Los depredadores alemanes, quienes rivalizaron con sus homólogos ibéricos (españoles y portugueses) en crueldad, sadismo y bestialidad, venían con la fantasía imperante en los puertos andaluces y portugueses de la leyenda de “El Dorado”.
El macro sociólogo histórico Giovanni Arrighi, en su último libro Adam Smith en Pekín. Akal. 2007, reitera y sintetiza lo demostrado profunda y extensamente en sus anteriores obras, especialmente en “El largo siglo XX. Akal 1999”, y en “Caos y orden en el sistema-mundo moderno. Akal. 2001”, de la siguiente manera:
“… Partiendo de estas premisas, he distinguido cuatro de estos ciclos cada uno de los cuales abarca un un siglo largo: Un ciclo Ibérico-Genovés, desde el siglo XV hasta mediados del siglo XVII. Un ciclo Holandés, desde finales del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII. Un ciclo Británico, desde mediados del del siglo XVIII hasta principios del siglo XX, Y un ciclo Estadounidense, desde finales del del siglo XIX hasta la fase actual de expansión financiera. Cada ciclo recibe su nombre y queda definido por el complejo particular de agencias gubernamentales y empresariales que conducen el sistema capitalista-mundo hacia la expansión, primero material y luego financiera, que constituyen conjuntamente el ciclo. Los ciclos sistémicos de acumulación sucesivos se solapan en su comienzo y final, porque las fases de expansión financiera no solo han sido el “otoño” de importantes desarrollos del capitalismo mundial, sino también períodos en los que surgía un nuevo complejo dirigente estatal-empresarial que con el tiempo reorganizaba el sistema, haciendo así posible una nueva expansión” …
Y un poco más adelante polemizando con su amigo el historiador marxista David Harvey (El Nuevo Imperialismo. Akal 2003) agrega: ….”Como he señalado anteriormente, el papel que Marx atribuía al sistema de crédito en la promoción de tal reasignación apunta a una invisible cooperación intercapitalista que reduce la necesidad de la acumulación por desposesión en los centros emergentes. También indicamos que la sucesión Marxiana de centros capitalistas líderes ( Venecia, Holanda, Inglaterra, Estados Unidos) apunta a una serie de soluciones infraestructurales espaciales expansivas de escala y ámbito cada vez mayor que creaban las condiciones para la resolución de la crisis de sobre acumulación precedente y el despegue de una nueva fase de expansión material. A esto, deberíamos añadir ahora que las guerras desempeñaron un papel decisivo. Pero una vez que se intensificaban las guerras, la relación acreedor-deudor que vinculaba a los centros maduros con los emergentes, la fuerza de la reasignación ( de capital excedente) hacia los centros emergentes se hacía más sustancial y permanente”. (1)
Arrighi muestra con extrema minuciosidad y comprueba, cómo cada ciclo sistémico estuvo enmarcado por el mecanismo coercitivo (militar y guerrero) basado cada uno en una nueva tecnología destructiva, que fuera descrito por Marx como acumulación originaria de capital, y que posteriormente Harvey, con información actualizada denominó “acumulación permanente por desposesión”, cuya clave consistió en “ el saqueo y desposesión” (como la relación de producción esencial) sobre algún nuevo continente extra-europeo, es decir con otras civilizaciones a depredar.
