Con la popularidad debajo del 10 por ciento, y los escándalos golpeando la puerta de su despacho, Michel Temer, que en los próximos días puede perder a su jefe de Gabinete, seguramente no se animará a saludar al público en los carnavales.
No aparece ni disfrazado de arlequín. Con la popularidad en vías de extinción, ya bajó al 10 por ciento, y los escándalos golpeando la puerta de su despacho, Michel Temer, que en los próximos días puede perder a su jefe de gabinete, seguramente no se animará a saludar al público en los carnavales de Río de Janeiro o Salvador de Bahía, los más concurridos de Brasil. Desde que fue abucheado por decenas de miles de personas al inaugurar los Juegos Olímpicos en agosto pasado en el Maracaná, Temer optó por asumirse como un presidente en las sombras, recluido en los sigilosos palacios oficiales.
En los últimos días se ha ocupado de neutralizar un escándalo que impactó de lleno en el ministro Eliseu Padilha, su jefe de gabinete y antiguo socio en negocios inconfesables de los que se tuvo noticia el viernes. La fuente que soltó esa bomba es un «viejo amigo desde hace 50 años» del mandatario, llamado José Yunes. Este abogado, que hasta diciembre fuera «asesor especial» de la Presidencia, declaró a varios medios que el ministro Eliseu Padilha operó en persona el pago de millones de reales sucios en 2014. También habló ante la Procuraduría en el marco de la causa «Lava Jato» que investiga la telaraña de coimas y contratos amañados en los que participaron Odebrecht y otras constructoras. Que el ministro Padilha y Temer integraban una asociación dedicada a fines ilegales era algo tenido por seguro por cualquier brasileño informado, pero hasta el viernes nadie lo había declarado públicamente y con tantos detalles como lo hizo Yunes.
Contó hasta el tamaño del paquete, que no abrió pero contendría dinero, que recibió en su estudio jurídico de San Pablo y luego entregó a un lugarteniente de Eduardo Cunha. ¿Se acuerdan de Cunha? Fue presidente de la Cámara de Diputados hasta fines de 2016, evangélico, anti dilmista al extremo y perteneciente al Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) como Temer y el ahora malherido ministro Padilha.
Sin el trabajo sucio, a cara descubierta, de Eduardo Cunha su correligionario Michel Temer jamás hubiera llegado a la presidencia. La destreza de Temer para enhebrar pactos secretos es inversamente proporcional a su popularidad, que no la tiene ahora y jamás la tuvo: la última vez que fue candidato por las suyas sacó 99.000 votos y obtuvo raspando un banca de diputado. Si llegó a ser vicepresidente no fue por mérito propio sino por haberse colgado de las faldas de Dilma Rousseff, a quien secundó en la fórmula victoriosa en 2010 y 2014. Poco después de la reelección inició su disimulada conspiración que se tornó explícita a fines de 2015 cuando se sumó abiertamente a la estrategia desestabilizadora.
Fue el ex jefe de Diputados Cunha quien puso la cara y timoneó el golpe contra Dilma , reelecta por 54 millones de sufragios y sucedida por Temer provisoriamente el 12 de mayo pasado, y definitivamente el 31 de agosto.
Pues bien, la denuncia del amigo de Temer puso negro sobre blanco como se obtenía y circulaban las coimas en el PMDB. Y hasta qué grado llegaba la complicidad entre el mandatario de facto Temer, su ministro Padilha y Cunha, preso desde el año pasado por las evidencias aportadas por la Justicia suiza de depósitos millonarios de origen ilícito. Desde la cárcel Cunha amenaza a Temer a través de legisladores que le son fieles y también por vía de miembros del gabinete presidencial que son más «cunhistas» que «temeristas». Sí, Cunha mantiene gente de confianza en el gabinete.
En su condición de miembro despechado de la «familia» del PMDB, Cunha le hace saber a su par Temer que no está dispuesto a pagar por delitos de los que Temer sería cómplice, y avisa que si no mueve sus influencias presidenciales para sacarlo de la prisión podría confesar, echando mano de un instituto muy de moda cual es la «delación premiada».
En esa misma clave amenazadora es que funcionan las declaraciones del «viejo amigo» Yunes, cuando dijo con un lenguaje casi mafioso que está enojado con el ministro Padilha porque lo usó de «mula» para enviar plata mal habida. Y después de ese manoseo, Padilha se hace el desentendido. Cuando toman estado público estas intimidaciones (de Yunes hacia Padilha y de Cunha hacia Temer) es porque no se respetaron los acuerdos y cada uno busca su salvación individual.
Es en ese contexto político-mafioso, que Padilha está a punto de perder el cargo y convertirse en el noveno ministro que renuncia en nueve meses de gobierno de excepción. De esos nueve al menos siete están salpicados por «Lava Jato». Para escapar del escándalo Padilha dijo que tendrá que operarse de la próstata y sólo volverá a Brasilia después del Carnaval. Una coartada médica poco creíble, quizá tan endeble como la del último ministro renunciante José Serra, quien la semana pasada dijo que dejaba la Cancillería por dolores de espalda, que es cierto que los tuvo, pero no parecen suficentes para tamaña decisión política. Serra, igual que Padilha, fue denunciado por los arrepentidos en el caso Lava Jato.
«Fuera Temer, Fuera Temer» gritaban ayer, sin dejar de bailar ni sonreír, unas chicas morenas, al frente de un bloque carnavalesco en una avenida de Salvador de Bahía donde se mezclan caretas de Donald Trump y Batman, con parejas disfrazadas de arlequines y colombinas, a pesar del calor que no da tregua ni a las 2 de la madrugada. En Salvador, la capital más importante del nordeste, con uno de los más altos índices de población afrodescendiente de Brasil, los bailes callejeros son un termómetro del ánimo popular, mucho más irreverentes que las profesionalizadas, descafeinabas, Escolas do Samba que comienzan a desfilar hoy en el Sambódromo de Río.
Luego la consigna «Fuera Temer» comenzó a diseminarse hasta hacerse un trueno de masas según imágenes accesibles en las redes sociales, hasta ayer censuradas en la cadena de entretenimientos Globo. La alegría desinformada y forzada por las empresas de noticias servirá como un remanso para Temer y su ministro Padilha. Pero más allá de esa versión ilusoria de la realidad todo indica que la permanencia de Padilha es inviable. Pocos apuestan a que sobreviva más allá del Miércoles de Cenizas.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/22474-fora-temer-hito-del-carnaval