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Ganó Lula: respira el continente

Fuentes: Rebelión [Imagen: Lula durante la lectura del discurso de la victoria el 30 de octubre de 2022. Créditos: página web de Lula]

En este artículo el autor analiza el triunfo electoral de Lula y el discurso de la victoria que pronunció el 30 de octubre de 2022.


En el día de ayer [NdE.- este artículo fue remitido el día 31 de octubre de 2022] se llevó a cabo la segunda vuelta de la elección presidencial en Brasil.

Si bien -dada su enorme dimensión geográfica y económica, la mayor de América Latina–, las instancias electorales brasileñas siempre revisten una gran importancia para nuestro continente, la de ayer era fundamental por el carácter de las dos opciones en juego.

Se trataba ni más ni menos que del enfrentamiento dramático entre dos proyectos antagónicos de país.

Por un lado el del PT buscando un tercer mandato presidencial de Lula que asegurara el retorno a un gobierno democrático y participativo.

Cuando Lula terminó su segundo mandato consecutivo en el año 2010 tenía un índice de popularidad superior al 80%, luego de haber logrado sacar de la pobreza a 32 millones de personas con la aplicación de planes sociales como el “fome zero” (hambre cero).

Este programa –el mayor realizado en la historia del país- fue coordinado por el minsterio de Desarrollo Social y Agrario.

Consistió en una estrategia para garantizar el derecho a la alimentación básica; entre otras cosas con la construcción de restaurantes populares, la asistencia a las familias más pobres mediante la tarjeta “Bolsa Família” y un sistema de microcréditos, la educación de buenas prácticas alimentarias y distribución de vitaminas y otros complementos.

Se amplió el acceso efectivo a la educación, se redujo el desempleo al 4% y se logró una tasa de crecimiento económico promedio en el período del 4%.

Por el lado opuesto la posible extensión por un segundo período del régimen autoritario ultraderechista presidido por Jair Bolsonaro. Durante su mandato agrandó aún más la desigualdad social. Hoy Brasil vuelve a tener 33 millones de pobres afectados por el hambre.

Durante la pandemia, mantuvo una postura negacionista de la covid-19 a la que llamó irónicamente “uma gripezinha”, que terminó causando al presente más de 688.000 muertes; ocupando por ello Brasil el segundo lugar en el mundo.

Las cifras reales y las encuestas

Esta segunda vuelta se convirtió en la mayor elección en la historia de Brasil. Votaron 124:252.796 ciudadanos (en la primera vuelta lo habían hecho 123:682.372) sobre un total posible de 156:454.011.

Según el TSE, a las 00:18 horas del 31 de octubre, con el 100% de circuitos escrutados, Lula triunfó con el 50,90% (60.345.999 votos) sobre Bolsonaro que obtuvo el 49.10% (58.206.354 votos). O sea, una diferencia porcentual de 1,8 puntos y de 2.139.645 votos.

Al igual que en la primera vuelta, las encuestadoras volvieron a equivocarse en sus porcentajes de ventaja de Lula sobre Bolsonaro. La última de Data Folha del día jueves 27 daba un 49% para Lula y un 45% para Bolsonaro.

Tal vez pesaron en sus valoraciones los apoyos a Lula para la segunda vuelta, expresados por la candidata y el candidato de primera vuelta Simone Tebet del MDB (4.16% y 4.915.423 votos) y Ciro Gomes del PDT (3.04% y 3.599.287 votos) respectivamente.

Sin embargo, nuevamente Bolsonaro superó en su votación a los cálculos previos.

Si comparamos la cantidad de votos de cada candidato en la segunda vuelta respecto a la primera, tenemos que Lula aumentó 3.086.495 votos y Bolsonaro 7.134.009.

En definitiva su aumento más que duplicó al de Lula y terminó perdiendo por un estrecho margen.

Los desafíos para Lula

Ya su primer discurso, leído luego del triunfo, tuvo el meditado carácter de un estadista que es consciente de la compleja e inestable situación social y política del país que deberá gobernar en los próximos cuatro años.

Comenzó agradeciendo a Dios, que “fue muy generoso conmigo al permitir que yo saliese de donde salí para llegar donde llegué”.

Agradeció a todo el pueblo brasileño que concurrió a las urnas y en especial felicitó a quienes lo votaron.

Asimismo recordó el terrible acoso del que fuera objeto, que incluyera estar preso por 580 días con el objetivo de destruirlo no solo políticamente, coartando la posibilidad de que fuera candidato en las elecciones del 2018, sino además como individuo: “intentaron enterrarme vivo y estoy aquí para gobernar este país en una situación muy difícil, pero tengo fe en Dios que con la ayuda del pueblo vamos a encontrar una salida para que el país vuelva a vivir democráticamente y pueda restablecer la paz entre las familias”.

Llegamos al final de una de las más importantes elecciones de una historia, que colocó frente a frente dos proyectos opuestos de país y que hoy tiene un único y gran vencedor: el pueblo brasileño”.

Enfatizó que “ésta no es una victoria mía ni del PT, es la victoria de un inmenso movimiento democrático que se formó encima de los partidos políticos, de los intereses personales y de las ideologías para que la democracia saliese vencedora”.

La mayoría del pueblo dejó en claro que haya más y no menos democracia, y que haya más y no menos respeto entre brasileños; y más y no menos libertad en nuestro país”.