En nuestro argumento de la Guerra de Civilizaciones, podemos agregar las siguientes consideraciones : 1-El ciclo Ibérico-Genovés conocido principalmente por el saqueo, destrucción y exterminio de las grandes civilizaciones americanas y en menor medida Filipinas, junto con el saqueo portugués del África convertida en coto de caza de esclavos para vender en América como reemplazo a la fuerza de trabajo indígena americana exterminada. 2- El ciclo Holandés, por el saqueo brutal y exterminio de las culturas y civilizaciones de Java, Borneo y Sumatra (la actual Indonesia, Timor y parte de las islas filipinas ). 3.El ciclo Británico, principalmente por el saqueo inmisericorde de la India, la costa de China, la piratería en el Caribe español y, las posesiones coloniales inglesas en todo el continente africano, repartido con Francia convertido después de las guerras Napoleónicas en su socio menor y colaborador. Y 4- el ciclo estadounidense, por la expropiación brutal y destrucción de las culturas denominadas “red skin “ o piel rojas de Oeste norteamericano, junto con el saqueo despiadado y fríamente calculado de lo que denominaron “su patio trasero latinoamericano y caribeño”, que posteriormente se amplió a todo el resto del mundo conocido al convertirse en Hegemón único universal.
Lo cual, parafraseando la fórmula marxista D-M-D´ (dinero, mercancía, dinero incrementado) que se torna con capital financiero D-D´ ( dinero que produce más dinero); al aplicarle el factor Guerra de Civilizaciones a los ciclos sistémicos del capitalismo mundial se puede obtener un esquema semejante a este : Capital—Guerra de civilizaciones, es decir destrucción/ construcción creativa de Schumpeter/ innovaciones tecnológicas/ nuevos lugares—-Capital incrementado.
Y, con esto, pude llegar hasta mi lejana Colombia y en breve artículo de opinión, aplicar la perspectiva macro sociológica e histórica aportada por Arrighi a la historia de la acumulación originaria de capital en la zona geográfica de gran actualidad en la atormentada Colombia, denominada hoy para efectos de la guerra y la paz como frontera colombo-venezolana.
Zona geográfica compleja y muy atormentada desde su entrada en el mundo moderno, cuando fue descubierta, explorada y saqueada por un grupo de “conquistadores alemanes” al servicio de los banqueros de Augsburgo en el Sacro Imperio Romano Germánico, Welzer y Fugger, que tenían negocios de minería de plata en las estribaciones de los Alpes, así como estrechos vínculos comerciales con el capital comercial y financiero veneciano y del norte de Italia (Florencia, Milán Génova) y, quienes compraron la elección del Emperador Carlos V por un millón de florines de oro (suma inimaginable hoy en día), convirtiéndose en sus prestamistas habituales y financiadores de todas las innumerables Guerras que el Emperador emprendió y sostuvo durante todo su reinado, con el fin de sostener o ampliar sus dominios bajo la fe apostólica y romana, o quizás, por mejor decir, convirtiendo al gran “Emperador comprado”, en un rehén de sus intereses financieros en expansión, bajo la mentalidad dominante de “cruzada religiosa” heredada de los reyes católicos de España, sus abuelos directos por línea materna. Veamos:
A la muerte del emperador Maximiliano de Habsburgo, en 1519, siete electores: Tres obispos, el de Mainz o Maguncia, Tréveris y Colonia, y cuatro nobles; el rey de Bohemia, el margrave de Brandenburgo, el conde del Palatinado y el duque de Sajonia, eligieron como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico al Borgoñón de lengua francesa (que demoró 4 años en aprender la lengua de Castilla) Carlos de Habsburgo, nieto por línea paterna del emperador fallecido, en rivalidad por el puesto con el rey de Francia, Francisco I, quien sin fondos no pudo competir con el capital de los banqueros alemanes. “Karolus” como se le conoce en lengua germánica, fue coronado en 1520 en Aachen o Aquisgrán. El nuevo mundo recién descubierto de sus dominios “donde el sol no se ocultaba”, se abrió a los pies del coronado como un “saco inagotable” (saqueo viene de saco) para acumular capital en la forma de metales preciosos , oro y plata, esclavitud y saqueo. Todo bien justificado con la mentalidad hegemónica de cruzada religiosa desde la escolástica de la universidad de Salamanca. Bien le respondió Hernán Cortés al padre De las Casas : “ Yo he venido aquí por el oro, no salvar almas de indios infieles”.
