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Excelente, necesario y didáctico libro de intervención política

Fuentes: El Viejo Topo

Vicenç Navarro, Juan Torres López, Lo que debes saber para que no te roben la pensión. Espasa Calpe, Madrid, 2013, 196 páginas.

Dos reflexiones de Joan Robinson pueden enmarcar esta excelente e informativa aproximación a un tema esencial para todos nosotros en estos momentos. La primera es metodológica: «Es fácil construir modelos sobre supuestos establecidos. La dificultad reside en encontrar los supuestos que los hacen relevantes con la realidad». Los supuestos de los modelos que defienden los partidarios de la privatización (parcial o completa) de las pensiones, como Vicenç Navarro y Juan Torres López [VN, JTL] muestran y demuestran a lo largo del libro, no son relevantes para el caso, para la realidad afectada.

La segunda reflexión enlaza con la arista didáctica y formativa del ensayo: la gran economista británica señaló en repetidas ocasiones que «la gente normal debería estudiar economía aunque sólo fuera para evitar ser engañada por los economistas» (p. 18). De eso se trata también: de estudiar asuntos económicos básicos para no ser engañados y manipulados por economistas, por expertos al servicio (en ocasiones, con generosa nómina incluida) de los intereses de una muy poderosa minoría que está dirigiendo una contrarrevolución de dimensiones históricas y planetarias

¿Y qué pretende esa minoría de privilegiados insaciables en nuestro país? Lanzarse como buitres carroñeros sobre un botín, el de las pensiones públicas (que no es otra cosa, comentan los autores, que ahorro de las y los trabajadores), un botín que mueve anualmente en España unos 120.000 millones de euros, más del 10% PIB español en estos momentos. La política económica acometida por el dictador Pinochet en los años ochenta del siglo pasado, con la asesoría y apoyo del Premio Nobel de Economía Milton Friedman, es su modelo referencial, conscientes eso sí que su estrategia maximalista entraña muchos riesgos, y que podía «ser más útil recurrir a una vía intermedia de reforma más moderada y de privatización paulatina» (p. 42). En ese sendero están. La estrategia de desmantelamiento gradual de las pensiones públicas es su programa.

¿Están en peligro, como suele repetirse cíclicamente, las pensiones públicas en España, uno de los derechos más asentados en la consciencia social de la población más desfavorecida, como se viene asegurando desde diferentes frentes y desde hace muchos años, décadas incluso? ¿Cómo se puede garantizar su futuro? ¿Tiene sentido el discurso catastrofista que asegura que nuestra sociedad envejece a marchas forzadas y que dentro de poco no habrá trabajadores suficientes en activo para financiarlas? ¿El sistema público no puede soportar el aumento de la esperanza de vida? ¿Qué políticas favorecen y cuáles perjudican su mantenimiento y desarrollo? ¿Hay que contratar rápidamente, si está en el mermado ámbito de nuestras posibilidades, alguna pensión privada complementaria y el que no pueda o no quiera pues que le den, que le den pobreza y marginación? ¿Mantiene la Seguridad Social, como suele afirmarse, un déficit insoportable que llevará al país y a todos nosotros con él a la ruina? ¿Son tan sesudos los informes de «sesudos» gabinetes de estudios? ¿Han acertado en otras ocasiones? ¿Es ideología diseñada o, por el contrario, ciencia académica contrastada y reconocida la que se airea y publicita desde diversos grupos mediáticos y de presión? ¿Qué grupos económico-sociales están interesados en su privatización o en el incremento del papel y porcentaje de las pensiones de jubilación privadas? Las alarmistas predicciones de estos grupos, ¿se han visto confirmadas en alguna ocasión? ¿España es, como se afirma, uno de los países europeos que, proporcionalmente, gasta más en pensiones? ¿Estamos por encima de la media europea? ¿Vivimos también en este ámbito por encima de nuestras posibilidades económicas e históricas? ¿Transgredimos los límites racionales del asunto? ¿Hay que admitir que nuevos recortes-hachazos den cuenta de nuestros «excesos» y ensoñaciones en pensiones?

Estas son algunas de las preguntas que intentan responder -y a las que responden magníficamente- Vicenç Navarro y Juan Torres López -dos intelectuales imprescindibles para todas las izquierdas que no hayan renunciado a serlo- en su última publicación, Lo que debes saber para que no te roben la pensión. Recomendable para todas y todos, para los ciudadanos que no queremos que nos roben nuestra pensión ni la de nuestros hijos, nietos, y amigas y compañeros, para todos aquellos que no estamos dispuestos a admitir una nueva agresión antiobrera de dimensiones sociales incalculables a los derechos, duramente conquistados, de las clases trabajadoras españolas. El libro «trata de poner las cosas en su sitio de la forma más clara posible», quiere mostrar que «detrás de las alarmas que se lanzan constantemente sobre el futuro de las pensiones hay demasiado humo y un intento real de favorecer a las entidades financieras que quieren gestionar en su exclusivo beneficio el ahorro de los trabajadores» (p. 14).

