Mario Hernandez (MH): Empezamos a meternos en el análisis de las elecciones en Brasil, donde el próximo 5 de octubre se realizará la primera vuelta. Para hacerlo estamos en comunicación con Ricardo Antunes. Nos interesa conocer tu opinión sobre Marina Silva, candidata a presidente por el Partido Socialista Brasileño (PSB), trotskista en su juventud, sindicalista […]
Mario Hernandez (MH): Empezamos a meternos en el análisis de las elecciones en Brasil, donde el próximo 5 de octubre se realizará la primera vuelta. Para hacerlo estamos en comunicación con Ricardo Antunes.
Nos interesa conocer tu opinión sobre Marina Silva, candidata a presidente por el Partido Socialista Brasileño (PSB), trotskista en su juventud, sindicalista con Chico Mendes, 30 años como militante del PT, 16 de senadora por ese partido y 5 años como Ministra de Medio Ambiente con Lula, cargo al que renuncia en 2008, entre otras cosas, por oponerse a la política de concesiones de su gobierno a los empresarios del agronegocio en la Amazonia.
Ricardo Antunes (RN): Marina Silva tiene en cierto sentido, como Lula, una trayectoria muy amplia, rica, compleja y contradictoria.
Tú recordabas bien que comenzó como una ambientalista crítica de izquierda, con mucha vinculación con las bases en los años 70/80 pero, poco a poco, en un proceso largo, cambió a posiciones ambientalistas empresariales, moderadas, aceptando los transgénicos y con buenas relaciones con el capital financiero.
Actualmente, intenta hacer una política de alianzas que incluye desde los sectores ambientalistas hasta sectores del capital financiero. Ya en 2010 tuvo una importante votación y su nombre todavía es identificado con los sectores más «puros» y éticos del PT.
La situación electoral es difícil. Acaba de salir la encuesta más nueva sobre las elecciones presidenciales y el primer turno está muy disputado. Marina, segunda, Dilma, primera y Aécio Neves más abajo. Todo indica, salvo un cambio profundo, una situación inusitada, que Marina y Dilma disputarán el segundo turno de la elección, por lo tanto, será una elección del centro, con Dilma intentando aparecer…
MH: Escuchando a Caetano Veloso recuperamos por segunda vez la comunicación con Ricardo Antunes.
RA: La culpa la tiene la privatización telefónica que es muy cara y no funciona bien en gran parte del mundo.
MH: Seguimos. El viernes pasado se han conocido algunos datos de la FAO respecto a los avances que ha tenido el gobierno del PT en los últimos años en el combate a la desnutrición que bajó del 10.7 al 5%, también los pobres extremos del 17.5 al 3.5%, el analfabetismo del 13.5 al 8.5%, es más, Leonardo Boff, teólogo de la liberación, señalo: «Están en riesgo las grandes conquistas del gobierno del PT».
Ahora bien, si esto es como dice la FAO, ¿por qué motivo estaría en peligro el triunfo del PT?
Hay que reconocer que en los gobiernos del PT hubo una especie de asistencialismo para los miserables.
RA: Es una pregunta muy apropiada porque existe un mito de un Brasil donde todo va bien, cuando en realidad la situación es bastante diferente.
Es un país donde la desigualdad social se mantiene muy alta. Hay una gran concentración de la renta. Los índices de analfabetismo, por ejemplo, pueden haber bajado, pero hay un analfabetismo real, que nosotros llamamos funcional, impresionante. No basta saber escribir el nombre para decir que una persona está alfabetizada sino puede comprender un texto de 2 o 3 líneas.
Si se hace una comparación de los gobiernos de Lula y Dilma, es decir, de los últimos 12 años, con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC), se puede decir que aquéllos fueron menos nefastos con respecto a los sectores más pobres, más precarizados de la población periférica brasileña. Si miramos con atención las estadísticas hubo 20 millones de nuevos empleos creados en los últimos 10 años, desde 2002 al 2012, pero la gran mayoría están entre un salario y un salario y medio mínimos, entre 740 y 1.100 reales, al cambio libre entre U$S 300/360, con lo cual es imposible vivir, por eso hay rebeliones todos los días en la periferia porque para alquilar una pieza en una favela es carísimo.
La realidad es que el gobierno del PT fracasó en su política social, pero hay que reconocer que comparado con el de FHC, con Lula y luego Dilma, hay una especie de asistencialismo para los miserables.
Si Brasil creció en 2004-5 hasta 2011 a tasas del 3, 4, 5%, eso significó una situación un poco mejor para la población trabajadora brasileña pero, desde 2012, el cuadro cambió porque la crisis mundial golpeó en Brasil y una parte importante y grande de la población asalariada y sus familias están endeudadas, no tienen recursos para pagar sus tarjetas de crédito.
El modelo económico que permitió crecer a Lula y hasta la mitad del gobierno de Dilma fracasó. Es en ese contexto que la candidatura presidencial de Marina Silva crece, a pesar que haga todas las concesiones a los sectores conservadores desde el capital financiero hasta los neo-pentecostales contrarios a los derechos de la mujer de vivir en libertad, decidiendo abortar o no, por ejemplo.
Marina está en contra de la noción laica de una sociedad. Por otro lado, también tiene la herencia curiosa de ser una militante social popular. Esto le da apoyos importantes en sectores de la juventud más moderados, no de izquierda, pero que participaron de las rebeliones del año pasado.
El cuadro electoral brasilero en este momento es poco claro y difícil. Todo indica que tenemos dos candidatas mujeres, ambas del centro, intentando agradar a los capitales a cualquier precio, dándoles garantías y prometiéndoles beneficios para intentar mostrarse una más amiga del capital que la otra.
Desgraciadamente, la izquierda más crítica, al decir de Bourdieu, una izquierda de la izquierda, una idea interesante, en este momento no tiene ninguna posibilidad de modificar la situación electoral.
Tenemos una disputa entre dos candidaturas de centro y lo que probablemente decida la elección será el apoyo de Aécio Neves, el candidato de la centro-derecha y que todo indica que en el segundo turno no va a participar y apoyará la candidatura de Marina como forma de excluir al gobierno de Dilma del poder.
Para concluir, Dilma es prisionera de su propia creación: su política económica está estancada más o menos hace dos años, su política social excluyó el diálogo con los movimientos populares, inclusive con los sindicatos vinculados al PT, y ahora intenta recuperar el terreno perdido.
Es curioso que Lula esté muy resguardado en esta campaña, participa poco, pienso que se prepara para entrar con más fuerza en el segundo turno porque un análisis frío y objetivo muestra que hay un empate técnico entre Marina y Dilma.
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