Estos dos libros de Federico Mare, un pensador y escritor que merece ser conocido mucho más entre nosotros, de heterogéneas temáticas, tienen algo en común: la deslumbrante escritura, la finura del análisis, la hondura de la perspectiva.
Una breve presentación del autor: Federico Mare (1977), historiador y ensayista, cursó sus estudios superiores en la UBA y la UNCUYO (es agregado de Historia por la Facultad de Filosofía de esta última universidad). Ha publicado numerosos ensayos, artículos y columnas de opinión en revistas, periódicos y medios digitales de Mendoza, de Argentina y del resto del mundo: La Quina Pata, Ophelia, MDZ, Políticas de la Memoria, La Izquierda Diario, rebelión, Europa Laica, sin permiso, etc. Las temáticas y disciplinas que aborda son muy diversas (todo lo humano le interesa): filosofía, arte, epistemología, divulgación científica, laicismo. Está a punto de publicarse un nuevo libro suyo que compila sus escritos sobre ateísmo, librepensamiento y existencialismo. No se lo pierdan tampoco.
Componen Ensayos misceláneos, en hermosísima edición, veinte trabajos y un prólogo (otro ensayo, de hecho). Les apunto algunos de los títulos, para mostrar la variedad y riqueza de los intereses del autor: “Terrorismo de estado, negacionismo y posmodernidad” (“Pero el pasado, valga la redundancia, ya pasó. Fue como fue. Existió objetivamente, y de él nos quedan numerosos vestigios, evidencias, testimonios, indicios, pruebas tangibles de toda índole,… No puede ser reducido a un entramado de relatos subjetivos, a una intertextualidad autorreferencial”), “La Atenas de Miguel Coniates”, “Acerca del amor” (“El amor no es solo el fuego de la pasión, ni tampoco es solo las brasas que quedan cuando las llamas de apagan. Es todo lo que se quiso hacer con ese fuego, y todo lo que se quiere hacer con estas brasas. A veces poco, otras mucho. Cuestión de voluntad -la propia y la de quien amamos- El amor es una construcción, no una fatalidad. ¿La pasión? Apenas una oportunidad”), “Apuntes para una filosofía lúdica del fútbol” (“La fotografía ‘Un grupo de niños juega en las calles de Mogadiscio entre edificios arrasados por la guerra‘, de José Cendón, constituye, a mi modo de ver, una buena metáfora para resumir la idea que he estado defendiendo en esta conclusión: que el fútbol tiene anticuerpos, capacidad de resiliencia y que sigue siendo, pese a todo, un juego. Un juego que representa más, mucho más, que la podredumbre de su entorno”), “Pensar la cuestión mapuche (sin espantapájaros)”, “Orígenes y avatares del 1º de mayo en EEUU y Argentina” (“En nuestro país, el desguace ideológico de esta efeméride comenzó a fines de la década del 20, en tiempos de la segunda presidencia de Yrigoyen, y culminó en los años 40, durante el primer peronismo. El Día Internacional de lxs Trabajadores fue gradualmente oficializado, nacionalizado, normalizado, domesticado como Día del Trabajo, incluso como “Fiesta del Trabajo”, es decir, como jornada donde se celebra -dentro de los límites que impone el capitalismo- la ocupación laboral en abstracto, sin distinciones sociales de ningún tipo, desde las faenas agrícolas de un peón rural hasta las especulaciones bursátiles de un broker”), “Anatomía de la muerte en Argentina: la inseguridad repensada”, “Acerca del valor y su ethos heroico”, “Apuntes sueltos sobre corrupción y honestismo”, “Cartografía e imperialismo” (“Pero el sesgo ideológico del planisferio de Mercator no se agota en la proyección cilíndrica conforme. Otro elemento a tener en cuenta es la ubicación de los puntos cardinales. Siguiendo con la vieja tradición cartográfica de Ptolomeo, el norte siempre está arriba y el sur siempre está abajo, cuando bien podría ser al revés. No existe ninguna razón científica que avale las equivalencias superior/septentrional e inferior/austral. Se trata de una mera convención social. Una convención que responde, desde luego, a motivaciones eurocéntricas”), “De la ironía en nuestra época”, “La conquista del “Desierto” y el Chaco: llaga abierta de la Argentina Bicentenaria” (“Es, por ende, tarea de los movimientos indígenas y la izquierda revolucionaria bregar por una Argentina intercultural, plurinacional e igualitaria, no solo en ordenamiento jurídico formal, sino también -y sobre todo- en su concreta realidad socioeconómica y política (la interculturalidad, la plurinacionalidad y la igualdad ciudadana, como meras ficciones legales o ideales declarativos dentro de una sociedad fácticamente capitalista y racista, sirven de poco y nada). Mientras no se produzca esta refundación estructural e identitaria, las conquistas del “Desierto” y el Chaco seguirán siendo crímenes de lesa humanidad impunes y traumas de nuestro presente, la mayor llaga abierta de la historia argentina bicentenaria”), “El derecho de protesta”, “Pensar Star Wars (antes y después de Disney)”, “Acerca del ensayo y la ensayística” (“Pero la ensayística supone asimismo, en mi concepción personal, polimatía. Polímata es quien posee intereses temáticos y saberes disciplinares muy diferentes. Un ensayista es generalmente un polímata, toda vez que sus ensayos versan -no siempre, pero en la mayoría de los casos- sobre tópicos de la realidad y ramas del conocimiento bastante diversos. Lógicamente, un escritor de ensayos solo a veces es especialista en el tema que ha elegido abordar. Y cuando no lo es, debe tener la capacidad de contrarrestar o paliar esa falta de “experiencia”, para no pasar por improvisado o chapucero… Un ejemplo notable es el de Gonzalo Puente Ojea. Este intelectual marxista español, con su excepcional inteligencia y erudición, logró expandir los horizontes de varios campos científicos y filosóficos en los que él no era especialista, como la historia del cristianismo primitivo y la antropología de la religión, cosechando el respeto y la admiración de los expertos, que se han nutrido profusamente de sus desarrollos teóricos, hallazgos comparativos y abordajes analíticos”).
