Deseamos que invada nuestro ánimo una sacra ambiciónde no saciarnos con las cosas mediocres,sino de anhelar las más altas,de esforzarnos por alcanzarlas con todas nuestras energías,dado que, con quererlo, podremos. Giovanni Pico Della Mirandola,Discurso sobre la Dignidad del Hombre (1486) Frente a lo que la depravadamente hedonista sociedad en que vivimos nos hace creer que […]
Deseamos que invada nuestro ánimo una sacra ambición
de no saciarnos con las cosas mediocres,
sino de anhelar las más altas,
de esforzarnos por alcanzarlas con todas nuestras energías,
dado que, con quererlo, podremos.
Giovanni Pico Della Mirandola,
Discurso sobre la Dignidad del Hombre (1486)
Frente a lo que la depravadamente hedonista sociedad en que vivimos nos hace creer que es «vivir bien», deberíamos recuperar a los griegos, a los romanos y a algunos renacentistas. Veríamos que, antes de la llegada del capitalismo (en sus sucesivas transformaciones), el secreto de una buena vida -por tanto, feliz- se podría sintetizar en una palabra: dignidad.
Este agosto nos deja dos grandes ejemplos de lo que debiera ser considerado «bien vivir» -y de sus extensiones cronológicas: el «bien envejecer» y el «bien morir»: (probablemente) el lunes 6 se suicidó Lluís Maria Xirinacs, dejando una estremecedora y preciosa nota de despedida [1] ; el lunes 13, Fidel Castro cumplió 81 años. Dos vidas ejemplares. También dos maneras de envejecer ejemplares, aunque distintas en base a sus circunstancias.
Partamos de la siguiente premisa:
El fracaso personal de un revolucionario es llegar a viejo corrupto, gordo, aburguesado y traidor.
1.- Fidel
Más de un año después de que el Imperio creyera que el gran momento había llegado, que el Comandante moría (él solito, porque tantos esfuerzos de la CIA habían sido en vano), Fidel está cumpliendo lo que en diversas ocasiones ha confesado como su sueño: dedicarse a escribir.
Provocando el desconcierto del «Mundo Libre», ha demostrado que si en Cuba hay una dictadura es la del Pueblo, y que la isla sigue independiente y socialista, con él o sin él. Los informativos españoles estuvieron todo el verano pasado conectando cada día varias veces con sus corresponsales en La Habana, quienes devolvían la conexión tras repetir, decepcionados, que allí todo seguía igual. Ni crisis de balseros, ni guerra civil, ni estado de excepción, ni siquiera crisis económica (más allá, obviamente, de la provocada por el eterno bloqueo); Cuba va, más que nunca, y en todos los sentidos.
Fidel no sólo ha llevado una vida digna y coherente, sino que ha sabido envejecer. Si muere mañana (cosa poco probable y nada deseable), no les dará el gusto a los lacayos del Imperio de poder titular sus panfletos «Murió el dictador; incertidumbre sobre el futuro de Cuba». El chasco se lo están tragando hace un año, y él, vivito y escribiendo. ¡Menuda lección! [2]
Fidel, a diferencia de Xirinacs, no necesita suicidarse, porque él SÍ lleva muchos años viendo cumplido el sueño de su patria independiente. Mucho más que eso: hace décadas que su figura y toda Cuba son ejemplo e inspiración a lo largo y ancho del planeta, y amenazan con seguir siéndolo, con mucha más fuerza, en el siglo que recién empezamos.
Su obra, que ha superado con creces su ambición original (un modesto «derrocar a Batista«), le trasciende. Cuba tuvo, tiene y tendrá el peso moral y estratégico de una superpotencia. Él está más vivo que nunca, es más joven y más revolucionario que nunca, pues, para colmo, ha pasado la mítica prueba de fuego: salir del Poder con el alma incorrupta.
2.- Xirinacs
Xirinacs, símbolo de la lucha antifranquista, hacía ya mucho que resultaba incómodo a los «demócratas» profesionales que antaño lo enarbolaran como icono. Lógico, teniendo en cuenta que hicieron de la «Transición» una farsa y de la «Democracia» una parodia (y un lucrativo negocio).
Y es que Xirinacs no siguió el juego. Demasiada dignidad, demasiada coherencia. Demasiada lucidez para confundir el hundimiento del Régimen Franquista con el advenimiento automático y milagroso de la Libertad. Los traidores, los farsantes, los mediocres, los ágiles monos trepadores [3] que, muerto Franco, empezaron a poblar nuestra vida política y cultural emergiendo de la (en muchos casos muy dudosa) «clandestinidad» le dieron de lado. Y él, por supuesto, a ellos.
Cuando a las puertas de los ’80 Lluís Llach cantó que no era això, companys, no era això [4] , esos progres de diseño -que hacían su propia «transición» de la pana y las barbas al traje de Adolfo Domínguez– ya habían dejado de cantar L’Estaca [5] y La Gallineta [6] . Xirinacs, en cambio, continuó convencido de que había que tumbar la Estaca, y con más brío que nunca, pues la habían reforzado con nuevos maderos. La Gallina debía seguir diciendo «¡NO!».
