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Europa y Francia, o el hombre que ríe en un cementerio…

Fuentes: Rebelión

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Se dice que cuando se quiso que Voltaire y Zola se interesaran por la suerte de Calas, un comerciante protestante, el uno y por la de un oficial judío, el otro, ambos experimentaron poca simpatía por los individuos en cuestión. Al descubrir la enormidad del expediente fue cuando se comprometieron con la determinación que se les conoce. En la vida siempre hay un acontecimiento que nos lleva a realizar una «revolución intelectual» sobre la manera como miramos aquello a lo que estamos más unidos. Por lo que a mí respecta, eso fue lo que me ocurrió cuando descubrí la manera injusta como se trataba a Cuba, que había elegido resistir.

Miles de franceses han hecho esta experiencia de otro pueblo, de otra manera de afrontar la vida, y les exaspera la manera como se trata a este país…Y a partir de esta constatación se opera en muchos de ellos una auténtica revolución intelectual…

A partir de ahí personalmente he visto muchas cosas sobre mi país (y, en primer lugar, sobre los comunistas franceses de los que siempre he creído que eran el nivel más alto de conciencia); me ha parecido inculto, dador de lecciones, incapaz de evaluar los retos auténticos y tanto más sentencioso cuanto que ya no hay ningún medio real de transformar una situación que, sin embargo, es cada vez más insoportable.

Hoy esta constatación no deja de renovarse, incluido en relación a la manera como se interpreta la reacción de los pueblos de Oriente Medio ante las caricaturas de Mahoma.

1) Ignorancia, pérdida de los retos reales y parcelación del mundo:

Hay a la vez una desaparición del corazón y de la razón; ambas cosas van juntas. El corazón, imaginar el dolor, el temor en el que viven unos hombres y mujeres a los que se ocupa, masacra, amenaza con el fuego del cielo cuando no han cometido crimen alguno que merezca este trato. Creer que una mujer a la que han matado a su hijo pueda sentirse emancipada por un ejército de ocupación y que no reivindicará unos velos negros de luto para aullar su cólera, es ignorar todo sentimiento humano….

Pérdida de la razón en la manera como hoy todo el mundo, como una jauría de perros royendo un hueso, se arroja sobre cosas que deben ser explicadas en un contexto más amplio; las frases simplistas, las reacciones ante una caricatura.

Cada uno se complace en el fango de su propia estrechez siempre dispuesta a dar lecciones para enmascarar mejor la incapacidad que tiene de influir en lo esencial para sí mismo sin hablar de los demás como, por ejemplo, la aceptación de una monarquía nuclear, su presupuesto nacional que pasa a la bolsa de los trusts del armamento, los peligros de una guerra nuclear…Ni una manifestación, ni una intervención de un diputado no sólo contra la increíble doctrina nuclear francesa, sino también contra la transformación en el mayor de los secretos de todo el poder disuasivo francés, sobre un fondo de privatizaciones…El paso a un complejo militaro-industrial que gobierna nuestro destino, como ya tiene el control de sobre nuestra información…

El todo en un contexto en el que un pueblo, el pueblo iraní, quería prevenir el agotamiento previsible de sus campos petrolíferos para garantizar a su pueblo una energía más duradera, una reivindicación de desarrollo, de soberanía. Y la chismorreadora Francia se calló…Pero cuando se trata de hablar sobre las costumbres y los hábitos de un pueblo del que ignora todo, se desata a hablar…

Hemos llegado a tal punto de oscurantismo que ya no franqueamos la barrera de los prejuicios acerca de los pueblo; la simple discusión sobre el supuesto fanatismo de los pueblos musulmanes o sobre la «dictadura en Cuba» es imposible. También en ello reencuentro a Spinoza y creo que en Francia y, sin duda, en Europa existe una «religión democrática y laiquizante, redoblada de xenofobia» que ha acompañado siempre a las peores exacciones coloniales y a las guerras coloniales. Desde los tiempos de Aragon, cuyo padre expulsaba a las congregaciones y, al mismo tiempo, enviaba a su hijo a las carnicería de la guerra de 1914-19, los comunistas eran capaces de reunir a «aquel que creía en el cielo y a aquel que no creía». Porque los comunistas en aquella época sabían dónde estaba el enemigo y sabían que la izquierda siempre ha estado ligada a la peor de las reacciones por medio de la aceptación de este desviación de la razón que ella pretendía defender…

Mejor aún: como hoy el sentimiento de la injusticia, de la opresión aumenta en nuestro pueblo, para evitar cualquier desvío de la opinión hacia la idea de que podríamos unirnos contra los mismos, se esfuerzan en embellecer estos prejuicios de rituales, de falsos debates con expertos patentados, auténticas censuras, uniformización de la llamada prensa libre y el fin del fin, el ritual electoral, que no deja tiempo alguno de descanso y obliga a cada a la estrechez de miras y a unos juegos de serrallo a escala de la nación.

