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Cronopiando

Eutanasia familiar

Fuentes: Rebelión

 Acabo de recibir por correo electrónico un mensaje que me ha conmovido y que no puedo dejar de compartir con los lectores de esta columna. De manera anónima, alguien que no firma su experiencia, la ha puesto en mis manos, entre otras, para que la divulguemos. Cuenta el autor de esta maravillosa crónica sobre la […]

 Acabo de recibir por correo electrónico un mensaje que me ha conmovido y que no puedo dejar de compartir con los lectores de esta columna. De manera anónima, alguien que no firma su experiencia, la ha puesto en mis manos, entre otras, para que la divulguemos.

Cuenta el autor de esta maravillosa crónica sobre la vida y la muerte que, precisamente, conversaba de estos temas con su madre cuando se decidió a pedirle que llegado el triste caso, por la razón que fuere, de verse convertido en un vegetal, en un ser sin vida propia y cuya respiración asistida dependiera de máquinas, de una botella… fuera capaz de desenchufar los artefactos que lo mantuvieran con vida aunque en estado vegetativo porque, en ese caso, él prefería morir.

La madre, la misma que le diera el ser, lentamente se incorporó de su sillón, se secó dos furtivas lágrimas y con la admiración reflejada en su rostro, tras besar a su hijo en la frente, desenchufó el televisor, el DVD, el cable de Internet, el PC, el MP3/4, la PLAY-2, la PSP, la WII, el teléfono móvil, el IPOD, la Blackberry y, finalmente, tiró a la basura todas las cervezas.

-¡La madre que la parió! -exclamó entre espasmos su hijo poco antes de ser trasladado urgentemente a un hospital.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.