Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano. **** Estábamos en esto: la autoconsciencia no es privilegio de los aristoi, es universal en el ser humano. Desde […]
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano.
****
Estábamos en esto: la autoconsciencia no es privilegio de los aristoi, es universal en el ser humano.
Desde luego. A partir de la Revolución Francesa, que genera una experiencia histórica nueva, colosal, radical, se abre a la consciencia humana, a partir de la reflexión sobre lo que se ha hecho, que el ser humano es el que genera con su hacer su propio mundo, y es el que produce la autogénesis en comunidad de sí mismo, de su orden social de su saber hacer, y de su nueva antropología. Que el ser social humano carece de proyecto determinado de vivir a priori, ni innato, ni determinado por la divinidad. Que el ser humano se autocrea quiere decir que el ser humano es histórico, se auto cambia. Que la praxis social es el prius ontológico que crea el mundo humano, los productos objetivados por ese hacer, las instituciones producidas, y el saber hacer nuevo que se objetiva; pero también la génesis de las nuevas capacidades y facultades, de las nuevas necesidades antropológicas, históricas, subjetivas, que emergen, y de la propia consciencia y auto consciencia. Porque el ser humano es energía en común carente de todo proyecto predeterminado de hacer y vivir, pero tiene que crear uno concreto para poder existir.
Por supuesto. Pero lo remarco: tenemos que crear un proyecto de vida concreto para poder existir a partir de ls nuevas necesidades antropológicas que emergen históricamente.
Y surge la comprensión de que la dinámica que impone ese continuo autocambiarse no es algo externo al propio proyecto, al ethos construido, sino que su raíz está en las consecuencias imprevisibles que el hacer, el proyecto creado genera; en las contradicciones inmanentes a la sociedad, al hacer en común, que se ponen de manifiesto con el desarrollo de ese vivir. Fundamentalmente, muy determinadamente, hasta nuestros días, desde el neolítico, la división de la sociedad en clases, la explotación de la mayoría por una minoría, y la lucha de clases consiguiente.
Es Hegel quien tiene el mérito de extraer esas consecuencias ontológicas y, también, quien tiene el mérito de tomar consciencia de la historicidad humana, y de que ésta se basa en la contradicción interna a la sociedad, que la dinámica de cambio obedece a la experiencia de vida que una vez hecha consciente genera un rechazo -negatividad- una desafección respecto del mundo existente. O sea, que son las contradicciones inmanentes a la ordenación del hacer en común de cada mundo social y de cada orden social las que lo acaban destruyendo.
¡Hegel estará muy feliz con tus referencias y reflexiones!
Se lo merece. La filosofía de Hegel, que parte de la crítica al activismo gnoseológico, filosófico idealista alemán -Kant considera que el pensar humano es activo, es construido; pero solo el conocer el mundo, el pensar es activo, solo él es actividad creativa; por ejemplo, la actividad de interpretación de la inmensa masa de fenómenos que la realidad ignota, abscóndita -el noúmeno- nos envía, y que nosotros, desde nuestros trascendentales intelectuales innatos, elaboramos activamente, la interpretamos-.
Y Hegel universaliza la creación activa y la convierte en creación, auto creación, no solo intelectual-mental, sino real efectiva –wirklichkeit– de la totalidad del ser humano por el ser humano, auto génesis, praxis autogeneradora de ser social de ethos -sittlickeit-.
Lo hemos hablado, has hablado de ello en otros momentos.
Toda esta prodigiosa radicalidad, este vuelco en la filosofía que elabora Hegel, esta revolución en la filosofía, no hubiera sido posible sin la Revolución en el mundo, sin la experiencia de la Revolución Francesa, el cambio radical, irreversible del mundo, y en primer lugar, de modo inmediato e irreversible, antropomórficamente evidente, el de Europa, como consecuencia del hacer masivo que cambia Europa entera en 25 años -por poner unas fechas, 1789, «La Toma de la Bastilla», 1815 «Waterloo»-. Cuya volcánica praxis, en primer lugar la de las colosales masas campesinas francesas, es consecuencia de las contradicciones generadas por el Régimen Feudal o Señorial-absolutista.
La de Hegel es una filosofía de la praxis consciente, la de una praxis organizada. La filosofía que reflexiona sobre esa experiencia radical de praxis. Y eso mismo le lleva a elaborar la ontología social humana, la de un ser que se auto crea en comunidad, un ser que es una Nada -libertad ontológica- al margen de una energía activa común carente de saber hacer, que autogenera ese saber hacer y autogenera su mundo. De un ser o sustancia, plástica, que no es pasiva, sino que es Sujeto, consciencia práxica elaborada en comunidad.