La declaración de principios de Mare: la ensayística, señala, “que supo tener sus tiempos de esplendor, es hoy un género literario cada vez menos cultivado y más infravalorado, casi en vías de extinción”. Por un lado, quienes “escriben con inquietudes artísticas, se decantan por la poesía, el cuento, la novela, el teatro y la crónica, desentendiéndose de la argumentación analítica -o reflexiva- más compleja y profunda, aquello que en la antigua Grecia se llamaba dialéctica”. Por otro lado, prosigue Mare, “quienes escriben con inquietudes intelectuales, optan por formatos académicos convencionales como la monografía, el paper, la ponencia y la reseña, textos sin vuelo estético ni retórico y -por lo general- sin afán de intervención pública polémica en los temas candentes de la sociedad y la política, con niveles de fragmentación y descriptivismo cada vez más extremos. Nada ilustra mejor la crisis actual del ensayo que su ausencia como rubro específico en casi todos los certámenes literarios”. Su libro nada a contracorriente de esta tendencia, “sin vergüenza ni culpa, y acaso con una pizca de provocación y orgullo. ¿Mérito o defecto? El veredicto queda en manos del público lector, como debe ser”. No tendrán dudas.
¿No hay nada que confiera unidad a estos Ensayos misceláneos, fuera de su común autoría individual? se pregunta el autor. Su respuesta (que comparto en su totalidad): “Sí lo hay, a mi entender: un modo peculiar de concebir y practicar la ensayística, donde el oficio literario, la curiosidad intelectual, las humanidades, el racionalismo crítico, la parresía urgente de la izquierda y la vieja tradición renacentista e ilustrada de la polimatia se dan la mano, en una búsqueda que tiene como horizonte tres ideales muy antiguos, pero aún llenos de potencia y fecundidad: la verdad, la belleza y la justicia”. Suena a Platón, suena a verdad, suena a difícil compromiso intelectual y suena a muchas otras tradiciones filosóficas.
Sobre el segundo libro. Componen El éxodo galés a la Patagonia. Orígenes, trasfondo histórico y singularidad cultural de Ywladfa un prólogo, un prefacio, la introducción, ocho capítulos (“Un poco de geografía e historia”, “Las causas de la emigración galesa”, “Michael D. Jones, el profeta de la nueva Gales”,…), el epílogo, cinco anexos (“La lengua del cielo”, “Hugh Hughes y la leyenda isabelina del viaje de Madoc”,…), la bibliografía y un índice alfabético.
El asunto de esta obra historiográfica: los motivos y la manera en que llegaron los habitantes de Gales al valle del río Chupat. Mare expone las vicisitudes de los migrantes profundizando en el contexto histórico en ambos extremos del océano Atlántico. Entre los motivos, la pauperización de la Gran Bretaña victoriana, el lema de “gobernar es poblar”, la cultura y la religión galesas, la relación de los tehuelches con los galeses. El autor desentraña cómo el reverendo Michael D. Jones y los primeros colonos eligieron las tierras patagónicas para desarrollarse.
El prologuista de la obra, el profesor y filósofo Ariel Petruccelli, comenta en su magnífica presentación (a la altura de las páginas de Mare): “¿Qué ha llevado a un libertario internacionalista ateo, a escribir una obra sobre una experiencia tan profundamente religiosa y nacional? Azares al margen, creo que hay dos razones subyacentes. El humanismo y el comunitarismo de Federico. El primero lo induce a intentar comprender todo lo humano, incluyendo aquello que no necesariamente comparte; a concebir lo universal como un objetivo o resultado que en modo alguno puede sentirse atraído por las experiencias colectivas, por los vínculos cara a cara, por los esfuerzos parejamente compartidos por los lazos fraternos y solidarios. Humanismo y comunitarismo han hecho posible una obra capaz de lograr empatía con el diferente, con el otro o, como se dice ahora, con la otredad”.
Añade Petruccelli: “Para finalizar y dejar a los lectores y las lectores ir a lo que verdaderamente importa, creo que hay algo importante que decir sobre este libro que su autor no ha dicho. Se trata de una obra de arte. No se me ocurre mejor definición para un libro que logra informar con exactitud, explicar científicamente, recrear con imaginación y juzgar de manera ecuánime y benévola”.
En la diana, sin ninguna palabra de más. En resumen: apunten el nombre de Federico Mare en su agenda. ¡Léanle cuando tengan ocasión… y que no sea tarde! ¡No se arrepentirán!
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