JTL, uno de los autores del libro, ha señalado en un artículo reciente un nudo de especial interés: «era cosa cantada que el nuevo ajuste se iba a centrar en las pensiones públicas. Se trata de un tema, como el la boral, recurrente desde hace muchos años y que ya se ha tocado sucesivas veces. La última con Zapatero». Mariano Rajoy, con las presiones permanentes de la troika, está condenado a repetir la misma política «pero sin tantos remilgos, a pesar de haber nombrado un comité de expertos para dar un barniz tecnocrático a la reforma». Unos tecnócratas, añade el coautor del libro, «que año tras año repiten un mismo esquema simplista que en gran medida contiene las respuestas en el enunciado.»

Los defensores de la privatización de las pensiones afirman que sus propuestas son objetivas, científicas, que responden a un consenso unánime entre los expertos, entre los informados y conocedores de la materia. JTL y VN refutan una y mil veces la falsedad de esa sesgada creencia y las falsas y presuntuosas prendas cientificistas que la cubren. Un ejemplo de su libro: José A. Herce ha trabajado para el servicios de estudios de La Caixa, la actual Caixabank. En junio de 2009 aseguraba que el sistema de pensiones español entraría en déficit en torno al año 2020. ¿Es creíble? Poco, mas bien poco. Los autores recuerdan que el señor Herce había pronosticado, en un trabajo de 1995, que la Seguridad Social tendría un déficit del -0,62% del PIB en 2000 y del -0,77 en 2005. En otro trabajo, publicado al año siguiente, cambió las predicciones, para peor: hablaba esta vez del -1,37% del PIB para 2000 y del -1,80% en 2005 (incluso del -2,15 en 2010). En un último artículo de 2000, estimó que ese mismo año habría un superávit -ya no hablaba de déficit- del 0,16 y de un 0,03 en 2005 (y del 0,46 en 2010). ¿Qué pasó realmente? En 2000, la seguridad social española registró un superávit del 0,4%; en 2005 el superávit fue del 1,1% e incluso en un año peor que malo como 2010 la situación fue de un superávit de 0,22%.

¿No están, pues, las pensiones públicas en peligro? Lo están desde luego, como lo están también, señalan justamente VN y JTL, muchos otros derechos sociales. Lo que ocurre, apuntan, «es que la amenaza no se deriva de las razones a las que apuntan los liberales, sino que justamente existe porque se aplican las políticas que ellos proponen. Lo que hace peligrar el disfrute de los derechos sociales es la falta de empleo, el empleo precario, los salarios bajos, la desigualdad, la baja participación laboral de las mujeres, la especulación financiera, el reducido gasto social…, es decir, todo lo que han provocado las políticas que se vienen realizando en los últimos decenios» (p. 192).

Los argumentos críticos se acumulan, la excelencia es marca de la casa.

Como tal vez esta nota pueda parecer una mera vindicación acrítica del ensayo, casi me veo obligado a señalar dos notas puntuales y muy marginales: donde los autores usan en ocasiones el término «liberal» quizá hubiera sido mejor hablar de «neoliberales» y acaso hubiera sido interesante apuntar, con más fuerza, los límites ecológicos de la propuesta económica de crecimiento responsable y sostenible al que Torres y Navarro parecen apuntar en sus reflexiones sobre la productividad.

En la historia de la humanidad, señalan JTL y VN, «el destino nunca está escrito de antemano, así que no por qué aceptar que ocurra esto último. Es posible evitar ese robo si se conocen bien las intenciones de quien quiere aprovecharse de ello y si la sociedad en su conjunto se conjura para evitarlo» (p. 196). Es necesario conocer esas intenciones, es necesario combatirlas… aunque la sociedad en su conjunto no se conjure para evitarlo. Con el 99% somos suficientes. Lo que no es admisible, lo que no podemos admitir de ninguna de las maneras, en el punto de vista de Malthus con el que los autores, crítica y acertadamente, abren su libro, su regalo para todos nosotros: «Resulta, pues, que, en virtud de las ineludibles leyes de nuestra naturaleza, algunos seres humanos deben necesariamente sufrir escasez. Estos son los desgraciados que en la gran lotería de la vida han sacado un billete en blanco». ¡Ni hay lotería, ni hay desgraciados, ni nadie ha sacado ningún billete en blanco!

PS: Vale la pena recordar un fragmento de un artículo reciente sobre el tema de Vicenç Navarro que nunca debería ser olvidado desde una perspectiva de izquierdas: Supuesto de los catastrofistas de las pensiones públicas: «Como consecuencia de que las personas vivan más años, existe la necesidad de que también trabajen más años. Si viven seis años más, deberían trabajar seis años más». Este supuesto, señala VN, «ignora la enorme variabilidad en las tasas de mortalidad que existe en España entre las personas pertenecientes a distintas clases sociales. Un catedrático de Universidad, por ejemplo, es probable que viva siete años más que la mujer de la limpieza de la Universidad en la que él trabaja». Es una medida profundamente injusta, remarca al catedrático Navarro, «exigir a la segunda persona -la mujer de la limpieza- que trabaje dos años más (y algunos están incluso hablando de cinco años más) para pagarle la pensión al primero -al catedrático-. El retraso indiscriminado de la edad de jubilación es profundamente injusto. Y es, sin embargo, el criterio que se está utilizando y promoviendo. Hoy, en España, la persona del decil superior de renta vive diez años más que la persona del decil inferior». Hacer una propuesta «igual para todos» sin tener en cuenta la enorme desigualdad de condiciones de vida y muerte, concluye el doctor, el maestro, el compañero Navarro, «debería ser rechazado por inmoral y antidemocrático».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.