El pueblo quiere vivir bien, comer bien, quiere empleo, un salario justo, salud y educación, políticas públicas, libertad. Quiere libros, en vez de armas. El pueblo quiere tener de vuelta la esperanza”.

Para luego dejar en claro su concepto de democracia: “Así entiendo la democracia, no apenas como la palabra bonita inscrita en la ley. Fue esa democracia en sentido más amplio de la palabra que el pueblo brasileño escogió hoy en las urnas; a esta democracia que vamos a buscar construir en cada día de nuestro gobierno, con crecimiento económico repartido entre toda la población”.

Recalcó que habrá que enfrentar al racismo, para que todos tengan los mismos derechos, “para construir un Brasil igualitario, cuya prioridad sea las personas que más necesitan”.

Planteó que tiene ante sí un inmenso desafío: “es preciso reconstruir este país en todas sus dimensiones, en política, economía, en la armonía institucional y las relaciones internacionales y en el cuidado con los más necesitados. Esta bandera no pertenece a nadie, solo al pueblo brasileño”.

Expresó que el compromiso número uno de su gobierno será acabar con el hambre otra vez y el de volver a asegurar que todo brasileño pueda desayunar, almorzar y cenar todos los días; como tampoco aceptar como normal que familias enteras sean obligadas a dormir en las calles.

Afirmó que Brasil volverá a tener protagonismo internacional, “que es demasiado grande para ser relegado al triste papel de paria del mundo. Vamos a reconquistar la credibilidad, previsibilidad y estabilidad para que inversores extranjeros retomen la confianza en el país”.

Queremos un comercio internacional más justo, retomar la sociedad con Estados Unidos y la Unión Europea. Vamos a reindustrializar Brasil”.

Mencionó expresamente, al igual que lo hiciera el presidente Petro en su discurso ante la ONU, la necesidad de defender los recursos de la selva amazónica:

Brasil está listo para retomar su protagonismo en la lucha contra el cambio climático. Brasil y el planeta precisan de una amazonia viva. Vamos a retomar el monitoreo y vigilancia del amazonas y combatir cualquier actividad ilegal porque queremos la pacificación ambiental”.

Abogó por la imperiosa necesidad de mantener el diálogo a todos los niveles: “Este país necesita reencontrarse consigo. Vamos a restablecer el diálogo en este país, con el poder legislativo y judicial. Reconstruir la armonía republicana entre los tres poderes. Nadie, absolutamente nadie, está por encima de la constitución, nadie tiene derecho de ignorarla”.

Las grandes decisiones políticas que impactan la vida de 215 millones no será tomadas en secreto, en la oscuridad de la noche, sino con el diálogo con la sociedad. Que nadie dude de la fuerza de la palabra cuando se trata de buscar el entendimiento y el bien común”.

No faltó un velado mensaje a las religiones pentecostales, sostén de las posturas de derecha recalcitrantes de Bolsonaro: “Voy a precisar de todo los partidos políticos, trabajadores, empresarios, parlamentarios, alcaldes, gente de todas las religiones. Todos juntos seremos capaz de construir un país del tamaño de nuestros sueños”.

Finalizó su discurso con un llamado a luchar por la paz, la esperanza y el amor:

Vamos a trabajar sin descanso donde el amor prevalezca sobre el odio, la verdad sobre la mentira”.

Creo que lo mas importante virtud de un gobernante será siempre el amor por su país y su pueblo. No faltará amor en este país, viviremos un nuevo tiempo de paz, amor y esperanza. Un tiempo donde el pueblo tiene un nuevo derecho de soñar”.

Nuestra lucha no empieza y no termina con la elección, nuestra lucha por un país justo donde todos puedan comer, estudiar, será una lucha hasta el fin de nuestra vida”.

Algunas conclusiones preliminares

En primer lugar con este triunfo de Lula sentimos un gran alivio.

Este triunfo de la democracia sobre la concepción autoritaria de ultraderecha en Brasil y el de Gustavo Petro en Colombia, después de 240 años de gobiernos conservadores, estarían confirmando que podríamos estar ante un nuevo ciclo progresista en nuestra región.

Es una gran tarea para la izquierda y el progresismo enmendar errores y superar insuficiencias del ciclo anterior e ir conformando entre todos una nueva hoja de ruta que sumará a los existentes, nuevos temas de agenda como la lucha contra el patriarcalismo, los derechos sexuales y reproductivos, la preservación del medio ambiente y el inicio de un auténtico proceso de integración regional que deberá ir mucho más allá de los discursos y buenas intenciones.

Es el gran desafío de cambiar entre todos nuestra forma de pensar y actuar, dando un sustantivo salto en calidad que nos permita pasar de la hasta ahora “lógica del Estado nación” a la del necesario “Estado región” con el que podamos pesar como bloque en el mundo.

Para ello no bastará solamente revitalizar las esferas institucionales existentes, como por ejemplo la UNASUR o la CELAC; sino comenzar a coordinar y complementar nuestras producciones materiales en aras de abastecer a nuestras poblaciones así como lograr ser competitivos como bloque comercial en el mundo.

En este sentido Lula puede ser, por su trayectoria y su estatura política -y ojalá lo sea–, el factor fundamental que consolide la necesaria coordinación regional en este posible nuevo ciclo progresista continental.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.