La inagotable bibliografía sería, como las hagiografías y relatos rosa sobre este tan importante personaje de la historia de los ciclos históricos del sistema-mundo explicados por Arrighi, que unió bajo su mandato al Estado español de los reyes católicos, con el grande y poderoso Estado del Sacro Imperio Romano Germánico, afianzando el primer ciclo Ibérico-Genovés en mención; hace innegable la cita de Arrighi del historiador francés Fernnad Braudel cuando escribe: “ el capitalismo sólo es capitalismo cuando se convierte en Estado”.
El siguiente cuadro aportado por el historiador inglés John Lynch en su libro “Monarquía e Imperio El reinado de Carlos V. El País 2007 España” en la página 446, donde muestra el tonelaje del comercio de la indias, ida y vuelta a España durante un siglo y medio, de 1500 a 1650, aporta una visión de largo plazo sobre la importancia y magnitud de la acumulación de riquezas en el Imperio español.
Pero como el capital continuó con su lógica implacable e imparable, y los banqueros alemanes como agentes del proceso acumulativo exigieron al “Emperador endeudado” una parte del botín, logrando obtener de la Corona española en febrero de 1528, una serie de contratos o capitulaciones donde los Welzer consiguieron un acuerdo que les permitía nombrar en el recién descubierta costa venezolana, gobernadores alemanes o agentes suyos de manera autónoma, usar a los indios como fuerza de trabajo esclava, además de un permiso especial por el cual podían llevar y negociar hasta 4.000 esclavos africanos. De igual manera la capitulación incluía que el nuevo gobernador de la provincia y capitán general disfrutar de los títulos mientras viviera, lo que le harían ganar unos 200.000 maravedíes por el primer título y 100.000 por el segundo. Podían delegar su puesto en caso de no liderar las expediciones, y se les concedería el título de Alguacil Mayor, sin remuneración económica. Tenían además derechos sobre el 4% de las ganancias que produjese el territorio. Los alemanes, en cambio, se comprometían a llevar con ellos a cincuenta mineros de sus paisanos para desarrollar cualquier actividad minera de la provincia asignada y, tendrían el apoyo del gobernador de Santa Marta (costa colombiana) García de Lerma. Como contrapartida, se les exigió a los alemanes la fundación de dos ciudades y la creación de tres fortalezas, desde las cuales deberían explotar el territorio y obtener las mayores riquezas. El incumplimiento, se sancionaba con 500 ducados.
Al parecer hubo tres importantes y muy accidentadas y fugaces expediciones de alemanes en Suramérica: 1- La de 1529 liderada por Federmán, 2 -La de 1530 por Johan Seissenhofer o Juan Alemán, y 3- La de Goerg von Speyer o Spira, acompañado de Hutten y el hijo del banquero JacoboWelzer. Todas centradas especialmente en la costa venezolana, en el reciente caserío español de Coro a orillas del mar Caribe, desde donde según se sabe establecieron rápidos vínculos comerciales y militares con la isla de Santo Domingo, centro inicial de la colonización y a donde comenzaron a enviar Indígenas esclavizados y encadenados capturados en las regiones aledañas al lago de Maracaibo, así como el oro saqueado a los poblados indígenas que encontraron en sus guazabaras o cacerías, y, donde exhibieron sin limitaciones las nuevas tecnologías militares que habían dado triunfos a los tercios españoles en las guerras europeas: arcabuceros, lanceros, rodeleros, espadas y armaduras de metal forjado, caballos acorazados y sobre todo, mastines ibéricos entrenados y cebados con carne de indígena.
Los depredadores alemanes, quienes rivalizaron con sus homólogos ibéricos (españoles y portugueses) en crueldad, sadismo y bestialidad, venían con la fantasía imperante en los puertos andaluces y portugueses de la leyenda de “El Dorado”, que pronto se reforzó con las indicaciones de los indígenas de la región del lago de Maracaibo, de que hacia el Occidente, en unas altas montañas, había unos indígenas que se bañaban en oro en una laguna y hacían ricas ofrendas en oro y piedras verdes brillantes a la diosa que les había dado origen (Guatavita) . Por esta razón todas sus expediciones se encaminaron a explorar los Andes colombianos situados al occidente de Venezuela y no hacia el oriente donde también se les había asignado territorios.
