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Francisco, ¿un papa antisistema?

Fuentes: Rebelión

«El hombre necesita transcender, tan cierto como que muere». Anónimo   Los debates de verdad son aquéllos en los que a través de la deliberación honesta los oradores persiguen la mejor resolución de los problemas, el orador que debate en serio es el más interesado en encontrar la mejor solución, lejos de palabras vacías y […]

«El hombre necesita transcender, tan cierto como que muere». Anónimo

 

Los debates de verdad son aquéllos en los que a través de la deliberación honesta los oradores persiguen la mejor resolución de los problemas, el orador que debate en serio es el más interesado en encontrar la mejor solución, lejos de palabras vacías y discursos triunfalistas. Es momento quizás de afrontar nuevos debates y retos para que el camino avance hacia algún lugar lejos de la desolación. Comentaba el profesor Aranguren en uno de sus ensayos que los que nacen en tiempos de una guerra desarrollan en su juventud cierta tendencia hacia el escepticismo, pero nosotros que no hemos vivido una guerra no tenemos derecho a caminar sin aliento. El derrotismo es una postura infantil y evasiva que justifica la comodidad consumista, donde lograr los últimos artilugios tecnológicos y un gran automóvil sustituye a los sueños y esperanzas. No puede sentir la derrota el que nunca persiguió la victoria. El individuo consigue logros, marcas personales de las que se vanagloria pero que transforman poco la sociedad que le rodea, la realidad sigue siendo gris, los logros no son victorias. La victoria, a la que tantos autores se refieren, trata de la capacidad del hombre de transformar la realidad y ser protagonista de la historia. La transformación es irrenunciable si se persigue la victoria, pero nadie construye edificios detrás de esas lápidas o puertas a las que llamamos pisos o tumbas.

Nadie puede cuestionar que existe un gran número de personas que desarrollan la capacidad humana de creer, otros no. Parece un hecho que negar la espiritualidad del hombre supone negar la religiosidad humana de numerosos ciudadanos que se organizan, en el caso de la confesión cristiana, en la Iglesia o «gobierno eclesiástico general del sumo pontífice, concilios y prelados», según la R.A.E. Es un hecho que la Iglesia ha conseguido perdurar a lo largo del tiempo, superando numerosas crisis en la historia de la humanidad. Un análisis simplista puede llevar a pensar que, todo este tiempo, la Iglesia ha contado con el suficiente número de feligreses y una elevada capacidad de adaptación a las crisis que a lo largo de los siglos ha afrontado. Fuere como fuere, es un hecho que en numerosas ocasiones la Iglesia se rehace como «Ave Fénix» entre sus rescoldos.

Actualmente parece que los templos se vacían y la Iglesia pierde hegemonía, quizás por los numerosos escándalos, posicionamientos históricos inadecuados, contradicciones entre «el digo» y «el haré», o quizás también porque el sistema capitalista de esta sociedad de libre mercado es implacable con lo que no puede mercantilizar. La tradición anticapitalista del mensaje de la Iglesia ha sido expresada por numerosos papas en varias encíclicas y documentos, otra cosa es que esa crítica además de expresarla se acompañe de hechos. En algunas regiones de América Latina, sectores de la Iglesia se alinearon y combatieron por los derechos sociales, incluso siendo vanguardia en luchas, convirtiéndose, según autores, en movimientos de liberación de los pueblos. Sin embargo, en Europa y en nuestro país las decisiones de la Iglesia han transcurrido por otros caminos, con una separación entre la palabra y la obra en muchas ocasiones, incidiendo en la parte dogmática y prescindiendo de la transformadora. De todos es conocido el posicionamiento de la Iglesia española con la dictadura franquista y la postura conservadora de los prelados españoles en confrontación con los movimientos transformadores. No obstante, autores como el mencionado Aranguren consideran que una parte del catolicismo español busca desesperadamente una tercera vía que lo aleje del nacional-catolicismo (postura defensiva y de conquista) y de la alianza demócrata-cristiana (postura conservadora). Ese grupo de católicos españoles con un fuerte compromiso social y transformador a menudo no han sido comprendidos por los prelados, ni por sectores de la izquierda, pero forman parte de la realidad transformadora de nuestra sociedad.

Algo debe estar cambiando en la Iglesia cuando, según diversas fuentes periodísticas, el posicionamiento del Papa sobre cuestiones como el aborto, el desafío al gobierno estadounidense, participación en los movimientos populares, etc., está provocando una reacción crítica en la Conferencia Episcopal Española. Cuando existe una «línea dura de obispos de hierro» que se opone al Papa Francisco, cuando obispos españoles disuelven grupos de seglares cercanos a Francisco…, quizás sea el momento de plantearse si la Iglesia debería ser incorporada al bloque histórico de las ideologías transformadoras. Plantear y reconocer el papel transformador de parte de la Iglesia cobra sentido histórico para quienes sostienen que la influencia mundial del Papa Francisco marcará el siglo XXI.

Quizás es momento de dejar de hablar de Iglesia y hablar de miles de ciudadanos que sienten la religiosidad y sienten el deber de transformar la realidad incómoda del desempleo, la precariedad y el deterioro social, porque son ellos los protagonistas de los cambios que ocurren en la Iglesia y en la sociedad. Quizás sea también el momento de hablar de miles de ciudadanos no creyentes que sienten el mismo deber y reclaman el sentido humano del hombre frente al sistema capitalista que lo reduce a una mercancía. Es posible que la condición religiosa no sea más que una diferencia entre ciudadanos que persiguen el mismo fin, como el color de su piel o el de sus ojos.

El debate está servido, y por ello organizaciones de la sociedad civil como el Frente Cívico y Xarxa Cristiana preparan para el 18 de enero una conferencia con el título » Francisco, ¿un Papa antisistema?», en el Fórum de debate «La Nau» de la ciudad de Valencia. Este encuentro supone un acercamiento y reconocimiento de la actividad social transformadora de los creyentes y no creyentes. Y como dicen antiguos escritos: quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. 

Pedro Lorente García, Médico, Miembro del Frente Cívico Somos Mayoría.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.