Todas estas ceremonias están destinadas a conferir a «esta democracia» los signos exteriores de la realidad del derecho del ciudadano que entonces le dedica entonces un respeto religioso y considera a los pueblos descreídos infieles merecedores de la muerte. «La simple discusión» de las bases reales de semejante alineación «pasa por sacrílega y donde tantos prejuicios absorben el juicio que la sana razón ya no podrá hacerse oír, aunque sólo sea para sugerir una simple duda»(Spinoza).

Estoy espantada por la manera como el espíritu público francés está desde ahora dispuesto a aceptar hasta el bombardeo nuclear sobre Irán y, de forma más general, el horror ordinario sobre Iraq, sobre los palestinos, en nombre del hecho, en primer lugar, de que estos pueblos no son «democráticos». Y cuando estos se pliegan al ritual, su elección se convierte en el signo de su barbarie «fanática» y justifica a partir de ahí el crimen masivo…

Ya nadie se pregunta por la naturaleza de la amenaza real, de ambos «fanatismos»: el nuestro, nosotros pueblos occidentales, y el suyo, pueblos que no han dejado de sufrir en sus carnes el peso de los horrores que nuestra «civilización» no deja de engendrar. A ojos de los franceses pesa más en la balanza el peso de sus palabras, de sus creencias fantasmagóricas, que todos nuestros actos…Y justifica su adhesión ruidosa o silenciosa a lo que se les presenta como el medio de encauzar una confusa amenaza.

Y se llega a esta enormidad (que cada uno ignora), el martirio sufrido por estos pueblos, la bomba atómica posible sobre Irán, y no ve más que una incapacidad de estos pueblos para apreciar los finos rasgos de humor de nuestra vida cotidiana…

2) Porque de este uso de la crónica de sucesos se para a la adhesión al crimen….

Y en los tiempo en que se desatan las pasiones contra el enfermo pedófilo al tiempo que se acepta perfectamente un turismo de masas de la misma naturaleza en el tercer mundo, se pierde el sentido de las realidades hasta el punto de avenirse al asesinato aunque sea de un solo niño por medio del recurso sistemático a los bombardeos, incluso a la bomba nuclear…¿Han visto ustedes la película de Fritz Lang, «M el vampiro de Dusseldorf»? ¿Cómo describe el desenfreno nazi sobre el enfermo para ocultar mejor el horror del sistema que se organiza entre bastidores, el de los niños en la cámara de gas?

Hace poco una mujer valiente, que no le habría hecho daño ni a una mosca, me decía el horror que sentía por los pedófilos: «hay que esterilizarlos», dijo y sin darme tiempo a responderla, añadió tranquilamente: «es lo mismo que estos africanos que hacen tanto niños y son incapaces de alimentarlos: hay que esterilizarlos»…

Excesos de una anciana timorata, me dirán ustedes, pero, ¿qué ocurre cuando cerramos los ojos ante el crimen de la industria farmacéutica que en nombre de la rentabilidad priva a un continente entero de los medios para curar una epidemia de sida; cuando encerramos a los emigrantes en una clandestinidad que se convierte en el mejor agente de la difusión de este mal…..cuando nos negamos a ver nuestra responsabilidad en esta banda de niños locos de droga que con frecuencia se pelean en torno a los retos de pillajes occidentales; cuando nos negamos a considerar que lo que corre el riesgo de ser esterilizado ya no son los seres humanos sino el planeta en el que vivimos? ¿Y que hemos reducido nuestro pensamiento a la crónica de sucesos o al miedo irracional de las víctimas?

La manera como «consumimos» los pueblos está completamente impregnada de ignorancia, de arrogancia, del derecho del más fuerte aderezado de una estrechez moral, incluso con una concepción cada vez más alienada de la razón. Porque el ateísmo que ignora o quiere ignorar las causas de sus propias desgracias y de las de la humanidad tiene todas las posibilidades de no ser a su vez más que un fanatismo suplementario y en este caso del occidente más peligroso porque tiene más medios materiales para devastar….