En realidad con la información histórica factual que se posee en la actualidad, el cuento rosa de la “colonización alemana en Venezuela”, no pasa de ser un bello maquillaje de autores bastante eurocéntricos idealizadores de un pasado colonial vergonzoso, que debe ser descarnado en su realidad real para poderlo asimilar.
Dos de esos personajes, Nicolas Federmán y Ambrosio Alfinger tienen vinculación con la historia de Colombia, especialmente por sus guazabaras y expediciones (hoy llamaría razias oficiales) en territorio de lo que también, hoy, llamaríamos, la frontera colombo-venezolana.
Esta descripción hecha por el historiador colombiano Manuel Lucena Salmoral, sobre la actividad “recolectora” de Nicolás de Federmán en dicha frontera y, cuyo nombre sirve para identificar un importante barrio de clase media en la actual Bogotá, sirve para entender nuestro argumento:
…..”Federmán firmó, en efecto, un contrato con los Welzer el 2 de octubre de 1532 comprometiéndose a servirles como factor durante siete años y el Consejo de Indias le nombró el 19 de julio de 1534 gobernador y capitán general de Venezuela, como sucesor de Alfinger. Partió para Sevilla pero en el camino fue sustituido como tal gobernador por Jorge Spira (Hohermuth).
Pese a todo llegó a la ciudad andaluza y ayudó a Spira a preparar la nueva expedición a Indias. Tardó mucho en salir y lo hicieron en buques separados.
Llegaron a Santo Domingo y luego a Coro, donde Spira nombró a Federmán teniente gobernador el 11 de mayo de 1535. Poco después le ordenó salir hacia la Guajira, para tomar posesión de dicho territorio y fundar allí una población. Spira partió con su expedición a los llanos y Federmann se dirigió al cabo de la Vela para cumplir su cometido.
A comienzos de 1536 estaba ya en el cabo de la Vela, donde fue reforzado con otros 80 soldados procedentes de Santo Domingo. Federmán encontró un territorio inhóspito y desértico, pero cumplió las órdenes de Spira. El 1 de agosto de 1536 fundó la población de Nuestra Señora de las Nieves, en actual territorio colombiano, cerca de la desembocadura del río de Hacha. Exploró la península en busca de riquezas, pero sólo aparecieron las perlas, que intentó obtener utilizando indios como buceadores de los ostrales.
No tuvo mucho éxito y regresó a Coro, donde esperó a que le llegara el título de gobernador efectivo de Venezuela. Fue una espera inútil, pues el factor de los Welzer no se lo envió nunca. Finalmente el 14 de diciembre de 1536 abandonó la ciudad, pero se mantuvo casi un año en sus cercanías, esperando el ansiado título.
A fines de 1537 partió para su gran expedición descubridora, tercera de las que realizó. Atravesó las montañas xideharas que había recorrido anteriormente y se dirigió a los llanos de la región de Carora (pasó así por donde más tarde se fundaron El Tocuyo y Barquisimeto). Allí encontró las tropas que habían venido desde el cabo de la Vela mandadas por el capitán Diego Martínez, que le estaban esperando. Reunida la fuerza (300 soldados y 130 jinetes) marchó al río Apure, que cruzó en abril de 1538. Aquí descubrió las huellas de la hueste de Jorge Spira, que había regresado desbaratado del río Guaviare. Federmánn siguió hasta el río Pauto, afluente del Meta, donde los naturales le informaron del mito del Dorado; un país muy rico en oro, que se encontraba hacia occidente (era el territorio de los chibchas o mwiscas), donde un cacique tiraba objetos de oro a una laguna en la que se bañaba. La ruta parecía difícil, pues hacia el Occidente se alzaba majestuosa la cordillera andina por cuya falda siguió con dirección sur en busca de un paso para franquearla. Federmann envió en descubierto a Pedro de Limpias, pero regresó fracasado.
