de hechos, ideas y resultados. Por vivirlo no nos percatamos: Con Cuba, Fidel salvó la idea, la esperanza, la validez del proyecto socialista en este hemisferio.
Con el liderazgo de Fidel, el país alcanzó una dimensión internacional que hasta hoy asombra. Fundador de la diplomacia revolucionaria, colocó los principios de dignidad, independencia, soberanía, antimperialismo, internacionalismo socialista y solidaridad de nuestro pueblo, como valores supremos en la conducción de las relaciones internacionales, en un mundo que se media por correlaciones de fuerzas militares y económicas. En su ejercicio de política exterior revolucionaria, asumió una posición de reconocido liderazgo, en defensa de los pueblos del llamado Tercer Mundo, contra las políticas colonialistas, neocolonialistas y de globalización neoliberal. Los cubanos y cubanas con la convocatoria de Fidel, desarrollaron colosales campañas de internacionalismo, solidaridad y colaboración, sin antecedentes ni émulos en la historia universal.
El balance de conocimiento que nos debemos
En las Ciencias Sociales cubanas nos debemos un buen balance sobre lo que hemos hecho sobre Fidel. El conocer lo que tenemos y el saber lo que nos falta resulta imprescindible. En lo que ese balance se realiza, me permito compartir mis evaluaciones.
En vida de Fidel se avanzó notablemente en la biografía y la sistematización temática de sus discursos y documentos. Y comenzamos aún muy tímidamente a explicarnos a Fidel. Expresé entonces mi criterio sobre la importancia de hacer y publicar más biografías, en particular profundizar en la Guerra de Liberación, y en las etapas posteriores al triunfo de enero de 1959, hoy reitero esa necesidad. Luego del deceso de Fidel, hemos asistido a una enriquecedora profusión de testimonios, reacción esta que debe continuar estimulándose, y sobre todo preservar y archivar en todos los soportes posibles.
Las biografías, las compilaciones de discursos y escritos y los testimonios, constituyen importantes aportaciones, pero no agotan la expectativa y necesidad de conocimiento y rescate de la memoria colectiva sobre el Comandante en Jefe, más bien repotencian la avidez de saberes: Lo avanzado nos permite pasar de la constatación, al estudio de interpretación y creación, a la develación de las claves personológicas, ideológicas, filosóficas, históricas, educacionales y culturales, siempre éticas y políticas que hicieron posibles los aportes de Fidel. Se precisa completar y proyectar los esfuerzos realizados, con estudios historiográficos, filosóficos, pedagógicos, multi y transdisciplinares de más amplio espectro.
La perspectiva martiana con la que Fidel se acercó al marxismo, le posibilita ro n arribar al socialismo científico desde un fuerte sustrato axiológico , y le permitieron sustraerse de las vulgarizaciones economicistas y dogmatizantes que predominaban en la teoría y la práctica de l PCUS y de los partidos comunistas de la época. La teoría y la praxis fidelista en la consolidación del socialismo cubano, los debates que ello suscitó dentro y fuera del país, y lo que nos sugiere para nuestra contemporaneidad, resultan zonas casi inexploradas en los estudios sobre Fidel. Esta tarea tiene antecedentes importantes en iniciativas como los Talleres «Fidel Castro Ruz: Pensamiento Sociopolítico» realizados en el Instituto de Filosofía (1995-1999), pero la acción de inteligencia colectiva carece de respuestas de continuidad, profundidad y masividad.
Existe consenso en considerar que el socialismo en el siglo XXI, precisa de las fundacionales y de nuevas fuentes: Como lo hizo el leninismo en la época de Revolución de Octubre, el fidelismo -si así decidimos identificar al conjunto del legado de Fidel-, como síntesis histórica y expresión caribeña y latinoamericana del marxismo, posee una vigencia y trascendencia planetaria. Pensar al Comandante en su aporte a la prospectiva del socialismo cubano y americano resulta responder a un reto impostergable.
Aprecio que en el campo pedagógico crecen los estudios fidelistas, pero en otras ciencias no percibo similar dinamismo. Falta un programa nacional de ciencia que se dedique a estudiar al Comandante. No conozco cuántos proyectos asociados a los programas nacionales fijan su atención en la figura de Fidel, su pensamiento y obra. Tampoco poseo la cifra de cuántos proyectos institucionales, de cuántas tesis de doctorado, maestría y licenciatura dedicamos a Fidel. Que carezcamos a lo mínimo de un balance de lo hecho, es ya una debilidad de partida. Tampoco contamos con un inventario de lo que transcurre y su perspectiva.