A partir de ahora los franceses se dedican a luchar por su propia servidumbre y la de los demás pueblos, como si se tratara de su salud, y no creen que se envilezcan, sino que se honran en grado sumo cuando sacrifican su empleo, su poder adquisitivo y el futuro de sus hijos para apoyar las sangrientas bravuconerías de una casta imperialista . Todavía no se dedican a irse a las fronteras cantando «la marsellesa» como en las carnicerías imperialistas, pero ya se dedican a tolerar lo que unos mercenarios hacen en su nombre y en el de «su civilización». Con estrechez y superstición, incultura y suficiencia, se dedican a justificar moralmente todos los crímenes de sus autócratas…

Sin duda lo peor es la manera como tras haber reducido así los retos reales, se lanzan a retos a su alcance, frases simplista, el llevar el velo, el antisemitismo, etc…el efecto lupa sobre el detalle para oscurecer mejor las causas y el contexto….el hecho -mejor, el signo- funciona entonces como un stimuli que desencadena el reflejo condicionado, lo renueva cuanto haga falta incluso por medio de la mentira más vergonzante. Ignorando también ahí la gran idea spinozista, distinguir las palabras de los hechos…Contribuyendo así a preparar a los espíritus para el horror de un bombardeo nuclear sobre Irán…Porque de su espíritu enfermo se ha borrado todo el contexto.

En particular el hecho de que nuestras sociedades occidentales sean mayoritariamente presa de su propio fundamentalismo, no sólo hasta el punto de santificar a un Papa por medio de aclamaciones televisivas sino si se considera que Estados Unidos acepta un presidente que cree en los peores desvaríos de la secta a la que pertenece…Una sociedad en la que la propia ciencia, sus aplicaciones, ya no son objeto de un debate democrático sino de la utilización asesina de los descubrimientos cuyas condiciones reales de producción se ignoran, una vuelta a la magia…La magia negra…

Háganse ustedes la pregunta: ¿acaso con nuestras caricaturas, con nuestras risas pre-grabadas, no nos hemos convertido a los ojos del mundo en este «hombre que ríe en los cementerios?

No, el debate no se centra en nuestro pasado, a las «bondades» de la colonización, sino más bien a nuestro presente y a lo que seguimos estando, y estaremos siempre, dispuestos a garantizar…

3) Repensar nuestro mundo y a nosotros mismos…

Siempre he pensado que los cubanos tenían razón al distinguir a los dirigentes del pueblo de Estados Unidos; es bueno para ellos, para su equilibrio, para la racionalidad tranquila con la que encajan los peores golpes…Pero, por otro lado, hay que preguntarse sobre lo que empuja a un pueblo, el grado de alienación que alcanza para ofrecer al mundo la banda de dementes asesinos que dirige Estos Unidos. Y los franceses tendrían que preguntarse sobre sí mismos, sobre el sistema que los ha reducido al estadio de inhumanidad en el que se encuentran, ¿cómo se les ha idiotizado de esta manera? Y cuando en vísperas de las elecciones presidenciales se contempla en panel que se ofrece como opción al ciudadano, se dice que hay algo podrido en el reino de Francia…

Antes de releer en Manifiesto del Partido Comunista de Marx, su análisis de la globalización capitalista, les ruego que se den una vuelta por Spinoza que alimentó a Marx….

Y a partir de ahí quizá les sea posible a ustedes operar la revolución galileana por la que aboga Spinoza, la que ha querido que para asumir sus responsabilidades políticas, escapar a la sumisión «religiosa», el ser humano admite que el sol no gira alrededor de la tierra, sino que es lo contrario. Yo afirmo que mientras que nosotros los pueblos occidentales no operemos la misma revolución galileana en nuestro pensamiento político, seremos depredadores fanáticos, incultos. Hay que pensar el mundo abandonando nuestra centralidad ilusoria; el mundo no gira en torno a nosotros, Dios o el imperialismo no nos han reservado su uso exclusivo, sino que giramos con el mundo y hay que afrontar una gestión política de éste con todos…La política es el uso de la responsabilidad de cada uno individual o colectivamente. En primer lugar sin considerar que haya un BIEN o un MAL, sino midiendo lo que en bueno o malo, y para quién lo es…

Cread las condiciones reales del desarrollo material y espiritual, y después dejad que cada pueblo sea dueño de sus propios combates por la razón…Esto es aún más verdadero para la emancipación femenina…