Federmann continuó adelante. En febrero de 1539 llegó a las cabeceras del Guaviare. Atravesó los llanos del río Ariari y finalmente encontró el paso interandino en el páramo de Sumapaz. Avanzó desde allí hacia el valle de Fosca, en la altiplanicie cundiboyacense, donde se encontró con la sorpresa de hallar españoles.
Eran hombres de la hueste de Jiménez de Quesada, que se le habían anticipado por poco tiempo en el descubrimiento y ocupación del país de los chibchas.
Habían llegado en 1537 desde Santa Marta atraídos por el mismo mito del Dorado. Federmann y Jiménez de Quesada negociaron que sus soldados se quedaran en el Nuevo Reino de Granada (así lo bautizó Jiménez de Quesada) en la misma categoría de conquistadores y llegaron a un acuerdo en el reparto del botín (17 de mayo de 1539). El 27 de abril del mismo 1539 fundaron la Villa de Santafé (luego Bogotá) y dos días después el alemán obtuvo la encomienda de Tinjacá.
No tardó mucho en aparecer por el Occidente otra hueste española, la de Sebastián de Benalcázar quevenía de Quito, atraída por el mismo mito del Dorado. Los tres conquistadores decidieron dejar sus hombres en el Nuevo Reino, fundar varias ciudades (Tunja y Vélez) y marchar a España para solventar allí sus diferencias territoriales. Los tres venían de lugares muy dispares y lejanos cuya jurisdicción era difícil de fijar, como Santa Marta, Quito y Coro, y los tres habían desobedecido a sus respectivos gobernadores Fernández de Lugo, Pizarro y Spira. El botín obtenido al conquistar a los chibchas ayudó a limar asperezas; 15.000 a 20.000 pesos para cada uno de los jefes venezolano y quiteño, quienes además obtuvieron buenas sumas por vender sus armas y enseres.
Los tres conquistadores embarcaron el 2 de junio en Guataquí, en el río Magdalena, para dirigirse a Cartagena, adonde llegaron el 20 de junio de 1539. De allí partieron hacia España, vía Jamaica. Una vez en la Corte, Jiménez de Quesada fue nombrado mariscal, Benalcázar fue también mariscal y capitán general y gobernador de Popayán, una provincia encajada entre la del Río San Juan (al noroeste, en la costa pacífica colombiana), la de Cartagena al norte y Quito al sur.
A Federmann le fue peor. Llegó a Sevilla en enero de 1540 y supo que el Emperador y los Welzer estaban en Flandes, por lo que se dirigió a Gante para darles cuenta de su actuación. Se le exigieron cuentas de los ingresos y gastos, que no satisfizo suficientemente, quedando acusado de haber ocultado parte del botín, por lo que fue encarcelado. El 21 de octubre de 1540 Federmann consiguió la cédula que le autorizó a trasladarse a Madrid para defender sus derechos ante el Consejo de Indias. Llegó a la futura capital española el 2 de febrero de 1541 y se le asignó como cárcel la casa en que viviría. El 13 de marzo denunció a los Welzer ante el Consejo de Indias, pero revocó luego la denuncia el 19 de agosto. Ese mismo día traspasó a los Welzer su encomienda de Tinjacá. Nicolás de Federmann falleció en Valladolid el 22 o 23 de febrero de 1542.” ( https://dbe.rah.es/biografias/9235/nicolaus-federmann)
Lucena Salmoral, igualmente nos ilustra aceptablemente sobre la historia del recordado Ambrosio Alfinger, el segundo conquistador alemán en la frontera colombo-venezolana de la siguiente manera:
…..”El 9 de julio de 1531 Alfinger salió nuevamente de Coro dispuesto a encontrar la comunicación con el Mar del Sur. Una vez en Maracaibo, dejó allí al teniente Bartolomé Santillana y tomó ciento treinta infantes y cuarenta caballeros con los que efectuó otra exploración. Al regresar de ésta volvió a salir de Maracaibo, pero embarcado en el río Marcomite, donde estaban los indios onotos. Volvió a fracasar en su exploración y regresó a Maracaibo para esperar la llegada de su teniente Luis González de Leiva.