Y así le fue. A finales de 2005, ya anciano -¡y en plena «Democracia»!- la Audiencia Nacional lo encarcela, tras estar en busca y captura por declararse «amigo de ETA«. ETA mata a quienes considera enemigos y obstáculos para la consecución de sus objetivos. Los sucesivos gobiernos de EEUU, también. Lo llevan haciendo un siglo antes que ETA, en cantidades incalculablemente superiores, y para colmo, los obstáculos para la consecución de sus objetivos son -por ejemplo- los niños iraquíes o las maquiladoras mexicanas con pretensiones sindicales. Pero gracias a ello son la superpotencia hegemónica mundial y si alguien se declara «amigo de Bush» no le espera la cárcel, sino un llamativo puesto en alguna institución internacional, una gira de conferencias y, con un poco de suerte, el Nobel de la Paz.
Xirinacs siguió su lucha, y la muerte que ha escogido es un precioso colofón. Su suicidio ha sido un acto vitalista, una «negación SÍ» [7] -como diría Alba Rico-, una muerte entendida como acto militante, ¡¡¡incluyendo el comunicado de reivindicación de rigor!!!… Una acción armada donde el muerto es él, pero la víctima es la buena conciencia de los traidores.
No ha de ser, pues, motivo de duelo, sino de celebración. Su muerte y su testamento político son -igual que la plácida, lúcida y fértil ancianidad de Fidel- un monumento a la dignidad humana.
¡Más que eso!: son una demostración empírica… ¡¡¡de que ésta existe!!! Y es que, por su escasez, con frecuencia llegamos a dudarlo.
[1] http://es.noticias.yahoo.com/efe/20070811/tes-aparece-muerto-lluis-xirinacs-y-deja-61bd63d_1.html
[2] http://es.noticias.yahoo.com/rtrs/20070813/tts-cuba-castro-ca02f96.html (Léanse especialmente los cuatro últimos párrafos).
[3] (Tomo prestada esta genial expresión al Zaratustra de Nietzsche).
[4] «COMPANYS, NO ÉS AIXÒ» – 1978, Lluís Llach (Letra original en catalán).
No es esto compañeros, no es esto / por lo que murieron tantas flores, / por lo que lloramos tantos anhelos. / Quizás debamos ser valientes de nuevo / y decir no, amigos, no es esto.
No es esto compañeros, no es esto, / ni palabras de paz con barrotes / ni el comercio que se hace con nuestros derechos, / derechos que son, que no hacen ni deshacen / nuevos barrotes bajo forma de leyes.
No es esto, compañeros, no es esto; / nos dirán que hace falta esperar. / Y esperamos, bien es cierto que esperamos. / Es la espera de los que no nos detendremos / hasta que no sea preciso decir, no es esto.
[5] «L’ESTACA» – 1968, Lluís Llach (Letra original en catalán)
El viejo Siset me hablaba al amanecer, en el portal, / mientras esperábamos la salida del sol y veíamos pasar los carros. / Siset: ¿No ves la estaca a la que estamos todos atados? / Si no conseguimos liberarnos de ella nunca podremos andar.
Si tiramos fuerte, la haremos caer. / Ya no puede durar mucho tiempo. / Seguro que cae, cae, cae, / pues debe estar ya bien podrida. / Si yo tiro fuerte por aquí / y tú tiras fuerte por allí, / seguro que cae, cae, cae, / y podremos liberarnos.
¡Pero, ha pasado tanto tiempo así ! / Las manos se me están desollando, / y en cuanto abandono un instante, / se hace más gruesa y más grande.
Ya sé que está podrida, / pero es que, Siset , pesa tanto, / que a veces me abandonan las fuerzas. / Repíteme tu canción. / Si tiramos fuerte…
El viejo Siset ya no dice nada; / se lo llevó un mal viento. / – él sabe hacia donde -, / mientras yo continúo bajo el portal. / Y cuando pasan los nuevos muchachos, / alzo la voz para cantar / el último canto que él me enseñó. / Si tiramos fuerte…
[6] «LA GALLINETA» – 1972, Lluís Llach (Letra original en catalán)
La gallinita ha dicho «¡basta! / no quiero poner ni un huevo más / a la mierda este sueldo / que hace tanto me esclaviza»
«Y si me vienen ganas de poner más huevos / me provocaré un estreñimiento / no tendrá más huevos frescos / el que de mí se aprovecha.»
La gallina ha dicho «¡NO!» / ¡¡¡¡Viva la revolución!!!
«A cambio de algún grano de trigo / me han quitado la fuerza de volar / pero, lo juro, se acabó / tengo por delante toda una vida»
«Y no sufro por el destino / que una vez liberada del matarife / no habrá ninguna dificultad / para que me entiendan las vecinas.»
La gallina ha dicho «¡NO!» / ¡¡¡¡Viva la revolución!!!
«Y los gallos que conmigo dormirán / los buscaré sanos y valientes, / que estoy cansada de impotentes / que me hacen pasar noches aburridas.»
«Que quede claro para siempre, / que yo de tonta no tengo un pelo, / y que, puestos a hacer, no me importa / un segundo estreñimiento.»
La gallina ha dicho «¡NO!» / ¡¡¡¡Viva la revolución!!!