No podemos continuar sin evaluar cuanto de positivo nos pueden aportar los estudios hechos en el exterior. En su precisión, tener bien definidas cuáles son las claves del ataque enemigo, y no me refiero a la bazofia que publican los mercenarios pagados por la mafia cubano americana y la más recalcitrante derecha mundial, sino a las elaboraciones que se producen por nuestros adversarios en el campo ideológico cultural, las que se pagan y maduran en los laboratorios de las agencias de la subversión, y están diseñadas para el consumo de la academia cubana e internacional, las que pretenden hacerse del espectro informativo y formativo dentro y fuera del país, con el engaño de pretendidas asepsias e imparcialidades «científicas».
El movimiento de Cátedras de estudio que ha surgido a partir de la desaparición física de nuestro líder, posee potencialidades para asumir las tares de ciencia y conciencia que refiero. Se precisa resolver la espontaneidad que aún prevalece en las convocatorias, y trascender lo propiamente honorífico y conmemorativo, pero sin dudas estamos ante un alentador movimiento.
Lo objetivo y lo subjetivo
El libro de Ciencias Sociales es hoy un problema por resolver. A las editoriales llegan numerosos y buenos textos, que no siempre logran su salida editorial. A su vez ocurre que hay libros terminados por las editoriales, que la industria no garantiza imprimir. En este panorama la publicación y promoción de lo que hacen nuestros cientistas sobre Fidel es mínima. Conozco de tesis muy sólidas defendidas en los últimos años que no han encontrado la posibilidad de su edición y promoción masiva. Hay iniciativas de edición en libros electrónicos, pero los costos del soporte digital, las limitaciones en redes y la política de comercialización, entre otros factores, se constituyen en barreras para la divulgación masiva.
Como nuestras editoriales, las revistas -sobre todo las certificadas-, están abarrotadas por la avalancha de excelentes artículos que produce la academia cubana, sobre los más diversos, interesantes y necesarios temas, y tal suficiencia no favorece la proyección y gestión editorial. Una rápida búsqueda sobre el tema de Fidel en los programas de los eventos nacionales e internacionales realizados en Cuba en el último quinquenio, convocados directamente por el Ministerio de Educación Superior (MES), el Ministerio de Educación (MINED), las universidades, el Instituto de Filosofía, el Instituto de Historia de Cuba, la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), la Academia de la Historia de Cuba (AHC), la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC), la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP) y otras instituciones y asociaciones de ciencia, permite listar unos 40 trabajos, de estos, en las revistas en red y en los catálogos disponibles, solo encontramos seis, a los que suman los que fueron compilados por Olga Fernández Ríos desde la SEAP, en el libro electrónico Revolución y socialismo en el presente: reflexiones desde el pensamiento y la obra de Fidel Castro (Editorial La Pupila Insomne, La Habana, 2017).
Las dificultades en el «patio» se reproducen a escala en cuanto a la difusión internacional. Ni soñar que las grandes editoriales y las revistas certificadas de las empresas e instituciones académicas financiadas por el capitalismo mundial, aporten sus páginas para publicar sobre Fidel. Las excepciones que hemos logrado confirman «la regla».
Enfrentamos una colosal maquinaria de dominación y colonialidad de la información y el saber. Los motores de búsqueda en Internet expresan tecnológicamente esa dominación. En inglés y en sitios occidentales están siempre las primeras páginas de cualquier búsqueda. Fidel se conoce en ese idioma y lo primero que siempre se nos oferta es Wikipedia. Al buscar en idioma español también lo primero serán las traducciones tipo Wikipedia. A pesar de tanta discriminación, la red de redes es un espacio de pelea para el pensamiento y la información veraz de la Revolución.