El 1 de septiembre de 1531 abandonó definitivamente Maracaibo y emprendió su gran exploración con ciento cincuenta hombres y diez caballos. Llegó a la serranía donde nace el río Marcomite, en tierra de los buredes y encontró luego un gran valle (Valledupar), al sur de la sierra de Santa Marta, que cruzó hacia su zona meridional. Penetró luego en el valle del río Cesar, encontrando allí algunos pueblos abandonados.
En el pueblo de Pauxoto recogió un gran botín de oro, unos 24.000 pesos de oro, que decidió enviar a Coro, aprovechando la ocasión para pedir socorros.
Confió esta misión al capitán Íñigo de Vasconia con veinticuatro hombres, esta patrulla se perdió, pasando infinitas hambres y calamidades (parece que llegaron al canibalismo), pereciendo todos menos uno.
Alfinger partió de Pauxoto y llegó al pueblo de Tamara, a orillas del río Xirirí. El 10 de abril de 1532 alcanzó el pueblo de Cimpachey, en tierra de los cindaguas. Aquí recibió noticias de que en las proximidades había unos pueblos muy ricos, llamados Cimití y Coyandía. Como no había recibido los refuerzos solicitados envió a Coro el 24 de junio a Esteban Martín.
Éste llegó a Coro a fines de julio y volvió a Maracaibo con cincuenta hombres de refuerzo. Finalmente Esteban Martín, al mando de ochenta y dos soldados, encontró a Alfinger en Comizaca, un pueblo de los cindaguas. Alfinger, una vez reforzado, intentó seguir hacia el sur por las orillas del río Magdalena para alcanzar la provincia dorada de Simití, pero se lo impidieron los esteros y las ciénagas. Decidió entonces regresar a Coro, pero subiendo por la serranía de Ocaña y altacordillera de Cachirí. Los indios le combatieron continuamente. En un paso por la cordillera le mataron ocho soldados, entre ellos el capitán alemán Juan Casimiro Nüremberg y veinte indios. Pasó por tierras de Pamplona y en el valle de los Chinácota (donde más tarde se fundó la ciudad de Pamplona) se vieron rodeados de indios, que hirieron a Esteban Martín en una mano y al propio Alfinger en la garganta. Eran flechas envenenadas y el gobernador murió al cuarto día, el 31 de mayo de 1533. Este valle se ha llamado el de Micer Ambrosio, en su recuerdo. La tropa eligió jefe al factor Pedro de San Martín y bajo su mando llegaron a Coro el 2 de noviembre de 1533 tras una ausencia de dos años y tres meses. Trajeron un botín de 30.996 pesos de oro, noticias del descubrimiento del Magdalena y el Cesar y el convencimiento de que en su interior había indios muy ricos en oro. Alfinger fue sustituido por Federman y tuvo una residencia póstuma desfavorable por las crueldades cometidas con los indios y por los desmanes de que hizo objeto a los españoles” .
Así comienza la triste y accidentada historia de la actual frontera colombo-venezolana y su ingreso al mundo moderno, la que hoy en los planes gubernamentales de los actuales presidentes Petro y Maduro espera convertirse en una maravillosa y próspera zona franca de desarrollo y riqueza económica y social internacional.
Notas
(1) Arrighi, Giovanni, Adam Smith en Pekín. Akal 2007. pág 244 y 246.
( 2) Lynch, John .Monarquía e Imperio El reinado de Carlos V. El País 2007 España. Pág 446.
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