Un cambio de paradigma, una revolución teórica, una ruptura epistemológica en tu opinión…
Sí. Esta «revolución de la filosofía», fruto de una experiencia práxica colosal, que hace época, es conocida por Marx, quien, a su vez, que intenta introducir esa «revolución de la filosofía» como «la filosofía de la revolución», a sabiendas de que no se trata de adoptar un saber ya elaborado e introducirlo desde fuera, en una nueva época, eso, esa ahistoricidad es contraria al filosofar historicista radical que elabora Hegel.
Se trata entonces…
Se trata, por el contrario, de aferrar lo que ha ido descubriendo y haciendo Hegel, el seguimiento de una praxis voluntaria organizada, histórica, que genera experiencia consciente sobre sí misma, a partir de lo cual elabora Hegel, y apropiarse de ese comportamiento intelectual, para elaborar desde y sobre la actual, nueva, experiencia práxica, y desde la praxis, elaborada ahora por otro, distinto, sujeto social, surgido históricamente: para elaborar sobre la nueva experiencia de la consciencia en génesis desde la copertenencia al movimiento o nuevo sujeto práxico en ciernes, desde la coparticipación en el mismo. Se trata de hacer conscientes mediante la reflexión filosófica segunda las características que emergen de la organización del movimiento. De la nueva subjetividad. Para lo cual se reflexiona sobre los momentos, los procesos en los que apunta, emerge, el nuevo sujeto, sus luchas, sus procesos de movilización, su hacer organizado. No cuando el explotado, aislado, desmovilizado se comporta como antes. Se hace esto para reflexionar sobre los problemas nuevos que se perciben experiencialmente como surgidos del sujeto organizado.
Para reflexionar sobre las deficiencias: por qué no llegamos a los campesinos -o a los emigrantes, o a los actuales trabajadores manuales en general, o al mundo de provincias actual, el campesinado y habitantes de las pequeñas ciudades marginadas, mundos de subalternos, los explotados de nuestros días, a los que accede mejor, sin embargo, la derecha. Filosofar praxeológico, filosofía de la Praxis. Se puede cotejar este breve resumen mío con el capítulo II de El Manifiesto Comunista, de Miseria de la filosofía, etc, con textos -infinidad de ellos- de Antonio Gramsci.
Tu tríada básica, tu Santísima Trinidad práxica si me permites la broma: Hegel-Marx-Gramsci
Te permito la broma. Hay un «momento» orgánico de esto, otro quehacer más, subsidiario de este eje, que es el fundamental, pero que ayuda a la elaboración de este filosofar praxeológico, y que es el de criticar las mitologías y ficciones que el pensamiento dominante elabora para convencer a los explotados de que deben aceptar el mundo que hay. «Crítica», crítica de las ideas económicas que el capitalismo propaga para auto justificarse; y Marx elabora su Crítica de la economía política, por ejemplo. Este es el subtítulo de El Capital, como sabemos. Una crítica de las ideas científicas del enemigo, elaborada filosóficamente a partir de la propia investigación científica.
De las ideas científicas y de otras no tan científicas.
También de las otras filosofías –La Ideología Alemana. Crítica de la novísima filosofía alemana. O: La Sagrada Familia, crítica de la crítica crítica. Y también se puede completar esta tarea subordinada a la praxis con trabajo intelectual que permita al soberano, al sujeto organizado subalterno, al Bloque Histórico en ciernes, en praxis organizada autogeneradora, hacerse con el saber, conocer saber, ciencia. Pero no se trata ni de sustituir al Sujeto social organizado, ni de prescribirle desde la «consciencia exterior» lo que debe hacer, nueva forma de la vieja teoría de elites. La filosofía de la Praxis, siempre, va por detrás del hacer y su experiencia, pero pegada al hacer, a cada momento del hacer, sin esperar a que el hacer termine: va justo por detrás de cada momento del hacer. El Filosofar, el búho de Minerva levanta el vuelo tras cada microexperiencia práxica generada para aprender de la misma y abrir debate de cara a la siguiente acción concreta.
Esa es la Filosofía de la Praxis, a la que yo me apunto.
Tienes motivos, los has comentado. Lo dejamos hoy aquí. Te pregunto ahora por Markus y por la colección Hipótesis.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.