Cuando el Fondo Monetario Internacional ( FMI ) hace acto de presencia en un país, es como si lo visitase uno de los jinetes del Apocalipsis. A cambio del préstamo que recibe para el pago de su deuda y la reducción de su déficit el Fondo, que opera en beneficio de instituciones crediticias privadas, le […]
Cuando el Fondo Monetario Internacional ( FMI ) hace acto de presencia en un país, es como si lo visitase uno de los jinetes del Apocalipsis.
A cambio del préstamo que recibe para el pago de su deuda y la reducción de su déficit el Fondo, que opera en beneficio de instituciones crediticias privadas, le impone un plan de austeridad conocido como Programa de Ajuste Estructural ( PAE ). Lo característico del PAE es que las medidas que dicta siempre van en perjuicio de las clases populares y de los trabajadores. No es de extrañar si se tiene en cuenta que responde a una filosofía ultraliberal que pone el acento en la flexibilización del mercado laboral, léase abaratamiento del despido y desaparición de la negociación colectiva, y en la reducción del gasto social que traducido al lenguaje común, significa recortar los servicios públicos de sanidad, educación, pensiones, el Estado de bienestar en una palabra, decisivo para la cohesión social e indispensable para las clases más vulnerables del sistema. En suma, que a despecho de lo injusto e inmoral que resulte, el PAE hace recaer invariablemente el peso de la carga de los sacrificios sobre los más débiles economicamente hablando y no sobre los más poderosos.
Esta circunstancia, verificada desde hace muchos años en África, Asia y América Latina, se pone en evidencia de nuevo, una vez más, en Europa, empezando por Grecia, siguiendo por España ( como dice un informe argentino en el diario Página 12, » El FMI ahora se regodea con España» ), etcétera.
De ahí que no pueda quedar ya la menor duda sobre la parcialidad y el carácter antipopular de los PAE del FMI. El FMI es un auténtico enemigo de los pueblos y por eso viene siendo condenado por «tribunales de opinión» como el Tribunal Permanente de los Pueblos, heredero histórico del célebre Tribunal Russell, desde la Sentencia de Berlín de septiembre de 1988 hasta nuestros días.
Es cierto, y no es casual, que estas condenas y la existencia misma del Tribunal son desconocidos para la mayor parte de la ciudadanía. De eso se encargan precisamente los medios de desinformación del sistema pero, pese a todos los esfuerzos para evitarlo, cada vez somos más los que sabemos que como dijo en su momento Eduardo Galeano, » el Fondo Monetario Internacional y su gemelo el Banco Mundial son instrumentos de extorsión de un sistema que reduce a la condición de hormigas a la inmensa mayoría de los seres humanos».
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