En la batalla por nuestro derecho a informar y educar en Internet, mención especial merece nuestra enciclopedia ECURED, con excelentes artículos en los que se explican la vida y obra de Fidel (https://www.ecured.cu/Categoría:Fidel_Castro; https://www.ecured.cu/Fidel_Castro) La puesta en línea del sitio Web Fidel. Soldado de las Ideas (http://www.fidelcastro.cu) ha representado un importante paso en la divulgación y defensa del fidelismo. Resulta significativa la atención que presta a Fidel el periodismo y la blogosfera revolucionaria cubana, pero estos mundos digitales por su función y dinámica no pueden sustituir ni el hacer divulgativo ni las misiones del espacio propiamente académico, desafortunadamente esta demanda no ha sido cubierta. La presencia de los cientistas en Internet es pobre, y si de Fidel se trata resulta mínima.
Me congratula que la única bibliografía sería sobre Fidel a la que nos llevan los buscadores de Internet, sea la hecha por los camaradas de esa fortaleza de la ciencia y el pensamiento continental que es el argentino Centro de la Cooperación (https://www.centrocultural.coop/). Me apena que no hayamos sido capaces los cubanos de colocar en red una y diez bibliografías.
Lo decisivo no tiene terceros
Una debilidad en nuestro actual movimiento de ideas y acciones, está en que hay valiosos compañeros que sienten y precisan las necesidades que tenemos de acometer respuestas para una y otras problemáticas, pero esperan que sean otros los que las atiendan y resuelvan. No son pocos los que miran hacia el Partido, el Estado, el Gobierno y sus responsabilidades ineludibles como sujetos colectivos en la dirección de la Revolución. Soy de los que opina que las soluciones de «terceros», comienzan con el compromiso y la labor personal que cada cual pueda emprender. Y que las acciones de la dirección de la Revolución, siempre precisan para su éxito, de la participación, el compromiso y empuje del actor mayor, del que se constituye con la iniciativa y la cohesión de cientos de personalidades protagónicas.
Si de Fidel se trata, invito a incorporarnos a su estudio y promoción, en un hacer colectivo de pensamiento y reflexión. A su vez no puede continuar el hecho triste de que quienes estudian a Fidel y tienen resultados de impacto, no encuentren cómo hacerlos llegar a las bibliotecas escolares, a los centros de documentación, a los maestros y estudiantes, a los cuadros, a nuestro pueblo que está ávido de saberes y reflexiones sobre su líder.
Desde el trabajo, nos compete además, contribuir a unir, organizar y compartir soluciones, educar y exigir en el respeto y atención que merece el estudio. Como en la mayoría de los frentes de la actividad revolucionaria, aquí se manifiesta la importancia de articular y repotenciar lo que realmente tenemos. Si la ingeniería y el soporte nos respalda, no hay razón para que la Biblioteca del sitio Web Fidel. Soldado de las Ideas , el 9 de agosto del 2019 solo contenga 393 materiales, y que en estos no estén sólidamente representados los resultados de los cientistas cubanos, ni las ponencias que defienden en eventos realizados en Cuba y el exterior, incluso que no se hayan incluido artículos publicados en revistas y sitios que están en la red de redes.
No tardará el sistema de ciencia, los Polos, las universidades y las instituciones académicas, también en este campo, de marcarán un cambio cualitativo. El nudo editoriales-producción pasa por la situación complejísima que agudiza la agresión económica del imperio, y deberá resolverse en lo inmediato, en aquello de lo que no pueda culparse al bloqueo. Las publicaciones en red solo precisan de la gestión en y desde los equipos de edición y los órganos de validación científica. Sé de un regalo precioso en el que trabajan desde hace meses directivos, constructores, museólogos, documentadores e investigadores del legado fidelista… Esperemos las buenas noticias haciendo!
Para qué estudiar a Fidel
Resulta fundamental que comprendamos que la investigación y el estudio de la vida y obra del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, no puede ser un fin en sí mismo. El nuevo conocimiento se precisa para fortalecer la Historia, la memoria y el análisis táctico-estratégico, para que Fidel perviva y continúe acompañándonos con su sabiduría, para estar orgullosos y comprometidos, exhortándonos a pensar propositivamente, a luchar contra nuestros errores, a mantener incólumes los principios martianos y comunistas de justicia social, emancipación y dignificación humana, para crecer y vencer.
Notas:
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Fidel fallece el 25 de noviembre de 2016.
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El 27 de diciembre de 2016 fue aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular la Ley sobre el uso del nombre y la figura de Fidel Castro Ruz.
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Los servicios de la Seguridad del Estado cubanos contabilizaron hasta el 2007 un total de 638 intentos de asesinato contra Fidel.
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